¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

lunes, 10 de septiembre de 2018

¿IGLESIA DE FRANCISCO O IGLESIA CATÓLICA UNIVERSAL?


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"Que todos sean una sola cosa; 
como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, 
que también ellos sean una sola cosa en nosotros, 
para que el mundo crea que tú me has enviado." 
(Juan 17,21)

Últimamente, venimos escuchando con no poco sobresalto la expresión “la Iglesia de Francisco”, como si la Iglesia no fuera "Una" (un sólo Dios, una Fe, un Bautismo, una Doctrina), como si los dos mil años de Iglesia hubieran sido un entrenamiento, como si la "Iglesia de verdad" hubiera comenzado hace cinco años con la llegada de Francisco

Como punto de partida, hablar de la "Iglesia de Francisco" implica, en sí mismo, una apropiación indebida de una Iglesia que sólo pertenece a Jesucristo. Hablar de la "Iglesia de Francisco" evidencia que "existe otra Iglesia" que no es (que no ha sido) la verdadera, y por tanto, admitir que hasta hoy, la Iglesia estaba equivocada. Hablar de la "Iglesia de Francisco" implica  dividir, confrontar y provocar un cisma en el Cuerpo de Cristo hoy. 

Francisco es, ante todo, la cabeza de la Iglesia Católica y como sucesor de Pedro, su función principal es ser vínculo y garante de la unidad y la comunión

Hablar de una Iglesia de.. y otra de..., significa hablar más de "arenas movedizas" que de "roca de la fe"; significa marginar a parte del pueblo de Dios por el hecho de ser fiel a la doctrina del Evangelio y al Magisterio de la Iglesia; significa integrar a nuevos miembros que, abogan por un cambio acorde a los tiempos que les permita decidir por sí mismos lo que está bien y lo que está mal.

Sin fidelidad a Cristo no puede haber Iglesia; sin unidad doctrinal no puede haber Iglesia; sin comunión fraternal no puede haber Iglesia...ni de Francisco ni de Pepito...

Cardinal Robert Sarah (cropped).JPGEl cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos desd2014. advierte que la Iglesia Católica Romana se enfrenta a un grave riesgo de división: “Sin una fe común, la Iglesia es amenazada por la confusión y luego, progresivamente puede deslizarse a la dispersión y la división. Actualmente hay un grave riesgo de fragmentación de la Iglesia, de que se desintegre el cuerpo místico de Cristo por insistir en las identidades nacionales de las Iglesias y así en su capacidad para decidir por sí mismos, sobretodo en el dominio tan crucial de la doctrina y la moral” (Entrevista 18 abril 2017).

Espíritu confuso

La confusión parece gustar a muchas personas tanto dentro como fuera de la Iglesia. Y Francisco "gusta" mucho a los de "fuera" porque alimenta la ambigüedad con sus continuos cambios de pensamiento, con sus numerosos "guiños" a sectores históricamente anti-católicos, con sus ocurrentes "frases" para ganarse adeptos dentro de los colectivos tradicionalmente enemigos de la Iglesia.

Imagen relacionadaEn su exhortación del 2016, Amoris Laetitia, Francisco escribió: “Quisiera aclarar que no todas las discusiones y asuntos morales o pastorales necesitan ser establecidos por intervenciones del magisterio. Cada país o región (…) puede buscar soluciones que se ajusten mejor a su cultura y que sean más susceptibles a sus tradiciones y necesidades locales”.

Aclaraciones que, más que dar luz, provocaron cierta hilaridad y confusión, puesto que el Santo Padre cede el Magisterio de la Iglesia al ámbito local, dando lugar a la confusión y conflicto entre las distintas conferencias episcopales, en lo relativo a pastorales sobre al divorcio y las segundas nupcias, la comunión en estado irregular y el adulterio, la comunión inter-ecuménica, la ideología de genero y la LGTB, etc.

Aunque cuatro cardenales le han pedido públicamente al Papa Francisco una declaración aclarando los párrafos controvetidos de Amoris Laetitia, Francisco ha rehusado a hacerlo, lo que indefectiblemente lleva a la Iglesia a un punto peligrosamente confuso y fragmentado.

Espíritu sectario

Desde el inicio de la Iglesia empezaron las divisiones, algo que no es nuevo, pues ya el apóstol Pablo lo advertía en la Iglesia de Corinto:"Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo". ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso Pablo fue crucificado por vosotros o habéis sido bautizados en su nombre?" ( Corintios 1, 12-13).

Resultado de imagen de iglesia de franciscoSe trata de liderazgo malentendido, espíritu sectario dentro de la Iglesia, carácter autorreferencial y endogámico. En definitiva, un camino peligroso: "Yo soy de Francisco; ¿qué me importa Benedicto o Juan Pablo II con sus seguidores? Los demás no me interesan." 

