¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

domingo, 26 de julio de 2015

TIRAR DEL CARRO



"El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; 
duerma o se levante, de noche o de día, 
el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. 
La tierra da el fruto por sí misma; 
primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. 
Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega."
(Marcos 4, 26-29)



En los últimos cinco años he conocido bastantes parroquias y a sus párrocos, con quienes he colaborado, siempre que me lo han pedido. En las conversaciones y reuniones que hemos tenido, siempre me he encontrado con la misma preocupación: "No sé qué hacer para que venga más gente a la parroquia".

Y aquí es donde está el problema. Estamos más preocupados de los aspectos cuantitativos que de los cualitativos. Y una cosa tengo clara: las personas no se van de la Iglesia porque no crean en Dios. Se van porque en las parroquias no les ofrecemos "calidad".

¿Por qué las parroquias no crecen?

Podríamos quedarnos en la superficie y responder que existen muchos factores externos actuando contra la fe y la Iglesia. Podríamos excusarnos diciendo que el mensaje de Cristo no es algo que interese mucho a la gente hoy en día. Prodríamos hacer una larga lista para calmar nuestras conciencias pero prefiero verlo con un ejemplo:

Fijémonos en el dibujo como símil de una parroquia: Dos personas están empujando y tirando con gran dedicación de un carro con cuatro ruedas cuadradas, transportando un montón de ruedas perfectamente redondas y sumamente funcionales. Ambos son conscientes de que avanza despacio, lo cual resulta bastante frustrante.

Si les preguntáramos a las dos personas del dibujo ¿por qué no avanzan?, podrían respondernos: “Porque tenemos mucha carga y muchas dificultades en contra nuestra”, o “Porque nuestro camino es una cuesta muy empinada.” o " Necesitamos más gente que nos ayude"

Todas serían verdad. A menudo, sacerdotes y laicos sentimos que hay una carga pesada y muchas dificultades en contra, y a veces el camino se hace bastante cuesta arriba o también, que somos pocos,. Pero el dibujo revela que estas circunstancias externas no son el auténtico problema, pues aunque éstas fueran muy favorables, el auténtico problema seguiría existiendo. 

El potencial biótico

Todo lo que necesitamos para ver crecer la iglesia ya ha sido provisto por Dios. El problema es que no hacemos uso de ello. En vez de utilizar las herramientas que Dios nos ha dado, tratamos de empujar y tirar de la iglesia con nuestras propias fuerzas. Y quizás incluso pensamos que usar “ruedas cuadradas ”es algo especialmente espiritual.

Lo importante aquí es coger esas ruedas redondas que han sido provistas de forma tan abundante en la iglesia y ponerlas donde corresponde de acuerdo con el plan de Dios. Tenemos un montón de ruedas redondas que ya existen en la iglesia. La diferencia es que algunas parroquias las utilizan, y otras no.”

Muchas parroquias focalizan su crecimiento tanto en el FRUTO... …que se olvidan de la RAÍZ que produce ese fruto. Y la raíz es Dios. Dios diseñó todo el universo y también su Iglesia con capacidad de crecimiento y desarrollo natural o biótico (dícese de los organismos vivos o relacionado con ellos). Pensó una Iglesia que tuviera vida en si misma: "Yo planté y Apolo regó, pero quien hizo crecer fue Dios." (1 Corintios 3, 6).

El punto clave es dejar a Dios ser Dios para que la parroquia crezca, en lugar de pretender hacerlo nosotros mismos, por nuestros propios esfuerzos. Ejemplo:Un árbol no se esfuerza por crecer; no se pone metas de crecimiento ni utiliza modelos. Crece porque tiene vida en sí mismo. Su desarrollo natural está debajo de la superficie. Crece porque su raíz le da sentido: al tronco, las ramas y el fruto. Por supuesto, la tierra debe ser buena, el abono, correcto y el agua, abundante.

De
la misma manera, el desarrollo natural de la Iglesia se concentra en aquello que está debajo de la superficie (características cualitativas). La Iglesia, en general y las parroquias, en particular, tienen potencial biótico, es decir,  capacidad inherente de multiplicarse y reproducirse por si mismas. 

El potencial biótico, es un criterio que el mismo Dios ha introducido en su creación y no somos “nosotros” los encargados de producir el crecimiento de la Iglesia, sino permitir que actúe el potencial biótico. 

Como no podemos ejercer control sobre los factores externos, nuestra tarea es concentrarnos en los factores internos de la Iglesia, que impiden el crecimiento y la multiplicación de la misma. Lo que tenemos que hacer es sembrar, cosechar, y “dormir y levantarnos” y lo que no tenemos que hacer (porque no podemos) es “producir el fruto” . El fruto es una obra divina. 

Para liberar el potencial biótico de crecimiento es preciso descubrir los principios/características/dones que Dios mismo ha puesto en cada parroquia cómo Dios actúa en cada persona. 

Algunos piensan que el secreto es tener un culto dirigido a la gente alejada; otros, dirigido a los creyentes; otros, ponen en práctica nuevos métodos de evangelización; mientras otros hacen crecer el número de asistentes a su parroquia pero sin demasiados frutos.

Por eso, es preciso diferenciar entre un enfoque “según modelos” y un enfoque “según principios”:

- Los “modelos” son conceptos que alguna parroquia ha experimentado positivamente, pero no tienen por qué ser la solución idónea para otras que están en otra situación. 
- Los “principios”, sin embargo, son aquellos elementos que resultan ser aplicables para todas las parroquias en todo el mundo.

Analicemos estos principios/características/dones:

Principios cualitativos de parroquias en crecimiento

Liderazgo capacitador

“para el recto ordenamiento de los santos 
en orden a las funciones del ministerio, 
para edificación del Cuerpo de Cristo” 
(Efesios 4, 12)

Lo primero es diferenciar el tipo de liderazgo existente en la parroquia:

-“Liderazgo capacitado”: la existencia de un líder (el párroco) muy brillante, con muchos dones y una gran visión de futuro, quien necesita voluntarios que le ayuden a convertir su visión en realidad: aquí está el gurú-líder con su gran visión, allí el resto de la feligresía que sirve de buena gana a su poderoso líder para realizar los sueños de su vida.

