¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 31 de agosto de 2025

¿HA PERDIDO EMAÚS SU ESENCIA?

"Todo el que viene a mí, 
escucha mis palabras y las pone en práctica... 
se parece a uno que edificó una casa: 
cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; 
vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, 
y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida. 

El que escucha y no pone en práctica 
se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, 
sin cimiento; arremetió contra ella el río, 
y enseguida se derrumbó desplomándose, 
y fue grande la ruina de aquella casa" 
(Mt 6,47-49)

Me temo que este artículo provocará algunas controversias y muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero desde mi reflexión personal me siento en la obligación de encender los "warnings", quizás porque llevo mucho tiempo desanimado, desalentado y desmotivado a la vista de los derroteros que está tomando Emaús y hacia dónde se dirige...y me entristece el corazón.

Siempre digo (y no me cansaré nunca de decirlo) que Emaús es sólo el "trailer", que es tan sólo un método, que es sólo el principio del camino pero no es un fin en sí mismo, algo que muchos parecen no haber asumido. También, siempre digo que Emaús no va de números ni de cantidades, ni de "hacer retiros", algo que muchos parecen no haber asumido.

Hace ya más de siete años de la publicación de mi articulo ¿Corre peligro Emaús?en el que reflexionaba y meditaba sobre las posibles amenazas de convertir esta obra de Dios en un producto de hombres y, desgraciadamente, casi todas ellas se han ido cumpliendo, aunque no ocurran en todos los retiros de Emaús. 

Y creo que Emaús ha perdido la esencia (o la está perdiendo) porque:
  • hemos caído en una cierta "rutina evangelizadora", hemos abandonado sus sólidos cimientos originales y los hemos sustituido por nuestros "cimientos de arena"
  • hemos ido añadiendo nuestros propios criterios, opiniones y ocurrencias, convirtiéndolo en un método sincretista, entre lo profano y lo espiritual
  • hemos caído en el "efecto gravitatorio", en una especie de "rueda de hámster" sobre la que caminamos pero no avanzamos ni llegamos a ninguna parte...volvemos siempre al mismo sitio
  • hemos convertido el retiro en un "subidón espiritual", donde nos ponemos el "polo de cristianos" y "servimos", pero una vez fuera, nos desinflamos y nos olvidamos de Dios
  • hemos pasado a ser "católicos ocasionales" (un día a la semana, dos fines de semana al año), pero con escasa asistencia a los sacramentos (también, un día a la semana - eucaristía -, y algunos meses al año - confesión -)
  • nos reunimos semanalmente en nuestro club social, pero no adquirimos ningún compromiso con la parroquia ni con sus miembros, hasta el punto de que somos absolutos desconocidos para ellos
  • vivimos nuestra fe sólo en "Emaús", pero no buscamos el crecimiento espiritual, la constancia en la oración, la lectura de la Sagrada Escritura o la participación en las pastorales parroquiales
  • nos hemos transformado en "Judas" que caminamos junto al Señor pero no le amamos de corazón y, a la menor oportunidad (tras el retiro), le traicionamos
  • nos hemos apropiado del mérito, del protagonismo y de la gloria evangelizadora, buscando "deslumbrar" en lugar de "alumbrar", ansiando reconocimiento y admiración 
  • invitamos a caminar a todo tipo de personas, buscando más lo cuantitativo que lo cualitativo: el objetivo es llenar el retiro
  • nos hemos dedicado a "opinar", a "cumplir" y a "adquirir veteranía", olvidando rezar, obedecer y ser humildes
  • nos hemos convertido en "activistas espirituales descabezados" que hacemos cosas sin sentido, decimos "tópicos" sin propósito y no avanzamos en nuestra relación con Dios
  • hemos inventado un hipermercado de experiencias espirituales, "variantes de retiros especializados" según la vocación, la edad o el estado (de sacerdotes, de matrimonios, de niños, de discapacitados...) pero hemos olvidado construir comunidad
  • hemos adquirido una actitud de superioridad farisea sobre el resto de los métodos evangelizadores o sobre otros carismas, creyendo que Emaús es "lo más cristiano"
  • hemos obviado qué hacer con todas las personas tras el retiro, sobre todo, en cuestión de formación catequética, itinerarios de discipulado, compromiso eclesial y sacramentalidad
Quiero seguir manteniendo mi esperanza y mi confianza en Dios, sabiendo que el Señor se encargará de solucionar cualquier problema. Mientras tanto, seguiré rezando con los Salmos: 
"Vigilaré mi proceder, para no pecar con mi lengua; pondré una mordaza a mi boca. Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida, para que comprenda.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Tú eres mi confianza. Líbrame de mis inquietudes, no me hagas la burla de los necios. Enmudezco, no abro la boca, porque eres tú quien lo ha hecho. 
Escucha, Señor, mi oración, haz caso de mis gritos, no seas sordo a mi llanto; porque yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres" 
(Sal 39,2-14) 
"Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito: me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.  
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número. 
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; entonces yo digo: 'Aquí estoy para hacer tu voluntad'. 
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. 
No me he guardado en el pecho tu justicia, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. 
Tú, Señor, no me cierres tus entrañas; que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre, porque me cercan desgracias sin cuento. Se me echan encima mis culpas, y no puedo ver; son más que los pelos de mi cabeza, y me falta el valor. 
Señor, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes"
(Sal 40, 2-18)

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Emaús es sólo el trailer

jueves, 22 de agosto de 2024

EVANGELIZACIÓN: LO QUE FUNCIONA Y LO QUE NO


Desde hace poco más de una década, tras mi conversión, a pesar de mi inicial reticencia y de mi escaso conocimiento sobre la fe, el Señor me llamó, de una forma muy directa en un retiro de Emaús a evangelizar. 

Sin apenas darme cuenta, Dios ha ido preparándome y capacitándome para poder cumplir la misión a través de: formación teológica, mariológica, litúrgica y bíblica, discipulado, grupos de fe y de Lectio Divina, servicios pastorales parroquiales y diocesanos, peregrinaciones, lecturas espirituales, congregaciones religiosas, encuentros y métodos de nueva evangelización (ENE, Alpha, Emaús, Effetá)... 

Después de todos estos años, uno se da cuenta de que España, y Occidente en general, han dejado de ser eminentemente católicos y han pasado a ser religiosamente indiferentes, tibios o agnósticos, mientras la Iglesia sigue manteniendo métodos, estructuras y lenguajes que "no llegan", que "no funcionan" y que no producen "frutos". Casi todos los sacerdotes han sido formados como si estuviéramos en el antiguo régimen de la Cristiandad y dan por hecho muchas cuestiones de los fieles que no se corresponden con la realidad. 