El Papa no puede ser partidista. Debe resolver las disputas, no dar pie a ellas. No debe posicionarse en “una de las partes”, cuando se producen desacuerdos dentro de la Iglesia. No puede premiar a sus aliados y castigar a sus detractores. Y desde luego, no puede revertir la doctrina de sus antecesores.

El sucesor de Pedro debe ser prudente y evitar incluso la apariencia de una actuación arbitraria. Debe ser consciente de que sirve al pueblo de Dios como Cabeza de la Iglesia pero no como Líder autoritario. Debe proponer más que imponer.

Francisco ha nombrado, en sólo tres años, a 61 cardenales "propios", de los cuales 49 son menores de 80 años, entre ellos Osoro, de Madrid, y Omella, de Barcelona. Su objetivo parece estar claro: rodearse de personas con una ideología eclesiástica y espíritu renovador alineados con los suyos, con el propósito de influir en la decisión del nombramiento de su futuro sucesor. 

Espíritu progresista

El papel del Papa es conservador por su propia naturaleza, puesto que debe preservar la pureza y claridad de nuestra fe: una fe que no cambia y que fue establecida por Jesucristo. Por tanto, nadie (ni siquiera el Papa) puede cuestionar la doctrina sin alterar la autoridad de la Iglesia que nuestro Señor fundó, la misma Iglesia que le da a él su autoridad. 
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Si bien es el pastor supremo de la Iglesia Católica, el Papa sólo puede enseñar lo que la Iglesia siempre ha enseñado: el depósito de la fe que se le ha transmitido desde los apóstoles. 

En contra de lo que muchos creen, el Papa sólo es infalible cuando proclama y define lo que el Magisterio ha dicho y los fieles católicos han creído “siempre y en todas partes”. En el resto de ocasiones en las que habla, el Papa es humano. Y como tal, puede equivocarse.

El Papa no puede enseñar algo nuevo ni tener una actitud progresista o de reforma. Puede expresar la Verdad de nuevas maneras, con nuevas metodologías, con nuevos lenguajes pero si introduce "nuevas enseñanzas", está abusando de su autoridad

Y si además estas nuevas enseñanzas entran en conflicto con la doctrina establecida por la Palabra y el Magisterio de la Iglesia, está socavando su propia autoridad.

Espíritu liberal

Son muchos los que ven muchas similitudes entre las opiniones de Francisco y la Teología de la Liberación, hasta el punto de parecer haber legitimado algunos de sus postulados.

Imagen relacionadaLa “Teología de la liberación” se define a sí misma, “como una reflexión a partir de la experiencia religiosa de quienes encuentran a Cristo entre los pobres, merced al compromiso que contraen en la lucha por su liberación”. 

Imagen relacionada“Liberación” significa la lucha y destrucción del capitalismo como la peor manifestación del pecado en forma de "violencia" y la necesidad de reemplazarlo por el comunismo. 

Jesucristo es presentado como un revolucionario y, así, si una persona quiere seguirle, si quiere ser cristiano, también debe ser revolucionario. Y así esta "Teología" proselitista, liberal y de pensamiento único divide a la Iglesia en “nosotros” y “ellos”.

En el discurso pronunciado durante el Tercer Encuentro Mundial de Movimientos Populares organizado por el Vaticano, Francisco expresó: "Actualmente quien gobierna el mundo es “el dinero”. ¿Cómo? Mediante “el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás”. Y subrayó que “ese sistema es terrorista”.
Ratzinger alertó sobre las “graves desviaciones ideológicas que conducen inevitablemente a traicionar la causa de los pobres […] la lucha de clases como camino hacia la sociedad sin clases es un mito que impide las reformas y agrava la miseria y las injusticias”. Y condenó “la nueva interpretación, que viene a corromper lo que tenía de auténtico el generoso compromiso inicial en favor de los pobres”.

El hombre actual cree que la Igl
esia es una construcción humana y la fe, un accidente histórico que ocurrió hace dos mil años y que tuvo éxito gracias al destino. Por eso, afirma que la Iglesia debe cambiar y adaptarse a cada época y a cada cultura.

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En el fondo y como siempre, se trata de una cuestión de fe: ¿Es la Iglesia una institución fundada por Dios para la salvación eterna de las almas? ¿O es una construcción social constituida por gente sincera para hacer del mundo un mejor lugar? y de una cuestión de obediencia: ¿Es la Doctrina y el Magisterio de la Iglesia la Verdad revelada por Cristo? ¿O es una construcción ideológica según las épocas y dependiente de los tiempos?

Jesús nos insiste a estar alerta, en vela y preparados y a orad para no caer en tentación: "Estad alerta; velad... Lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos: ¡Estad en vela!" (Marcos 13, 33-37).  "Velad y orad para que no caigáis en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26, 41). "Estad alerta y orad en todo momento para que podáis libraros de todo lo que ha de venir y presentaros ante el hijo del hombre" (Lucas 21, 36). "Acuérdate de cómo recibiste y oíste la palabra; guárdala y arrepiéntete. Porque, si no despiertas, caeré sobre ti como un ladrón, sin que sepas a qué hora te voy a sorprender." (Apocalipsis 3, 3).

