¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

domingo, 19 de marzo de 2017

ATRÉVETE AL CAMBIO. RENUÉVATE



Desde hace un tiempo, venimos hablamos mucho de renovación pastoral de nuestras parroquias, de buscar métodos para restablecer la esperanza y el ánimo de una Iglesia diocesana debilitada, de un Pueblo de Dios anestesiado. Hablamos de sanear estructuras y modelos que ya no sirven, de crear comunidades misioneras y bla, bla, bla...

Pero la realidad es que seguimos sin "movernos", seguimos en modo "stand by", esperando que todo se arregle solo.

El P. James Mallonpárroco de Saint Benedict (Halifax-Canadá) y autor del libro de cabecera “Una renovación divina” ha venido a Barcelona, al congreso “Reforma y Reformas de la Iglesia”y ha compartido con sacerdotes y laicos su experiencia de renovación pastoral y nos ha dejado unas cuantas pinceladas interesantes para poner en práctica.

La clave: el Espíritu Santo renovador

En primer lugar, se ha dirigido a sus compañeros, los sacerdotes, animándoles a que confíen en la acción poderosa del Espíritu Santo para renovar todo, a que no se rindan, a que vuelvan a soñar y recuperar la pasión con la que le dieron el sí al mismo Dios. 

Les instó a que abandonen el estado de "funcionariado" al que muchos de ellos se han convertido y a que se animen a transformar estructuras y renovar métodos en sus parroquias, que ya no sirven o que no funcionan. 


Le exhortó a que dejen de estar anestesiados y a volver a respirar el aire puro del Evangelio.

Les invitó a huir del clericalismo y del neopelagianismo, a confiar en que todo depende de Dios y no de nosotros, a fijarse en modelos pastorales puesto en marcha en parroquias donde el milagro se ha producido, y a transformar sus parroquias en comunidades evangelizadoras.

Mallon pide a los sacerdotes que den un mayor protagonismo a los laicos dentro de la Iglesia, a delegar en ellos tareas y servicios, para que, de esa forma, se sientan comprometidos, corresponsables y copartícipes, en lugar de meros colaboradores y ayudantes al servicio de un sacerdote. Es partidario de un sistema que da excelentes resultados, que crea comunidad y compromiso: los grupos pequeños o células de fe. 

Las 4 tareas de todo cristiano

Mallon recordó que todos los bautizados son corresponsables de evangelizar y que Jesús nos encargó a todos los cristianos 4 tareas, en Mateo 28, 19-20:
1) Id
2) Haced discípulos
3) Bautizadlos
4) Enseñadles los mandamientos

"Ir","Bautizar" y"Enseñar" lo hemos hecho siempre y bien, pero "Hacer discípulos", no. Y sin discípulos, la Iglesia colapsa y todo se desmorona.

El ciclo evangelizador

Mallon explicó el "ciclo virtuoso" de la evangelización "discípulo-misionero-apóstol"

Evangelizar consiste en:

1) Hacer discípulos
2) que renuevan la Iglesia
3) que aprenden y sirven
4) que dan dinero y tiempo
5) que evangelizan y hacen discípulos

La renovación empieza evangelizando a adultos y alejados. “Si tienes a los adultos, tendrás a sus niños; si empiezas por los niños, los adultos pueden mantenerse ajenos”, explica Mallon. 

Mallon señala algo que los antiguos cristianos tenían muy claro. “La Eucaristía es para los ya evangelizados, no es para la primera línea de evangelización a alejados. Es la cima, es para los ya crecidos”. La misa no es un método de evangelización


“Lo presentamos como un juego, como algo divertido; invitamos a todos a participar, a integrarse en esto… Si quieres crecer, toma un remo y ponte a remar, decimos a todos. Y si no quieres remar, bueno, te amamos, Dios te bendiga… pero búscate otra parroquia”

La Iglesia, como el padre en la parábola del Hijo pródigo, debe salir al encuentro del hijo alejado y abrazarle, aunque el hijo mayor proteste y refunfuñe. 

Mallon insiste en que no hay que malgastar recursos, tiempo y esfuerzo en gente que no quiere conocer más a Jesús, porque hay personas que sí que quieren –a veces con vidas muy complicadas, divorcios, problemas personales, enfermedades… a las que sí hay que atender.

Hoy lo eficaz incluye crear lazos, expresar la fe poco a poco, crear amistades… Para ello, es preciso separar "evangelización" de "catequesis"

La gente en el pasado se comportaba para pertenecer. Ahora primero hay que pertenecer, sin juicios ni condenas, y poco a poco aprender a comportarse. Cuando empiecen a creer, podrás animarles a comportarse de otra forma. Tenemos que crear comunidades donde los alejados puedan pertenecer y estar mientras aún no se convierten. 

Algunas herramientas útiles de evangelización son las cenas Alpha donde escuchan el kerigma o los retiros de Emaús, donde se encuentran cara a cara con Cristo resucitado y le reconocen. Allí empiezan a ver “testimonio de vida”, "porque la gente escucha más al testigo que al experto”, recuerda Mallon.