Es sorprendente comprobar hasta qué punto las personas carecen de una mínima formación cristiana en lo relativo a la liturgia, los sacramentos, la oración, la Escritura, etc. Y es porque nadie se lo ha enseñado. Y es que todos hemos dado por hecho que la civilización occidental sigue siendo cristiana. Y eso ya no es así.

Un estudio científico llamado "Buenas Prácticas en Parroquias", de febrero de 2023 sobre cómo evangelizan las parroquias, qué prácticas tienen, como renuevan sus estructuras, etc. demuestra que de las 22.000 parroquias existentes en España, tan sólo 300 han empezado alguna forma de "conversión pastoral y renovación misionera", a través de métodos kerigmáticos, itinerarios de discipulado, cambios de estructuras que no favorecen la transmisión de la fe, grupos de liturgia y de Biblia, formación de evangelizadores...

Es cierto, que tras varios lustros de nueva evangelización, se aprecia esta renovación pastoral en algunas parroquias que crecen orgánicamente; quizás a paso lento, pero firme y seguro, con la guía del Señor. 

Sin embargo, aún queda mucha mies por trabajar y pocos son los obreros (cf Mt 9,37), pero no hay que perder la esperanza porque Dios nos ayuda: "El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho" (Jn 14,26).
Lo que no funciona
Lo más importante para un evangelizador es discernir lo que funciona y lo que no funciona en el terreno de misión. Lo que es cierto y seguro es que nada funciona sin el Espíritu Santo, sin una actitud de abandono en Dios y oración frecuente, de servicio y entrega altruista, y sin una disposición humilde y obediente.

No funcionan los intentos proselitistas de "convertir" a la fuerza, de convencer en lugar de contagiar, de forzar en lugar de respetar. Tampoco funcionan las antiguas pastorales de catequesis iniciáticas, sin antes entablar una relación personal con las personas que buscan a Dios. Nosotros nos interesamos por las personas pero no convertimos a nadie, es Dios quien lo hace.

La evangelización es infructuosa sin liderazgo, sin discipulado o sin acompañamiento. Esas son las claves y los frutos de la evangelización: organización, formación y caridad. 
Lo que sí funciona
Para que haya discipulado, lo primero que debe haber es una comunidad que acoja y acompañe, además de una corresponsabilidad entre sacerdotes y laicos que favorezca el crecimiento espiritual, uno liderando y otros sirviendo.

La evangelización funciona cuando nos interesamos de verdad por las personas, cuando las escuchamos. Muchos vienen con muchas dudas y preguntas sin contestar. Cuando las personas se sienten escuchadas (en una sociedad llena de ruido y que no escucha) es cuando se abren y preguntan. 

Es entonces cuando se puede empezar a hablarles, pero nosotros sólo mostramos a Cristo con nuestro testimonio de vida, para que Él responda sus dudas, mientras les acompañamos en el camino. Todo discípulo necesita un mentor, un acompañante que le sostenga y le ayude mientras "va de camino". Pero Maestro, sólo hay Uno.

Para que este discipulado sea duradero y de frutos, necesitamos colaborar con los sacerdotes, formar líderes y establecer grupos (que no coordinadores ni equipos) que utilicen todas las diferentes herramientas humanas y divinas que tenemos a nuestro alcance (cf Sal 78).

Dios nos pide un cambio de mentalidad, tanto en los sacerdotes como en los laicos. Nos pide dejar de estar aferrados a la vieja mentalidad de mantenimiento, de fe introspectiva y privada, de total inacción misionera y nulo compromiso evangelizador. 

Necesitamos directores de orquesta, no hombres-orquesta que intenten tocar a la vez todos los instrumentos. La evangelización requiere hoy una orquesta, compuesta por su director y sus solistas, sus instrumentos y sus intérpretes... formada por un líder, servidores y herramientas que "suenen" correcta y armónicamente.
Sacerdotes, laicos, diáconos, religiosos...todos "tocan", todos evangelizan. Pero en la evangelización es el párroco quien dirige y lidera la orquesta, desde la cercanía y la escucha, desde la corresponsabilidad y la delegación.

Lo que Dios nos pide
Jesús, que hace nuevas todas las cosas (cf Ap 21, 5), nos pide hacer cambios y utilizar nuevos métodos de evangelización. Nos pide hacer nueva la forma de tratar a las personas que se acercan a la Iglesia y a los sacramentos, la forma de vivir la fe comunitariamente. 

El Espíritu Santo, que ha derramado el amor de Dios en nuestros corazones (cf Rom 5,5), nos suscita, tanto a sacerdotes como a laicos, la imperiosa necesidad de cultivar la caridad: acoger, acompañar, formar y discipular, porque, por desgracia, al crecer la maldad (en el mundo), se ha enfriado el amor en la mayoría (cf Mt 24,12) de nuestras comunidades parroquiales. 

No se trata tanto de poner en marcha una pastoral de nuevos métodos que caigan en la tentación del activismo, sino de generar una nueva forma de construir auténticas comunidades cristianas.
Es nuestra misión reedificar una Iglesia que ha dejado de "salir" al mundo y que ha olvidado el "amor primero" (Ap 2,4); que se ha contagiado de los falsos ídolos del mundo (Ap 2,14-15;20-21); que se ha vuelto "autosuficiente" y "complaciente", y se cree a salvo (Ap 3,1); que se mantiene "cumpliendo" con tibieza y a duras penas (Ap 3,15-16); que sólo crece en incertidumbre, que se pone a la defensiva y no se deja corregir (Ap 3,19); que contagia compasión...más que pasión, que inspira pena...más que alegría (Ap 3,17).

Es nuestra tarea (de todos) rescatar esa mentalidad "evangelizadora" para "construir" discípulos y no para "mantener" reuniones y edificios.

Es nuestra labor (de todos) retomar esa mentalidad originaria de formar hombres apasionados de Cristo que contagien a otros y no para seguir haciendo lo que se ha hecho "siempre".

