¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
Mostrando entradas con la etiqueta amor a Dios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta amor a Dios. Mostrar todas las entradas

miércoles, 20 de diciembre de 2017

MI GRAN PASIÓN, MI GRAN AMOR

Imagen relacionada

"Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado." 
 (Cantar de los Cantares 2, 16)


Hoy quiero hablar de pasiones. Pero, sobre todo, hoy quiero hablar de amor.

La pasión (del latín, patior, que significa sufrir o sentir) es una emoción o sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto. Es un vivo interés, admiración, entusiasmo o deseo por una propuesta, causa, actividad, etc.

La pasión está más relacionada con una fuerte afinidad, a diferencia del amor que está más relacionado con el afecto y el apego.

El amor
 (del latín, amor, -ōris) es un sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona a la que se le desea todo lo bueno, resultante y generador de una serie de actitudes, emociones y experiencias. 

Sin embargo, el verdadero amor trasciende del sentimiento y pasa a ser la manifestación de un estado del alma o de la mente, identificada con Dios mismo. Un amor incondicional, compasivo, altruista, que no espera nada a cambio.

La imagen puede contener: una persona, de pie, en el escenario, noche, concierto y de trajeUna de mis grandes pasiones desde hace 35 años ha sido Depeche Mode. Tengo todos sus discos y jamás me he perdido ninguno de sus conciertos en sus giras por España, desde el año 1982. 

El pasado sábado, estuvieron en concierto en Madrid. Esta vez no fui. No quise ir.

Imagen relacionadaOtra de mis grandes pasiones ha sido el Real Madrid. Soy socio y abonado desde hace 25 años y tengo dos buenas localidades en el Bernabeu que siempre he utilizado. 

El próximo sábado, es el clásico R. Madrid-Barcelona. Esta vez no iré. No quiero ir. 

Durante gran parte de mi vida he pensado que lo tenía todo para ser feliz, que mis pasiones me llenaban el corazón. Pero un buen día me di cuenta que me faltaba algo. Ahora soy consciente que lo que yo creía que me hacía feliz, ya no me ilusiona.

Algo (o todo) ha cambiado en mi vida...radicalmente. He abandonado muchas de mis formas de vivir y de pensar, de entusiasmarme y de apasionarme... Me he liberado de muchas esclavitudes que tenía, de muchas cadenas en forma de emociones, que me ataban a pasiones efímeras que no terminaban de saciarme del todo.

He descubierto mi gran amor: Dios.

Antes, mis conversaciones giraban en torno a la música o al fútbol. Hoy, mis conversaciones y mis escritos giran en torno a Dios. Ahora, el deseo ferviente de mi corazón es acercarme más y más a Dios; mi gran pasión es hablar con Él y de Él, ir a verle, a adorarle...


Resultado de imagen de madre teresa de calcuta nunca te detengasY es que cuánto más le conozco, más le amo. Cuanto más descubro lo mucho que me quiere, más deseo servirle y hacer su voluntad. Cuánto más consciente soy de que todo lo que tengo es porque Él me lo regala, más libre soy. Cuánto más veo su grandeza, más pequeño me veo.

Son, sin duda, síntomas evidentes de "estar enamorado". No encuentro otra explicación.

El verdadero amor te hace más fuerte, valiente, audaz, rebosante de vida y de alegría, y saca lo mejor de ti.

El verdadero amor te hace tener sólo ojos para el otro y olvidarte de ti mismo.

El verdadero amor hace que el tiempo deje de existir, que el universo se colapse al ritmo de cada eucaristía, de cada adoración, de cada visita al Santísimo...y las palabras, cesan ante Su grandeza.

Dios ha cambiado mi vida y no puedo quitármelo de la cabeza. No quiero. Mi gran amor, mi gran pasión es Dios. Y lo más importante...no es que yo esté enamorado de Él sino que Él está enamorado de mi.

"Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor (...)

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído. 
Dios es amor; y el que está en el amor, está en Dios, y Dios en él. 
En esto consiste la perfección del amor en nosotros: 
en que tenemos confianza absoluta (...) 

Nosotros amamos porque él nos amó primero." 