-“Liderazgo capacitador”: El líder (el párroco) no trata de aumentar su propio poder para convertirse en todopoderoso. Justamente lo contrario. Considera como una de sus labores más importantes el ayudar a los cristianos a desarrollar mayores niveles de responsabilidad según el plan de Dios, equipándolos, apoyándolos, motivándolos y aconsejándolos. 

El líder debe convertirse en un “catalizador de dones” de su gente, en facilitador y potenciador de talentos y capacitar a otros para el servicio. "O entrenamos o entretenemos."

El liderazgo necesita orientarse: 
  • hacia el cumplimiento de metas
  • hacia las relaciones interpersonales
El crecimiento “por si mismo” depende de: 
  • Líderes que saben lo que poseen (Juan 13,3)
  • Líderes que potencian a otros (discipulado)
Los sacerdotes de las parroquias que crecen no tienen por qué ser superestrellas. De hecho, el modelo "superestrella" puede ser un obstáculo para el crecimiento de la parroquia. Dios generalmente no lleva a cabo sus planes a través de estrellas superdotadas: "Dios no elige a los capacitados. Capacita a los elegidos".

Si alguien desempeña este papel (o tiene que desempeñarlo porque la parroquia así lo espera), es generalmente un indicio seguro de que algo no va bien en esta iglesia.

Ministerio según los dones del Espíritu

“Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, 
como buenos administradores de las diversas gracias de Dios.” 
(1Pedro 4, 10)

Dios ya ha decidido qué cristiano debe asumir mejor cada ministerio en la parroquia. La función del párroco es ayudar a sus feligreses a identificar sus dones e integrarlos en los ministerios pastorales que se correspondan con sus dones.

Cuando vivimos según nuestros dones espirituales ya no trabajamos con nuestras propias fuerzas, sino que el Espíritu Santo trabaja en nosotros. De esta forma, aunque seamos “sólo personas normales” podemos lograr, en el sentido literal de la palabra, cosas extraordinarias.

La mayoría de los cristianos, o bien no participan en ningún ministerio pastoral, o trabajan en uno que no se corresponde con sus dones. Muchos ni siquiera identifican cuáles son sus dones. 

Una persona que realiza un servicio que no se corresponde con sus dones se parece a las ruedas cuadradas del dibujo.  

Por otra parte, las ruedas redondas en el interior del carro representan a un cristiano que no tiene ninguna labor en la iglesia.

No hay factor que influya más en el sentimiento de gozo al vivir la vida cristia­na que vivirla conforme a nuestros dones espirituales. Se experimentan tres efectos: primero, soy más feliz; segundo, soy más eficiente; y tercero, soy más malinterpretado que antes por otros cristianos. Quizás éste es el precio que hay que pagar por querer seguir la llamada de Dios.

Espiritualidad ferviente y contagiosa

“Sean diligentes, y no flojos. 
Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al señor.
Tengan esperanza y sean alegres. 
Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar.” 
(Romanos 12,11-12)

Lo más importante no es la forma en la que la espiritualidad sea expresada (carismática, no carismática, litúrgica, no litúrgica, etc.), sino el hecho de que la fe sea vivida realmente con compromiso, pasión y entusiasmo. El grado de fervor espiritual es el aspecto que diferencia las parroquias en crecimiento de las que no crecen.

Esta característica cualitativa también demuestra que los métodos que utiliza una parroquia son en realidad un aspecto secundario. Una parroquia que vive su fe con fervor espiritual experimentará éxito con muchos métodos distintos. Por el contrario, en las parroquias en las que este aspecto está ausente, los mejores métodos no lograrán nada. ¿De qué vale el motor más moderno cuándo el depósito de gasolina está vacío?

Por desgracia, nosotros los cristianos a menudo nos inventamos estrategias que acaban estrangulando este fervor espiritual.

Estructuras funcionales

El sábado ha sido hecho para el hombre, 
y no el hombre para el sábado.” 
(Marcos 2,27)

Las estructuras de la parroquia no son nunca un fin en sí mismas, sino sólo un medio para un fin. Todo lo que no esté a la altura de este requisito (por ej. estructuras de liderazgo degradantes, horarios de misas poco apropiados, o programas que no llegan a su audiencia de forma efectiva) se cambia o se desecha. 

Entonces, ¿de dónde viene la resistencia a este principio? Es simplemente el resultado de la tendencia de las personas a volverse más cómodas y más tradicionales a lo largo de la vida. El tradicionalismo implica que las formas de la parroquia tienen que permanecer tal cual las hemos conocido y la convierten en una parroquia de mantenimiento y por lo tanto, no de crecimiento.  

Lo ideal de las estructuras es que sean funcionales, no estáticas.

Culto inspirador

“Estén siempre alegres, oren sin cesar
y den gracias a Dios en toda ocasión; 
ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos.
No apaguen el Espíritu,”
(1 Tesalonicenses 5, 16-19)

Muchos sacerdotes creen que deben adoptar ciertos modelos de culto de otras parroquias porque supuestamente éstos representan un principio de crecimiento de la iglesia. Pero la cuestión no es si nuestros cultos están dirigidos a creyentes o no creyentes; si se celebran con un lenguaje “espiritualizado” o empleando uno más cotidiano; si alabamos utilizando una liturgia determinada o lo hacemos de una manera más espontánea. No son factores decisivos para el crecimiento de la iglesia.

El criterio clave es otro: ¿Es el culto una experiencia inspiradora para aquéllos que acuden a él? 

Muchos cristianos van a misa para cumplir con un deber, una obligación, no acuden a la parroquia porque sea una experiencia tan maravillosa que no se la perderían por nada, sino para hacer un favor a Dios, al cura, o a alguna otra persona.  Algunos incluso creen que su “lealtad”, al soportar pacientemente una experiencia desagradable en misa, es bendecida por Dios.