Un cristiano, por mucho que vaya a misa (más por lo que cree que debe hacer, que por creer que va al encuentro de Cristo), no es maduro hasta que no se convierte en discípulo, es decir, hasta que no está en misión, mientras se forma y contagia a otros su pasión evangelizadora

Un cristiano, por mucho que consuma sacramentos (más por inercia y tradición que por conocimiento de lo que ello supone) no es fructífero hasta que no se convierte en discípulo, es decir, hasta que no "se pone manos a la obra" y "sale" a evangelizar

Es nuestra misión (de todos) descartar lo que no funciona y asumir lo que funciona.

martes, 19 de julio de 2022

DECEPCIÓN: ENTRE LA EXPECTATIVA Y LA REALIDAD

"Esperaba la dicha, me vino el fracaso; 
anhelaba la luz, llegó la oscuridad. 
Me hierven las entrañas sin cesar, 
enfrentado a días de aflicción" 
(Job 30,26-27)

¿Quién no se ha sentido alguna vez decepcionado, desilusionado o incluso, engañado? ¿Quién no se ha sentido triste ante una situación que no se ha desarrollado como esperaba? ¿Quién no se ha sentido dolido en algún momento de la vida por una traición o infidelidad?

El diccionario de la RAE define decepción (del latín deceptio, -onis, del verbo decipere, engañar, defraudar, burlar) como el pesar o tristeza causados por un desengaño o una contrariedad. 

También, hace referencia al verbo decapere (coger, capturar), término relacionado con la caza, con la trampa o con el engaño que un cazador utiliza para capturar a su presa: el prefijo de- hace referencia a un descenso, a una caída, y capere hace referencia al hecho de coger, capturar.

Aunque es cierto que la deceptio suele producir una sensación de tristeza o incluso, de traición a causa de un desengaño por alguien querido o respetado, más bien debería provocar todo lo contrario, puesto que des-engaño significa dejar de estar engañado, salir del engaño. 

Ocurre que, normalmente, esa sensación de pesar proviene más de sentirse engañado y "capturado", de haber "caído en la trampa" y no haberse dado cuenta, que del daño propiamente infringido por el otro. Incluso, a veces, es el resultado de un auto engaño.
Sin embargo, yo prefiero decir que la decepción es la distancia entre la expectativa y la realidadEl camino entre la esperanza depositada en el ser humano y su propia naturaleza caída. 

La historia universal nos muestra en numerosas ocasiones y de forma fehaciente que el hombre es decepcionante por naturaleza: con el prójimo, consigo mismo y con Dios.  Y mi experiencia personal, también lo corrobora por la cantidad de veces que he decepcionado a otros y por las que me he sentido decepcionado, defraudado o traicionado por otros. Sin ir más lejos, ahora mismo, según escribo este artículo.

No obstante, se me hace imprescindible escuchar y aprender de la pedagogía divina. Y para eso, Dios nos ha regalado Su Palabra. No hago mas que recordar el pasaje de los discípulos de Emaús cuando, de camino hacia su aldea, le dicen a Jesús: "Nosotros esperábamos..." (Lc 24,21-25). Expectativas humanas...no divinas.

San Pablo en su primera carta a los Corintios nos exhorta también a no caer en la decepción, sino a amar, cuando dice: "El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca" (1 Cor 13,4-8). Amor divino...y también humano.

Y es que el amor al que los cristianos estamos llamados, para con Dios y para con el prójimo, nunca puede decir "deberías...", "tienes que...", "yo esperaba...". El amor jamás fuerza ni violenta. No impone ni exige. Y tampoco se decepciona...

Por eso, debo estar agradecido. No puedo estar decepcionado con nadie, de la misma forma que estoy convencido que Dios jamás se decepciona con ninguno de nosotros. Y no lo hace porque nos ama. Sufre, pero no por Él, que es fiel, sino por nosotros, que no lo somos. Padece, pero no por egoísmo, sino por el dolor de un Padre cuando ve a sus hijos caer una y mil veces, y aún así es capaz de dar la vida por cada uno de ellos (de nosotros).

Cuesta y no es fácil, pero así debo entenderlo: si me decepciono es porque no amo; sino porque deseo "ser amado", "ser reconocido", "ser correspondido", de un modo egoísta. Y no es ese el mensaje del amor.

Es necesario aprender del amor divino. Y es que la única expectativa que no falla, la única persona que jamás decepciona, el único que es siempre fiel, es Dios. Salir del engaño es dejarse seducir por el amor divino que, primero nos demuestra y luego nos exhorta a imitar. Se trata de, primero, dejarse amar por Dios para poder amar después al prójimo. Y amando al prójimo, amar a Dios. "La pescadilla que se muerde la cola"...

No es fácil, pero si de verdad quiero ser perfecto en el amor como mi padre celestial (Mt 5,48), tengo que huir de la decepción e imitar la regla de oro evangélica: el amor que todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

sábado, 16 de enero de 2021

¿TE HE DICHO ALGUNA VEZ QUE TE QUIERO?

"Salió de nuevo a la orilla del mar; 
toda la gente acudía a él y les enseñaba. 
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, 
sentado al mostrador de los impuestos, 
y le dijo: 'Sígueme'. 
Se levantó y lo siguió"
 (Marcos 2, 13-14)

Meditando hoy el conocido pasaje del evangelio de San Marcos, cuando Jesús le dice a Mateo "Sígueme", me ha hecho recordar el momento, hace algo más de cinco años, en el que escuché "la pregunta". 

Fue en un retiro cuando Cristo, que "paseaba por la orilla de mi mar", me miró con ternura y me preguntó: ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?...Fue su forma de decirme: "Sígueme".

Desde que escuché esa pregunta retórica, ya nada fue igual, ya no fui el mismo. No podía serlo. Me levanté y lo seguí. Tampoco podía explicarlo. Algo cambió mihasta entonces, duro y áspero corazón. Su llamada retumbó en mi interior como un eco interminable que aún perdura. 

Fue esa peculiaridad para atraerme, esa sutileza para afirmar preguntando "¿te he dicho alguna vez que te quiero?", esa delicadeza para preguntar afirmando "Sígueme", la que puso "patas arriba" toda mi forma de pensar y actuar, ampliando mi perspectiva y cambiando completamente mi mirada egoísta y ensimismada en mis intereses, para dirigirla hacia Dios y hacia los demás. 

Fue esa voz endulzada de gracia interrogativa, que jamás quebranta la libertad, la que me invitó a descubrir cómo, en realidad, me lo había dicho continuamente a lo largo de toda mi vida, pero yo no me había dado cuenta. Ese día no fue el día que Dios pasó por mi vida. Él ya estaba en ella, pero yo no lo veía. Fue el día en que yo pasé por el amor de Dios.