(1 Juan 4, 7-8, 16 y 19)

lunes, 15 de agosto de 2016

AMOR SÓLIDO: DAR LA VIDA POR LOS DEMÁS


"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, 
con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; 
y a tu prójimo como a ti mismo"
Lucas 10, 27

Vivimos una época donde la moda generalizada es el "amor líquido", es decir, amor sin vínculos, sin afectividad. Un amor frío, superficial, etéreo, sin compromiso y en todo caso, interesado.

Los cristianos estamos llamados al amor sólido, al amor comprometido con Dios y con nuestro prójimo. Amar a Dios requiere entrega total de corazón, alma, fuerzas y mente. Dios lo hizo por nosotros. 

Cristo, con su ejemplo y muerte en la cruz, nos dice : "no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos". (Juan 15, 13). Y cuando dice "amigos" se refiere a todos, porque para Él no hay enemigos. El dio la vida por nosotros.

Amar al prójimo como a uno mismo no es nada fácil, porque requiere "dar la vida", darse a los demás, todos. Y se nos exhorta a hacerlo como si nos lo diésemos a nosotros mismos. Ahí está la cuestión: porque darse para uno mismo no cuesta; darse a unos pocos tampoco; darse a "los tuyos, menos, pero darse a todos cuesta, porque no tratamos ni queremos a todos igual. 

Por tanto, ser cristiano, seguir a Cristo es "dar la vida" por los demás. Es llevar el mensaje de amor de Cristo a otros manifestando un "amor total". El amor es el verdadero mensaje. 

Dar la vida es
  • Amar a alguien por sí mismo. "Amor total" significa amar no en relación a algo, sino de una manera absoluta
  • Subordinarse, entregarse a la persona amada, sin ningún interés más allá del hecho de amar. 
  • Exponerse por otros.
  • Arriesgarse saliendo de nuestra comodidad. 
  • "Molestarse", "incomodarse" por el bien de las personas. 
  • Comprometerse, "desvivirse", es decir, salir de la propia vida para interesarnos por la del otro.
  • Servir, desprenderse de uno, de sus cosas y dar lo mejor de sí. 
  • Salir de uno mismo, participar generosa y solidariamente nuestra vida con el otro.
  • Sentir la felicidad o la tristeza, los éxitos o fracasos de los demás como propios. 
  • Preocuparse de corazón por sus problemas, por su sufrimiento, por su angustia.
  • Responsabilizarse por otros. 
  • Donarse desinteresadamente.
Dar la vida implica
  • Experimentar que hay más alegría en dar que en recibir
  • Obtener una mayor felicidad y realización personal.
  • Descubrir que lo importante no es lo que se da o cuánto se da, sino por el amor con el que da. 
  • Acompañar lo que damos con ternura, afecto y alegría
  • Compartir no sólo cosas materiales, sino tiempo, atención, amor, experiencias, momentos, etc.
  • Aprender no a dar cosas, sino aprender a darse uno mismo. No es dar lo que nos sobre, sino dar lo que somos. 
  • Enriquecer a otros con nuestros propios valores
  • Colaborar en la transformación de la sociedad con los dones y cualidades que Dios nos ha dado a cada uno. 
  • Estar atento y saber reconocer la necesidad del otro.
  • Aprender a que el servicio a los demás debe ser una actitud habitual, firme y perseverante, aún a costa de los beneficios propios.
  • Comprometerse nos obliga a dejar nuestra comodidad e intereses inmediatos por el bien de otros. 
  • Da sentido a nuestra propia vida.









viernes, 8 de julio de 2016

¿POR QUÉ CREO EN DIOS?



¿Por qué creo de todo mi corazón y completamente en Dios? ¿Por qué tengo la certeza de que existe y de que está vivo? ¿Por qué me he convertido en un cristiano? ¿Dios es real? ¿Es fe o emoción? o ¿Es todo lo anterior? 

Dios es real, salva, protege, perdona, guía...pero sobre todo, me ama.

Ahora tengo la certeza de su existencia, me siento seguro, me siento a salvo, me siento perdonado, reconfortado, guiado, esperanzado y amado. 

He comprendido que mi vida tiene un propósito que va más allá de mi propia humanidad, de mi propio criterio y de mis propias expectativas.

Mi creencia de que Dios es real, que está vivo y que vive en mí, no es una frase hecha: Es reconocer en mi lo que Él es y lo que ha hecho por mí. 