"La Iglesia no es un club privado y elistista. No debería funcionar como un club, por y para sus miembros, sino por y para los que están fuera

¿Queremos meros consumidores de sacramentos? o ¿Queremos discípulos comprometidos de Jesucristo que cumplen con lo de id, bautizad, enseñad y haced discípulos como Cristo pide?”

¿En qué gastas el dinero?

"Puedes tener el mejor plan y estrategia, pero has de tener en cuenta la realidad de la cultura de tu comunidad", añade Mallon. La cultura es “lo que ves como normal”, lo que valoras, recompensas, son los valores de tu cultura. Una cosa es decir “valoramos la evangelización”, pero en la práctica nuestro valor número uno es “mantengamos los edificios”. Mira en qué gastas el dinero y verás tus verdaderos valores, también en tus facturas familiares. ¿Cuáles son los valores de tu parroquia? ¿Valoras las necesidades de tu entorno o las tuyas propias? ¿Abres o cierras las puertas de tu parroquia?


Para renovar tu iglesia, debes cambiar toda la cultura parroquial. Es un proceso lento y que requiere mucha oración y trabajo.

Por desgracia, hay gente dentro de la Iglesia que dice “no necesitamos nada de toda esta renovación, tenemos los sacramentos, se puede ser católico sin esos grupos, sin esos cambios”. Gente que dice eso mientras las parroquias se quedan vacías, y a las que el padre Mallon clasifica como víctimas del “esnobismo espiritual”: No les duele ver tantas ovejas fuera del redil y no quieren cambiar nada para ir a por ellas.

10 valores de una parroquia renovada

Hay diez elementos que ya hemos comentado en otras ocasiones, que el padre Mallon vuelve a recalcar y que se deben aplicar para lograr el cambio pastoral:

1) Prioridad al fin de semana: dedicar el fin de semana a Dios y disfrutarlo

2) Hospitalidad y acogida: dar la bienvenida a quienes se asoman por la iglesia.

3) Música que eleve e inspire a todos los presentes

4) Homilías bien preparadas y apasionadas, buena predicación con 3 objetivos a decir: qué quieres que sepa la gente, qué quieres que haga, y por qué es importante.

5) Comunidad significativa: te importa la gente de tu comunidad, te tratas con ellos.

6) Expectativas claras: hacia donde vamos y qué queremos. Qué ofrecemos y qué pedimos.

7) Ministerios basados en los puntos fuertes de la gente: Crear servicios en base a los talentos de la gente de la parroquia y no al contrario.

8) Grupos pequeños de hermanos que se conocen: Alpha, Emaús, Oración, Lectio, etc.

9) Fomentar las experiencias del Espíritu Santo, “sin miedo a lo que Él quiera hacer, experimentar su poder.

10) Cultura del invitar: cada feligrés invita a más y más personas



¡El avión debe volar!

Imaginen un avión que nunca despega: vienen pasajeros, el capitán y la tripulación les dan café, les entretienen un rato, y luego los pasajeron se van a pie. Pero ¡el avión debería volar! Nos entrenaron para servir en una Jerusalén y la realidad es que vivimos en una Babilonia

Podemos vivir autoengañándonos y decir “nuestro método no funciona, pero si lo usamos más y más y más funcionará”; eso es una chaladura, repetir lo mismo y esperar distintos frutos es absurdo”.


Trabajo en equipo

Mallon habló sobre la composición de equipos, para que los curas no trabajen como francotiradores:

“De cura novato me entregaron dos parroquias con una plantilla conjunta de 7 personas y no sabía cómo organizar equipos; los curas no sabemos de liderazgo ni de equipos… En el seminario no me dieron ninguna formación de trabajo en equipos o dirección de equipos. Solo me dieron teología y filosofía. Además, nos formaron para una iglesia de “mantenimiento”, y ahora estamos en declive, lo del “mantenimiento” no funciona… 

El grupo está para ayudar al líder a tomar la decisión, y el líder toma decisiones. El grupo de liderazgo de tener:

-Unanimidad de visión: todos los del equipo han de confiar en la visión, si hay dos visiones habrá división; la visión es una imagen del futuro que produce pasión. ¡No se puede fingir la pasión!

-Equilibrio de fuerzas: tener fuerzas de distintos tipos; el que ejecuta, el que planea estrategia, el que es bueno en relaciones y el que influye; en la Iglesia, liderando suele haber ejecutores y relacionales, y suelen escasear los otros… pero se necesitan. U otro criterio: los orientados a gente, los orientados a tareas, los que piden amablemente, los que dan órdenes. O en otra clasificación: los analíticos, los conductores, los amistosos y los expresivos. “¡No se juntan por casualidad! Has de asegurarte de que tu equipo tenga esta variedad”.