Fue esa mirada cautivadora, auténtico "flechazo de amor", la que me mostró como Dios-Amor va siempre por delante ("me primerea", como dice el Papa Francisco), abriendo el camino, liderando, dando ejemplo, invitándome a hacer lo mismo que Él: a servir, a amar.
Como hizo Mateo, dejé atrás mi "oficio de recaudador", mi profesión de "usar" y "abusar" de otros, mi propósito de "recibir" y "sacar provecho" de los demás, para "actualizar y resetear" mi vida, para dejar de vivirla de una forma egoísta e interesada y entregarla a los intereses del Reino, a la voluntad de Dios.

Así es Cristo

Amor auténtico y desinteresado que da la vida por sus amigos (Juan 15,13). 

Amor pleno y profundo que trasciende todo conocimiento, que enardece el corazón, cuando lo ocupa, cuando lo llena y lo habita (Efesios 3,17-19)

Amor eterno e infinito (Salmo 135,1) que no deja indiferente a nadie y que mueve a invitarle a "casa", como hizo Mateo o como hicieron los dos de Emaús. 

Ningún mérito es propio ni nuestro. Todos son de Jesucristo. Y cuando interiorizas esta Verdad, Ella misma te hace libre. Entonces, sigues a Cristo y haces tuya la pregunta:

 ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?

viernes, 18 de septiembre de 2020

CAMINANDO CON JESÚS AL ATARDECER

"Y, tomando pan, 
lo bendijo, 
lo partió 
y se lo dio"
(Lucas 22,19)

El Señor interviene en mi vida...continuamente. Cada atardecer, mientras camino, a veces, desilusionado y, otras, alegre, Cristo se hace el encontradizo conmigo y me pregunta ¿qué conversación traes por el camino?

Jesús siempre se interesa por los anhelos y preocupaciones de mi corazón. No le son ajenos porque me conoce y me ama desde toda la eternidad. Siempre está dispuesto a escuchar de mis labios lo que Él ya sabe. 

Quiere que sea así... que lo verbalice, para que el propio eco de mis palabras resuene en todo mi ser; quiere que "saque" todo lo que hay en mi corazón para llenarlo de suaves palabras de amor y de paz; quiere que me vacíe de mí para llenarme de Él.

Jesús siempre me ofrece un diálogo tranquilo y pausado donde la meditación profunda de sus palabras me abre paso a la contemplación pausada, sin prisa. Es un momento donde el tiempo se detiene y el espacio desaparece, donde no existe ruido ni agitación. Sólo Él y yo...

"Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, me explica lo que se refiere a él en todas las Escrituras". Me cuenta cómo, a lo largo de mi vida, ha estado siempre presente, interviniendo siempre con su gracia para ganar mi alma, aunque yo no le haya reconocido.

Entonces, le invito a mi casa por voluntad propia, se sienta a la mesa eucarística y me susurra "su pregunta", la que me hace todos los días: ¿te he dicho alguna vez que te quiero? 

Y lo hace con su única y magistral forma de enseñar, para que se me abran los ojos y le reconozca:


Toma el pan

Cristo me toma, me elige, me conquista... Podría elegir a otros muchos, pero me elige a mí. 

Me llama por mi nombre y asume mi vida, con mis limitaciones y debilidades, con mis aciertos y errores, con mis dones y mis pecados. Me hace "suyo" por amor incondicional.

No se arrepiente de elegirme y caminar conmigo. Aunque falle, aunque me equivoque, aunque caiga, aunque le traicione, le niegue y le dé la espalda, Él siempre me tiende su mano amiga.

Lo bendice

Jesús siempre habla bien de mí, aunque no lo merezca. Nunca me desprecia ni me culpa. Porque me quiere.

Me ensalza, me santifica, me diviniza y me consagra a Él. Pero además, me capacita y me da fuerza. 

Pone en mi alma el deseo de desarrollar los talentos que me ha dado para darle gloria.

Lo parte

Cristo me parte en pedazos, me rompe, me quebranta. Quiere que viva un poco roto, humillado, anonadado, incomprendido...como Él.

Quiere que sea consciente de mi debilidad, que asuma mi fragilidad...y así, asemejándome a Él, viva con humildad, obediencia y confianza la misión que me ha encomendado.

Sólo quebrantado soy capaz de comprender que necesito su gracia y, en un acto libre de mi voluntad, ser capaz de amarle y darle gloria.

Lo entrega

Jesús me ha hecho reflejo suyo y por tanto, "pan" para los demás. Soy alimento para ser consumido y digerido. Mi vida es para entregarla a los demás y a Dios.

Soy un regalo para los demás. Soy la luz y la sal para quien no conoce y necesita al Salvador. El fuego que arde en mi corazón es para incendiar otros corazones que necesitan Su amor misericordioso.
Entonces, el Señor desaparece tras haberme dado de comer su divinidad, tras haberme invitado a ser un "alter Christus", tras haberme invitado a ser "un sacrificio agradable ante el Padre", una "hostia viva" para los demás. 

No sólo me propone llevar una vida eucarística, sino ser "eucaristía" para otros:

- para mi familia: para darme y entregarme completamente; para ser "otro cordero llevado al matadero", para ser humilde y dócil a la voluntad de Dios, para estar dispuesto a ofrecerme en sacrificio por ellos. 

- para mis amigos, esto es, para ser otro Cristo en la tierra, para tomar la cruz de mi pecado y morir a él; para seguirlo, para imitarlo dando mi vida por ellos. 

-para el mundo, es decir, para ser su perfecta imagen y semejanza, para que, cuando el mundo me vea, le vea a Él, "el verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1, 29). 

-para Dios, esto es, para  ser santo, para ser perfecto...como Él.

JHR

sábado, 25 de julio de 2020

¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?

"Muchos de sus discípulos, al oírlo, dijeron: 
'Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?'. 
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, 
les dijo: '¿Esto os escandaliza?, 
¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? 
El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. 
Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. 
Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen'... 
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás 
y no volvieron a ir con él. 
Entonces Jesús les dijo a los Doce: 
'¿También vosotros queréis marcharos? ” 
(Juan 6, 60-67)

Como ocurrió en la sinagoga de Cafarnaún en el siglo I, muchos cristianos de nuestro tiempo se han escandalizado y han abandonado a Jesús por su modo tan duro de hablar, por su radicalidad, por su exigencia: ¿Quién puede creer lo que dice? ¿Quién puede cumplir lo que dice? 

Aunque le han visto hacer milagros, aunque le han acompañado a lo largo de sus vidas, le piden que haga más, que cumpla todos sus deseos. Al no ver cumplidos sus deseos, muchos le han criticado, se han echado atrás y no han vuelto a ir con Él. 