Ahora soy capaz de ver claramente cuándo, cómo y dónde Dios ha intervenido, me ha guiado, y me ha interpelado durante toda mi vida. 

Es una cuestión, no tanto de abrir los ojos, sino de abrir el corazón. La distancia más larga de la fe: los 28 cm que van desde la cabeza (razón) al corazón (sentimiento). 

Y es que la fe no es una cuestión de razonar (que también) sino de experimentar. Para creer en alguien, hay que conocerle y luego, todo transcurre naturalmente...llegas a amarle (con locura).

No sólo puedo verlo actuando en mi vida, sino que también le siento. Sí. Siento su presencia. Suena raro, tal vez irracional, excéntrico o "friki", pero cualquier persona que ama de verdad a Jesús sabe lo que es sentir la presencia del Espíritu Santo.

Una vez que se experimenta a Cristo, no hay lugar a la duda, no se puede negar, no se puede falsificar ni olvidar... y lo más importante, no puedes perdértelo. Una vez que uno descubre y experimenta al Señor, siempre quieres más. Se trata de amor puro y en abundancia.

Según progresas en el conocimiento de Dios, te vas transformando. La vida ya no es como antes. Ya no soy quien solía ser. Soy una nueva creación. Un hombre nuevo. Una nueva criatura. 

Estoy tan lejos de quien solía ser, que a veces, hasta me sorprendo. No estoy seguro de que las personas cambiemos por nosotros mismos. Es más, estoy seguro de que no es así. Existe un catalizador y es Jesucristo.

Mi fe ha crecido y madurado, se me han abierto los ojos y sobre todo, el corazón. Veo con absoluta nitidez la evidencia de la existencia de Dios por todas partes y siento como actúa en mi vida y en las de los demás a mi alrededor. Lo que antes pensaba que eran casualidades o el "destino", ahora sé quien obra: Dios.

Ahora, me fijo en cosas que antes pasaban totalmente desapercibidas para mi mente, preocupada por la rutina del día a día. Mi visión se ha dimensionado, soy capaz de ver con una perspectiva mucho más amplia: desde la naturaleza, las personas que voy encontrándome en mi vida, el profundo amor de mi mujer, de mis hijos y de todos mis hermanos en la fe.

Sin duda, la vida es un milagro, es una maravilla, sólo hay que...estar atento. Atento a Dios. A lo que me dice, hacia donde me guía y me dirige, y cuanto me quiere.

Veo a Dios en todas partes. La evidencia de su acción es inconfundible. Y en ello estoy, preocupándome y sirviendo a otros, rezando por aquellos que todavía no han abierto sus ojos y dando gracias a mi Dios, que me quiere con locura.





lunes, 26 de octubre de 2015

EL AMOR DE UN CORAZÓN NUEVO




“Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe”.
Gálatas 6,10

Siempre he sido una persona muy extrovertida, social y abierta. Mi vida social ha sido siempre muy prolífica, rica y enriquecedora. Siempre me he sentido muy orgulloso de tener “buenos amigos” con los que he compartido grandes momentos de mi vida.

Pero últimamente, cuando quedo con alguno de mis mejores amigos, los de siempre, y nos reunimos a cenar, a celebrar un cumpleaños o a disfrutar de una fiesta, siento que algo ha cambiado, que ahora es diferente, noto que algo me falta; no me lleno como antes, no me emociono como antes, a pesar de que nos reímos bastante, disfrutamos de buenos momentos juntos y que los quiero.

Entonces ¿Qué pasa ahora? ¿Por qué tengo una sensación de vacío? ¿Qué falta? ¿Por qué no disfruto completamente?

Siempre se ha dicho que la amistad verdadera es difícil de encontrar y más aún, de mantener; y más si cabe, en este mundo individualista y materialista que se rige por intereses particulares o conveniencias explícitas.

La amistad verdadera es, sin duda, confraternidad, es decir, una relación como "de hermanos", pero sin parentesco de sangre. Y ésta se configura exclusivamente  a través del "amor fraternal", factor que identifica por antonomasia a la iglesia de Cristo.

Una de las características de este amor fraternal es la fidelidad. Un amigo fiel te levanta cuando has caído, y te socorre en la aflicción. "Es como un hermano en tiempo de angustia." (Proverbios 17,17). Precisamente es en el dolor cuando la amistad es probada.