-Conflicto sano y confianza: como todos comparten la visión, todos saben a donde ir, no es malo que haya desacuerdo sobre cómo llegar, y libertad para expresarlo. Evita la negatividad, el resentimiento…

- Vulnerabilidad: nadie es un Superman, en el grupo has de poder decir “lo siento, metí la pata” o “la verdad es que no sé hacia dónde vamos”. Poder reconocer debilidades. Y escuchar las debilidades de tu equipo.

Si un cura organiza un equipo pero los agobia y desprecia lo que dicen, creará al final un equipo de “sí, padre, lo que diga padre” y perderá a los listos y creativos.

El cura típico, por desgracia, dedica un 10% de su tiempo y recursos a predicar, 15% a sacramentos, 6% a liderar y 70% a otras cosas que no son esenciales y puede realizarlas otro.” ¡La gestión y la administración no es liderar: liderar es mover cosas de un sitio a otro! Mantener las cosas no es liderar, otro debería hacerlo”

Mallon señala que Jesús estableció un sistema similar. Jesús tenía un equipo de liderazgo reducido: Pedro, Juan y Santiago. Luego una plantilla de 12. Luego voluntarios: las mujeres que le acompañaban y otros. Luego los 72. Luego los discípulos (parroquianos comprometidos). Después, las multitudes, que estaban por allí y escuchaban algo”.

Atrévete al cambio

Mallon, animó a los que dudan o los que son excépticos y ponen "pegas": “¿Qué estáis dispuestos a hacer para llevar a cabo el cambio?" 

La Iglesia tiene todo lo que necesita para regenerarse:

- Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre
- El Espíritu Santo está vivo
- La Escritura sigue viva
- Los Sacramentos son reales
- El corazón humano tiene sed de Dios

"¡El problema es de organización y estructuras de la Iglesia, no es problema de Dios! Porque estamos más atados a los métodos que a la misión que Cristo nos dio.

¿Prefieres dejarlo todo igual y que muera tu parroquia? 

Si quieres crecimiento, haz equipo. Tu equipo te ayudará a perfilar la visión. Primero definís el punto en el que estáis, y el punto al que queréis ir, la visión. Tienen que compartir tu visión. ¿Cuántos tenéis un párroco vecino que piensa que estáis locos?

Es posible cambiar y ser una comunidad sana que da mucho fruto. 

Miro vuestras caras, veo que venís con esperanza en el corazón, que deseáis algo bueno para la Iglesia: sois lo único necesario para cambiar la Iglesia. 

Creo que las cosas sanas dan fruto. 

Recordemos la promesa: 

Recibiréis poder que viene de lo alto 
y podréis ir hasta los confines de la tierra”. 
Así podréis cumplir la misión, 
por la fuerza del Espíritu Santo”.
(Hechos 1,8)

lunes, 13 de marzo de 2017

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 37: CONFÍA EN EL SEÑOR



"Guarda silencio y espera en el Señor, que te ayudará"
(Salmo 37)

Este fin de semana se lo he dedicado por completo a Dios. Le he pedido ayuda, guía y consejo en momentos de incertidumbre. El Señor, una vez más, ha sido contundente conmigo. Me ha hablado de forma clara y rotunda. Me ha guiado a través de Su Palabra, que es el instrumento que Él nos regala para hablarnos. 

Incluso me ha cantado su amor a través de la música. Y lo he sentido profundamente en mi corazón. ¡Qué Providencia! Porque también lo ha hecho a través de los Salmos, esos dulces cantos bíblicos, llenos de verdades profundas que penetran suavemente en nuestros corazones. Oraciones de fe que nos ayudan en los momentos de oscuridad y serenan nuestras almas. En concreto, Dios me ha cantado el Salmo 37. 

Muchas veces, a lo largo de mi vida, he caído (y caigo) en la tentación de tratar de impartir mi propia justicia, criticando, juzgando o incluso irritándome cuando me he enfrentado a una situación o a una persona injustas

Mi carácter siempre ha estado muy vinculado a la búsqueda de la justicia y he luchado denodadamente cuando ésta ha faltado o cuando he creído que ha sido así.

Mi error ha sido siempre establecer el foco en los resultados y en la apreciación simplista de que el proceder de los injustos es más gratificante y exitoso que el camino de un cristiano, que está lleno de dificultades y de obstáculos. 

Ahora he tomado conciencia de algo que repito mucho pero que no pongo en práctica en mi vida cristiana: que no debo establecer expectativas ni preocuparme por los resultados, los frutos, o simplemente, a no intentar "salirme con la mía", a no pretender que se cumpla mi voluntad o mis deseos.

