¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
Mostrando entradas con la etiqueta Palabra de Dios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Palabra de Dios. Mostrar todas las entradas

martes, 16 de julio de 2024

ANALFABETISMO BÍBLICO

"Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo"
(San Jerónimo)

Con demasiada frecuencia me encuentro a muchos hermanos de fe decir que no leen la Biblia porque les cuesta dedicarle tiempo, porque no son capaces de ponerse a ello, porque dicen no entenderla, porque no saben por dónde empezar, porque les da pereza o porque no lo ven necesario. 

Sin embargo, estos mismos que ponen esa gran cantidad de "peros" para leer la Palabra de Dios, reconocen leer innumerables libros espirituales, sobre la vida de santos, sobre revelaciones particulares... o incluso afirman estar "enganchados" a series o películas sobre la vida de Jesús, porque les resulta más cómodo que leer la Biblia...

No cabe duda que vivimos en un mundo saturado de información, en una sociedad de la inmediatez, del "aquí y ahora" y del "mínimo esfuerzo". Y cuando no entendemos algo o nos cuesta, sencillamente, lo abandonamos: o nos lo ponen fácil o tiramos la toalla, o "nos lo cuentan" de forma rápida y sencilla o "pasamos del tema".

Muchas veces me he preguntado el por qué de este "analfabetismo bíblico", el por qué los católicos tenemos esta asignatura pendiente y no somos capaces de poner los medios para aprobarla.

Pero algo sí es evidente: si no leemos y escuchamos la Palabra de Dios, no podemos considerarnos verdaderos cristianos porque no conocemos realmente a Cristo. Tampoco madura nuestra fe y nos quedamos en un infantilismo espiritual. San Jerónimo es tajante cuando dice que "ignorar la Biblia es ignorar a Cristo" porque como afirma Hugo de san Víctor: "toda la Escritura habla de Cristo y se cumple en Cristo".

Dios se "ha molestado" en dejarnos a nuestra disposición un testamento de su alianza, un legado de su amor, en el que nos cuenta todo lo que necesitamos saber sobre Él, todo lo que debemos hacer para ser felices. Además, la Iglesia se "ha preocupado" de custodiarla, interpretarla y explicarla durante más dos mil años, pero nosotros quizás no lo valoramos suficientemente.

No me imagino a los herederos de una gran fortuna dejando de acudir a la lectura de un testamento con la excusa de no entender el lenguaje jurídico o con el pretexto de no tener tiempo para esas cosas.
Quizás es que no consideramos a la Palabra de Dios como un gran tesoro. La Escritura es la historia de la relación entre Dios y su pueblo, entre el Creador y sus criaturas, entre Cristo y su Iglesia. Es el testimonio del amor de Dios por el hombre y, sin embargo, con nuestras acciones demostramos que ese amor no es recíproco.

San Jerónimo nos recuerda que "nunca podemos leer solos la Escritura porque encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error", refiriéndose a que no debemos realizar interpretaciones libres y personales de la Biblia como les pasa a muchas otras denominaciones cristianas. 

Es importante leer la Biblia a la luz del Magisterio de la Iglesia, en comunidad sí, pero no sólo limitarnos a escucharla en misa. Por eso, siempre es conveniente formar grupos de Biblia en las parroquias, aunque pocas lo tienen entre sus programas pastorales, quizás por falta de interés. 

No diremos que no leer la Biblia es pecado. Sin embargo, como dice el apóstol Santiago: "el que sabe cómo hacer el bien y no lo hace, ese está en pecado" (Stg 4,17). Y seguramente, si no escuchamos lo que Dios nos dice en su Palabra, estemos incurriendo en un pecado de omisión.

Además, san Pablo nos exhorta a "empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios (Ef 6,17). Y yo me pregunto, ¿cómo vamos a dar testimonio de nuestra fe y de Cristo si no empuñamos la "espada del Espíritu"? ¿cómo vamos a llamarnos cristianos si no conocemos a Cristo? ¿cómo vamos a razonar nuestra fe con nosotros mismos o con otros si no creemos o no confiamos en la Escritura?
Desde mi experiencia personal, la Palabra de Dios despierta nuestra sed de Dios, acrecienta y madura nuestra fe, ilumina nuestro camino, fortalece nuestra esperanza en las promesas que contiene y enardece nuestro corazón como les ocurrió a los dos de Emaús. No puede haber madurez espiritual si se desconoce la Escritura, no puede haber cristiano auténtico si se es un analfabeto bíblico.

Cuando profundizas en la Palabra de Dios se produce un resultado impresionante: ¡quieres conocer más a Dios! ¡Te enamoras más y más del Señor! ¡Quieres más y más de Él! Pero explicar con palabras esta sensación es imposible. Es preciso experimentarla.

Me uno a la pasión del profeta Jeremías cuando escribe: "Si encontraba tus palabras, las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón" (Jer 15,16). Y por supuesto, a las del mismo Jesucristo: "Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca" (Ap 1,3).

Os invito a escuchar una preciosa canción que habla de la Palabra de Dios: Word of God

Y, desde luego, os animo a crear grupos parroquiales de Biblia para leerla y meditarla. Estoy seguro de que la disfrutaréis a medida que escuchéis lo que Dios quiere deciros.

viernes, 5 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (6): ESCUCHADLO

"Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo"
(Lucas 9,35)

La Transfiguración de Jesús en el monte Tabor tiene una gran importancia para los cristianos, pues no sólo nos muestra la visión de la gloria de Cristo en cuerpo glorioso e inmortal sino que nos anticipa la resurrección, base de nuestra fe: Su resurrección y, por ende, la nuestra.

Jesús elige una vez más a su "trío predilecto", a Pedro, Santiago y Juan, para llevárselos al monte Tabor (lugar de la presencia de Dios); los mismos que estarán con Él en el monte de los Olivos, antes de ser entregado. En ambas ocasiones, los apóstoles duermen plácidamente en la tierra, mientras desde el cielo la voluntad de Dios se hace presente.

Pedro, quien seis días antes, había proclamado la condición mesiánica de Jesús, ahora ve Su gloria con sus propios ojos pero... ¿es capaz de comprenderlo? 

Pedro, quien seis días antes, había escuchado de labios del Señor lo que tenía que padecer y sufrir, ahora lo escucha de los labios de Moisés y Elías pero...¿es capaz de comprenderlo?

Pedro, que seis días antes, había negado la voluntad de Dios, escucha de boca de Dios Padre la confirmación de todo lo anterior y ordena escuchar a Su Hijo: "Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo" (Mc 9,7; Mt 17,5; Lc 9,35). Pero...¿es capaz de comprenderlo?

La clave sobre la que hoy queremos meditar en el pasaje de la Transfiguración son las palabras del mismísimo Dios Padre: "Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo". Dios hace dos afirmaciones y una exhortación: 
  • "Este es mi Hijo". Dios mismo nos confirma que Jesús es Su Hijo.
  • "El Elegido". Dios mismo nos confirma que Jesús es el Mesías prometido. 
  • "Escuchadlo". Dios mismo nos manda escuchar a Jesús, su Hijo, el Mesías.
¡Escucha la voz de mi Hijo! ¡Oye su Buena Nueva! ¡Déjate impactar por su mensaje de amor para que transforme tu vida! Es lo que Dios me pide y es todo cuanto necesito: vivir su palabra. Pero...¿soy capaz de comprenderlo? 

Podría caer en la tentación de decir (como Pedro): "Maestro, qué bien se está aquí", esto es, limitarme a proponer cosas (como montar tres tiendas o cualquier actividad espiritual que se me ocurra) para satisfacer a Dios, sin escucharlo. Pero eso no funciona...