Pero aunque Dios accediera a sus demandas y reivindicaciones, ellos no estarían dispuestos a comprometerse porque la exigencia de seguir a Cristo es alta. En realidad no creen. Su fe es de conveniencia, interesada y egoísta, según se cumplan sus expectativas o no. 

La voluntad de Dios no consiste en hacer milagros para que los hombres crean. Tampoco en cumplir todos nuestros deseos y peticiones.  Es más bien al contrario, cuando los hombres creen, es cuando se producen los milagros.

Dios no es un "mago" que pretende deslumbrar a quienes le escuchamos, ni un orador "políticamente correcto" que dice lo que queremos escuchar o lo que "se lleva". Dios no es un "genio de la lámpara" que esté a nuestra disposición para concedernos nuestros deseos y caprichos.
No. La fe cristiana no es magia. No es emotividad ni sentimentalismo. No es "subidón" espiritual ni euforia milagrosa. No es egoísmo ni conveniencia. El Evangelio es claro, inequívoco, no deja lugar a dudas, exigente... y esto, escandaliza.

El mensaje del Señor es una actitud que no presume, que no busca el aplauso, que no busca el reconocimiento. El compromiso de Cristo es un pacto que no se enfada, que no se rinde, que no se impone. El Amor de Dios es un alianza unilateral que no lleva cuentas del mal, que nada exige, que nada espera... tan sólo se da (1 Corintios 13,4-7).

Sin embargo, nosotros no queremos adoptar ningún compromiso o exigencia. No estamos dispuestos a ofrecer fidelidad o lealtad. No en las relaciones amorosas, ni en las laborales, ni en las sociales y mucho menos en las políticas. Tampoco las espirituales iban a ser menos.

Hoy lo que cuenta es una falsa libertad individual para desentenderse, para no obligarse a nada, para no atarse a nadie, para no limitarse a nada. Nadie está dispuesto a conceder ni un centímetro de terreno, nadie quiere salir ni un palmo de su zona de confort. Nadie está "disponible"...y muchos abandonan a Cristo, escandalizados por su radicalidad y exigencia. 

El hombre se ha hecho conformista e indiferente. Ha perdido el espíritu cristiano de Mateo 20,28 y quiere ser servido en lugar de servir. Ha perdido el modelo evangélico de Juan 15,13 y prefiere quitar la vida de otro a dar la suya. Ha querido marcharse de Dios.

Pero para un cristiano auténtico, creer es obligarse, esperar es responsabilizarse, amar es comprometerse. Cristo nos da sólo dos mandamientos que sostienen toda la Ley: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22,37-40). Una mano tendida que sólo pide fidelidad y compromiso. Nada que Dios no nos haya dado antes.

El cristianismo no tiene grados. No se puede acoger "parcialmente": "esto sí me gusta, esto no". No hay fe sin compromiso. La fe no puede ser superficial, ni de conveniencia ni un hobby de fin de semana. Ni tampoco una tradición o costumbre. El Reino de Dios es un paraíso interior donde Él habita y que debemos cultivar, regar y cuidar.

No existen cristianos practicantes y cristianos no practicantes. No existen católicos radicales y católicos laxos. No existen cristianos conservadores y cristianos progresistas. No existen católicos con "contrato indefinido" y católicos con "contrato temporal". O se es cristiano o no se es. O se sigue a Cristo o se le abandona. 

Creer es amar a Dios de verdad y sobre todas las cosas. Repito: sobre "todas" las cosas. Sin intenciones egoístas o cómodas, sin tratar de aprovecharnos de la bondad y misericordia infinitas del Señor, sin intentar instrumentalizar a Dios.

Amar a Dios es buscar una relación con Él con actitud sincera y pureza de intención, que se compromete y que se materializa en el corazón, y no de cara a la galería. Una alianza no como un amuleto mágico o como una transacción comercial sino con un sentido altruista.

Comprometerse con Dios es madurar y crecer espiritualmente cada día, vivir una fe coherente y sincera, incluso en las pruebas, que es donde el cristiano demuestra su lealtad a Dios y su autenticidad en el amor.

Un cristiano comprometido busca, sobre todas las cosas, una libre "esclavitud" de amor con Dios, un contrato sin letra pequeña ni cláusulas adicionales, un cheque en blanco y sin fecha. Eso es el Amor.

"Y el Señor, que ve en lo oculto, nos recompensará"
(Mateo 6,6)

jueves, 9 de julio de 2020

SOBRE LAS APARICIONES DE LA BLANCA DAMA


"Jesús, al ver a su madre 
y junto a ella al discípulo al que amaba, 
dijo a su madre: 
'Mujer, ahí tienes a tu hijo'. 
Luego, dijo al discípulo: 
'Ahí tienes a tu madre'. 
Y desde aquella hora, 
el discípulo la recibió como algo propio".
(Jn 19, 26-27)

El Cielo es armónico, inmutable y coherente. No cambia de opinión. Su mensaje a los hombres es siempre el mismo: nos llama a la conversión y a la perseverancia. Nos invita a una vida interior de oración y ayuno, a una vida eucarística y sacramental, de penitencia, reparación y consagración a Su Inmaculado Corazón, a una vida apostólica de testimonio y coherencia con el Evangelio.

Desde que Cristo, en la cruz, se dirigió a su Madre María diciendo "Mujer, ahí tienes a tu hijo", han sido innumerables las apariciones, revelaciones o manifestaciones de la Virgen al pueblo de Dios. Jesucristo, Señor de la Historia, ha dado a su Madre, la Blanca Dama, un papel protagonista en su plan salvífico, y a nosotros, el mandato de recibirla como algo propio.

Tras la Ascensión de nuestro Señor a los cielos, se inicia el Apocalipsis de San Juan y el fin de los tiempos. Por ello, el cielo clama a los hombres, invitándonos a mirar a Dios.

Las apariciones de la Blanca Dama tienen un finalidad espiritual que nos exhorta a discernir los signos de los tiempos y a comprender la voluntad de Dios, pero desgraciadamente, el hombre sigue sin escuchar.

Hasta el siglo XIII las apariciones de la Bella Señora tuvieron una fácil aceptación por la Iglesia Católica. Sin embargo, desde entonces, la Iglesia ha reconocido muy pocas, acentuando una posición negativista de las manifestaciones, que considera tan sólo "revelaciones privadas" y que trata con sumo cuidado y reserva, dejando a los fieles la libertad de creer en ellas o no.