Dios nos muestra y nos invita a tener la actitud correcta:

"No te irrites contra los malvados ni tengas envidia de los criminales, pues se secan pronto como el heno, como la hierba verde se marchitan"


En el versículo 1, el salmista nos da dos consejos: no irritarnos y no tener envidia.
  • "Irritar", de la palabra hebrea kjará, que significa: “apesadumbrarse”, “encolerizarse”, “airarse", "enojarse”. 
  • "Envidia", de la palabra hebrea caná que significa: “celos” o “resentimiento", "rencor".
Resultado de imagen de libro de los salmosEn la carta del apóstol Pablo a los Gálatas, capítulo 5, versículos 19-23, Dios nos pide que abandonemos las obras de la carne y busquemos los frutos del Espíritu, y más concretamente para el caso que nos ocupa, que practiquemos la paciencia (v. 22),  La palabra traducida del griego para paciencia, es makrodsumía, que significa “soporte”, “aguante”.

Nosotros como hijos de Dios y seguidores de Cristo, debemos ser pacientes: soportar, aguantar las situaciones a las que nos enfrentamos: no encolerizarnos ni irritarnos por esa aparente impunidad en el proceder de los malvados.

En el versículo 2 comprendemos el resultado final que los malvados sufrirán por no hacer lo que es agradable a ojos de Dios. Su triunfo es efímero y pasajero. No será duradero.

"Confía en el Señor y haz el bien, para habitar en tu tierra y vivir tranquilo; busca en el Señor tus delicias, y él te dará lo que tu corazón desea"

A partir del versículo 3, el salmista nos da una serie de recomendaciones para soportar sin envidia ni ira a los malvados, y para que consigamos las bendiciones que Dios nos tiene preparadas. En los versículos 3 y 4 nos dice:
  • "Confía", traducida de la palabra hebrea batakj que significa “apóyate”, “fíate”, “asegúrate”. Debemos confiar en Dios, tener fe en Él, apoyarnos en su poder.
  • "Haz el bien", es una actitud positiva frente a lo negativo. Haciendo el bien, estaremos serenos y viviremos tranquilos. 
  • "Busca en el Señor tus delicias" . Deleitarse, del hebreo anág, significa “experimentar gran placer y gozar con la presencia de alguien”. Debemos deleitarnos en la presencia del Señor. ¿Cómo? Madurando espiritualmente y en nuestra relación con Dios, porque la única manera de disfrutar con alguien es cuando le conocemos profundamente y queremos ser como Él. 
  • "Él te dará lo que tu corazón desea". Si seguimos el modelo de Jesucristo, Dios nos concede nuestras peticiones, porque hacemos su voluntad. Es lo mismo que ocurre cuando un hijo obedece a su padre: le va bien y disfruta con él. Fuera de Dios no encontraremos bienestar completo ni lo que deseamos. Él es el camino seguro para recibir lo que es mejor para nosotros y lo que anhelamos.

"Confía al Señor toda tu vida y fíate de él, que él sabrá lo que hace: hará que luzca tu justicia como la aurora y que tu derecho resplandezca como el mediodía."

Otra vez, en los versículos 5 y 6 nos repite: confía tu vida a Dios y fíate (batakj) de Él, que sabe lo que hace, en lugar de intentar hacer nuestra propia voluntad.

Resultado de imagen de salmo 37 meditacionAquí, "confía" es la palabra hebrea Galál, que significa “entrega”, "encomienda", "delega". Es decir, debemos entregarle a Dios nuestra forma de vivir, de actuar, a dejarnos ser llevados por el camino que nos marca, porque abandonándonos en Él, somos guiados y obtenemos "luz y esplendor" frente a las tinieblas y la oscuridad del mundo. Por eso, Dios nos llama a ser "luz del mundo", pero siguiendo su plan perfecto.

En la medida que entregamos a Dios a aquello que nos molesta, aflige, irrita o que no se amolde a Jesucristo, Él tomará esa conducta o asunto, actuará en concordancia con su voluntad, y hará justicia.

Filipenses 4, 6-7: "No os inquietéis por cosa alguna, sino más bien en toda oración y plegaria presentad al Señor vuestras necesidades con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."

"Descansa en el Señor, confía en él, no te irrites contra el que prospera ni contra el hombre que maneja intrigas;"


Otra vez en el versículo 7, el salmista vuelve a recordar que debemos guardar silencio, callar, ser pacientes y esperar en Dios. No irritarnos ni sintiendo celos frente al que, aparentemente, prospera ni contra el que actúa mal. 

"Deja la ira, desiste del enfado, no te acalores, que es peor para ti;"

Podemos traducir este versículo 8 como: “Sosiega tu ira y aparta de ti la furia. No te enciendas o impacientes para hacer lo malo” porque es peor para nosotros, pues la ira nos sumerge en la angustia y el sufrimiento. No debemos pensar en nuestras dificultades o problemas, sino solo en Dios.

"Pues los criminales serán exterminados, mas los que esperan en el Señor heredarán la tierra."

En este versículo 9, Dios nos da respuesta al por qué comportarse como Dios nos dice:

"Esperan en el Señor" es la traducción de la palabra hebrea cavá que significa “aguardar”, “confiar”. Así que, si aguardamos y esperamos en Dios a que dé cumplimiento a todo, a su tiempo, podremos heredar y disfrutar de la tierra y los malvados serán exterminados.