¡Cuánto me cuesta escuchar y cuánto me gusta hablar! ¡Cuánto me cuesta "dejarme hacer" y cuánto me gusta hacer! ¡Cuánto me cuesta seguir el consejo de la Virgen María: "Haced lo que Él os diga" y cuánto me gusta hacer lo que yo diga! 

Sin embargo, no se trata tanto de "hacer cosas para Dios" como de "dejar que Dios haga cosas", es decir, dejar a Dios hacerse presente y escucharlo a través de la Escritura, la Eucaristía y la Oración. Escuchar su voluntad y comprender sus palabras me conduce a imitar sus hechos en mi vida real.  

Es muy fácil acomodarme en el bienestar del "Tabor" en una Adoración Eucarística, en un retiro espiritual, en una peregrinación, etc... pero la visión gloriosa de Cristo me debe llevar a transfigurarme más que a sentir gozo, para que, como dice San Pablo, refleje la gloria del Señor y me vaya transformando en su imagen con resplandor creciente, por la acción del Espíritu del Señor (cf. 2 Cor 3,18).

Transfigurarme supone configurarme con Cristo, convertirme en "otro Cristo"; dejarme envolver por la nube del Espíritu Santo, es decir, ser dócil a su gracia, para amar y servir a los "desfigurados", a los despreciados de este mundo, que no son otros que el mismísimo Cristo.

El hombre de hoy, por su naturaleza caída, se ha desfigurado y ha perdido la imagen y semejanza de Dios con la que fue creado, que no es otra que la imagen de Cristo. Por eso, nuestro reto como cristianos, además de descubrir el rostro de Jesús en cada persona, es reflejar su rostro en el nuestro, hacerle presente en nuestra vida diaria.

Si lo consiguiéramos, quizás podríamos escuchar de Dios lo mismo que dijo de su Hijo: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco".


JHR

sábado, 27 de marzo de 2021

¿PARA QUÉ LEER LA BIBLIA?

"Toda Escritura es inspirada por Dios 
y además útil para enseñar, 
para argüir, para corregir, para educar en la justicia, 
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto 
y esté preparado para toda obra buena" 
(2 Tim 3,16-17)

Dice el apóstol San Pablo que la Palabra de Dios es útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar...¿para qué? Para que seamos perfectos y obremos el bien.

Dice el profeta Isaías que no temamos, porque Dios está con nosotros para fortalecernos, auxiliarnos y sostenernos (Is 41, 10). 

¡Qué alivio! No estamos solos. Dios está con nosotros. ¿Dónde? En su Palabra. ¿Cómo? Con su Espíritu. Así pues, la Sagrada Escritura nos ha sido legada con el propósito de escuchar lo que Dios nos quiere decir a cada uno de nosotros de forma individual, y a la Iglesia, de forma comunitaria.

Así pues, continuamos en este segundo artículo sobre la Palabra de Dios, sumergiéndonos en los 73 libros canónicos establecidos por la Iglesia Católica como inspirados por Dios: 46 corresponden al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo Testamento

Su estructura puede establecerse en función de los períodos históricos, de las alianzas de Dios con los hombres y del contenido de sus libros. Hoy, nos centraremos en el contenido de cada uno de los libros, ofreciendo una pequeña sinopsis que nos motive a profundizar en su lectura de forma individual.

El contenido de los libros bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, se estructuran en cuatro grandes temas: Ley, Historia, Sabiduría y Profecía. Esta clasificación, como norma general, no sigue una linea temporal correlativa sino que se refiere a su disposición y orden en la Biblia Católica.

Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento, también llamado "Antigua Alianza" o "la Ley y los Profetas" es un conjunto de libros inspirados por Dios al pueblo de Israel y de valor permanente, que narran la historia del camino hacia la salvación desde lo orígenes del universo hasta la plenitud del tiempo con la Encarnación de Jesucristo.

El propósito del Antiguo Testamento es preparar la venida de Cristo, el Mesías.
-Ley (5): 
Génesis: Creación del mundo y nacimiento del pueblo de Israel (Abrahán y las 12 tribus).
Éxodo: Huída de Israel de Egipto y su paso por el desierto hacia la Tierra Prometida, las leyes de Dios (10 Mandamientos) y la infidelidad del pueblo judío.
Levítico: Las leyes de observancia religiosa, el culto y el sacerdocio.
Números: El censo de las tribus de Israel, los 40 años de su peregrinaje por el desierto y la constante infidelidad y rebelión a Dios.
Deuteronomio: Nuevas leyes a adoptar en la Tierra Prometida, nueva constitución del pueblo de Israel y el itinerario profético de su historia.

-Historia (14): 
Josué: Comienzo de la conquista de la Tierra Prometida que durará 50 años (1.100-1.50 a.C.).
Jueces: Relato de la conquista de Canaán, las continuas infidelidades del pueblo de Israel y sus caídas en manos de sus enemigos. Cada vez que se arrepienten, Dios les envía un juez para guiarles y salvarles. 
Rut: Historia de una mujer extranjera que se convierte a Dios. Su biznieto David será el rey de Israel, línea genealógica de Jesucristo.
1 Samuel: Comienzo de la monarquia en Israel (1.050 a. C.): la trágica historia de Saúl, 1º rey de Israel y ungido por el profeta Samuel, que desobedece a Dios y lleva a Israel a una larga guerra civil contra David, su sucesor (1.010 a. C.).
2 Samuel: Continúa la historia de David (y sus pecados) y la alianza perpetua de Dios con él. Convierte a Israel en una nación poderosa y a Jerusalén en el centro religioso del mundo.
1 Reyes: Reinado de Salomón (970 a. C.) quien convierte a Israel en un poderoso imperio, construye el templo y cae en la idolatría. Dios envía profetas para corregirles (Elías, 930 a.C.).
2 Reyes: División de Israel en dos reinos, Judá e Israel, alejamiento de Dios. Son conquistados y el templo destruido por los asiriros (930-587 a.C.).
1 Crónicas: Historia de 1 y 2 Samuel: destaca el aspecto religioso del reino de David.
2 Crónicas: Repite algunos acontecimientos de 1 y 2 Reyes: destaca el reino de Judá.
Esdras: Vuelta a Jerusalén de un "resto" del exilio en Babilonia (537-442 a. C.), los preparativos para la reconstrucción del templo y la restauración del culto a Dios.
Nehemías: Reconstrucción de Jerusalén en sus memorias como gobernador (515 a. C.).
Tobías: Relata la vida de un hombre piadoso que cumple, en el exilio, la Ley de Dios (700 a. C.).
Judit: Narra la historia de una mujer heróica que salva a Israel por su confianza en Dios durante la cautividad en Babilonia (587-539 a. C.).
Ester: Cuenta la historia de otra mujer judía heróica que se convierte en reina de Persia y salva a los judíos.
1 Macabeos: Narra la revuelta de los Macabeos (167-134 a. C.) contra el imperio macedonio desde un punto de vista histórico.
2 Macabeos: Relata la misma historia de la revuelta pero desde un punto de vista religioso.

-Sabiduría (7): 
Job: Describe un largo poema y un gran debate sobre por qué Dios permite el mal.
Salmos: La mayor colección de 150 poemas o cantos religisos atribuidos al Rey David.
Proverbios: Colección de dichos sabios y verdades atribuidas al Rey Salomón.
Eclesiastés (Qohélet): Larga meditación sobre la vanidad del mundo.
Cantar de los Cantares: Poema de amor entre la Esposa (Iglesia) y el Esposo (Cristo).
Sabiduría (de Salomón): Alabanza a la sabiduría y a la paciencia de Dios con el hombre.
Eclesiástico (Sirácida): Libro sobre cómo vivir en el mundo una vida recta de fe en Dios.