Para ellos, actuar como los dos hombres del dibujo es algo bastante normal, quizás incluso muy espiritual. 

Grupos pequeños de vida cristiana

Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, 
partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón.
Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. 
El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.” 
(Hechos 2,46-47) 

Las parroquias que crecen han desarrollado un sistema de grupos pequeños donde los cristianos pueden encontrar íntima comunión, ayuda práctica y una profunda interacción espiritual. En estos grupos las personas no sólo hablan de las homilías, textos de la Biblia, libros o charlas de expertos, sino que aplican enfoques divinos a sus asuntos cotidianos.

Lo que se desarrolla en los grupos pequeños es la esencia misma de la verdadera vida de la iglesia de Jesucristo.

Evangelización según las necesidades de las personas

 Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; 
con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley - aun sin estarlo - 
para ganar a los que están bajo ella.
Con los que están sin ley, como quien está sin ley para ganar a los que están sin ley,
 no estando yo sin ley de Dios sino bajo la ley de Cristo.
Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. 
Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos.” 
(1 Corintios 9,20-22)

El crecimiento de la iglesia es inconcebible sin evangelización. ¿De qué otra forma va a crecer la iglesia si no es a través del proceso de compartir el Evangelio para atraer cada vez a más personas a la iglesia de Jesucristo? 

La clave es que la iglesia dirija sus actividades evangelizadoras hacia las preguntas, inquietudes y necesidades de las personas. Escuchar sin presión, sin crítica y en libertad. 

Los métodos manipu­ladores “agresivos” representan justo lo contrario de la práctica que aprendemos de las iglesias que crecen. Su secreto es que comparten el Evangelio de una forma que responde a las verdaderas preguntas y necesidades de los alejados o no creyentes.

Relaciones afectivas

“Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. 
Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado.
En esto reconocerán todos que son mis discípulos, en que se amen unos a otros” 
(Juan 13, 34-35)

Existe una relación muy significativa entre la capacidad de amar de una parroquia y su potencial de crecimientoLas parroquias que crecen manifiestan un “coeficiente afectivo” perceptiblemente más alto que las que están estancadas o en decrecimiento.

Preguntemos cuánto tiempo pasan unos miembros con otros, fuera de las actividades de la parroquia. ¿Con cuánta frecuencia se invitan unos a otros a comer o a tomar un café? ¿Qué generosidad muestra la parroquia a la hora de hacer elogios? ¿En qué medida es el sacerdote consciente de los problemas personales de los miembros de la parroquia? ¿Cuánto se ríe en la parroquia?

El amor sincero y práctico dota a una parroquia de un poder magnético mucho mayor que el de todos los esfuerzos metodológicos. En el mejor de los casos, promocionar a las iglesias con nuevos métodos se puede comparar a las flores artificiales. Éstas pueden parecer engañosamente reales, pero no tienen olor. Sin embargo, el amor auténtico esparce esa misteriosa fragancia que pocos pueden resistir.

No puede faltar ningún principio cualitativo

Hay tres cosas que podemos decir sobre estos principios:

1- son principios universalmente válidos (esto significa que son aplicables a parroquias en todo el mundo).
2- son aplicables a nuestra propia situación (los resultados variarán de una parroquia a otra).
3- son necesarios tanto para el crecimiento cualitativo como cuantitativo de la parroquia

Si real­mente nos preocupa llegar a tantas personas como sea posible, no nos podemos permitir el lujo de sacrificar ninguno de estos principios cualitativos.

Los principios del crecimiento de la Iglesia no son otra cosa que los propios principios de Dios.

El principio "por sí mismo" (Automatismos de crecimiento)

Finalmente, llegamos al verdadero punto culminante: el principio “por sí mismo”. 

El secreto de las parroquias que crecen no consiste en "empujar y tirar del carro" con la fuerza y el esfuerzo huma­no, sino en liberar y desarrollar el potencial que Dios ha puesto en ellas. Entonces el crecimiento se produce por sí solo.

El crecimiento de la parroquia es algo que nosotros los seres humanos no podemos hacer.Nosotros debemos sembrar y recoger; podemos dormir y levantarnos. Sin embargo, lo que no podemos hacer es traer fruto. Nuestro trabajo simplemente está en estimular los automatismos de crecimiento que el mismo Dios utiliza para construir su iglesia.

Pero, ¿cómo ocurre esto? Para contestar a esta pregunta es útil revisar las ocho características cualitativas. Cada característica cualita­tiva consiste en dos partes: un sustantivo (por ej. liderazgo, ministerio, espiritualidad, estructuras) y un adjetivo (por ej. capacitador, según el don del Espíritu, ferviente, funcional).

El secreto de cada una de estas características cualitativas no está descrito por los nombres (cada parroquia tiene un tipo de liderazgo, ministerios, espiritualidad o estructuras). Más bien, el secreto se esconde en la aplicación práctica de lo que representa cada uno de los adjetivos.
Una mirada más detallada a estos adjetivos revela que tienen algo que ver con el hecho de posibilitar el funcionamiento de esos automatismos de crecimiento que Dios utiliza para construir su iglesia.

Volvamos al dibujo del carro: En vez de empujar y tirar del carro (la parroquia) nosotros mismos, tenemos que descargar algunas de estas ruedas que ya están en el carro, ponerlas en el sitio adecuado, desplegar la velas y disfrutar de la alegre experiencia de que el soplo del Espíritu Santo ponga el carro en marcha (aparentemente) “por sí mismo”.


Nuestra preocupación principal: la calidad de nuestra parroquia


La clave para el crecimiento es la calidad de la parroquia, que se mide por las ocho características cualitativas

La cantidad (aumento de asistentes a la parroquia) es el fruto.