Con independencia de la posición "cautelar" de la Iglesia Católica, basada en que la revelación de Dios ha quedado cerrada con la muerte del último de los apóstoles ("revelación pública") y por tanto, cualquier revelación posterior y privada no puede añadir nada a lo ya revelado, y por supuesto, no constituye dogma de fe, nuestra Madre sigue bajando del cielo para guiarnos.

No en vano, desde el inicio de la Edad Contemporánea con la Revolución Francesa (1789), la Virgen María se ha estado apareciendo de manera diferente a como lo había hecho hasta entonces. 

Pero sobre todo, desde hace dos siglos, la Santísima Virgen ha bajado del Cielo en múltiples ocasiones y a menudo, no tanto para comunicar aspectos particulares o personales, sino para transmitir mensajes a todos sus hijos, a toda la humanidad. 

La Blanca Dama se nos está “apareciendo” a todos nosotros. Nos avisa de que el tiempo llega a su fin y:

"Para que veamos y entendamos"

"Por eso les hablo en parábolas, 
porque viendo no ven, 
y oyendo no oyen ni entienden" 
(Mt 13,13)
El 19 de septiembre de 1846, en una montaña alpina al sudoeste de Francia, la Virgen se aparece en La Salette a dos pastores: Melanie , de 15 años y Maximin, de 11 años. Y lo hace llorando por la impiedad y la blasfemia reinante en el mundo.

La Bella Señora viene a la tierra para darnos un claro mensaje a toda la humanidad: "que veamos y entendamos". Nos avisa de que la Iglesia sufrirá persecución, nos advierte del nacimiento del Anticristo, nos previene de que si los hombres no cambiamos, vendrán castigos, y nos apremia a "escuchad lo que nos dice y ponerlo en práctica" (Lc 6,46, 8,21, 11,28, Stg 1,25-27).

Pero antes de hablar y llamarnos a la penitencia, a la oración, a la Eucaristía y a la obediencia a las leyes de Dios, nuestra Madre y Señora aparece en La Salette envuelta en una gran luz y se comunica con nosotros a través de señales y signos externos:

-Su rostro irradia la luz de la resurrección y la gracia, como la luz del sol.
-Sus vestiduras blancas, como las Su Hijo en la Transfiguración, resplandecen su gloria.
-El brillante crucifijo sobre su pecho la acredita en la misión que recibió al pie de la cruz. 
-El martillo y las tenazas a los lados del crucifijo nos recuerdan los instrumentos de la Pasión. 
-La cadena que cae de sus hombros es el símbolo de nuestro pecado y de nuestra maldad. 
-Los bordes de su chal rubí tienen rosas de muchos colores que nos recuerda al Santo Rosario. 
-Su delantal dorado nos muestra su divinidad y su santidad.
-Su cabeza, su cintura y sus pies están rodeados de rosas.

La Bella Señora les revela a cada uno de los dos pastores un secreto:

-A Maximin le dice que el Papa será perseguido. Y su sucesor será uno que nadie se espera. Le dice que sucederá en el próximo siglo, lo más tarde en los años dos mil. Además, que un gran país del norte de Europa, hoy protestante, se convertirá. Pero que antes de que todo esto suceda, habrá grandes desórdenes en la Iglesia y también, fuera de ella.

-A Mélanie le advierte sobre la terrible consagración de algunos sacerdotes y monjas al mal, y que, al final, en la tierra reinará el infierno. El anticristo nacerá de una religiosa, pero ¡ay de ella! Varias personas le creerán porque les dirá que viene del Cielo, pero ¡ay de aquellos que le creerán! No está lejos el tiempo, no pasarán dos veces cincuenta años.

Y posteriormente, Maximin y Mélanie serán perseguidos, hostigados y calumniados. Algo habitual que les sucede a todos a quienes la Virgen se les ha aparecido.

Además, la Virgen María nos remarca la urgencia de nuestra dimensión misionera cristiana para comunicar al mundo el amor misericordioso y la paz de Dios. Cristo ha creado y establecido nuevas condiciones de vida, nos ha reconciliado con Dios, que es rico en misericordia, y con el prójimo, que es digno hijo de Dios. Por eso, como cristianos, toda nuestra existencia debe estar encaminada a proclamar que Cristo está presente en nuestras vidas, y que con Él, debemos buscar la reconciliación en este mundo dividido y ofrecer Su paz a todos los hombres. 

La Blanca Dama dirige una apremiante llamada a la tierra: "Llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi divino Hijo, los que llevo, por decirlo así , en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu; finalmente llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. 

Ya es hora que salgan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, Yo estoy con vosotros y en vosotros con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. Que vuestro celo os haga hambrientos de la gloria de Dios y de la honra de Jesucristo. Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines."

La Bella Señora es la llave capaz de abrirnos todas las cerraduras de las cadenas del pecado. Es la puerta del cielo por la que dejamos atrás nuestros egoísmos, nuestros orgullos, nuestras rivalidades, nuestros miedos y encontrar la plenitud de paz, amor y alegría.

"Para que nos convirtamos" 

"Convertíos y creed en el Evangelio" 
(Mc 1,15)
Entre el 11 de febrero de 1858 la Virgen María se aparece en Lourdes a Bernadette, una pastorcilla inculta y enferma de asma, quien fue testigo del milagro de la fuente de agua, que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones. Desde entonces, Lourdes es un lugar de peregrinación y de innumerables milagros de sanación física y psíquica.

La llamada a la sanación del cuerpo, a la curación del alma, a la conversión del corazón está siempre en el centro de todas las apariciones marianas. La Bella Señora nos llama a la conversión con urgencia. Por su inmenso amor a nosotros, se preocupa por nuestra indiferencia religiosa y por nuestros pecados, pero también por nuestras problemas y heridas.