-Profecía (20): 
Isaías: Contiene las profecías más claras sobre la venida del Mesías. La 1ª parte advierte de desgracias y la 2ª parte promete la redención del pueblo pecador.
Jeremías: Anuncia la destrucción de Judá e invita al arrepentimiento.
Lamentaciones: Libro de poemas (atribuido a Jeremías) que lamentan la destrucción de Jerusalén, utilizado en las ceremonias celebradas sobre las ruinas del templo destruido por los babilonios.
Baruc: Discípulo de Jeremías que profetiza (en Babilonia) la Nueva Alianza (y perpetua) con el pueblo de Israel. Contiene también una serie de sabios consejos. 
Ezequiel: Visiones y descripciones simbólicas (contemporáneo de Jeremías) que anuncian destrucción de Jerusalén por Babilonia (587 a. C.) pero cuyo mensaje es de esperanza.
Daniel: Profecía y extrañas visiones de un alto cargo de la corte de Babilonia durante el exilio.
Oseas: Profecías y vicisitudes de su matrimonio como metáfora de la relación de Dios (que perdona las infidelidades y rescata) con Israel (esposa infiel y vendida como esclava).
Joel: Anuncia el terrible juicio sobre Judá y también que el Espíritu de Dios se derramará sobre el pueblo.
Amós: Severa llamada al arrepentimiento a pesar del esplendor del reino del Norte y profecia sobre la restauración del reino de David.
Abdías: El libro más corto del Antiguo Testamento que anuncia la derrota de Edom, tradicional enemigo de Israel.
Jonás: Narra la historia de un profeta reacio a cumplir la voluntad de Dios, que pretende huir de Él y entiende que no se puede escapar de Dios. 
Miqueas: Juicios contra los corruptos y los explotadores. Predice la venida de un Salvador para Israel que nacerá en Belén.
Nahum: Profetiza la caída de Nínive, capital del imperio asirio.
Habacuc: Juicios contra los malvados y esperanza para los justos.
Sofonías: Anuncia el juicio de Dios contra toda la tierra y también un mensaje de alegría.
Ageo: Narra sus esfuerzos en la reconstrucción del templo de Jerusalén y las críticas al pueblo por llevar una vida lujosa mientras la casa de Dios está en ruinas.
Zacarías: Contemporáneo de Ageo, trabaja también en la reconstrucción del templo. En sus visiones, ve la llegada de un nuevo rey a Sión montado en un borrico.
Malaquías: Advierte sobre la hipócrita forma externa de culto y predice la llegada del mensajero del Señor.

Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento es la "Nueva Alianza" de Dios con los hombres, y al igual que el Pentateuco contenía la Ley antigua, los cuatro Evangelios comprenden la Nueva Ley. Así como a partir del libro de Josué se narraba la historia del pueblo de Dios, los Hechos de los Apóstoles relatan los comienzos de la Iglesia de Cristo a partir de su Ascensión al cielo. 

De la misma forma que los libros sapienciales del Antiguo Testamento enseñaban a vivir como buenos hijos de Israel, las veintiuna cartas de los apóstoles dirigidas a la Iglesia nos enseñan a vivir como verdaderos cristianos. Así como en la antigüedad, Dios envió profetas para advertir y guiar a su pueblo, el Apocalipsis es una profecía sobre la Iglesia y el Cordero, sobre la Esposa y el Esposo que se ha cumplido, se cumple y se cumplirá.

El propósito del Nuevo Testamento es dar cumplimiento (plenitud) a las promesas (alianzas) del Antiguo Testamento en Cristo, Redentor Universal.
-Ley (4):
Mateo: Representado por un hombre, está dirigido a los judíos para decirles que Jesús es el verdadero heredero del reino de David, el Mesías. Y para ello comienza con una elaborada genealogía. Es el evangelista que más "deja" hablar a Jesús: el Sermón de la Montaña ocupa tres capítulos.
Marcos: Representado por un león, está dirigido a los cristianos de Roma para enfatizar a Jesús como el líder de un nuevo Éxodo. Discípulo de Pedro, escribe el Evangelio más breve en el que narra la vida de Jesús de una forma sencilla. Incluye un relato peculiar que no aparece en los demás: un joven con una sábana que seguía a Jesús (posiblemente él mismo). Su palabra favorita es "Enseguida", utilizada 40 veces.
Lucas: Representado por un toro, está dirigido a los cristianos procedentes del paganismo para destacarles la universalidad del ministerio de Cristo. Incluye detalles íntimos de la anunciación, concepción y nacimiento de Jesús, en Belén, la adoración de los pastores y sus enseñanzas en el templo que no aparecen en los demás evangelios, posiblemente, asesorado por la Virgen María (Lc 2,19). Hombre culto, médico y autor de Hechos, Lucas acompañó a Pablo en muchos de sus viajes. Subraya la acción del Espíritu Santo y la oración en el ministerio de Cristo.
Juan: Representado por un águila, está dirigido a los judíos, con muchas alusiones al Antiguo Testamento. "El discípulo amado" recuerda que Jesucristo es el Verbo de Dios Encarnado, y destaca nuestra nueva humanidad en Cristo.
 
-Historia (1):
Hechos de los Apóstoles: Lucas escribió este libro como continuación a su Evangelio. Es la única historia sobre el comienzo de la Iglesia y que escribe asesorado por Pablo y también como testigo ocular (ej: cuando cambia "ellos" por "nosotros" para indicar su presencia).

-Sabiduría (21):
Compuestos por las cartas apostólicas: las cartas paulinas, escritas por Pablo y dirigidas a las iglesias y comunidades que iba fundando; y cartas católicas, escritas por otros apóstoles como Pedro, Juan, Santiago o Judas y dirigidas a la Iglesia universal.