Esta perspectiva tiene importantes aplicaciones para el trabajo práctico de las pastorales de la parroquia. En vez de empezar con la pregunta: “¿Cómo podemos conseguir que venga más gente a la iglesia?”, preguntémonos: “¿Cómo podemos crecer en cada una de las ocho áreas cualitativas?”. Detrás de este enfoque se halla la convicción con base teológica y empírica de que el crecimiento cualitativo en estas áreas siempre resultará en un crecimiento cuantitativo.

"Todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo frutos buenos.."
 (Mateo 7,17-18)

Una regla sin excepción

Todas las parroquias que tienen en cuenta cada una de las ocho características cualitativas, crecen:
  • Sacerdotes y laicos están comprometidos con el crecimiento de la parroquia.
  • Todos están usando sus dones espirituales para edificar la parroquia.
  • La mayoría de los miembros viven la fe con fervor y contagioso entusiasmo.
  • Las estructuras/métodos se evalúan en función de su servicio al crecimiento de la parroquia o no.
  • La Eucaristía y el culto son los momentos culminante de la semana.
  • El amor y la fraternidad de la comunidad se experimenta en grupos pequeños. 
  • Todos, según sus dones, ayudan a cumplir con el mandato de Cristo de evangelizar. 
  • El amor de Cristo impregna casi todas las actividades de la parroquia. 

Las ocho características cualitativas representan lo que podemos y debemos hacer según la voluntad de Dios, 

Nosotros solos, sencillamente, no podemos “fabricar” el crecimiento cuantitativo de la parroquia, sino que debemos centrar nuestros esfuerzos en mejorar la calidad de la parroquia para asegurarnos de que Dios derrame su Espíritu y Bendición sobre nuestra parroquia.

El apóstol Pablo habla de la relación entre el trabajo humano y el divino cuando usa las siguientes palabras: “Yo (observe que Pablo aquí está hablando de sí mismo) planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer” (1 Corintios 3,6). Esto aclara lo que ya saben los agricultores incluso sin haber oído estas palabras, es decir, lo que pueden “producir” y lo que no. Pueden plantar, regar y recoger. Pero no pueden hacer crecer. Sin embargo, saben que el plantar, abonar y regar tienen una gran influencia en la esperada cosecha.



Fuente:

 "Desarrollo natural de la Iglesia", Christian A. Schwarz

SALGAMOS DE EGIPTO





Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto y durante 40 años deambuló por el desierto hasta llegar a la tierra prometida. 

Pero de Egipto a Canaán hay tan sólo 390 kilómetros, lo que quiere decir que si hubieran caminado 13 kms al día, habrían tardado en llegar aproximadamente un mes. 

Entonces, ¿por qué tardaron 40 años?

Casi todo su retraso vino motivado por su rebelión y desobediencia:

Al salir de Egipto se enfrentaron a Moisés, inquiriéndole que preferían seguir siendo esclavos a sufrir en el desierto (Éxodo 14,11-12). Vamos, que no les compensaba la tierra prometida si tenían que sufrir. 

Murmuraron por no tener comida en el desierto y Dios hizo llover maná del cielo hasta saciarlos (Éxodo 16,1-5). 

Fabricaron y adoraron un becerro de oro al pensar que Moisés los había abandonado en el Sinaí (Éxodo 32,1-6). 

Más tarde, a las puertas de la tierra prometida, el pueblo se rebeló y decidió no entrar.

El libro del Éxodo es el paradigma para nosotros y para nuestra vida, hoy : salida/conversión, desierto/misión, tierra prometida/Reino de los Cielos.

Estamos llamados a salir de las esclavitudes de nuestra sociedad y pasar por la prueba del desarraigo; por el difícil trance de cruzar el estéril desierto con sus dificultades y tentaciones; y a confiar en Dios más que en nuestras expectativas o comodidades. 

Nadie dijo que ser cristiano fuera fácil, ni que no fuéramos a encontrar problemas en el camino. 

Pero tampoco debemos buscar afanosamente nuestras expectativas ni intentar sólo confiar en nuestras fuerzas; tampoco buscar atajos o, peor aún, anhelar nuestra propia comodidad. 


Dios nos dice que nunca nos abandona, que siempre está ahí; Él nos lleva, si le dejamos, claro. Y nos lleva a través del desierto, no para quedarnos allí, sino como una etapa transitoria (nuestra vida) donde formarnos y aprender para alcanzar su promesa.

Dejarle que nos lleve significa obediencia y sumisión, fe y confianza, optimismo y esperanza. Significa decir no al egoísmo y al orgullo, a la envidia y a la rebeldía, a la queja y el resentimiento.

¿Preferimos quedarnos en Egipto? o ¿Caminar hacia la Tierra Prometida, aún a pesar de tener que atravesar desiertos?


sábado, 25 de julio de 2015

NO TENGO TIEMPO




"Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:
 tiempo de nacer y de morir, tiempo de plantar y de arrancar lo plantado, 
tiempo de matar y de sanar, tiempo de destruir y de edificar, 
tiempo de llorar y de reír, tiempo de lamentarse y de danzar, 
tiempo de lanzar piedras y de recogerlas, tiempo de abrazarse y de separarse,
 tiempo de buscar y de perder, tiempo de guardar y de tirar, 
tiempo de rasgar y de coser, tiempo de callar y de hablar, 
tiempo de amar y de odiar, tiempo para la guerra y para a paz"

-Eclesiastés 3, 1-8.-



Hoy he recordado el famoso cuento de Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll. 

En particular, al conejo blanco que va de un lado para otro, murmurando constantemente: "¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Voy a llegar tarde!".Refleja la ansiedad, la conducta paranoica y la exigencia a veces exagerada que los mayores imponen a los niños o a ellos mismos.

Cuántas veces hemos oído la misma expresión: “Yo no tengo tiempo” o “No me da la vida”. Sin embargo, todos debemos recordar que todos tenemos la misma cantidad de tiempo. 24 horas en el día, siete días a la semana, 365 días al año.