Nos avisa para que nadie nos engañe porque surgirán falsos profetas: "Mirad que nadie os engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: Yo soy el mesías, y engañarán a muchos..."Entonces os entregarán a la tortura y a la muerte. Por mi causa os odiarán todos los pueblos. Muchos se escandalizarán, se traicionarán y odiarán unos a otros. Surgirán muchos falsos profetas y engañarán a muchos. El exceso de la maldad enfriará la caridad de mucha gente, pero el que persevere hasta el fin se salvará" (Mateo 24, 4-5; 9-13).

Nos advierte de la llegada del Anticristo y previene que saldrá de entre nosotros: "Cuando veáis en el lugar santo el ídolo repugnante anunciado por el profeta Daniel (el que lea que entienda)...Rezad...estad en guardia..."" (Mateo 24, 15). "Y en el templo se cometerá un sacrilegio horrible, hasta que la ruina decretada caiga sobre el devastador" (Daniel 9, 27). "Hijitos míos, es la última hora. Se les dijo que tendría que llegar el Anticristo; pues bien, ya han venido varios anticristos, por donde comprobamos que esta es la última hora. Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos claramente que no todos los que están dentro de nosotros son de los nuestros" (1 Juan 2, 18-19).

Debemos velar, estar alerta y preparados; mantenernos sobrios, prudentes y firmes en la fe; fieles, obedientes y dóciles a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia. Y para todo ello, y lo más importante, debemos orar.

Recemos por el Santo Padre, por todos los obispos y por todos los sacerdotes, por todos los consagrados y por todo el Pueblo de Dios para que Su Espíritu ilumine y guíe a toda Su Iglesia.

viernes, 7 de septiembre de 2018

PESCADORES DE HOMBRES

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"Venid conmigo y os haré pescadores de hombres"
(Mateo 4, 19)

¡Pescadores de hombres! ¡Qué maravilloso oficio al que Jesús nos recluta!

Cristo utiliza dos imágenes para ilustrar nuestra tarea como seguidores suyos: la de pescadores y la de pastores. Ambas son una prueba de la continuidad del Nuevo Testamento con el Antiguo y nos enseñan con claridad lo que Dios quiere de nosotros.

En el antiguo Testamento, las ovejas personifican a los hombres mientras que en el Nuevo Testamento, los peces representan a las almas. Los pastores son los sacerdotes mientras que los pescadores somos los discípulos de Cristo, sus apóstoles. El redil representa la Iglesia mientras que el mar representa el mundo. Las ovejas perdidas son las personas alejadas de Dios mientras que los peces son las personas que aún no conocen a Jesús. La red simboliza la Palabra de Dios, y es el Espíritu Santo quien proporciona el lugar y la manera de pescar.

Jesús nos enseña que, donde el hombre se da por vencido y asume su pecado, allí es donde Dios comienza a obrar para su gloria. Nos dice "Venid conmigo", es decir, que le acompañemos, que no estamos solos, que Él está con nosotros. 

Nos dice dónde, cuándo y cómo pescar, es decir, nos muestra cuál es el tiempo de Dios y el lugar donde obra, dónde tenemos que echar las redes, que están diseñadas para pescar muchos peces y obtener una gran pesca, siempre y cuando confiemos en Dios. 

Pero antes de todo, Cristo nos prepara y nos capacita para que luego, nosotros preparemos a otros y así sucesivamente. De esta forma, seremos eficaces y efectivos en nuestra labor de alcanzar las almas para Él.

Porque Jesús sabe que no podemos solos con esta tarea, nos muestra que debemos confiar y esperar a recibir el poder de Dios, que es el Espíritu Santo, quien nos reviste de poder y nos dice dónde y cuándo lanzar la red (dónde y cuándo predicar Palabra de Dios, el Evangelio).

Pero además, nos insta a dejarlo todo e ir pos de él. Para seguir a Cristo es necesario tomar la decisión de dejar muchas cosas atrás, aunque nos creamos profesionales de la pesca. Nos llama a ir "mar adentro", a profundizar, penetrar en el mundo para acceder a la gran pesca.

Se trata de dar a nuestra vida un enfoque distinto. Jesús quiere nuestro compromiso y busca hombres y mujeres que quieran prepararse y seguirle: Evangelizar es nuestra principal misión. No podemos confiar en nuestros conocimientos humanos y quedarnos en la orilla pensando que, después de estar toda la noche intentándolo, no seremos capaces de hacerlo por la mañana. Debemos "dejarlo todo" y seguirle.
Pescadores de hombres
Dejar todo por seguir a Jesús no significa que abandonemos completamente todo, familia, amigos, trabajo..., sino dar prioridad en nuestra vida al Reino de Dios, es decir, que Jesús sea lo primero, y luego lo demás. No dejar de servirle para ocupar nuestro tiempo y esfuerzo en otras cosas. Ponerle a Él primero y luego atender lo demás.

