¿QUIÉN ES JESÚS?
miércoles, 2 de diciembre de 2020
¡BENDITA LOCURA!
EN EL HOGAR DE NAZARET
martes, 1 de diciembre de 2020
TEOLOGÍA PAULINA (2): DOCTRINA MORAL Y ESCATOLÓGICA
- apostasía general (2 Tes 2, 3)
- aparición del Anticristo (2, 3-12)
- conversión de los judíos (Rom 11, 26)
- El juicio será universal, ni los justos ni los réprobos lo eludirán (Rom 24, 10-12), ni siquiera los ángeles (1 Co 6, 3); todos los que comparezcan deberán dar cuenta de la utilización de su libertad.
- El juicio será según las obras: esta es una verdad reiteradamente expuesta por San Pablo hablando de los pecadores (2 Co 11,15), de los justos (2 Tim 4, 14), y de todos los hombres en general (Rom 2, 6-9). San Pablo considera dos justificaciones, la primera, necesariamente gratuita dado que el hombre era incapaz de merecerla (Rom 3, 28; Gal 2, 16), y la segunda, de acuerdo con sus obras (Rom 2, 6: kata ta erga), dado que el hombre, una vez ornado con la divina gracia es capaz de mérito como de demérito. La recompensa celestial es "una corona de justicia que el Señor, juez justo, otorgará" (2 Tim 4, 8) a aquellos que la hayan ganado legítimamente.
lunes, 30 de noviembre de 2020
TEOLOGÍA PAULINA: DOCTRINA CRISTOCÉNTRICA
Cristo es la imagen del Padre invisible (2 Co 4, 4; Col 1, 15); Él es el hijo, el hijo mismo, el bienamado y lo ha sido siempre (2 Co 1, 19; Rom 8, 3, 32; Col 1, 13; Ef 1, 6).
-eterno: es el "primógenito" y existe antes de todos los tiempos (Col 1, 15-17).
- la muerte de Cristo es un sacrificio (como los de la antigua ley) para expiar el pecado y para hacernos propicios a Dios. Rom 3, 25 expresa el doble concepto (1) del sacrificio y (2) del sacrificio expiatorio, que son la raíz misma de la enseñanza paulina y de todo el Nuevo Testamento. Cristo fue quien tomó la iniciativa de la misericordia, instituyendo el sacrificio del Calvario y dotándolo de un valor expiatorio.
- la muerte de Cristo representa la redención, el pago del rescate que da como resultado la liberación del hombre de su servidumbre anterior (1 Co 6, 20; 7, 23; Gal 3, 13; 4, 5; Rom 3, 24; 1 Co 1, 30; Ef 1, 7, 14; Col 1, 14; 1 Tim 2, 6).
- Cristo parece sufrir en nuestro lugar, como castigo por nuestros pecados. Parece sufrir una muerte física para salvarnos de la muerte moral del pecado y preservarnos de la segunda muerte, la eterna. La transferencia del castigo de una persona a otra es una injusticia y una contradicción, dado que el castigo es inseparable de la falta y que un castigo inmerecido no es ya más un castigo. Por otro lado, San Pablo no dice nunca que Cristo murió en nuestro lugar (anti), sino sólo que murió por nosotros (hyper) a causa de nuestros pecados.
- Dios toma la iniciativa; Él ofrece a su Hijo; Él va a manifestar su justicia, pero le inclina a ello su misericordia. Es, pues, incorrecto o más o menos inadecuado decir que Dios estaba ofendido con la raza humana y que se apaciguó solamente a causa de la muerte de su Hijo.
- Cristo es nuestra redención (apolytrosis), es el instrumento de la expiación y de la propiciación (ilasterion), y lo es a causa de su sacrificio (en to autou aimati), el cual no se parece en nada al sacrificio de animales irracionales; deriva su valor de Cristo, que lo ofreció por nosotros a su Padre en la obediencia y el amor (Fil 2, 8; Gal 2, 20).