¿Qué harías si cada día te ingresaran en tu cuenta 86.400€? Dirías...¿no tengo dinero? Pues, esos son los segundos que Dios nos regala cada día. Y mañana, otros tantos...

Vivimos nuestras vidas entre el Conejo Blanco, obsesionados por nuestro escaso tiempo y el Sombrerero Loco, con su eterna costumbre del té de las seis. Unos y otros, esclavizados por sus propias rutinas.

Sin embargo, Dios nos dice que para todo hay tiempo; lo que realmente necesitamos es aprender a priorizar, interiorizar que lo primero es lo primero y darle tiempo a lo que realmente necesita tiempo. A veces le damos tiempo a lo que no deberíamos dárselo.

Cada propósito debajo del cielo tiene su tiempo señalado y el tiempo es algo que Dios creó para usarlo con sabiduría. Por eso, cada día deberíamos preguntarnos:

¿Qué es lo que quieras que hoy haga, Señor?

¿Qué sentido último tiene mi vida?

jueves, 23 de julio de 2015

VIVIR POR LO QUE DAMOS NO POR LO QUE OBTENEMOS



“Si se encuentra algún pobre entre tus hermanos, que viven en tus ciudades, 
en la tierra que Yavé te ha de dar, no endurezcas el corazón ni le cierres tu mano, 
sino ábrela y préstale todo lo que necesita…
...Debes darle, y de buena gana, 
porque por esto te bendecirá Yavé, tu Dios, en todas tus obras y empresas. 
Nunca faltarán pobres en este país, por esto te doy yo este mandato:
 debes abrir tu mano a tu hermano, 
a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra.

(Deuteronomio 15, 7-11)


Hoy en día, vivimos una vida en base a lo que obtenemos en vez de a lo que damos y a veces, los que menos tienen son los que más dan. 

La pobreza es la manifestación y el resultado de la insolidaridad, de la desigualdad, de la injusticia y la falta de amor. 

Jesús manifestó una predilección muy especial por los pobres y no cesó jamás de hacer obras de caridad. Para salvarnos, Dios se acercó a nosotros, vino a vivir con nosotros y entre nosotros. Pero no se detuvo ahí: mediante su muerte y resurrección, y por su infinito amor, nos liberó a todos de la pobreza, al restaurar nuestra dignidad humana. 

La caridad acerca a los que están lejos. La caridad iguala, dignifica y comparte. Como seguidores suyos estamos llamados a hacer lo mismo: a acercarnos a los pobres y devolverles su dignidad mediante la caridad y el amor. 

Por eso, la fe por la caridad del cristiano no puede ser vivida de una forma individual ni privada; inherente a ella, va asociada una solidaria dimensión social que conduce al amor hacia todos los hombres, sobre todo hacia los que sufren.

Cuando oímos o hablamos de caridad, casi siempre pensamos en dinero, ayuda material y limosna. Y es del todo correcto: son las OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES, pero hoy quiero hacer hincapié en las OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES, a las que los Santos Padres y la Tradición de la Iglesia otorgan mayor importancia, si cabe: 

- Enseña al que no sabe pero sin dar lecciones a todo el mundo. Primero debo dejarme enseñar, debo aprender a saber escuchar y agradecer lo que aprendo. Todos necesitamos aprender unos de otros, el padre del hijo, el profesor del alumno y el obispo del laico. Enseña, sí, al que no sabe, pero sin humillarle. Enséñale a saber. Y hazlo gratis, sin buscar nada a cambio.

- Aconseja al que lo necesita, pero sin paternalismo, pero cuando el otro te lo pida, o lo quiera, o de verdad lo necesite. Da un consejo, pero también siempre debes estar dispuesto a recibirlo. 

- Corrige al que yerra desde la humildad, reconociendo que también tú te equivocas, y desde el amor, no para herir al hermano sino para salvarlo. Y además hazlo de manera cariñosa, delicada y con simpatía. 

- Perdona las ofensas. Esto es de lo más difícil. Qué propensos somos a la venganza y al resentimiento!!! Jesús nos dio un ejemplo maravilloso: “Perdona setenta veces siete”. Perdona y olvida. Perdona y ama. Y perdónate también a ti mismo.

- Consuela al que está triste.  ¡Qué fácil y qué bonito resulta hacer felices a los demás!. A veces, basta una palabra, una sonrisa, una explicación, un desahogo, un gesto de cariño

- Sufre con paciencia las flaquezas de tu prójimo porque todos las tenemos, nadie somos tan perfectos ni tan imperfectos como podríamos pensar. Lleva con paciencia las flaquezas del prójimo (y las tuyas) para crecer en el amor y la misericordia. Y llévalas también con humor. 

- Ruega a Dios por los vivos y muertos. Rezar no debe ser una rutina. Rezar es amar. Cuando rezas por alguien te solidarizas con él, lo quieres como a ti mismo. No rezas solo para ablandar el corazón de Dios, sino para agrandar el tuyo. Rezar es llenar tu corazón de nombres. Rezar por los demás te hace bien a ti mismo, porque te ayuda a amar y te compromete para hacer realidad aquello que pides. 

En cuanto a las OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES, también es conveniente examinar su faceta espiritual:

- Visita y cuida a los enfermos. No visites desde lejos, por cumplir. Visita con cercanía y con pasión y que tu acompañamiento suponga comunicación, ayuda, cuidado, ternura, consuelo, confianza. Los enfermos no están sólo en los hospitales; también están en casa, en el trabajo y en la calle. 

- Da de comer al hambriento. Compartir es hacerse pan y pan partido, como hizo Jesucristo. El pan es fraternidad y es vida. El pan partido y compartido es amor. Alimenta el espíritu de los que no conocen a Cristo.

- Da de beber al sediento. Dar un vaso de agua es fácil y es loable. Saciar otra sed más profunda es difícil. Saciar la sed definitivamente es imposible. Pero tú puedes ayudar a hacer posible el milagro del agua, anunciando a Jesús. 