La pesca ordinaria es muy distinta a la "gran pesca" a la que Dios nos llama. En la pesca ordinaria, el pescador busca su provecho, y no el de los peces porque los vende para subsistir; el pastor apacienta y custodia el rebaño porque le proporciona leche y lana. 

Sin embargo, en la "gran pesca" es el pescador el que sirve al pez y cuyo objetivo es recuperar peces, es decir, salvarlos del pecado y de la muerte, de las olas, de la noche, del frío, de los depredadores; es lanzar un salvavidas a quienes se debaten en el mar tempestuoso y frío del mundo. 

Dios nos llama a unos a ser pastores que cuiden, apacienten y den la vida por sus ovejas, y a otros, pescadores que recuperen peces y los salven. En la Iglesia nadie es pescador o pastor al principio. Jesucristo es el único que es pescador y pastor. Antes de ser pastores o pescadores de hombres, todos hemos sido llamados o pescados, todos hemos sido recuperados por Él. Incluso, muchos de nosotros somos "ovejas perdidas y encontradas" varias veces, "repescados" del mar varias veces.

Así, todos los bautizados somos ovejas y pastores, pescados y pescadores a la vez:
  • Los sacerdotes están llamados a ser pastores más que pescadores, que alimenten con la Palabra y los Sacramentos al rebaño. También, si surge, a salir en busca de la "oveja perdida", de aquél que se aleja de la Iglesia.
  • Los laicos cristianos estamos llamados a ser pescadores de hombres, porque estamos integrados en la sociedad (el mar) y tenemos barca (la Iglesia) para surcarlo y red (la Palabra) para pescar. 
¿Estoy dispuesto a dejarlo todo y ser un pescador de hombres? ¿Escucho a Jesús y me embarco? ¿Voy mar adentro, confiando en que el Espíritu Santo me guiará para saber dónde y cuándo lanzar la red?

Dejo esta canción que muchos conocemos:

https://www.youtube.com/watch?v=s6qRMHpV7Pc

Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos.
Tan sólo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a los ojos,
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca.
Junto a tí, buscaré otro mar.

Tú sabes bien lo que tengo.
En mi barca no hay oro ni espadas.
Tan sólo redes y mi trabajo.

Señor, me has mirado a los ojos...

Tú necesitas mis manos,
mi cansancio que a otros descanse.
Amor que quiera seguir amando.

Señor, me has mirado a los ojos...

Tú, pescador de otros lagos,
ansia eterna de almas que esperan.
Amigo bueno que así me llamas.

Señor, me has mirado a los ojos...

Junto a Tí buscaré otro mar.

(Pescador de hombres, Cesáreo Gabaráin )

sábado, 1 de septiembre de 2018

¿HAY PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN ESPAÑA?

“Si a mí me han perseguido, 
también os perseguirán a vosotros” 
(Juan 5, 8-25)

A menudo, cuando se habla de persecución religiosa, se piensa en asesinatos de curas o monjas a manos de extremistas republicanos, o en muertes de cristianos a manos de radicales yihadistas... se piensa en países como Irak, Siria, Egipto, Nigeria, India, Pakistán, China, Corea del Norte, Eritrea, Turquía, Arabia Saudí, Irán y Sudán..

Sin embargo, basta con echar un vistazo a nuestro país para ver un hostigamiento en toda regla: colegios sin crucifijos, navidades sin belenes, profanación de iglesias y tumbas, ofensas a los sentimientos religiosos, pintadas en fachadas, ataques a basílicas… ¿Acaso no es esto persecución religiosa en España?

España es además el segundo país de Europa con más ataques a iglesias católicas después de Francia, según un informe del Observatorio de la Intolerancia y la Discriminación contra los Cristianos en Europa, con sede en Viena.
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En España la libertad religiosa está seriamente amenazada a causa del laicismo agresivo impulsado por e
l gobierno español y sus aliados, quienes tratan de marginar la religión de la vida pública y ridiculizar a los católicos. 

Su intención no es otra que desenterrar el odio y la persecución a la fe que se produjo durante la Guerra Civil, en la zona bajo control del Frente Popular donde un total de 11.743 personas fueron vilmente asesinadas por odio a la fe católica. Casos completamente documentados, de los cuáles, 6.832 fueron religiosos (4.184 sacerdotes, 13 obispos y 2.365 religiosos) 3.911 seglares y casi 1.000 seminaristas.

Es cierto que en la actualidad no hay muertes por causa religiosa pero debemos tener muy en cuenta la forma característica de actuar de la "Revolución", que se metamorfosea una y otra vez, dando la apariencia de desaparecer para emerger con mayor furiaensañamiento, hostigamiento y rencor. ¿Vamos a esperar muertes para sentirnos perseguidos?