La familiaridad con la que un hermano en Cristo compartirá tus gustos y tus disgustos, tus mismos intereses, actividades y pasiones, y por supuesto, la misma fe es comparable sólo a tu propia familia. Es en la familia de Dios donde la amistad cobra su máximo significado.

La confidencialidad cobra su máxima expresión puesto que ningún amigo verdadero tendrá tentaciones de sacar a la luz pública cualquier defecto, problema o secreto que hayas compartido con él.

La discreción es parte de su ADN y nunca te dejará en evidencia ante otros. Guardará lo que tenga que guardar por respeto y cariño a ti.

El amor fraterno nos encamina a desear el bien, nos enseña a compartir nuestros bienes y a llevar una convivencia sana y constructiva porque vemos en el otro un reflejo de nosotros mismos, lo que implica un perfecto conocimiento del otro y de sus necesidades.

Otra manifestación es el deseo mutuo de compañía, junto a un sentimiento compartido de preocupación, apoyo y ayuda

Un hermano en la fe siempre estará a tu lado y no rehusará jamás socorrerte y siempre tratará de protegerte; y si no puede él, rezará a Dios por ello.

El verdadero amigo se expone, incluso, a ser incomprendido, pero por causa de que su amor es altruista y desinteresado, te dirá la verdad, aunque te duela. No te adulará, ni te dará una palmadita en la espalda; más bien, te sacará de tu engaño, te dará luz en tus errores, te despojará de tus presunciones y te alejará de tus tentaciones.

La amistad en Cristo, a diferencia de la amistad “a secas”, comparte las cosas humanas y las divinas por la Gracia divina. Comparte un fervor que mueve a la acción: al servicio a los demás y al crecimiento espiritual.

El amor fraterno está guiado y protegido por el Espíritu Santo. Es la gran diferencia que existe con la amistad mundana, puesto que es quien nos acerca a Dios.

Jesús es el mejor amigo del hombre y lo demostró muriendo por todos. Esa es la prueba del amor genuino y el ejemplo de la amistad verdadera: el verdadero amigo ama hasta el fin, hasta lo sumo, hasta dar la vida por uno. “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos " (1 Juan 15:13).

Cuando amamos de verdad a nuestros amigos de fe, a nuestros hermanos, como a nosotros mismos, somos capaces de amar a Dios. “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos”. Marcos 12,30-31.


No podemos decir que amamos a Dios y no a nuestros hermanos. No es posible amar lo que no se conoce “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve." (1 Juan 4, 20).



El amor fraternal es un medio para conocer a Dios y una práctica para el amor divino. Decía S. Pedro, que el cristiano es el que ama de verdadero corazón. 

Con un “corazón nuevo”, como decía el profeta: “Os  daré un corazón nuevo y pondré dentro de vosotros un espíritu nuevo. Quitaré de vuestra carne ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi Espíritu y haré que caminéis según mis mandamientos, que observéis mis leyes y que las pongáis en práctica. (Ezequiel 36, 26-27).

Por lo tanto, cuando un cristiano ama no ama con su viejo corazón humano, ama con el corazón nuevo que es el Espíritu Santo. Y cuando lo hacemos, es Dios mismo presente en nosotros, con su Espíritu, el que ama en nosotros y a través de nosotros.


Ahora ya sé lo que me falta con mis otros amigos: un amor que no necesita "motivos", ni “aspavientos”, ni “ficción”; un amor que brota de un “corazón nuevo”, lleno de Espíritu santo, lleno de amor, lleno de Cristo y que trasciende de lo humano hacia lo divino, hacia nuestro Padre. ES EL AMOR DE DIOS; ES DIOS MISMO.


martes, 29 de septiembre de 2015

EL DIOS A QUIEN TUTEO


  
Y tú amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, 
con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
(Deuteronomio 6, 5)

Tratar de usted (ustetear) a una persona es un tratamiento de excesivo respeto y cierta distancia, mientras que tratar de tú (tutear) es un tratamiento de total confianza e consensuada intimidad.

En contra de lo que muchos piensan, tutear no rebaja el grado de respeto hacia la otra persona sino que enfatiza el hecho de “compartir”, de tener algo en común con ella.

Ustetear supone lejanía, supone un cierto rechazo inicial hacia la otra persona, un “piensa mal y acertarás”. 