- Da posada al peregrino. Hoy no resulta fácil abrir la puerta de la casa, ni la de nuestro coche, ni la de nuestro corazón. Son muchos los peregrinos que llaman a nuestra puerta: mendigos, transeúntes, extranjeros, refugiados, drogadictos... Todo el que se acerca a mi (mi hijo, mi padre, mi hermano, mi vecino) es un peregrino, que a lo mejor sólo me pide una palabra, una sonrisa o una escucha. 

- Viste al desnudo. Es obvio que no solo se refiere a vestir literalmente al desnudo, puesto que por nuestros barrios nadie va sin ropa. Más bien, se trata de vestir al prójimo con honor, cubrirle con respeto y proteger su desnudez con el manto de la caridad. Pero cuidado! hay algo mucho más grave que dejar de vestir al desnudo... desnudar al vestido. 

- Redime al cautivo. No se trata de generar motines y excarcelar a los presos como pretenden algunos políticos recién aterrizados; sino de aliviar, orientar y liberar a todos los cautivos: desde el preso al drogadicto, desde el avaricioso al consumista, desde el lujurioso al hedonista, desde el fanático al intolerante. 

- Entierra a los muertos. Para eso ya están las funerarias. Envuelve a los difuntos en la oración esperanzada, en el amor y el agradecimiento. El problema no está tanto en los que se van, sino en los que se quedan. Permanezcamos cerca de los que sufren por una muerte de un ser querido. Demos el "pésame" o “acompañemos en el sentimiento”, pero no como rutina o como palabras vacías.

Personalmente, admiro el esfuerzo y el sacrificio de las innumerables personas que, a diario, realizan obras de caridad, tanto corporales como espirituales, tanto aquí o como allí, tanto cerca o como lejos. Creo que ponerlas en práctica supone la mayor expresión del amor infinito heredado de nuestro Padre y símbolo evidente de que somos auténticos seguidores de Jesucristo.

El apóstol Lucas nos advierte la falta de caridad, a lo largo de casi todo del capítulo 12 de su evangelio, por eso me pregunto… 

¿Para quién será lo que acumulo? 
¿Puede la riqueza material añadir un solo segundo a mi vida? 
¿Dónde tengo yo mi tesoro? 
¿Dónde tengo mi corazón?




martes, 21 de julio de 2015

LA CRUZ: AMOR VERTICAL Y AMOR HORIZONTAL


"Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, 
y con toda tu alma, y con toda tu mente. 
Este es el primero y grande mandamiento. 
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas."

(Mateo 22,36-40)


El doble mandamiento del amor del que depende toda la Ley tiene su representación en los dos maderos de la Cruz de Cristo, la cruz del cristiano: 



-el vertical representa nuestro AMOR A DIOS, por eso va en sentido ascendente, hacia el Cielo.

-el horizontal representa nuestro AMOR AL PRÓJIMO, a mi semejante, a quien está a nuestra altura, por eso va en sentido lateral.

¿Cuál de los dos maderos es el primero? ¿Cuál de los dos no puede sostenerse solo? 

Es evidente: el Amor a Dios es lo que sostiene nuestro amor al prójimo. No puede haber amor al prójimo sin amor a Dios, como no puede haber madero horizontal sin el vertical.

Tampoco se puede amar a Dios sin servir al prójimo, y no se puede amar al prójimo sin servir a Dios.

lunes, 20 de julio de 2015

DIAGNÓSTICO PASTORAL DE UNA PARROQUIA


Para analizar y diagnosticar la pastoral de nuestra parroquia debemos examinar los 5 rasgos fundamentales, las acciones que se realizan y su reflexión posterior:

A. ADORACIÓN Y ALABANZA


 “La Parroquia es una comunidad que se fundamenta, 
celebra y transmite la fe, 
el culto en alabanza a Dios 
y los sacramentos para santificación de los hombres.”

La Liturgia ha de ocupar el centro de la vida pastoral y comprende los Sacramentos y, en especial, la Eucaristía.

A menudo olvidamos que el mismo Cristo se hace presente en medio de nosotros, su Iglesia, en el altar y en el ambón.

A menudo olvidamos (porque no lo vemos) que todo el cielo "baja" a la Eucaristía en una gran liturgia celeste. Nuestras Iglesias están llenas, aunque nuestros ojos no lo perciban.

Para la acción:
  • Misas
  • Bautismos
  • 1ª Comunión
  • Confirmación
  • Matrimonios
  • Lectura de la Palabra
  • Adoración del Santísimo
  • Rezo del Rosario
  • Escuela de oración
  • Coro y Alabanza
Para la reflexión:

¿Los sacramentos que ofrece tu parroquia son notables, suficientes, escasos o inexistentes? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

¿Son celebraciones, catequética y litúrgicamente, bien preparadas y, pastoralmente, dirigidas a formar una parroquia de discípulos misioneros? ¿Son alegres, participativas y atractivas?

¿La Misa dominical de tu parroquia es realmente una celebración fundamental de la comunidad con la participación de todos los grupos parroquiales, familias, etc.?

¿Llegan, espiritual y pastoralmente, a toda la comunidad el contenido y la forma de las homilías?

¿Hay prioridad en la oración y la alabanza? 

B. COMUNIDAD

“La parroquia es la expresión más visible e inmediata de la Iglesia, 
es decir, la comunidad cristiana.”

La voluntad de Dios es santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sino constituyendo el “pueblo de Dios”, la “familia de Dios”, “fraternidad animada por el Espíritu de unidad”, “casa de familia, fraterna y acogedora”, “comunidad de los fieles”, “comunidad cristiana”. 

La comunidad conlleva toda la esencialidad, catolicidad y pluralidad que, por naturaleza, es la Iglesia: “La parroquia, en efecto, congrega en la unidad todas las diversidades humanas que en ella encuentran y las inserta en la universalidad de la Iglesia”.

La Iglesia debe superar todo individualismo intra-parroquial, implantar la comunión intra-eclesial e inter-eclesial y promover una espiritualidad de comunión” que conlleva la integración y participación de los distintos sectores del pueblo de Dios: clero, religiosos/as y laicos.