La persecución religiosa no surge de la nada ni se realiza de forma directa, sino a través de distintas fases en las que, poco a poco, crece y se desarrolla. Veamos:

Señalar

Imagen relacionadaLa estrategia de esta primera fase es definir al grupo/persona susceptible de ser perseguido: se trata de generalizar para describir, de estandarizar para señalar, de estereotipar para identificar, de simplificar para calificar, de caricaturizar para marcar, de ridiculizar para señalar. 

Los cristianos somos caricaturizados y ridiculizados mediante la utilización de  generalizaciones y estereotipos, que tienen como objetivo preparar la siguiente fase: la calumnia y la difamación.

Desprestigiar

Imagen relacionadaLa siguiente fase es desprestigiar y estigmatizar al grupo, denigrar y desacreditar con aspectos negativos, difamar y calumniar con informaciones falsas, convenientemente utilizadas para alcanzar sus intereses persecutorios.

Y así, a los cristianos se nos calumn
ia acusándonos de homófobos, sexistas, radicales, retrógrados, anticuados, hipócritas, reprimidos, represivos, inquisidores, gente de mente cerrada, enemigos de la libertad, intolerantes, racistas… enemigos del progreso y de la ciencia e incapaces de ver más allá de la fe. 

El objetivo de esta fase es producir indignación y odio contra los cristianos, generar actitudes anti-católicas que den paso a la siguiente fase: la discriminación y la marginación.

Marginar

Resultado de imagen de ataque al valle de los caidosEl siguiente paso es relevar, marginar, discriminar y confinar a los católicos a los márgenes de la sociedad pública. Se trata de provocar un sentimiento generalizado de arrinconar la fe al ámbito privado, de generar una idea global de que la religión no tiene sentido en este mundo y que por tanto, cualquier aspecto relevante o que recuerde a ella debe desaparecer a la fuerza.

Es en esta fase cuando emergen la intolerancia y la intransigencia hacia la religión y hacia Dios, que conducen a la siguiente fase: la criminalización y penalización.

Criminalizar

La siguiente fase es la legaliza. Se trata de ilegalizar, criminalizar, deslegitimizar y penalizar la fe:
  • obligando, por ley, a los colegios la retirada de todos los símbolos religiosos (crucifijos, imágenes, etc.), imponiendo la ideología de género, obviando una enseñanza de la religión.
  • exigiendo a los hospitales católicos y clínicas provida la obligatoriedad de informar acerca del aborto y sus posibilidades.
  • imponiendo a los farmacéuticos la venta de "anticoncepción de emergencia" (píldora del día después) a los adolescentes o incluso a los menores.

Perseguir abiertamente

La última fase es la penalista. Se trata de imponer sanciones, multas, arrestos, detenciones e incluso cárcel por crímenes de odio por predicar la doctrina católica en temas como la homosexualidad

La persecución va aumentado gradualmente para todo aquel que no comulgue con el "pensamiento único".

El objetivo último es destruir la fe, crucificar a Cristo, matar a Dios. Y si para ello, es necesario matar personas, lo harán. No me cabe la menor duda.

Cristo sufrió en su pasión todas estas fases y finalmente murió, como estaba escrito. Sin embargo, y para desgracia del Enemigo, su muerte en cruz no sólo no fue una derrota sino que con su resurrección, venció.

El Enemigo está ya derrotado. Esa es nuestra fe y nuestra esperanza incluso aunque nos persigan. Aunque nos maten.

JHR

viernes, 31 de agosto de 2018

SENTARSE EN PRIMERA FILA

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"Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, 
allí estoy yo en medio de ellos"
(Mateo 18, 20)

Cuando compramos entradas para un partido de fútbol, para el teatro o para un concierto, siempre intentamos conseguirlas en primera fila. Queremos que sean las mejores y de hecho, normalmente, son las más caras. 

Sin embargo, en la Iglesia, ocurre muchas veces todo lo contrario. Sorprende ver cómo en misa las tres primeras filas de bancos casi siempre están vacías. Frecuentemente, se observa que las personas se colocan lejos del altar y en un lugar alejado del resto de los asistentes. 
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Da la impresión de que el pueblo de Dios está "desperdigado" y "repartido" por todos los rincones de la iglesia, de que no tenemos nada que ver los unos con los otros, de ser una reunión de "extraños". ¿Por qué nos asusta sentarnos "delante"? ¿Por qué nos sentamos separados unos de otros? ¿Nos da miedo el cura, el altar, la gente...o Dios?

Pudiera ser que tomáramos al pie de la letra la escena evangélica que narran el reproche de Jesús a los fariseos porque buscan los primeros puestos (Mateo 23, 6; Lucas 11, 43). Pero no creo que sea éste el caso, si nuestra intención no es la de "figurar".

Pudiera ser que pensáramos que los primeros bancos están reservados para alguien importante, para las personas mayores o para el coro. Pero no creo que sea éste el caso, si la iglesia no está llena a rebosar.