"Un poco nada más, y el criminal no existe; lo buscas en su sitio, y ya no está allí;"


El versículo 10 nos enseña de nuevo a ser pacientes y a poner nuestra confianza en la justicia de Dios. Un poco "nada más" y el criminal dejará de existir. Nos pide aguantar, no por mucho tiempo, y comprobaremos que ya no estará allí. Los hombres nos hemos acostumbrado a la inmediatez, al "aquí y ahora". Sin embargo, el Dios Eterno no va deprisa sino que lo que nos ofrece es para siempre.

Los siguientes versículos, del 11 al 40, establecen las diferencias en la forma de actuar del justo y del injusto. Nos muestran cómo Dios lleva al justo de la mano y no le desampara ni le abandona jamás, sino que le abraza con su gran misericordia, le da fortaleza y refugio ante el malvado. Finalmente, establece la recompensa de cada uno.


En los versículos 27 y 37, Dios nos avisa para que nos apartemos del mal y hagamos el bien, para que huyamos de la soberbia y seamos justos, íntegros y pacíficos.
"La salvación de los justos viene del Señor".

El versículo 39 nos da la esperanza de nuestra fe: Dios es nuestro refugio y de Él viene la salvación, no de nuestros méritos ni de nuestros deseos.

El Salmo 37 nos enseña la actitud correcta del cristiano:
  • Confiar en un Dios Justo. 
  • Deleitarse en el Dios Bueno, 
  • Encomendarse a un Dios Todopoderoso. 
  • Guardar silencio y Esperar en un Dios Padre. 
  • Huir de la ira, la envidia y la impaciencia, imitando a un Dios Amoroso.

viernes, 10 de marzo de 2017

LOS SACERDOTES SON...

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"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño 
del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes 
para apacentar la Iglesia de Dios, 
que ha adquirido con su propia sangre...
 se introducirán entre vosotros lobos crueles, 
que no perdonarán al rebaño;
 y que de entre vosotros mismos surgirán hombres 
que enseñarán doctrinas perversas 
con el fin de arrastrar a los discípulos en pos de sí. 
Por lo cual, estad alerta..."
(Hechos 20,28-31)

La Palabra de Dios nos enseña claramente el papel de los sacerdotes como pastores de su Iglesia: deben cuidar de ellos mismos y también de su rebaño; deben guardar, apacentar y estar alerta de los lobos, que se tratarán de introducirse en la comunidad.

Los sacerdotes son: 

Llamados por Dios

Los sacerdotes no son voluntarios ni son contratados: son llamados por Dios. Llamados a un trabajo arduo para toda la vida, lleno de sacrificio y a merced de múltiples demandas y expectativas.

"Pedid al dueño de la mies que mande obreros a su mies" (Mateo 9,38).

"Pero levántate y ponte en pie; que me he aparecido a ti para hacerte ministro y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a mostrar. "(Hechos 26,16).

"Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado" (Hechos 13, 2).

Supervisores que vigilan

"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes." (Hechos 20,28). 

La palabra griega utilizada en el libro de los Hechos para "guardianes" es episkopos (Epi = sobre; Skopos = ver. Es el equivalente de "supervisores" (Supra = más, Visión = ver).

"El asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, viendo venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, porque es un asalariado y no le importan las ovejas." (Juan 10, 12-13).

Los pastores de la Iglesia son supervisores, no trabajadores asalariados. Deben vigilar, ver más allá y no huir, o mirar para otro lado como si no le importaran sus feligreses. Tienen que salir en su defensa ante los lobos.

Responsables ante Dios 

"Obedeced a vuestros jefes y sedles sumisos, porque ellos cuidan de vuestras vidas, de las cuales deberán dar cuenta, para que lo hagan con alegría y no con lágrimas, lo que no os beneficiaría nada."(Hebreos 13,17).

Este versículo del libro de Hechos es un tanto duro, tanto para los feligreses como para los sacerdotes. A los primeros, les insta a someterse a sus líderes, mientras que advierte a los segundos que rendirán cuenta ante Dios. 

Esta es una de las razones por las que los sacerdotes son llamados a ser supervisores por Dios. Nadie en su sano juicio se ofrecería voluntario para tal rendición de cuentas.

Dejemos que el sacerdote sea consciente de ello y ore diariamente por su rebaño y que busque cumplir la voluntad de Dios. Es su responsabilidad

Servidores generosos

Los sacerdotes guían al pueblo de Dios sirviendo, no siendo servidos ni tampoco actuando como dictadores.

Jesús dijo: "¿quién es más grande, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pues bien, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve." (Lucas 22,27).

En el versículo 26 dice: "
Entre vosotros no ha de ser así, sino que el mayor entre vosotros será como el más joven, y el que mande como el que sirve."

"Apacentad el rebaño que Dios os ha confiado y cuidad de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por una vil ganancia, sino con generosidad; no como dictadores, sino como modelos para el rebaño."(1 Pedro 5, 2-3).