La Blanca Dama nos recuerda que el Reino de Dios está cerca. Nos implora que retornemos a Cristo, que nos convirtamos a Dios. Nos llama a buscar primero el reino de Dios y su justicia (Mt 6,33) y a proclamar el Evangelio

Ese camino de conversión y sanación se recorre en tres etapas (Mt 6,5; Mc 14,32; Lc 18,1; Jn 17):
  1. Vida interior. La Virgen Santísima nos exhorta a llevar una vida interior profunda, a orar con perseverancia y diariamente, mañana y tarde. Velad y orad (Mt 26,41).A imitación de Su Hijo y como discípulos suyos, nos pide mantenernos en la oración y en la alabanza a Dios (Hch 2,42), ofrecernos a nosotros mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (Rom 12,1), dar testimonio de Cristo en todo lugar y razón de la esperanza que tenemos en la vida eterna (1P 3,15). (Conc Vat II, LG, 10).
  2. Vida eucarística. La Blanca Dama nos invita a la participación comunitaria en la celebración de la Eucaristía como una necesidad vital para el cristiano. La Palabra de Dios nutre nuestra fe, el contacto con Cristo en la fracción del pan para un nuevo mundo es fuente de dinamismo, la comunión con su Cuerpo entregado por nosotros y su Sangre derramada nos recuerda que debemos estar listos para dar nuestras vidas por otros y entonces hacernos partícipes, siendo fortalecidos en su Espíritu. En la celebración de la Eucaristía, comprendemos y anunciamos que el reino de Dios está realmente presente entre nosotros, sostenido por Jesucristo y es necesario que seamos sus testigos coherentes en nuestra vida cotidiana, a través de nuestra conducta individual y como miembros de la sociedad. La necesidad eucarística entonces es fuente de esperanza y de gozo que nadie nos podrá quitar (Lc 21,14; Jn 13,1, 20,19-26).
  3. Vida coherente. Los cristianos no podemos tener una doble vida: una, dentro de la Iglesia, cuando somos cristianos y otra, fuera, cuando no lo somos. El ejemplo de Jesús y de nuestra madre, la Virgen María con sus "Hágase tu voluntad" incondicionales, nos mueven a  imitarles y así, llevar una vida coherente como cristianos. Sólo así podremos cambiar el mundo. Ambos nos enseñan el camino. Nos abren las puertas de cielo de par en par. No podemos vivir indiferentes o como animales que buscan su propia satisfacción. Nuestra vida, nuestro ser y nuestros bienes deben estar dispuestos para hacer la voluntad del Padre.
"Para revelarse a los pequeños"

"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, 
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, 
y se las has revelado a los pequeños" 
(Mt 11,25)
El 13 de julio de 1917, la Virgen María, precedida un año antes por un ángel, bajó de los cielos a Cova de Iria, una aldea cercana a Fátima, y de forma idéntica a su aparición en La Salette, aparece "brillando como el sol y de una inmensa belleza", vestida de blanco y cubierta por un manto con bordes dorados. Se dirige a tres pequeños pastorcillos: Lucia, de 10 años, que veía, escuchaba y hablaba con la Virgen; Jacinta, de 6 años, que sólo la veía y oía, pero no hablaba con ella; y a Francisco, de 9 años, que sólo la veía, pero ni la oía ni la hablaba. 

La Virgen Blanca se aparece a los pequeños y habla el idioma de su pueblo, de la gente humilde y llana, como Ella, utilizando como su Hijo, escenas y usos comunes de su vida, y mostrándonos su mensaje poco a poco. A los pastorcillos de Fátima les enseña la devoción por el Santo Rosario y les cuenta tres secretos:
  1. Infierno. Les muestra una imagen durísima y espantosa, el infierno, aunque aliviada por Su promesa de que los tres irían al cielo. A Jacinta y Francisca les dice que morirán pronto, mientras que Lucia vivirá 97 años.
  2. Guerra/Rusia. Les da la noticia del fin de la Primera Guerra Mundial (como ocurrió dos años después), pero que se avecinaba una nueva gran guerra si el hombre sigue ofendiendo a Dios: la Segunda Guerra Mundial. Les habla de que Rusia se consagre a su Inmaculado corazón o surgirá como potencia del mal, persiguiendo a la Iglesia y expandiendo "sus errores" (el comunismo) llevando el dolor y el terror por toda la tierraPara aquellas tres pobres y analfabetas criaturas, era la primera vez que oían la palabra “Rusia” y pensaron que debía tratarse de una mujer muy mala, o de una borriquilla que conocían que se llamaba “Rusa”.
  3. Papa. Les muestra a un Papa y a otros miembros de la Iglesia asesinados por soldados que les disparaban balas y flechas (como así ocurrió, con el intento de asesinato de Juan Pablo II).
Finalmente, el 13 de octubre de 1917 la Virgen realiza el "Milagro del sol", presenciado por unas 70.000 personas.

María nos enseña a descubrir a través de los eventos cotidianos y las situaciones de nuestra vida, la presencia discreta de Dios, quién "hace maravillas", quien "es fiel a sus promesas", quien "recuerda su amor a su pueblo" y quien "esconde estas cosas a los sabios y entendidos, y se las revela a los pequeños". 

La Virgen Inmaculada nos insiste en la Consagración a su Sagrado Corazón para que, con su inestimable ayuda, alcancemos el cielo. Dice San Luis María Grignon de Monfort en su Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, que "María es el camino más corto y más perfecto para llegar a Jesús".

A estos tres pequeños pastorcillos casi nadie les creyó, pero la noticia se esparció rápidamente. Los tres también fueron objeto de maltrato, asedio y persecución. 

Quizás por ello, el mensaje del cielo encontrará muchas veces reticencias entre los que tienen la autoridad y el poder: el de La Salette permanecerá escondido durante más de 170 años en las estanterías polvorientas del Vaticano, el de Fátima será obviado por el Papa de entonces, y el de Garabandal y Medjugorje, serán ocultados también.

"Para purificar a la Iglesia"

"Muchos serán limpiados, blanqueados y purificados; 
los malvados seguirán en su maldad, 
sin que ninguno de los malvados entienda; 
los maestros comprenderán.
Desde que supriman el sacrificio cotidiano 
y coloquen la abominación de la desolación, 
pasarán mil doscientos noventa días."
(Dn 12,10-11)
El 2 de julio de 1961 la Virgen María se apareció, precedida también del Arcángel San Miguel, en una aldea cántabra en plenos Picos de Europa, en San Sebastián de Garabandal, a cuatro niñas: Conchita, Mari Cruz, Jacinta y Mari Loli.

Como en la Salette, la Hermosa Señora, con gran tristeza, comunica a las niñas de Garabandal un secreto sobre la Iglesia que debía desvelarse a su tiempo. 

La Virgen siempre está pendiente de sus hijos. No señala a nadie en la Iglesia de Su Hijo, sino que advierte con dureza y claridad (como hizo Jesús en las cartas a las 7 Iglesias del Apocalipsis) de los peligros que se ciernen sobre su Cuerpo Místico. Son palabras duras pero ciertas.

Les dice que muchos sacerdotes, ministros de Su Hijo, obispos e incluso cardenales llevan una mala vida, que han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, que se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer.  