Pudiera ser que nos diera vergüenza ser vistos o escuchados por los demás cuando participamos, rezamos o cantamos en misa. Pero no creo que sea éste el caso, si nuestra atención está centrada en dar gloria y alabanza a Dios.


Pudiera ser que quisiéramos tener el menor contacto posible con el resto de los asistentes, no sentarnos a lado de otras personas para no tener que mirarlas, para no tener que saludarlas, para no tener que darles la paz. Pero no creo que sea éste el caso, si las miramos como parte de nuestra familia, a quienes queremos y apreciamos.


Pudiera ser que no deseáramos que nos pidieran salir a leer las lecturas, las preces o las moniciones. Pero no creo que éste sea el caso, si nuestra intención es participar activamente del banquete del Señor. 


Pudiera ser que nuestra intención fuera permanecer al final del templo para salir deprisa, una vez "cumplido" nuestro compromiso de asistir a misa. Pero no creo que sea éste el caso, si nuestro interés está centrado en ser parte de la comunidad parroquial y en compartir nuestra fe con otros.

Pudiera ser que pensáramos que la Eucarist
ía "no va con nosotros" sino que es todo labor del sacerdote. Qué nosotros, con ir...ya cumplimos. Pero no creo que sea éste el caso, si somos conscientes de que Cristo sí "va con nosotros"

Pudiera ser el caso... q
ue no llegáramos a comprender la verdadera importancia de la Eucaristía
  • donde se centra nuestra vida cristiana.
  • donde el mismo sacrificio de Jesús se hace presente.
  • donde Dios mismo se hace presente 
  • donde vamos a encontramos con Él. 
  • donde escuchamos su Palabra y lo que nos dice personalmente a cada uno.
  • donde le damos gracias y le pedimos su misericordia.
  • donde ofrecemos nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde como sacrificio.
  • donde le cantamos y le damos alabanza.
  • donde le pedimos por nuestras necesidades y las de otros.
  • donde le pedimos la paz y la compartimos con nuestros hermanos.
  • donde somos una comunidad fraterna, una familia que se congrega en torno al altar para saludarnos, para hablarnos, para amarnos unos a otros. 
  • donde participamos activamente del banquete que Dios prepara para nosotros. 

Nos lamentamos de ver iglesias cerradas o vacías y sin embargo, no somos capaces de ver a Cristo presente, de hablar con Él, de interactuar con otros en misa, de "compartirnos", de "darnos" a nuestros hermanos.

¿No sería maravillosa si nuestra actitud en misa fuera siempre de "donación", de entrega", de "agradecimiento", de "acogida" a Dios y a nuestros hermanos en la fe?

¿No sería beneficioso para nosotros tratar siempre de elegir los lugares más cercanos al altar para poder ver y escuchar mejor, para estar más cerca del Señor, para concentrarnos mejor en el misterio que allí sucede?

¿No sería generoso por nuestra parte si nos sentáramos al lado de quienes están solos, para saludarles, para acompañarles, para hacerles sentir nuestro aprecio y su pertenencia a nuestra propia familia?

¿No sería alegre y gozoso poder compartir nuestra fe, esperanza y caridad con nuestros hermanos?

viernes, 24 de agosto de 2018

NEGAR EL PECADO

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"Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna. 
Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, 
mentimos y no obramos la verdad. 
Si decimos: 'No tenemos pecado', 
nos engañamos y la verdad no está en nosotros.
Si reconocemos nuestros pecados, 
fiel y justo es él para perdonarnos los pecados 
y purificarnos de toda injusticia. 
Si decimos: 'No hemos pecado', 
le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros." 
(1 Juan 1, 5-10)
El apóstol Juan lo deja claro: no se puede estar en la Luz y a la vez, en la oscuridad. No se puede estar en pecado y, a la vez, estar con Dios.

El pecado es una ofensa, un desprecio y un rechazo a Dios. Es la negación del amor a Dios para afirmar un amor desordenado a nosotros mismos. Por tanto, el pecado es un alejamiento de Dios. Dios no está donde hay pecado.

Desgraciadamente, cada vez más, estamos acostumbrándonos a que nuestra sociedad, con sus tendencias, con sus ideas y con sus leyes, niegue el pecado de manera continua e insistente. De hecho, muchos evitan pronunciar esa palabra y hablar de él.

Pero, negar el pecado no es católico, no es cristiano. Al contrario, es una variante actual de la antigua mentira de Satanás en el Edén"no moriréis". Negar el pecado es creer al Diablo y por tanto, alejarse de Dios, es decir, negar el pecado también es pecado.

Negación del pecado

El Catecismo define la negación del pecado como la "ignorancia fingida y dureza de corazóndescrita en la Palabra de Dios (Efesios 4, 17-19; Hebreos 3, 12-13; Jeremías 5, 23).

Dios es muy claro: el pecado tiene su origen en un corazón "indómito, rebelde y endurecido" y su desarrollo, en una ignorancia fingida que aleja de Dios, al dejarse seducir por la inmoralidad, en todo su amplio sentido.