Y es que pensamos mal a priori porque juzgamos por las apariencias, juzgamos por lo que nos separa, por lo que nos desune, juzgamos en lugar de amar, y amar sin condiciones.

Los cristianos, como seguidores de Cristo, estamos llamados a no juzgar, a amar al prójimo como a nosotros mismos, sin peros. 

Tenemos la seguridad de compartir la misma dignidad de hijos suyos, de ser parte de la familia de Dios, y por eso, nos tuteamos entre nosotros, como lo más natural del mundo.

Pero ¿qué tipo de relación tenemos con Cristo? ¿Tuteamos a Dios?

Existen dos tipos de cristianos dependiendo de la relación que mantengan con Jesús. 

Por un lado, están sus “amigos”. Son los que tienen un conocimiento personal suyo y una relación íntima con Él; los que le abren su corazón y le invitan a pasar; los que comen su pan; los que confían en Él y le aman. Por eso, le “tutean”

Por otro, están sus “conocidos”. Son los que tienen un conocimiento intelectual suyo pero una relación distante con Él; son los prefieren acercarse “poco a poco”, con recelo; los que se mantienen prudencialmente lejanos; los que cumplen pero no quieren “muchos líos” con Él; los que prefieren comer solos; los que sólo le respetan. Por eso, le “ustetean”.


El Dios a quien tuteo, es el Dios que me creó, el Dios que me busca, el Dios que me ama, el Dios que me perdona, el Dios que me sana, el Dios que me renueva, el Dios que me protege, el Dios que no me condena, el Dios que me comprende, el Dios que me guía, el Dios que me abraza, el Dios que sale a mi encuentro, el Dios en quien confío, el Dios en quien me abandono. Sí, ese es mi Dios… a quien amo.

Tutear es, en definitiva, amar.





martes, 18 de agosto de 2015

LA FE ES UN COMPROMISO DE AMOR



"Queridos míos, amémonos unos a otros, 
porque el amor viene de Dios. 
Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 
El que no ama no ha conocido a Dios, 
pues Dios es amor" 
(1 Juan 4,7-8).

Pensar que la fe es una cuestión personal, individual, que es algo íntimo y secreto, es una postura, cuando menos, cómoda y egoísta.

La auténtica fe es un acto que camina desde lo interno hacia lo externo, desde lo individual a lo social, desde lo particular a lo comunitario, que implica un profundo deseo de transformación (propio y ajeno), de transmisión de valores, de compromiso, de confianza, de servicio, de amor.

La fe es un compromiso de amor: a Dios y a los demás. La fe de Jesús es un compromiso de amor: vino al mundo para transformar los corazones, para sanar, para perdonar, para comprometerse y dar conocer el plan de su Padre, para confiar en Él, para servir y para entregar su vida por nosotros. ¿Existe mayor amor?

Por eso, como seguidor y discípulo suyo me pregunto: ¿Sigo realmente a Jesucristo? ¿Amo a Dios? ¿He transformado mi corazón? ¿Estoy comprometido con el plan de Dios? ¿Doy a conocer a Jesús?¿Confío en Dios? ¿Sirvo a otros? ¿Perdono? ¿Amo? ¿Me entrego a ellos?

Y es el AMOR que brota del corazón lo que NOS TRANSFORMA a nosotros y al mundo.

jueves, 6 de agosto de 2015

¿CUÁLES SON LAS PRIORIDADES EN MI VIDA?




Habitualmente, las prioridades en una vida tan corta como la que vivimos van íntimamente unidas al concepto “tiempo”. Y van cambiando a lo largo de nuestra vida, según somos niños, adultos o mayores: cuando somos niños, nuestra prioridad es jugar; cuando somos adolescentes nuestra prioridad es enamorarnos, cuando somos adultos, nuestra familia, nuestro trabajo y cuando somos mayores, nuestra salud.

Nos pasamos la vida intentando encontrar su verdadero significado y su razón de ser, pero lo cierto es que no lo pensamos detenidamente.


Es vital preguntarse, ¿cuál es sentido de mi vida? y ¿cómo llego a él?


                     



Lo primero de todo es:


Fijar un fin en la vida 

En la selva, una gacela en la selva, sabe que debe correr para que no la atrape el león y muera; Un león sabe que debe correr para atrapar a una gacela o morirá de hambre. Ambos se mueven con un fin, pero lo hacen por instinto. 