Cartas Paulinas
Romanos: Dirigida a la Iglesia de Roma. Escrita desde Corinto (56 d. C.), su tema principal es que "todo hombre es pecador, pero a través de la fe en Cristo, el hombre puede ser justificado a los ojos de Dios y recibir la salvación y la vida eterna".
1 Corintios: Dirigida a la Iglesia de Corinto. Escrita desde Éfeso (54 d. C.) con instrucciones específicas debido a la difícil situación de esa comunidad (divisiones internas, corrupción, idolatría, incestos, pleitos, inmoralidad, cultos indignos, etc.) y como respuesta a distintos temas (matrimonio y celibato, consumo de animales impuros, dones del Espíritu Santo, amor al prójimo, resurrección de los muertos, etc.) así como una petición de colecta para la Iglesia de Jerusalén.
2 Corintios: Dirigida a la Iglesia de Corinto tras dos visitas anteriores. Escrita también desde Éfeso (57 d. C.) y entregada por Tito, se trata de una carta apologética acerca del ministerio y la autoridad de Pablo, así como un llamamiento a la solidaridad ante la falta de generosidad corintia.
Gálatas: Dirigida a la Iglesia de Galacia. Escrita desde Corinto (55-60 d. C.), es una defensa de Cristo y de la justificación por la fe frente a la secta judaizante (falsos maestros) que se había mezclado con la cristiana para hacerles volver a la ley mosaica, así como la vindicación del apostolado de Pablo.
Efesios: Dirigida a la Iglesia de Éfeso. Escrita desde Roma durante su primer encarcelamiento (62 d. C.) se trata de una carta doctrinal, pastoral y exhortativa de la Iglesia como Cuerpo de Cristo y de la salvación ofrecida a los pecadores
Filipenses: Dirigida a la Iglesia de Filipos. Escrita desde Éfeso (54-55 d. C.) o desde Roma (63 d. C.) como agradecimiento a su amor y solidaridad con el apóstol.
Colosenses: Dirigida a la Iglesia de Colosas. Escrita desde Roma (57-62 d. C.), es una doctrina moral sobre la conducta para su aplicación en todas las áreas de la vida cristiana y de como Cristo suple todas las necesidades. También es una apologética contra las herejías gnósticas y filosofías griegas surgidas en esa comunidad. 
1 Tesalonicenses: Dirigida a la Iglesia de Tesalónica. La primera carta escrita por Pablo desde Antioquía de Siria (50-51 d. C.) es una exhortación a poner en práctica las exigencias del Evangelio, así como instrucciones sobre la muerte y la actitud de espera para el regreso del Señor.
2 Tesalonicenses: Dirigida a la Iglesia de Tesalónica. Escrita poco tiempo después de la primera, posee un gran paralelismo con ella, pero desarrolla más ampliamente el regreso del Señor.
1 Timoteo: Dirigida a su discípulo Timoteo. Escrita posiblemente desde Macedonia después de su primera encarcelación en Roma (61 d. C.) y junto a su 2ª carta y la de Tito son llamadas "cartas pastorales" en las que advierte de las falsas doctrinas y la apostasía, instruye sobre la oración, los requisitos de los obispos y diáconos y los deberes como ministro de Cristo, la piedad y el servicio a los demás.
2 Timoteo: Dirigida a su discípulo Timoteo. Escrita durante el mandato de Nerón y su encarcelamiento en Roma (65-67 d. C.), Pablo escribe a su discípulo una especie de testamento ante la proximidad de su muerte: exhortación a no avergonzarse del evangelio y a estar dispuesto a morir como "un buen soldado de Cristo".
Tito: Dirigida a su discípulo Tito. Escrita desde Nicópolis-Macedonia (66 d. C.) para animar a su discípulo, que dirigía la Iglesia de Creta, y para instruirle en las cualidades de un buen líder cristiano, sobre la pureza de intención y sobre la manera de vivir de acuerdo con la fe de Cristo.
Filemón: Petición en favor de Onésimo, esclavo de Filemón. Escrita desde Roma, es la carta más breve y personal de Pablo en la que pide que perdone a su esclavo que se había fugado y cuya pena era castigada con la muerte, y que le acoja ahora como hermano en la fe.
Hebreos: De autor desconocido, algunos piensan que puede ser un discípulo de Pablo. Escrita desde/o dirigida a Italia (60-70 d. C)., muestra cómo el Antiguo Testamento se cumple en la persona de Jesucristo. Habla del nuevo pacto, del sacrificio de Cristo una vez y por todas y cómo debe ser la vida del cristiano.

Cartas Católicas:
Santiago: Escrita antes del 50 d. C. y dirigida a los judíos esparcidos por varias regiones, es una carta pastoral sobre la esencia del Evangelio desde un punto de vista práctico: exhorta a "poner en práctica la Palabra y no sólo a escucharla". 
1 Pedro: Escrita desde Roma (65-68 d.C.) y dirigida a los creyentes dispersados y perseguidos, exhortándoles a mantenerse firmes en la fe en medio del mundo hostil.
2 Pedro: Escrita también desde Roma al final de su vida (65-68 d. C.) y dirigida a los cristianos para advertirles de los falsos profetas y para que recuerden la Palabra de Dios y su promesa del regreso de Jesucristo.
1-3 Juan: Escritas posiblemente desde la isla de Patmos (85-90 d. C.) y dirigidas a los cristianos de Asia Menor, son una advertencia sobre el peligro de los falsos maestros y los gnósticos. Hablan del deber cristiano  de la caridad.
Judas: Escrita desde Palestina es una advertencia contra las herejías y las falsas doctrinas y muy similar a la 2 de Pedro.

-Profecía (1):
Apocalipsis: Escrita por Juan desde la isla de Patmos (90-100 d. C.) y dirigida a los cristianos de Asia Menor, es un manual de resistencia y de esperanza cristiana. El protagonista es Jesucristo, Rey y Señor de la historia.
Todos nosotros, Iglesia de Cristo y a quien se dirige la Sagrada Escritura, estamos llamados a experimentar el gozo de comprobar como el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos a través de su Palabra inspirada. 

Dios nos llama ¿le escuchamos?




JHR


Fuente: "Comprender las Escrituras" (Scott Han, La Didajé, Midwet Theological Forum)

viernes, 26 de marzo de 2021

¿CÓMO LEER LA BIBLIA?

"La palabra de Dios es viva y eficaz, 
más tajante que espada de doble filo; 
penetra hasta el punto donde se dividen 
alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; 
juzga los deseos e intenciones del corazón. 
Nada se le oculta;
 todo está patente y descubierto a los ojos 
de aquel a quien hemos de rendir cuentas" 
(Hb, 12-13)

A la hora de abordar la Palabra de Dios y sumergirnos en su contenido, los cristianos nos hacemos siempre la misma duda: "¿Por dónde empezar a leer la Biblia?". Algunos empiezan por el principio (Génesis) y otros por los Evangelios (Mateo o Lucas); unos, por los Hechos de los Apóstoles y otros, por las cartas paulinas (Romanos o Corintios); y posiblemente, casi nadie por el final (Apocalipsis).

Sin embargo, no es tan importante por dónde empezar sino cómo leer la Biblia

Lo primero que debemos saber es que la Sagrada Escritura es la revelación de Dios a los hombres, en Jesucristo y por el Espíritu Santo. Dios nos habla de Cristo a través de su Espíritu, es decir, nos encontramos ante la Trinidad, y por tanto, debemos acudir a Ella con el máximo respeto y veneración.

En segundo lugar, es importante acercarse a ella con el mismo Espíritu que fue escrita, es decir, en oración, o dicho en lenguaje bíblico, "arrebatados en espíritu", y para ello, es conveniente leerla en comunidad, bien sea en la Eucaristía o en un grupo de Lectio Divina.

Aunque toda la Palabra de Dios describe personas y acontecimientos literales o reales, su lectura es espiritual, y comprende tres sentidos:

-alegórico o típico. Las personas y los acontecimientos se muestran como ejemplos que remiten a épocas venideras.

-moral o tropológicoLas personas y los acontecimientos son modelos de aplicación a nuestras vidas, personal o comunitariamente.

-anagógicoLas personas y los acontecimientos que vemos nos hacen comprender lo que no vemos (el cielo). 

En tercer lugar, toda la Biblia es Palabra de Dios y, por tanto, debemos tomarla como un "todo". Todos sus libros son importantes y tienen validez permanente porque Dios lo ha querido así y no podemos decidir que hay libros más importantes y otros, prescindibles. Además, su interpretación está sujeta al Magisterio de la Iglesia y no se puede interpretar libremente.

Y para concluir este "cómo leer la Biblia", a modo de comparación y salvando las distancias, podríamos decir que la Biblia no se lee como una novela, comenzando por el inicio y acabando por el final. Más bien, su utilización se asemeja a la que hacemos con un listín telefónico o con un diccionario: se extrae la información que se necesita en el momento en que se necesita

Como sabemos, la Palabra de Dios es la historia de la salvación escrita a lo largo de 1.000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.) pero es también una carta de amor de Dios al hombre donde el Señor nos muestra cuánto nos ama y las alianzas que ha hecho con el hombre a lo largo de la historia.