De la misma manera que la Escritura enseña que una esposa debe someterse a su esposo, pero él mismo debe servirla y "darse por ella" (Efesios 5, 22-29) en lugar de dominarla, nos enseña que los presbíteros son supervisores de la comunidad, y ésta debe someterse a ellos, pero ellos mismos deben servir al pueblo, no como si fueran sus amos.

El esposo o el sacerdote que juega el papel de "jefe" ("¡Dios me puso a cargo!") está pecando seriamente y está maltratando a aquellos a quienes debe servir.

Pablo dijo: "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús."(2 Corintios 4, 5). El sacerdote no es enviado a proclamar su filosofía, sus opiniones o sus teorías. Él debe proclamar a Jesús. Es enviado para servir al pueblo del Señor, pero es "por el amor de Jesús". Eso significa que el sacerdote no recibe órdenes del pueblo de Dios sobre cómo servirle sino que recibe órdenes del Señor sobre cómo servir al pueblo de Dios.

jueves, 9 de marzo de 2017

SI PEDRO CAYÓ...


El apóstol Pedro fue elegido por Jesús como líder de los discípulos y de su Iglesia. Humano, generoso, confiado, lleno de fe  y sin embargo, cayó de manera dramática (Lucas 22, 31-62).

Su caída está llena de señales de advertencia para los sacerdotes de hoy y también para todos nosotros. Aunque estos signos no siempre ocurren de manera lineal, cada sacerdote y, en general cada cristiano, debería evaluarlos en su vida.

Confiar en uno mismo

Jesús le dijo a Pedro que el diablo le haría caer, pero Pedro le aseguró su fidelidad y le afirmó con firmeza su compromiso de ir a la cárcel o incluso morir por Él. Seguramente Pedro tenía intención de cumplir esas palabras, como lo demuestra su voluntad posterior de defender a Jesús en el Jardín de Getsemaní. Sin embargo, pocas horas después, negaría conocer a Jesús. 
Pedro confiaba demasiado en sí mismo, en sus fuerzas, y no era consciente de que sin la ayuda de Dios la fe se desvanece. Ese es el peligro del exceso de confianza de algunos sacerdotes: creer que "no me sucederá". Es una señal de advertencia enorme.

Jesús les dijo a los apóstoles: "Orad para que no caigáis en tentación" (Lucas 22,40).  Sin embargo, ellos se durmieron. Gracias a la oración, nos ponemos en manos de Dios, en cuya compañía no hemos de sentir temor y en cuya confianza, nada fallará.

Sufrir cansancio emocional y físico

Los discípulos debían vigilar y orar en el huerto, pero en cambio, dormían. La fatiga emocional de la oposición creciente hacia Jesús había hecho mella en ellos. El agotamiento aumentó su vulnerabilidad a las acechanzas del enemigo. 
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Bajo la cansada tensión de las responsabilidades de un sacerdote dentro de una parroquia, también ellos, a veces, bajan la guardia. Y se duermen "en los laureles". 

Llevar demasiadas cargas y descansar poco puede llevar a consecuencias graves. Creerse por encima del bien y el mal (que es una forma de dormirse), también.

Dejar de orar

"Orad", les dijo Jesús a sus discípulos en Getsemaní. Incluso aunque hubieran querido rezar, el sueño era más apetecible y fuerte que la oración. El problema es muy simple: la falta de oración refleja una auto-dependencia, pensar que "yo puedo", en lugar de la dependencia de Dios. 

Cada vez que no estamos orando, somos susceptibles a caer. De hecho, la falta de oración generalmente se correlaciona con actuar primero y seguir a Dios en segundo lugar, como lo hizo Pedro cuando primero defendió a Jesús con una espada.

Distanciarse de Jesús 

Pedro siguió a Jesús después de su arresto, pero lo hizo de lejos. Esa distancia era obviamente geográfica, pero su corazón también se alejaba rápidamente de Jesús. Él, que había estado muy cerca de Jesús y que dijo que moriría por Él, no le defendió cuando lo arrestaron. Y cuando le preguntaron y le reconocieron como discípulo de Jesús, Pedro lo negó.

Nuestra distancia de Jesús puede ser no tanto negarle públicamente, pero quizás por una menor asistencia a los sacramentos, menos espacio de oración, menos cercanía con Jesús...y eso nos lleva irremediablemente a caer.

Ocultarse en público

Pedro no se escondió completamente, por supuesto, pero eso no significa que no lo intentara. Se calentó con el mismo fuego que se calentaban los enemigos de Jesús. 

Estuvo con los que acusaron a Jesús y sin embargo, su única preocupación era pasar desapercibido. 

Esta es otra señal de advertencia: Si te sientes tentado a esconder que eres cristiano, o sacerdote (incluso mientras sirves públicamente), te estás moviendo en la dirección equivocada. 

No vale eso de "mimetizarse". 