Por el contrario, existen muchas ideologías y teorías que niegan la realidad del pecado, y afirman su rechazo a Dios, por innecesario o por ineficaz:

-el ateísmo niega la existencia de Dios, y por tanto, también el pecado, ya que sólo se puede pecar contra Dios. Sin Dios, no hay pecado.

-el determinismo que niega la existencia del libre albedrío, por lo que el hombre, al ser esclavo de las circunstancias internas y externas no es responsable del pecado. Dios nada puede hacer por cambiarnos, pues esta­mos absolutamente condicionados, y no somos libres.

Imagen relacionada-el liberalismo, contrario al anterior, que niega el reconocimiento de la soberanía de Dios sobre el hombre y estima lícito pensar y obrar como si Dios no existiese ya que el hombre es libre.

-el gnosticismo que afirma que el hombre se salva mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino. El hombre se salva a sí mismo.

-el pelagianismo/secularismo que niega el pecado original y la gracia, afirmando que el hombre se basta a sí mismo para salvarse. Todo es mérito de cada individuo.

-e
l hedonismo que niega el dolor y el sufrimientoaboga por la “expresión libre de la individualidad”, es decir, despojarse de las inhibiciones o complejos, “ceder a la tentación", justificando la inmoralidad y el disfrute de los placeres y por ello, borrando la línea que separa del bien y del mal, lo justo de lo injusto, justificando el pecado como “debilidad inocente”.

-el luteranismo/protestantismo que niega que la regeneración del pecador por la gracia divina y que, en el fondo, niega la eficacia y la omnipoten­cia de la misericordia de Dios frente la miseria del hombre degradado por el pecado, porque, después de justificado, éste continúa no siendo libre, sino esclavo del pecado.

Tibieza

El pecado es traicionar a Dios deliberadamente (mortal) o consentidamente (venial), conduce a la pérdida de la gracia y, por tanto, a la tibieza. Algo que odia Dios (Apocalipsis 3,16).

Resultado de imagen de negacion del pecadoEl tibio, en el que confluyen todos los "ismos" que niegan el pecado, consiente repetidamente el pecado venial, lo que le conduce irremediablemente al pecado mortal, traicionando a Dios deliberadamente y justificando cualquier falta de coherencia con la vida cristiana.

El tibio niega el pecado origin
al (que se contrae), el habitual (que se comete) y el de omisión (que se ignora o silencia), olvidando que todos son producto de una voluntad desordenada, soberbia y rebelde que se ampara en un erróneo concepto de la misericordia divina: "Todo lo perdona Dios". Dios perdona todo siempre que haya acto de contrición, verdadero arrepentimiento y auténtica voluntad de cambio.

Por tanto, l
a pérdida del sentido del pecado es un voluntario oscurecimiento de la conciencia que lleva al hombre –por su soberbia– a negar u obviar el pecado. La negación del pecado provoca "una facilidad para el pecado y engendra el vicio por la repetición de actos e inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta su raíz" (CIC, 1865).

El
 pecado es un acto personal y voluntario de cada uno, pero un cristiano tiene "una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos participando directa y voluntariamente; ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos; no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo; y protegiendo a los que hacen el mal" (CIC, 1868).

Por causa de la tibieza, son m
uchos los  cristianos que han perdido la fe sin enterarse realmente de que la han perdido.

Tentación


La principal causa del pecado es la tentación, que es la incitación al mal. Aunque "la causa del pecado está en el corazón del hombre" (CIC, 1873), éste puede ser atraído por bienes aparentes.

La atracción
 de la tentación es fuerte pero no obliga a pecar: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, junto con la tentación os dará también la fuerza para poder soportarla" (1 Corintios 10, 13). Si no se buscan, y se aprovechan como ocasión de esfuerzo moral, pueden tener un significado positivo para la vida cristiana.

Las causas de las tentaciones pueden reducirse a tres (1 Juan 2, 16):

-
 El “mundo", que nos arrastra a un vida materialista y pagana. Se vence con el abandono a la providencia divina.
- El demonio, que instiga al pecado pero no tiene poder para hacernos pecar. Se vence con la oración.
- La “carne" o concupiscencia, que nos arrastra a una falsa libertad hedonista. Se vence con la mortificación y la penitencia.

El cristiano debe luchar contra la tentación, evitar su consentimiento, que supone la adhesión de la voluntad a la complacencia y huir de ellas, que supone un gran riesgo de caer en el pecado.


Para combatirla es preciso ser humildes y sinceros con Dios y con nosotros mismos, y así, se nos revela aquello que la soberbia quiere ocultar como pecado y evitar el riesgo de provocar la deformación de la conciencia.