Está estructurada en dos grandes partes: Antiguo Testamento, en el que Dios nos cuenta desde los orígenes del mundo hasta el año 400 a.C., y el Nuevo Testamento, desde el 4 a.C. hasta el fin de los tiempos. El período comprendido entre el 400 a.C. y el 4 a.C. se conoce como período intertestamentario.

Período intertestamentario
Se extiende desde la época del profeta Malaquías hasta la predicación de Juan el Bautista. Llamado por algunos como “los 400 años de silencio”, es un período de grandes cambios políticos, religiosos y sociales en Israel, predichos por el profeta Daniel (Dn 2, 7, 8, y 11). 

Hasta el año 332 a.C., Israel está bajo el control de imperio persa, un tiempo de relativa paz en el que se permite reconstruir el templo y tener adoración en él (2 Cro 36,22-23; Esd 1,1-14). Alejandro Magno derrota a Darío de Persia, y aunque sigue permitiendo la libertad religiosa a los judíos, ordena la traducción del Antiguo Testamento en hebreo al griego, conocida como la Septuaginta.

Tras la muerte de Alejandro, Judea es gobernada por una serie de reyes decadentes que culmina en Antíoco Epífanes, quien deroga la libertad religiosa para los judíos, la legítima línea del sacerdocio, profana y contamina el templo (ver Mc 13,14 para un evento similar que tendrá lugar en el futuro), lo que provoca el levantamiento de la resistencia judía, liderada por Judas Macabeo y los asmoneos, quienes restauran el linaje sacerdotal y purifican el templo. Es un período de guerra, violencia y luchas internas.

Hacia el año 63 a.C., Pompeyo de Roma conquista Israel para el Imperio romano pero nombra a Herodes como rey de Judea para cobrar impuestos y controlar a los judíos.

Como consecuencia de esta mezcla de culturas romana, griega y hebrea aparecen dos importantes grupos político-religiosos: los fariseos que añadieron sus propias leyes (estrictas y poco compasivas) a la ley de Moisés (ver Mc 7,1-23), y los saduceos que ejercían el poder a través del Sanedrín, rechazaban todos los libros del Antiguo Testamento excepto los mosaicos, no creían en la resurrección y eran generalmente proclives a los griegos.
Todos estos sucesos, que agotan la esperanza y debilitan la fe del pueblo judío, preparan el escenario ideado por Dios para la llegada de Cristo: el pueblo ya está listo para el Mesías, los romanos han construido caminos (que ayudarán a difundir el evangelio), todos tienen un idioma común (que facilitará la comprensión del evangelio), el griego koiné (el idioma del Nuevo Testamento) y existe una cierta paz, la pax romana.

“Los 400 años de silencio” del periodo intertestamentario llegan a su fin mediante la más grande historia jamás contada: ¡el Evangelio de Jesucristo!

Antiguo y Nuevo Testamento
La Biblia es la revelación progresiva de Dios a los hombres y, por tanto, no puede comprenderse el Nuevo Testamento sin entender el Antiguo Testamento, ni viceversa.

Los libros del Antiguo Testamento nos muestran la historia del camino hacia la salvación: todas sus promesas se dirigen y se cumplen en el Nuevo Testamento. Por tanto, el Nuevo Testamento no anula el Antiguo sino que lo completa. Jesús mismo lo dice: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud" (Mt 5,17).

San Ireneo dice que "la Ley es profecía y pedagogía de las realidades venideras" y San Agustín, que "el Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo y que el Antiguo se manifiesta en el Nuevo". 

La Ley antigua o Antiguo Testamento es una preparación para el Evangelio, para la venida de Cristo que da testimonio de la pedagogía divina y del amor salvífico de Dios. Nos muestra cómo es Dios, cómo es su sabiduría y su justicia para, finalmente, mostrarnos su misericordia con la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Sin el Nuevo Testamento, el Antiguo sería tan sólo una colección de historias trágicas y de promesas incumplidas.

En un segundo artículo, detallaremos la clasificación y el contenido de cada libro de la Palabra de Dios.


JHR



Fuente: "Comprender las Escrituras" (Scott Han, La Didajé, Midwet Theological Forum)

jueves, 23 de julio de 2020

CONOCER A DIOS A TRAVÉS DE SU PALABRA

Quien no conoce la Escritura, no conoce a Cristo”
(San Jerónimo)

El Señor sale siempre a nuestro encuentro para revelarse, para darse a conocer. Y lo hace, fundamentalmente, encarnándose en su Palabra, Cristo, el Logos. Toda la Sagrada Escritura, desde el principio hasta el final, habla y se cumple en Jesucristo.

Cada vez que escuchamos la Palabra, Dios pasea y dialoga con nosotros, como lo hacía con Adán en el Edén. Y cada tarde, le vamos conociendo un poco más, le vamos amando un poco más.

¡Qué importante es leer, escuchar, meditar y guardar Su Palabra en nuestro corazón! ¡Qué difícil es conocer a Dios si no le escuchamos! ¡Qué difícil es amar a Dios si no le conocemos! ¡Qué difícil es responder a Dios si no le amamos!

Escuchar a Dios a través de su Palabra, conocerle a través de Jesucristo, guiados por el Espíritu Santo, es indispensable para llegar a amarle y darle nuestro "Hágase"

Sin embargo, muchos católicos apenas leemos su Palabra, y por eso, apenas le conocemos (y apenas le amamos). Quizás, porque no sabemos cómo escucharle, no entendemos qué nos dice o no somos capaces de interpretar lo que nos dice. 

Y es porque seleccionamos sólo alguna parte de la Escritura, el Nuevo Testamento (los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles o las cartas de San Pablo). Es como... si le concediéramos a Dios una cita breve, en la que sólo llegamos a conocerle parcial o superficialmente. 

Evitamos el Antiguo Testamento (los libros históricos, los proféticos, los Salmos o los Proverbios) como si no fuera con nosotros o para nuestro tiempo. Es como... si le dijéramos a Dios que hay cosas de Él que no nos interesan.

Y qué decir, del Apocalipsis, un libro que casi nadie entiende...y donde se encuentra el gran plan de Dios, realizado y cumplido en el Cordero. Es como...si le dijéramos que no va con nosotros.

Pero Dios quiere que le conozcamos a fondo. "No ha reparado en gastos". Y para ofrecernos su amor, además de la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia, nos ha dejado escrita su Palabra.

Autoría y Propósito 

La Palabra de Dios sale de su propia boca, es inspirada por Dios para enseñarnos, guiarnos y llevarnos a la santidad, mediante las obras: "Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena (2 Tim 3, 16-17).
Dios Trino revela en la Escritura su amor por nosotros y su querer, es decir, su voluntad para nosotros. 

Y lo hace hablando a su Iglesia de forma comunitaria y de forma particular, para darnos a conocer Quién es Élquiénes somos (soy) para Élcuál es su plan de amor para cada uno de nosotros (para mí en particular) y qué debemos (debo) hacer para cumplir su voluntad y alcanzar su amor.

Descubrimiento y Encuentro

La Biblia no es un libro. La Palabra es "Alguien": es Cristo. Toda la Escritura habla del “Verbo”, la “Palabra” misma, el Centro de la Revelación. Y el propósito de la Biblia es que le descubramos.

Y, Jesús, como hizo con los dos de Emaús, sale a nuestro encuentro y se hace el encontradizo con nosotros; caminando siempre a nuestro lado, nos pregunta qué preocupa a nuestros corazones y nos escucha atentamente mientras le contamos todas nuestras pérdidas, nuestros “rollos”; nos explica las Escrituras, como hizo con los discípulos, incendiando nuestros corazones; y finalmente, le invitamos a nuestra casa, a nuestra parroquia, es decir, a la Eucaristía, donde Él se convierte en Anfitrión.