Lo que distingue al ser humano de los animales es que posee libertad, es decir, la capacidad para tomar decisiones, priorizar, elegir y actuar en consecuencia, más allá de los instintos.

Por ello, lo primero es fijarse un objetivo, un sentido en la vida, un fin último.


Lo Primero, es lo Primero

Una vez que nos hemos fijado un sentido en nuestra vida, es necesario una disciplina, una voluntad es decir, la capacidad de “empezar por lo primero”, de subordinar los sentimientos, impulsos y estados de ánimo en favor de nuestro objetivo. 

Un deportista tiene claro su objetivo: una medalla, un récord, una victoria. Sin embargo necesita priorizar, necesita establecer una disciplina diaria de entrenamiento, alimentación, vida sana, etc. que le lleve a la consecución del mismo. 

Si se queda en lo inmediato o en lo sencillo, como quedarse en la cama o meterse un atracón de dulces, eso no le hará llegar a su meta. Debe tener claro cuál es su fin último y hacer primero, lo primero, o no lo conseguirá. 



“SI SABES DÓNDE VAS, CUALQUIER CAMINO NO TE VALE”


“Lo inmediato” ACTÚA SOBRE NOSOTROS, nos presiona, nos controla, reclama acción instantánea, impulsos instintivos.

“Lo importante” TIENE QUE VER CON EL FIN ÚLTIMO, con los objetivos, las metas. Requiere reflexión.

Ahora que se acerca el verano, comienza la “operación bikini”. Es decir, nos fijamos un fin: estar monísimas en la playa. Se requiere esfuerzo, disciplina, decir no a muchas cosas, priorizar, para alcanzar el objetivo.

Fijar un objetivo, hace que nuestra vida, nuestro esfuerzo y sacrificio tenga un sentido y todas nuestras acciones (prioridades) deben ir encaminadas a conseguirlo. Esta libertad de establecer nuestras prioridades es nuestro gran poder.

Pensemos un momento cómo podemos poner todas nuestras capacidades humanas al servicio de nuestro fin último:

· Imaginación. La capacidad de visionar todas las posibilidades y alternativas, soñar, tener ideales, etc. para tener una vida plena.

· Inteligencia. La habilidad de pensar, razonar, evaluar y planificar.

· Voluntad. La decisión de buscar un sentido a nuestra vida, elegir una acción concreta, sin ser obligado por impulsos, sentimientos o instintos.

Cuando uno es consciente de las posibilidades (imaginación), evalúa las opciones (inteligencia), se busca su fin último (voluntad) y se plantea cómo lograrlo (acción), uno está ejerciendo el poder y la libertad de elegir una prioridad.


I. ¿Qué es una prioridad?


El diccionario define prioridad como:

1. Superioridad en rango, posición o privilegio.

2. Preferencia, predilección.

3. Anterioridad o importancia en orden o en el tiempo de una cosa respecto de otra

En la vida, una prioridad es algo importante:

1. La razón por la que vives, aquello en lo que enfocas tu vida.

2. El valor en torno al cual tu vida se ordena, para bien o para mal.

3. Lo primero que reclama tu tiempo, tu energía y tus recursos.

4. Algo conscientemente elegido o establecido por uno mismo, no por circunstancias externas.

Una prioridad consiste en la interacción de valores, creencias, ideales y compromisos:

1. VALORES. Aquello a lo que doy valor e importancia.

2. CREENCIAS. Aquello que creo, que es verdad y digno de confianza.

3. IDEALES. Aquello que quiero para mí, para otros. Mis sueños, mis deseos.

4. COMPROMISOS. Aquello que estoy dispuesto a hacer, a dejarme guiar o actuar.


II. ¿Cuáles son las prioridades de mi vida?

Hay muchas clases de prioridades (tantas como personas). Puedes establecer tu propia prioridad, o puedes dejar a otros que la determinen por ti. Algunos ejemplos de prioridades son: 

1. Dinero/éxito. Durante gran parte de mi vida el dinero y el éxito han sido una prioridad en mi vida, como la de muchas personas. Esta sociedad consumista nos dice: “tienes que ganar y gastar dinero” “tienes que triunfar”. El dinero es necesario y el éxito es un orgullo, pero ocurre que siempre miras lo que te falta y no aprecias ni cuidas lo que tienes. 