La parroquia también es una comunidad humana, integrada por hombres y mujeres de distintas edades, condiciones sociales y cultura, es decir, constituida por las distintas “diversidades humanas que en ella se encuentran”. 

Por ello, es preciso facilitar la relación personal, los valores humanos y sociales de la comunicación, el diálogo, la cercanía personal, el respeto a la diversidad, compartir las alegrías y las penas del grupo, la programación y realización de actividades que dinamicen las relaciones entre los fieles. etc., de forma que sean factores enriquecedores para la misma comunidad parroquial y evitar las divisiones internas, la falta de solidaridad, el desencuentro de unos con otros. Si no hay fraternidad, no hay comunidad. 

Para la acción:
  • Retiros espirituales y convivencias
  • Peregrinaciones y excursiones
  • Viajes y misiones
  • Reuniones de comunidad fraternal (Betas, cenas, etc.)
  • Contactos inter-parroquiales
Para la reflexión:

¿Existen en tu parroquia individualismos y protagonismos en la actividad pastoral que impiden la creación de verdadera “comunidad” de todos y entre todos?

¿Prevalece en tu parroquia una imagen de verdadera comunidad eclesial, esto es: unidad entre los grupos, colaboración, sentido de servicio, fraternidad, etc.? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

Desde tu punto de vista, ¿qué medidas pastorales o qué actuaciones, además de las que ya se realizan, tendrían que llevarse a cabo para que tu parroquia sea una “comunidad”, una “familia”? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

¿Se cuidan en la parroquia los detalles que propician la unidad y la amistad? Señalar fallos significativos en este sentido. 

¿Se fomentan las actividades generadoras fraternidad y familiaridad, como pueden ser: asamblea parroquial, convivencias, peregrinaciones, excursiones, etc.?

¿Se respira en la comunidad parroquial familiaridad, confianza, amistad, o la parroquia es, más bien, un edificio de pisos cuyos vecinos no se conocen ni se hablan.

C. CARIDAD Y SERVICIO

"La Parroquia, comunidad encarnada 
que testimonia la fe por la caridad."

La parroquia es una “comunidad encarnada”, esto es, abierta y solidaria con el contexto social que la configura. 

Es imprescindible la apertura de la parroquia al compromiso social y apostólico con los que sufren, ya que la Iglesia “se siente intima y realmente solidaria del género humano y de su historia”.

La caridad es el rasgo de la eclesialidad que visualiza el amor de Dios al hombre y por tanto, una parroquia renovada y “en salida” ha de priorizar incluir un programa de atención a los más necesitados de la feligresía y del entorno: los enfermos, los ancianos, los abandonados y los pobres.

Para la acción:
  • Cáritas parroquial
  • Programas de Voluntariado individual y/o grupal.
Para la reflexión:

Reflexionar y comentar pastoralmente si tu parroquia –fieles y grupos apostólicos- ¿está abierta a la gente del entorno y preocupada por sus problemas, o es, más bien, un ghetto aislado del pueblo? ¿Cuáles serían los indicadores de uno y otro signo? 

¿Se valora la “caridad” como una prioridad pastoral en tu parroquia, tanto en la atención a los pobres, en el acompañamiento a los “mayores” o en la visita a los enfermos? Analizar la realidad de tu propia parroquia. 

En cuanto a Cáritas: ¿Está organizada formalmente?; ¿Es un organismo de servicio y no de protagonismo?; ¿Responde a las necesidades reales según sus posibilidades?

D. DISCIPULADO Y LIDERAZGO

"La Parroquia se fundamenta en la fe 
y transmite la fe para la creación de discípulos."

Una “Comunidad de fe”, tiene, al menos, dos rasgos esenciales: primero, que se trata de una comunidad cristiana, para lo cual es indispensable la fe en Jesucristo; no hay parroquia si no hay adhesión a Jesucristo; y, segundo, que se trata de una comunidad misionera y evangelizadora, para lo cual es indispensable transmitir y educar la fe de sus miembros, porque ella es el “ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe”.

La comunidad cristiana es la comunidad de discípulos cristianos misioneros. Jesús, antes de sus ascensión, y con autoridad y solemnidad, da los apóstoles la siguiente misión: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mateo 28, 19).

Una fe teórica, vacía de su contenido esencial, que es Jesucristo, no es ni atrayente ni interpelante. El cristiano tiene que encontrarse con la verdad personal de Cristo y ponerle en el centro de su vida. 

Para la acción:
  • Grupos de matrimonios
  • Catequesis 1ª comunión 
  • Catequesis de juveniles
  • Catequesis de jóvenes
  • Vida ascendente 
  • Cursos pre-matrimoniales
  • Cursos pre-bautismales
  • Escuela de discipulado
Para la reflexión

¿Qué valoración haces de tu parroquia en cuanto a la atención prestada a la educación de la fe: catequesis de adultos, de jóvenes, de juveniles, de matrimonios, pre-bautismales, pre-matrimoniales, vida ascendente, etc.? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

¿Se oferta suficientemente la reflexión y estudio sobre la Palabra de Dios, es decir, se le da prioridad pastoral a la Lectura orante y creyente de la Palabra, estudio sobre la Biblia, estudio de Encíclicas, etc.?

Como siempre es posible mejorar la situación, ¿qué iniciativas pastorales consideras que son necesarias llevar a cabo en el ámbito de la educación de la fe para que se dé una verdadera revitalización de tu parroquia?

¿Cuáles deberían ser los rasgos del párroco como pastor (sacerdocio ministerial) respecto a la comunidad parroquial (sacerdocio común)? 

¿Hay en tu parroquia verdadero sentido de “comunidad sacerdotal” en la que todos son valorados, todos son tenidos en cuenta, se forman líderes, se distribuyen responsabilidades, etc? 

¿Percibe la comunidad parroquial signos de unidad, de comunión y de colaboración entre el sacerdote y el Obispo y con los demás sacerdotes?