Cristo, el Verbo, se revela y se da al mundo en la Eucaristía: desde el ambón, con su Palabra y desde el altar, con su Cuerpo. Comulgamos, primero, su Palabra y después, su Cuerpo. 
Es en la Liturgia, donde le escuchamos y le celebramos. Y Él parte para nosotros el pan. Entonces, le reconocemos, nuestros ojos se abren y nuestras vidas se transforman.

La Palabra es un maravilloso encuentro con un Dios:

  • que nos ama, nos busca, nos reúne y nos guía (Buen Pastor, Jn 10)
  • que nos perdona siempre y nunca deja de amarnos (Hijo Pródigo, Lc 15)
  • que nos da seguridad y paz interior (Tempestad en la barca, Mt 8;Mc 4;Lc 8)
  • que camina siempre a nuestro lado y conversa con nosotros (Emaús, Lc 24)
  • que nos enseña con una pedagogía única (a través de más de 50 parábolas).

Intimidad y Familiaridad

Jesús es tajante: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen." (Mt 12, 46-50; Lc 8, 21).
Dios, que es eterno, no se queda en lo temporal. Y aunque nos manda, por supuesto, amar a nuestra madre, a nuestro padre y a nuestros hermanos, nos señala que lo importante son los lazos de sangre, sino los lazos de amor: quienes escuchan y cumplen la Palabra de Dios son su familia.

Guía y Alimento

La Palabra de Dios es el Pan de Vida, es el Maná del cielo, es Cristo, el pan nuestro de cada día, que pedimos en el Padrenuestro, es nuestro alimento"No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). El católico encuentra su alimento, su fe, su sentido y su fuerza en la Palabra de Dios.

Por eso, ¡qué importante es escucharla en actitud orante, con sentido espiritual! ¡qué importante es acudir al Espíritu Santo para rezar la Palabra para no quedarnos en la literalidad humana, para poder escuchar lo que quiere decirnos.

La Sagrada Escritura es nuestra guía para encontrarnos con Jesucristo, “el Camino, la Verdad y la Vida”. A Dios no le podemos encontrar si no es en la Biblia. O mejor dicho: a Dios le podemos encontrar en muchos sitios, en la creación, en la oración, en nuestros hermanos... pero es en Su Palabra, donde más fácilmente le encontramos. Dios quiere que le conozcamos, se deja conocer. Y lo ha dejado por escrito, en su Palabra.

Por eso, ¡qué difícil se nos hace a los católicos escuchar cuando rezamos! ¡cuánto nos cuesta dialogar con Dios! ¡cuánto queremos decirle y qué poco queremos que nos diga!

Camino y Conquista

La Palabra de Dios hace un camino dentro de nosotros. El Espíritu Santo nos guía y nos ilumina para que la escuchemos con los oídos y la meditemos con el corazón; y del corazón ardiente pasar a las manos, a las obras. 

Este es el recorrido que hace la Palabra de Dios en nosotros: 

oído 👉 corazón 👉 obras, es decir, del Padre 👉 al Hijo 👉 al Espíritu Santo.

La Biblia  se conquista como la ciudad de Jericó: dándole vueltas y vueltas (Jos 6,1-27); orándola, meditándola y guardándola en nuestro corazón, a ejemplo de la Virgen (Lc 2,19).

El camino de la Palabra es escuchar y cumplir la voluntad de Dios. Y la conquista de la Palabra es llegar a la Tierra Prometida.

Valor e Importancia

Toda la Palabra de Dios (Antiguo y Nuevo Testamento) tiene un valor permanente: "La palabra de nuestro Dios permanece para siempre" (Is 40,8) y eterno"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35).

Además, posee un sentido de unidad y de plenitud. Jesús mismo lo dice: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud" (Mt 5,17). 

La Palabra de Dios no puede entenderse si no es en su conjunto: el Antiguo Testamento prepara la venida de Cristo, contiene la Ley de Dios (que no está abolida), enseñanzas para nuestra salvación y tesoros de oración (que no están caducadas); el Nuevo Testamento da cumplimiento a todo el Antiguo Testamento y nos proporciona la verdad definitiva de la revelación divina. 

La Escritura es además, útil para nuestras vidas. Nos habla a todos y a cada uno de nosotros hasta lo más profundo. Nada se escapa a su sabiduría: "La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas" (Hb 4,12-13).

Además de escucharla, debemos guardarla: "Bienaventurado el que guarda las palabras proféticas de este libro" (Ap 22,7) cumplirla"Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen" (Lc 11,28) y ponerla en práctica: "Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos" (Stg 1, 22). 

Y ponerla en práctica significa  .

Sentido e Interpretación

La Sagrada Escritura tiene dos sentidos de interpretación:

-Literal: lo que nos quiere decir el autor. El autor o hagiógrafo inspirado nos relata hechos y situaciones que revelan a Dios. 

-Espirituallo que nos quiere decir Dios. El Espíritu Santo hace viva la Palabra en cada uno de nosotros y nos dice siempre algo. El sentido espiritual se divide en tres tipos: 
  • Alegórico: lo que debemos interpretar. Es el significado simbólico de lo que leemos en la Biblia. Toda habla de Cristo y se cumple en Cristo. Por tanto, debemos buscar su significación en Cristo.
  • Moral: lo que debemos hacer. Es el significado formativo por el cual Dios nos instruye para saber cómo tenemos que obrar.
  • Anagógico: lo que debemos buscar. Es el significado escatológico de las realidades y situaciones que nos conducen a la Jerusalén celeste, a la vida eterna.
Dios nos ha dado su Palabra para que le escuchemos, para que le conozcamos y para que le amemos. 

Es su carta de amor para nosotros.

viernes, 20 de mayo de 2016

LA BIBLIA, ESA GRAN DESCONOCIDA



La Biblia es la Palabra viva de Dios, el libro de instrucciones que Dios nos ha dejado para aprender a saber manejar nuestras vidas.

Es el libro más vendido de la historia en el mundo, traducido a más de 2,300 idiomas y a pesar de ello, la gran mayoría de las personas que tienen una Biblia no la han leído. 

QUÉ ES LA BIBLIA

La Biblia es una colección de 73 libros escritos en hebrero, arameo y en griego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, que contienen la Palabra de Dios y están divididos en dos grandes bloques: 

  • Antiguo Testamento (46 libros)
  • Nuevo Testamento (27 libros)
La palabra “testamento” ha reemplazado a la palabra “alianza”. Se trata, pues, de dos alianzas o pactos:

  • A.T. : Hacia el 1200 a.C., en los inicios de la independencia del pueblo judío, tuvo lugar la alianza que Dios hizo con su pueblo a través de Moisés. Los libros del Antiguo Testamento nacieron en la comunidad judía y pertenecen a esa época de la “antigua alianza”.
  • N.T. : Con la venida del Mesías, tuvo lugar otro “pacto”, otra “alianza”, nueva y eterna por medio de Jesucristo. Los libros del Nuevo Testamento nacieron en la comunidad cristiana. Esta nueva alianza va más allá del pueblo de Israel, se hace extensiva a toda la comunidad universal, de todas las épocas.
CÓMO LEER LA BIBLIA

Para leer la Biblia, podemos hacerlo siguiendo distintas claves:

Clave cristiana

Jesucristo es la figura central y angular de la Biblia, situado en el vértice de ambos testamentos. Ambos tienen cumplimiento y plenitud en Él y no se puede entender el uno sin el otro. 