Libertad


Nuestro mundo está inmerso en una patente y gran contradicción en referencia a la libertad, que pasa inadvertida para muchos. Por un lado, afirma que el hombre no es libre ni responsable de sus actos, sino que está absolutamente determinado y condicionado. Por otro lado, afirma con igual énfasis que el mayor valor del hombre es la libertad… 

Imagen relacionadaLa verdadera libertad corresponde al concepto tradicional de la fe cristiana: "La libertad es una capacidad original de la persona para autodeter­minarse hacia el bien entre diversas opciones posibles". La libertad se perfecciona eligiendo el bien; se deteriora y se pierde ejercitando el mal, convirtiendo al hombre en esclavo de sus decisiones.

E
l hombre es libre o está llamado a ser libre porque es la única criatura del mundo hecha a "imagen y semejanza" del Creador de todo. El pecado original dejó herida la libertad del hombre (Romanos 7,15-23) pero éste sigue siendo libre y responsable de sus actos, meritorios o culpables, y capaz de conocer su necesidad de ser salvado con el auxilio de la gracia de Dios.

La falsa libertad corresponde al concepto equívoco del pensamiento moderno, formulado por pensadores y filósofos como Spinoza, Hegel, Marx, Engels, Freud, etc.: "el hombre no es libre porque no tiene capacidad real para au­todeterminarse y al mismo tiempo, la libertad radica y determina absolutamente el pensamiento y la conducta de los hombres, en lo absolutamente incondicionado: la Naturaleza para Spinoza, la Idea para Hegel, la Lucha de clases para Marx, el subconsciente para Freud..."
Resultado de imagen de negacion del pecadoEl hombre no es libre, sino que tan sólo posee una conciencia ilusoria de ser libre. Sólo las ideas del hombre actual son realmente libres: "la ética médica sin prejuicios", "el sexo sin tabúes", "la moral creativa y abierta", "la autoeducación", "la soberanía popular", "la voluntad mayori­taria", "la autodeterminación subjetiva del género", la prefe­rencia personal heterosexual/homosexual", "el matrimonio libremente disoluble", "el aborto libre"... porque no están sujetos a nada, a ninguna ley divina o humana, ni siquiera a la presunta naturaleza de las cosas.

Al mismo tiempo, deben imponerse a todos y cada uno de los hombres, en virtud precisamente de la libertad, esto es, para hacerlos libres. Por tanto, estos son principios libres en cuanto que, al erigirse a sí mismos en absolutos, niegan a un tiempo la soberanía de Dios sobre el mundo y la libertad real de la persona. 
El pensamiento actual del mundo no cree ni en la gracia de Dios ni en la libertad del hombre; es decir, no cree ni en Dios ni en el hombre. Si negamos a Dios, cabe negar al hombre, que es su imagen. Y, por tanto, toda la espiritualidad cristiana se derrumba si cae la fe en la gracia divina, que es el reconocimiento de la libertad humana. En efecto, todo acto de fe es puro don de Dios, pero es un don que sólo el ser humano, por su naturaleza racional y libre, está en disposición de recibir. 
Por eso, el cristiano mundanizado no es capaz de mantener su fe en Dios (gracia) ni su fe en el hombre (libertad). En el mejor de los casos, mantiene como puede su fe en Dios en un convencimiento teórico y por tanto, no asumen su responsabilidad, no se sienten culpables, ni necesitados de conversión, ni creen en la posibilidad de cambiar con el auxilio de la gracia, en la que tampoco creen. En el peor de los casos, se convierte en un ateo práctico, o si se quiere, un cristiano no-practicante. Es decir, en un tibio.

Mujer no-responsableEl cristiano mundanizado o tibio, desviado del concepto cristiano de libertad-responsabilidad, respira una atmósfera mental en la "no me arrepiento de nada" convencido de que está condicionado y como no es libre, no es culpable ni responsable de sus actos, y por ello, no tiene que dar cuenta de ellos ante nadie, ni ante Dios, ni ante la sociedad, ni ante sí mismo.

El tibi
o, mediatizado por el mundo, está convencido de que él no es un pecador, sino un enfermo, un producto del ambiente, una víctima de la culpabilidad colectiva, anónima, impersonal, estructural.

El tibio, al no considera
rse pecador, no puede creer en la gracia divina y por tanto, vive cerrado a la acción de la gracia divina. Sólo cuando le interesa o cuando es interpelado, acude a una falsa "misericorditis" divina por la cual, en todo caso, Dios lo perdona todo. Se encuentra sumergido profundamente en una fe a la medida basada en su máxima de libertad de pensamiento que trata de convertir "miseria" en "misericordia". En el fondo, el tibio es un apóstata

La vida cristiana es absolutamente estéril cuando falla la fe en la gracia de Dios y en la libertad del hombre y se convierte en apostasía.


El hombre no sólo debe huir del pecado, sino también de la cómoda ignorancia que le mantiene espiritualmente inmaduro, de la tibieza que le esclaviza profundamente, de la desesperada búsqueda de una falsa libertad que no puede hallar, de la orgullosa negativa a una auténtica conversión que le haga cambiar de mentalidad y de vida, de la soberbia blasfema que le impiden ver y estar en la presencia de Dios.