E. EVANGELIZACIÓN

"La Parroquia, plataforma de 'misión' y ámbito de 'acogida'."

La dimensión misionera de la parroquia es quizás el aspecto teológico-pastoral más descuidado y, consecuentemente, más necesitado de asumir y desarrollar en nuestro contexto socio-religioso actual: hoy la “situación de misión” se da tanto en el exterior como en el interior de la misma comunidad de bautizados.

Es imperiosamente necesario redescubrir el propio bautismo y asumir el compromiso apostólico.

Una práctica habitual de las parroquias es “mucha sacramentalización y poca evangelización”. Se suele decir, pastoralmente hablando, que el nuestro es un “pueblo de bautizados, pero no evangelizado”.

La revitalización de las parroquias debe realizarse también con este sentido misionero como una dimensión operativa del ser y del actuar de la parroquia.

Una "parroquia en salida" requiere:
  • Tomar conciencia de que existe una gran parte de los fieles bautizados practicantes, cuya fe está adormecida.
  • Priorizar el “primer anuncio” o kerigma, presupuesto fundamental para provocar y despertar la fe adormecida.
  • Evangelizar a los alejados, que son una gran parte de los mismos bautizados y a los “agnósticos”, ateos o no creyentes.
  • Perseverar en la actividad formativa y catequética para el crecimiento y maduración de quienes se adhieren a la comunidad. Se trata de una prioridad pastoral que, a su vez, es una urgencia evangelizadora.
La parroquia debe iniciar itinerarios pastorales que exijan creatividad, renovación, cambios o, quizás, ruptura en modos habituales de actuación pastoral. “Desde la inercia pastoral no es posible una evangelización misionera”. 

No basta con reconocer a nivel de análisis socio-rreligioso los signos que existen de “descristianización”, de “secularización interna de la Iglesia”, de “paganismo cristiano”, etc. Lo importante y necesario es que, en las parroquias, sus pastores descubran y constaten dicha realidad de misión y la afronten, pastoralmente. Lo que el Papa Francisco llama "pastores con olor a oveja".

La atención a los “alejados” merece una reflexión especial, como tarea específica de la pastoral misionera. 

“Alejados” son todos los que no están en comunidad cristiana:
  • quienes no han oído jamás hablar de Jesucristo
  • quienes se confiesan ateos 
  • quienes están integrados en otras confesiones no cristianas 
  • quienes, estando bautizados, viven lejos de las prácticas cristianas de forma habitual.
Es muy importante disponer de un proyecto pastoral específico para los “alejados”, “agnósticos” o no creyentes, para tenerlo en cuenta cuando las circunstancias propias lo requieran. No actuar bajo la improvisación.

Una de las dificultades de la pastoral misionera es el “lenguaje”. ¿Cómo hablar de Dios a quienes lo niegan? ¿Cómo acercarse a quienes se separan? ¿Cómo encontrase con quienes huyen? Son cuestiones que nos colocan ante una compleja tarea apostólica en un mundo descreído. Sin dar respuesta a todas estas cuestiones, sí podemos afirmar que, para la evangelización de los alejados, el mejor lenguaje misionero es el del “testimonio”.

Para la acción:
  • Cursos Alpha
  • Retiros de Emaús
  • Retiros de Effetá
  • Proyecto amor Conyugal
  • Escuela de Evangelización
  • Acogida
  • Perseverancia
Para la reflexión:

¿Hay conciencia en la parroquia de la pobreza de fe y de la falta de formación religiosa de muchas de sus gentes? Comentar la experiencia que haya en este sentido. 

¿Se presta la atención debida a la formación y educación de la fe, resaltando, sobre todo, su carácter misionero en los momentos especiales como son: bautizos, bodas, funerales, etc.? 

¿Hay preocupación en tu parroquia (sacerdotes, religiosos/as, catequistas, grupos apostólicos, etc.) por el problema pastoral de los “alejados”, aún entre los practicantes? ¿Se ha hecho alguna reflexión seria al respecto? Debatir el tema.


domingo, 19 de julio de 2015

GOSPEL UPDATE



El sistema operativo en el que creo y con el que estoy acostumbrado a trabajar es Windows. Y en él viene configurado WINDOWS UPDATE, es decir, un programa mediante el cual recibo actualizaciones periódicas y automáticas del sistema operativo. Esto también ocurre con la mayoría de los programas o de las aplicaciones.

Inconscientemente pensamos que si no recibimos actualizaciones del sistema operativo o del programa o aplicación, puede que sean algo que ya no sirve, que está en desuso, en decadencia y/o en proceso de extinción y, a veces, tenemos la tentación de dejar de usarlos, más tarde o más temprano.

Posiblemente, nos cansamos muy deprisa de lo que tenemos muy visto, y por eso, una actualización se recibe como una mejora de algo que ya se tiene, un soplo de aire fresco, aunque sólo sea en la apariencia o en la forma.

La actualización perfecta es aquella que no cambia el contenido mismo, sino la que nos hace percibir éste de una forma novedosa, actual, en uso, programada en tiempo, funcionalidad, apariencia y desarrollo. 

Esto nos produce una sensación de que la aplicación está viva, en desarrollo y que somos partícipes de ella, de modo que seguiremos expectantes con cada nueva característica de la que poder disfrutar.

Yo creo que esto es lo mismo que ocurre con la Evangelización. Yo lo llamo “GOSPEL UPDATE”: se trata de un programa de actualización automática (proceso) de la Iglesia, no para cambiar el contenido (mensaje) del sistema operativo, del programa o de la aplicación (evangelio) sino para renovar la forma y/o la apariencia (nuevos métodos) en la que les llega a los usuarios, dando una auténtica sensación de actividad (nuevo ardor) y de actualidad (nuevas expresiones) y provocando siempre expectación (nuevos lenguajes).

Yo diría que lo tenemos instalado de fábrica pero no lo tenemos “operativo”.