- El hombre no es un elemento meramente pasivo en el drama de la salvación; él debe entender la lección enseñada por Dios y apropiarse, por la fe, del fruto de la redención.
- sumisión del intelecto a la palabra de Dios
- abandono del creyente a su salvador que promete asistencia
- acto de obediencia por el que el hombre acepta la voluntad divina.
domingo, 29 de noviembre de 2020
APOCALIPSIS: LA TIERRA, CONTEMPLADA DESDE EL CIELO
Nos introducimos de nuevo en la Revelación de Dios a los hombres, penetrando en el misterio del Apocalipsis de San Juan. Haciendo una lectura espiritual, teológica y litúrgica profundizamos en el mensaje del "vidente de Patmos", para descubrir cómo el libro, lejos de ser una visión catastrófica y desoladora, es un motivo de regocijo y alegría para toda la humanidad.
El Apocalipsis es una visión no tanto del fin del mundo ni de cataclismos, como de la afirmación del Reino de Dios. No habla tanto de desastres, calamidades o castigos de Dios como de la "catástrofe interior", que es la caída o pérdida de la fe.
El Apocalipsis es una guía para desenmascarar el poder seductor del Imperio, que pretende presionar, persuadir, controlar y arrinconar al cristiano para que apostate de Dios y dé culto a Satanás.
El Apocalipsis es una constatación del surgimiento de la "Bestia", la manifestación del Dragón como un imperio cultural, un poder persuasivo e ideológico, un dominio perverso y malvado, una propaganda antidivina, a la que ninguno somos inmunes.
El Apocalipsis es un camino hacia el gozo a través de la resistencia, que nos ofrece estrategias para resistir la influencia del Imperio y liberarnos de su sugestión, y que concluye con la instauración de la "ciudad santa", la nueva Jerusalén: La Iglesia es la esposa del Cordero, el lugar de la verdadera intimidad con Dios. Estamos todos invitados a entrar y pertenecer a Ella, porque somos ciudadanos del Cielo.
El Apocalipsis es un compendio histórico que nos presenta dos caras: la cara oculta (sufrimientos, tribulaciones y llantos) y la cara luminosa (cantos de alabanza, oraciones y gloria), para mostrarnos que el sufrimiento no tiene la última palabra, sino que es el paso a la felicidad. Sin Cruz no hay Resurrección.
El Apocalipsis es una invitación a la conversión, un estímulo para el arrepentimiento y al crecimiento en el amor, un cambio radical de mentalidad, una transformación en un cristiano "místico", aquel que tiene los ojos abiertos hacia Dios, aquel que penetra en el misterio revelado, aquel que "tiene oídos y oye", aquel que se esfuerza en cambiarse a sí mismo para cambiar el mundo, aquel que anhela una vida nueva en un mundo nuevo.
El Apocalipsis es un vademécum sobre el "discípulo ideal", el "cristiano apocalíptico" que "se vuelve", " se convierte" y se postra ante la voz del Resucitado, aquel que "se deja tocar" por el Maestro, aquel que permite al Señor entrar en las profundidades de su corazón y establecer con Él una comunión íntima, aquel que no tiene miedo porque Cristo está "de pie" en medio de la Iglesia, aquel que es "santo"..
El Apocalipsis es un escrito sobre la "comunidad ideal", la "Iglesia fiel" que comparte la fidelidad al Reino de Dios en medio del "reino de la Bestia", aquella que comparte fatiga, persecución y tribulación por causa de Su nombre, aquella que se reúne "el día del Señor" para la alabanza eucarística, aquella que es, al mismo tiempo, divina y humana, brillante y opaca, santa y pecadora.
El Apocalipsis es la manifestación de Dios Jesucristo, quien con poder y autoridad, nos habla desde el cielo y nos convoca, a la comunidad reunida en oración, a la celebración litúrgica, para acoger su Palabra y recibir su Presencia en nosotros y con nosotros.
Fuente:
-El Apocalipsis de San Juan (Emilio Aliaga, edición Verbo Divino)