Mentir o relativizar

Una sirvienta miró atentamente a Pedro y lo acusó de ser un seguidor de Jesús. De hecho, el texto dice que ella miró fijamente al discípulo. Cara a cara. A los ojos. Sin embargo, Pedro mintió. Ella lo desafió a decir quién era, y él lo negó. 
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Cuando mientes (aunque sea por un buen fin), tu caída se produce a toda velocidad. Jesús nos dice que nuestro sí, sea sí y nuestro no, no. No valen "medias tintas".

Otro peligro actual es el relativismo. Relativizar es un terreno peligroso, porque nos arrastra a intentar "quitar hierro" a ciertas cuestiones importantes. 

El mensaje del evangelio es claro y rotundo, No es para nada relativista.

Reiteración en las negaciones

Por tres veces, varias personas relacionaron a Pedro con Jesús y tres veces, el primer discípulo lo negó. Admitir que era un seguidor de Cristo habría sido arriesgar su propia vida, y Pedro no llegaría hasta ahí. 

De hecho, sus negaciones aumentaron hasta el punto de que llegó a enfadarse, jurando que no tenía relación con Jesús. 

Los sacerdotes, cuando caen, a menudo tratan de auto-convencerse de que las continuas negaciones, de alguna manera, cambian la realidad. 

Aquí está el auténtico peligro. Para Pedro, el proceso de su caída ocurrió rápidamente. Era como si corriera hacia la desobediencia. Sin embargo, la mayoría de los sacerdotes o cristianos con responsabilidad no se meten en problemas; Se deslizan hacia allí. A veces el proceso sucede tan imperceptiblemente que se ven inmersos en un desastre antes de que sean conscientes de ello.

Si Pedro, que convivió de cerca con Jesús, vio sus milagros y, sin embargo, cayó...¿Qué hay de nosotros?

Es por eso que debemos estar muy atentos a las señales de advertencia que Jesús, a través de Pedro, nos muestra y guardarlas en nuestros corazones.

viernes, 3 de marzo de 2017

LA FALTA DE PERDÓN NO ES CRISTIANA

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"Si os indignáis, no lleguéis a pecar
y que vuestra indignación cese antes de que se ponga el sol;
no deis ninguna oportunidad al diablo.
No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, 
que os ha marcado con su sello para distinguiros el día de la liberación.
Desterrad la amargura, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.
Sed bondadosos y compasivos;
perdonaos unos a otros, como Dios os ha perdonado por medio de Cristo.
(Efesios 4, 26-27 y 30-32)

Según el diccionario, perdonar significa "olvidar la falta que ha cometido otra persona contra ella o contra otros y no guardarle rencor ni castigarla por ella, o no tener en cuenta una deuda o una obligación que otra tiene con ella". Es decir, disculpar a alguien que nos ha ofendido o no tener en cuenta su falta

En la Biblia, la palabra griega que se traduce como “perdonar” es “aphiemi”, “afiemi”. Aparece más de 134 veces y significa literalmente “dejar pasar”, "dejar de exigir el pago de una deuda", “despedir, hacer salir, dejar atrás, abandonar, absolver, cancelar una deuda, soltar”. 

Perdonar no es fácil porque la ofensa nace del orgullo y éste conduce al rencor. La ofensa siempre exige justicia, exige reparación. Sin embargo, cuando nos sacudimos el resentimiento y dejamos de pedir compensación por el daño sufrido, somos capaces de perdonar. Perdonando, amamos y amando, perdonamos. La Biblia enseña que el perdón se basa en el amor sincero, que “no se irrita ni lleva cuenta del mal” (1 Corintios 13, 5).

Desgraciadamente, la falta de perdón sacude nuestro mundo. 

A nivel general, es causa de guerras, conflictos, asesinatos, luchas, separaciones y divorcios. 

A nivel individual, es causa de orgullo, ira, amargura, odio, envidias y celos. 

La falta de perdón produce en el corazón heridas emocionales y espirituales, que esclavizan y encadenan el alma. Y en el cuerpo, enfermedades como la depresión, la angustia o la ansiedad e incluso hacia la muerte (suicidio).

Imagen relacionadaEl orgullo es la puerta por donde llegan todos los demás pecados como la ira, el rencor, el odio, el resentimiento y la amargura, y nos convierte en esclavos de Satanás y de su maldad. Al caer en la trampa de la ofensa y de la indignación, somos incapaces de mostrar bondad. 

Un cristiano prisionero de la ofensa no tiene paz ni caridad, se aparta de la gracia del Señor y entristece al Espíritu Santo (Efesios 4, 30). Quien se mantiene en la ofensa no es capaz de perdonar.