Conociendo las Escrituras, conocemos a Cristo porque la razón de ser de la Biblia es la figura de Jesucristo.

Por ello, su lectura debe ser una lectura cristiana que descubra la presencia de Jesucristo en cada una de sus partes. 

Podemos decir que la Biblia es Cristo revelado en persona y obra.

Clave sacramental

La Biblia es como un sacramento porque en ella encontramos a Dios y su lectura debe hacerse con la misma actitud que mantenemos en la Eucaristía.

La Iglesia da siempre el mismo culto y honor tanto a la Biblia como a la Eucaristía. De hecho, la Biblia es “luz para el alma” y la Misa “pan para el cuerpo”.

Clave de justicia

Dios habla en la Biblia a través de los profetas y la palabra profética proclama la justicia como norma fundamental de convivencia humana y la implantación de ésta garantiza la defensa de los derechos humanos.

El Dios de la Biblia es el Dios de la Justicia (Jeremías 23,6) e interviene en la historia del hombre para hacer justicia (Salmos 119,172).

El pueblo de Dios tenía como misión servir de paradigma y ejemplo a todos los pueblos de la tierra, un modelo donde imperara el amor y la justicia; Pero no fue así y por ello Israel sufrió castigos y calamidades. Dios prefiere que haya amor y justicia a sacrificios (Proverbios 21,3 y Oseas 6,6)

Jesucristo ha sido llamado para restablecer la justicia (Isaías 42,6) y revelarse como justicia en sí misma (Isaías 56,1). Vino a establecer el Reino de Dios y su justicia y eso es precisamente lo que debe buscar el cristiano.

Clave de salvación

La Palabra de Dios nos muestra el camino a la salvación: nos habla de nuestro origen y nuestro destino, de la redención realizada por Jesucristo y de cómo conseguir la salvación final y definitiva. La misma Biblia es “palabra de verdad, palabra que salva” (Efesios 1,13 y Santiago 1,21). 

Es la revelación y realización del misterio de la salvación de Dios a través de personajes concretos (Noé, Moisés, etc.) siempre bajo su intervención pero sobre todo, de la salvación que nos trae Jesucristo (Juan 12,47).

Clave de liberación

La Biblia es la historia de la liberación del hombre: Dios interviene en la historia del hombre, liberándolo de todas las esclavitudes. Eso mismo es la redención de Jesucristo.
  • Liberación socio-económica: rompe la opresión y esclavitud de su pueblo y crea fuentes propias de riqueza.
  • Liberación socio-política: Dios hace de su pueblo un pueblo libre e independiente.
  • Liberación teológica: libera al hombre del pecado, causa de todas las esclavitudes.
La Biblia es un libro vivo y dinámico que sirve para hombres y mujeres de todos los tiempos y de todos los espacios. También hoy. Nos habla a cada uno de nosotros.

La Palabra de Dios está escrita para creer en ella, aceptarla, acatarla, vivirla, practicarla y encarnarla.

El reino de Dios que ha venido a establecer en este mundo es el reino de la igualdad, de la libertad, del amor fraterno y de la justicia social.

Clave de amor

Toda la Biblia es un canto al amor (Cantar de los Cantares). Dios es amor (Juan 4,8-16) y elige a su pueblo en matrimonio, como esposa, por puro amor.

Pero la mayor prueba de amor de Dios al mundo que nos relata la Biblia es que le dio a su Hijo único (Juan 3,16 y 1 Juan 4,9) y Jesucristo, a su vez, nos manifestó el amor más grande que existe, al dar su vida por nosotros (Juan 15,13).

A este amor, el hombre debe responder con amor a Dios y al hombre, pues aquí está resumida toda la Ley de Dios (Marcos 12, 28-31 y Romanos 13,8). 

Debe ser un amor hasta el extremo, pleno, radical, sin “medias tintas”, con todo el corazón y con toda el alma. Un amor a todos, incluso a los enemigos, de la misma manera que Cristo nos ha amado (Juan 13,34).

El distintivo del cristiano es el amor (Juan 13,35), sin él, no hay nada. El que está en el amor está en Dios (1 Juan 4,16).

Clave de Iglesia

La Biblia es donde debe reflejarse la Iglesia. La Iglesia nace de la Biblia y a la vez, es autora de la Biblia. 

La Iglesia tiene la obligación de una continua purificación mediante la puesta en práctica de los postulados de la Biblia.

La Biblia es la vida de la Iglesia y el alimento vital donde se fundamentan todas sus disciplinas: la teología, la moral, la espiritualidad, la catequesis, la pastoral y la liturgia.

La Iglesia no sólo es la depositaria de la Biblia, sino también es su intérprete. La Biblia hay que leerla desde la Iglesia y para hacer Iglesia.

Clave de Oración

La Biblia nos prepara para oír a Dios. Es interpelante y exige respuesta.

Hay que escucharla con actitud orante: humildad, disponibilidad, respeto y amor; esto es hacer oración de la lectura de la Biblia (1 Juan 4,7-8).

Debe ser un libro de lectura diaria de todos los cristianos, de todo el pueblo de Dios y no debe quedarse en el ámbito de la historia o de la inteligencia sino debe centrarse en el ámbito del corazón. Es un libro de vida nos enseña a vivir mejor.

ANTIGUO TESTAMENTO

I. PENTATEUCO

La Biblia comienza por el Antiguo Testamento y sus cinco primeros libros reciben el nombre de Pentateuco y son: GÉNESIS, ÉXODO, LEVÍTICO, NÚMEROS Y DEUTERONOMIO.

En la tradición judía se denomina el Torá o Ley y en la cristiana se definen como libros históricos. Ambos, ley e historia, se entrelazan a lo largo de los cinco libros.

La línea histórica abarca desde la creación del universo hasta la muerte de Moisés, momento en que Israel se dispone a cruzar el Jordán y entrar en la tierra prometida.

Los relatos del Pentateuco están impregnados de la experiencia de Dios y distinguimos seis etapas:

1. Historia de los orígenes (Génesis caps.1-11)
2. Historia de los patriarcas (Génesis caps.12-50)
3. Historia del éxodo (Éxodo caps. 1-15)
4. Sinaí: Ley y Alianza (Éxodo caps. 19-24)
5. La marcha a través del desierto (Éxodo caps. 16-18 y Números caps. 10-20)
6. Conquista de la tierra (Números caps. 20-36)
7. Despedida de Moisés (Deuteronomio)

Entre ellas, se establece el culto a Dios, sacerdocio, leyes, fiestas y sacrificios.

II. LIBROS HISTÓRICOS Y NARRATIVOS

A lo largo de los siguientes libros se revela a Dios como el verdadero artífice de las historias, más allá de las múltiples intrigas humanas que forman la historia del pueblo de Israel.

Los libros históricos (también proféticos) pueden dividirse en varios grupos dependiendo de su origen, forma y contenido:
  • JOSUÉ, JUECES, 1 y 2 SAMUEL, 1y 2 REYES
  • RUT
  • 1 y 2 CRÓNICAS, ESDRAS Y NEHEMÍAS
  • 1 y 2 MACABEOS, TOBÍAS, JUDIT Y ESTER.