2. Poder/éxito. Prioridades muy comunes hoy día, sobre todo, en las personas pero que suelen llevar a ”la soledad del poder”. Y no está mal, engorda nuestro ego y potencia nuestra autoestima, pero, sinceramente, yo prefiero estar rodeado de amigos de verdad.

3. Aficiones/amigos/novia. Antes yo priorizaba el divertirme por las noches, mi pasión por el fútbol, el aprecio de los amigos, el amor por mi mujer y mi familia. Y mo la un huevo!!! pero ¿quien no se ha sentido, alguna vez, decepcionado cuando su equipo pierde, o cuando te falla un amigo, o cuando se acaba el amor en la pareja?

4. Trabajo. Durante muchos años, mi vida ha girado en torno al trabajo; el resto no es que no fuera importante, es que, para mí, no existía. De hecho, mis viajes, e incluso mi luna de miel dependió de mi trabajo. He dejado trabajos que me interesaban en lo inmediato pero que me alejaban del sentido último en mi vida, pues tenía que ir en contra de mis valores y creencias.

III. ¿Cuáles son las características de una prioridad?

· Es conscientemente elegida. Todos tenemos alguna prioridad en marcha pero la pregunta es: ¿establezco mis prioridades en base a una reflexión mía sobre la clase de vida que quiero vivir? o ¿las establezco por las expectativas de otros, por las circunstancias, por conveniencia o por la costumbre? 

· Confiere a la vida un propósito, una dirección y un significado. Una persona con prioridades puede crecer; una vida con prioridades lleva a uno a la plenitud y a la realización; una vida sin prioridades carece de propósito e inútil. ¿qué propósito tiene mi vida? ¿para qué estoy aquí?

· Aporta entusiasmo, energía y motivación. Una vida sin prioridades conduce hacia la apatía e incluso hacia la depresión. Si una prioridad no te motiva a crecer y a conseguir tus objetivos, no tiene mucho de prioridad. ¿estoy alegre, pleno con mi vida? o ¿soy tristemente arrastrado por mi entorno?

· Libera del poder de las circunstancias, expectativas y hábitos para que tu vida adquiera un sentido. ¿me desmorono a la primera de cambio? ¿soy esclavo de mis adicciones y hábitos? ¿depende de influencias externas?

· Es realista. Una prioridad debe ser alcanzable porque si no, nos llevará a la frustración y a la decepción. ¿creo qué es posible alcanzarla? O ¿me frustro pensando que es imposible?


IV. ¿Cuál es la prioridad qué da sentido a mi vida?

No vale cualquier tipo de prioridad; de hecho, puede que sean muy válidas (dinero, trabajo, éxito, aficiones, amigos, pareja, etc.) pero no todas nos conducen al sentido pleno de la vida, a la plenitud en la vida. 

La prioridad que ha dado pleno sentido a mi vida es el AMOR. Pero no cualquier tipo de amor condicional, susceptible de fallar, sino el AMOR DE DIOS, incondicional, infinito e inagotable.

Yo, antes pensaba: sí, Dios está ahí (pero, en el cielo, no aquí) es decir, que lo que no solucione yo por mi cuenta, no me lo va a solucionar Él. Mi corazón estaba tan lleno de tantas cosas, de adicciones (lo que hay que ser, cómo hay que ser, etc.) y hábitos que esta sociedad nos genera, que no había espacio para Él. 

CUANDO EMPECÉ A SABOREAR SU AMOR, MI VIDA DIO UN GIRO. Ahora ocupa el centro de mi vida, ES MI PRIORIDAD. Compartir con mi familia o mis amigos el amor de Dios, no sólo no les ha relegado a un segundo plano, ni les ha restado importancia, sino que le ha dado a mi relación con los demás una intensidad increíble, difícil de expresar, porque genera mucha alegría, satisfacción y cariño, y hace tu vida más intensa, más plena, más feliz. Os lo aseguro…

Descubre cuáles son tus prioridades, preguntándote lo siguiente:

1. ¿cuál es el sentido último de mi vida?

2. ¿qué es lo que quiero ser y hacer en mi vida?

3. ¿cómo empleo mi tiempo, mi mente y mis recursos?




"No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? 

Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura."


(Mateo 6, 31-33)