El Papa Francisco nos dice que “debemos perdonar porque somos perdonados”, y "que aquel cristiano o cristiana, que va a la Iglesia, que va a la parroquia, no perdona y no vive lo que predica, causa escándalo y destruye la fe". “Debemos perdonar, porque somos perdonados. Y esto está en el Padre Nuestro: Jesús nos lo ha enseñado ahí. Y esto no se entiende en la lógica humana, la lógica humana te lleva a no perdonar, a la venganza; te lleva al odio, a la división”.
Cuando rezamos la oración que nos enseñó Jesús, el Padrenuestro, decimos: "perdona nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a quienes no son ofenden" (Lucas 11,4)Pero la realidad dice que no siempre la cumplimos. 
La Biblia nos dice: "Buscad afanosamente la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor; vigilad para que nadie sea privado de la gracia de Dios, para que ninguna raíz amarga vuelva a brotar y os perturbe, lo cual contaminaría la masa. (Hebreos 12, 14-15).

La falta de perdón nos aleja de la paz y de la santidad, nos envenena el alma por causa del resentimiento y la vanidad. Muchas veces pensamos que el perdón es algo que regalamos al otro sin darnos cuenta que nosotros mismos somos los más beneficiados, al quedarnos en paz.

Una vez escuche al P. Roel:"quien más ama es quien primero pide perdón". Y es que el perdón surge del amor incondicional. El mismo amor ágape de Dios y que nos libera de las esclavitudes del Diablo, que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. 
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El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó. Significa tender la mano y aceptar a la persona que nos ofendió como hijo de Dios y hermano nuestro. 

No significa estar de acuerdo con lo ocurrido, ni aprobarlo ni restarle importancia, ni tampoco darle la razón a quien que te hirió. 

Simplemente, significa apartar de nuestra mente aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor de corazón. El perdón sana nuestros recuerdos.

Si guardamos en nuestro corazón odio, rencor, o resentimiento por las ofensas recibidas, perpetuamos nuestro malestar y nos consumimos en el pasado. Cada vez que recordamos cualquier episodio que nos causa dolor, dejamos de vivir el aquí y el ahora; dejamos de avanzar en nuestro desarrollo personal y peor aún, nos estancamos en nuestro crecimiento espiritual.

La falta de perdón puede disfrazarse de diferentes maneras. Algunos dicen con cierto tono de enfado que ya han perdonado, pero su amargura evidente los delata. Otros dicen que perdonan pero no olvidan, algo que sigue endureciendo su corazón. Otros quizás, piensen que han perdonado pero puede que la falta de perdón se aloje, escondida, en su corazón.

Para estar seguro de que he perdonado me pregunto¿Deseo que alguien reciba su merecido? ¿Hablo de forma crítica, negativa o despectiva de esa persona a los demás? ¿Busco venganza? ¿Sigo dándole vueltas a lo que alguien me hizo? ¿Cómo me siento cuando le sucede algo bueno a esa persona? ¿He dejado de culpar a esa persona? ¿Me resulta difícil o imposible rezar a Dios por quien me ha ofendido?

Como cristianos, estamos llamados a ser sinceros de corazón, porque aunque queramos engañar a otros o incluso, a nosotros mismos, Dios todo lo ve. Nuestro enfoque debe estar dirigido a liberarnos de la carga pesada que significa el rencor, tanto si hemos ofendido como si hemos sido ofendidos.

Resultado de imagen de romper cadenasEs un ejercicio de liberación y de paz considerar las circunstancias o situaciones  en las que se encontraba la persona que me ofendió, para llegar a hacer lo que hizo o dijo, aun intencionalmente. O también, pensar qué parte de culpa tuve yo para haber propiciado la ofensa.

Sí me instalo en pensamientos victimistas o negativos, no seré capaz de ver a Dios en esa persona. Esa persona también es hijo suyo, y Dios la ama tanto como a mí.

En lugar de seguir sufriendo con rencor y resentimiento, debemos mostrar caridad buscando el lado positivo y de bondad de esa persona, debemos pensar por qué razón Dios la puso en nuestro camino, lo que nos une a ella, etc.

Personalmente, le pido al Señor que bendiga a esa persona que me hirió, y que le muestre lo que hizo mal, y se arrepienta. Le pido a Dios que me conceda su Gracia y no me deje caer en la tentación del rencor y el orgullo.

Ya la he pedido perdón con humildad y contrición. Ya la he perdonado y me he liberado del resentimiento, de la tristeza y de la trampa de Satanás


"Pues bien, si alguno ha causado tristeza, no sólo me la ha causado a mí, 
sino -en cierto modo, para no exagerar- a todos vosotros. 
A ése ya le basta con el castigo que le ha impuesto la mayoría. 
De modo que ahora debéis más bien perdonarle y consolarle,  
no sea que se desespere de tanta tristeza. 
Por esto os suplico que le deis pruebas de vuestro amor.
Con este fin os escribí: para conocer y probar si sois obedientes en todo. 
Al que perdonáis, yo también lo perdono; 
lo que yo perdono, si es que tengo algo que perdonar, 
lo perdono por amor a vosotros y en la presencia de Cristo; 
para que Satanás no se aproveche de todo, 
pues no ignoramos sus astucias." 
(2 Corintios 2,5-11)