III. LIBROS SAPIENCIALES Y POÉTICOS
  • Sapienciales: Constituidos por el mâsal o proverbio, la instrucción y el poema:
- Sabiduría antigua: PROVERBIOS Y SABIDURÍA DE SALOMÓN. 
- Sabiduría crítica: JOB y ECLESIASTÉS (QOHÉLET).
- Sabiduría religiosa: ECLESIÁSTICO (SIRÁCIDA) 
  • Poéticos: SALMOS, CANTAR DE LOS CANTARES, LAMENTACIONES.
IV. LIBROS PROFÉTICOS

Profeta en hebreo es nâbî, “llamado”. Mientras que un sacerdote, por elección, por sangre o por pertenencia a una familia es un hombre para ejercer una función, un profeta es un hombre llamado por vocación divina, que ha recibido una misión de Dios y es un instrumento de Dios. El profeta es carismático, un elegido.
  • El profeta, la voz de DiosProfeta es el que habla en lugar de Dios. No anuncia el futuro sino que proclama la palabra de Dios, es intérprete entre Él y los hombres. Unas veces, anuncia felicidad y bienandanza; otras, vicios morales e injusticias sociales. Es la voz de Dios y la de quienes no tienen voz, de los oprimidos, los marginados, los explotados, los pobres, etc. Dice lo que “el Señor dice”.
  • El profeta, el hombre del espírituEl profeta es un hombre inspirado, es decir, poseído y sublimado por el Espíritu, al que no se puede resistir y se ha de doblegar.
  • El profeta, un hombre de DiosEs de Dios y habla de Dios. El objeto de la profecía es Dios mismo, que castiga y perdona, que interviene en la historia del hombre y le dice lo que tiene que hacer. Da a conocer lo que Dios quiere, el el “representante de los intereses divinos”.
  • El profeta, un hombre de palabra y de acciónEs el hombre de la palabra, de la Palabra eterna, viva y eficaz, con efecto y que realiza lo que significa y lo que anuncia. Es un predicador, un proclamador de la Palabra de Dios.
  • Maneras de recibir y expresar el mensaje proféticoEl profeta recibe el mensaje de Dios a través de sueños o de visiones. Éstas pueden ser objetivas, subjetivas o intelectuales. Las más habituales son las subjetivas: Dios actúa en la imaginación del profeta, el cual, llevado por su fantasía, elabora imágenes visuales y auditivas cargadas de significados, que han de ser transmitidos y explicados al pueblo. En las intelectuales, el profeta conoce, sin necesidad de imágenes, la verdad que Dios le comunica. El profeta expresa el mensaje de Dios de muchas maneras: con lenguaje poético y brillante, con elocuentes discursos, coplas, canciones, elegías, himnos, sentencias rítmicas, con gestos y acciones simbólicas que inciden de manera efectiva en el corazón y en la memoria de los oyentes. 
Profetas Mayores: escritos u oráculos extensos: ISAIAS, JEREMÍAS, EZEQUIEL Y DANIEL

Profetas Menores: escritos u oráculos reducidos: 
-Período asirio: AMÓS, OSEAS (reino de Israel) y MIQUEAS (reino de Judá).
-Período babilónico: SOFONÍAS, NAHÚN, BARUC, HABACUC (reino de Judá).
-Período persa: AGEO, ZACARÍAS, MALAQUÍAS.
-Período incierto: JOEL, ABDÍAS Y JONÁS

NUEVO TESTAMENTO
Los libros del Nuevo Testamento son:

Los 4 Evangelios. Narran los hechos más importantes de la vida de Jesús y sus enseñanzas. Cada Evangelio recibe el nombre de su autor: MATEO, MARCOS, LUCAS (los llamados sinópticos)  y JUAN.

Hechos de los Apóstoles. Narra la vida y acontecimiento de los 12 apóstoles después de la ascensión de Jesús al cielo, y el nacimiento de la Iglesia.

Las Epístolas (Cartas). Fueron escritas con el fin de dirigir, aconsejar e instruir a las iglesias recién formadas, o ayudar a los responsables de pastorearlas y administrarla. 

La mayoría fueron escritas por Pablo ("Epístolas Paulinas") con el fin de adoctrinar a  las comunidades a las que iban dirigidas. Muchas de ellas fueron escritas estando en prisión:  


  • ROMANOS (58 d.C.)
  • I CORINTIOS (56 d. C.)
  • II CORINTIOS (57 d.C.)
  • GÁLATAS (57 d.C.)
  • EFESIOS (61 d.C.)
  • FILIPENSES (52 d. C.)
  • COLOSENSES (60 d.C.)
  • 1 TESALONICENSES (50 d.C.)
  • 2 TESALONICENSES (51 d.C.)
  • 1TIMOTEO (65 d.C.)
  • 2 TIMOTEO (67 d.C.)
  • TITO (65 d.C.)
  • FILEMÓN (62 d.C.)

Las demás cartas o epístolas fueron escritas por las personas que llevan su nombre: SANTIAGO, 1 y 2 PEDRO, 1, 2 y 3 JUAN, JUDAS.


El Apocalipsis o libro de las revelaciones. Es considerado por la mayoría de los eruditos, el único libro del Nuevo Testamento exclusivamente profético.

ALGUNOS DATOS CURIOSOS
  • La Biblia se escribió durante un periodo de 1,500 años. 
  • Dios inspiró a más de 40 hombres para escribirla.
  • Originalmente fue escrita en hebreo, arameo, y griego. Luego, en latín y finalmente a otros idiomas.
  • Fue el primer libro impreso en el mundo (en la imprenta de Johannes Gutenberg en el año 1,454).
  • Ha sido traducida a más de 2,303 idiomas y dialectos.
  • Es el libro más publicado, vendido, distribuido y leído del mundo.
  • Ha sido y es el libro que ha sufrido más persecución a través de la historia.
  • Ha sido y es el libro más reverenciado de la humanidad.
  • En Jesús se cumplieron aproximadamente más de 300 profecías, todas ellas anunciadas de manera asombrosa siglos antes: La primera anunciada aproximadamente 4.000 años antes de su nacimiento, en Génesis 3,15, cumplida en Lucas 1,35. La última anunciada 425 años antes, en Malaquías 4,6 y cumplida en Lucas 1,16-17.
La Biblia tiene:
  • Libros: 73 (46 en el A.T. y 27 en el N.T.).
  • Capítulos: 1,189
  • Versículos: 31,163
  • Palabras: más de 700.000 (entre 773,692 y 783,137, según la versión e idioma).
  • Letras: más de 3 millones.
  • Personajes: casi 3,000 (2,930).
  • El libro más largo: los Salmos (150 capítulos).
  • El libro más corto: 2 Juan (13 versículos); seguido por 3 Juan (15 versículos); Abdías (21 versículos) y Judas (25 versículos).
  • El capítulo más largo del A. T.: Salmo 119 (176 versículos).
  • El capítulo más corto del A. T.: Salmo 117 (2 versículos).
  • El capitulo más corto del N. T.: 1 Juan capítulo 1 (10 versículos)
  • El versículo más largo: Ester 8,9.
  • El versículo más corto: Éxodo 20,13 (No matarás); seguido por Éxodo 20,15 (No robarás) y Juan 11,35 (Jesús lloró).
  • Dos capítulos iguales: Salmos 14 y 53.
  • El centro de la Biblia: Salmo 118,8 (Hay 594 capítulos antes y después del Salmo 118).
  • El libro más antiguo en escribirse: Job (aprox. 1,500 A.C.)
  • El último libro en escribirse: el evangelio de Juan (aproximadamente 100 D.C.). 
  • Moisés fue el autor de más libros del Antiguo Testamento (5 libros del Pentateuco).
  • El apóstol Pablo fue el autor de más libros del Nuevo Testamento (14 cartas).
  • En el libro de Ester no se menciona la palabra "Dios".
  • El Antiguo Testamento termina con una maldición y en el Nuevo Testamento termina con una Bendición.
La Biblia es un libro único. Es "el Libro".