Les acusa de infieles, irreverentes e impíos al celebrar los santos misterios, de que aman el dinero, los honores y los placeres, y dice que son "cloacas de impureza" que crucifican de nuevo a su Hijo. 

Y avisa de que esos pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo y piden venganza, y que la venganza está a las puertas: Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. 

También habla sobre la sociedad en general. Les dice que Dios permite a la antigua serpiente divida a los gobernantes, a las personas y a las familias provocando penas físicas y morales. Por eso, Dios abandonará a los hombres a si mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.

Les habla también sobre los espíritus de las tinieblas que extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a esos espíritus, incluso sacerdotes que no seguirán el buen espíritu del Evangelio: humildad, caridad y celo por la gloria de Dios.

Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo. ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo!

Las personas, por orgullo individualista, querrán guiarse por sí mismos y ser superiores a sus semejantes. El Papa sufrirá mucho pero la Virgen estará con él hasta el fin. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días.

Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios.

Los conventos se corromperán porque el demonio se hará el rey de los corazones y usará de toda su malicia para introducir en la órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la tierra.

Los justos sufrirán mucho. Nos vuelve a pedir el suave incienso que sube hasta el trono de Dios: oración, penitencia y lágrimas, junto con peticiones de perdón, misericordia y de su ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles para que mueran todos sus enemigos. 

De golpe los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres dados al pecado perecerán y la tierra quedará como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado; la caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. 

El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios. Esta paz entre los hombres no será larga: 25 años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son la causa de todos los males que suceden en la tierra.

"Para que nos reconciliemos"

"Bienaventurados los que trabajan por la paz, 
porque ellos serán llamados hijos de Dios"
 (Mt 5,9)
El 24 de junio de 1981, por la tardeuna figura femenina subida en una nube encima de un árbol del monte Podbrdo, en Medjugorje, aldea de Bosnia y Herzegovina (antigua Yugoslavia comunista y atea), se aparece a dos jóvenes croatas: Ivanka, de 15 años y Mirjana, de 16 años. 

Asustadas, huyen corriendo y regresan al pueblo. Poco después, alrededor de las seis y media de la tarde, deciden regresar a la colina acompañados por Vicka de 17 años, prima de Ivanka y vuelven a ver la figura femenina con un niño en sus brazos nuevamente, y ahora sí la identifican como "La Gospa", la Virgen María en croata.

Al día siguiente, deciden volver al monte, esta vez, acompañadas por Marja, de 16 años la prima de  Mirjana, Jakov de 10 años y con Ivan de 16 años que había subido por otro camino. La Gospa se aparece nuevamente a todo el grupo y tiene un breve diálogo con Ivanka sobre su madre, que había muerto unos meses antes. 

El grupo de los seis videntes queda así definitivamente constituido y a partir de entonces, los seis jóvenes suben a diario a ver y a hablar con la Gospa.

La noticia de las apariciones en Medjugorje comienza a extenderse por toda la zona y cuatro días después, se produce un hecho insólito para un país comunista: 10.000 personas asisten a la aparición nocturna de la Virgen, lo que provoca gran irritación en la policía y en las autoridades yugoslavas que intentan evitar que los seis jóvenes se acerquen al monte de las apariciones y lo cierran al público, pero la Virgen se les sigue apareciendo allí dondequiera que les llevan y a diario. 

Les arrestan en muchas ocasiones y les someten a numerosas pruebas, exámenes psiquiátricos e interrogatorios (unos 17 en total) con idéntico resultado final: los niños están perfectamente cuerdos y sanos.

Diecisiete meses después del comienzo de las apariciones, es tal la avalancha de personas, curiosos y peregrinos que afirman ver signos y figuras luminosas en el cielo, de científicos y teólogos interesándose por el fenómeno que las autoridades deciden no obstaculizar el flujo de peregrinos o impedir las actividades de los videntes.

En Medjugorje, las apariciones adquieren algunas variantes en relación a otros lugares: la Virgen se aparece a diario y en distintos sitios, y a partir de un determinado momento, los jóvenes comienzan a tener visiones "personalizadas", revelaciones individuales y por separado, ya sean diarias, mensuales o anuales, allí donde se encuentra cada uno de ellos.

Casi tres años después de la primera aparición, a partir del 1 de marzo de 1984, los videntes comienzan a difundir mensajes al mundo por mandato de la Gospa. Uno de ellos se refiere a la hostilidad del obispo de la zona que niega cualquier sentido sobrenatural a cuanto allí acontece.

La Virgen María invita a los seis jóvenes a rezar por la paz, pues se avecina una guerra cruel y terrible sobre su pueblo. La Reina de la Paz no viene a anunciarnos castigos y calamidades ni con amenazas o intimidaciones. Viene a nosotros, sumisa, humilde y en comunión con Dios. 

Su principal mensaje es de paz y esperanza (Ef 2, 17-18), fruto del Evangelio vivido y meditado en Su corazón. Viene con dolor y pena porque, con demasiada frecuencia, olvidamos a Dios y nos alejamos de Él.

La Blanca Dama nos da cinco instrumentos o "piedras" para alcanzar la paz en el mundo:
  1. Oración humilde y con el corazón, especialmente el Rosario todos los días.
  2. Ayuno los miércoles y viernes. Si no se puede, ofrecer esos días algo a la Gospa. 
  3. Lectura diaria de la Palabra de Dios.
  4. Confesión al menos una vez al mes.
  5. Eucaristía, preferiblemente, diaria
Según los mensajes difundidos por los videntes, si se respetaran los cinco preceptos indicados anteriormente, la Virgen María promete su intercesión y también favorecería la conversión personal.

Sin duda, la Virgen no revela nada nuevo pero nos recuerda constantemente la voluntad de Diosnos exhorta a la conversión, a la reconciliación con Dios (2 Corintios 5, 18; Mateo 5,23) y con los hombres.

Nos anima a mantenernos firmes en la fe, a confiar y perseverar en Dios y sus promesas (Marcos 11,24). El mensaje del Cielo es el mismo siempre. Y nosotros también, porque ¿Escuchamos a nuestra Madre? ¿Escuchamos a Dios?

La Gospa nos hace una llamada urgente a que reconozcamos los peligros a los que nos enfrentamos por causa de la rebelión y de la corrupción pecaminosa del hombre (Mt 6,19; Lc 12,13; Stg 5,3), a que abramos nuestro corazón y recemos por la salvación que nos ofrece su Hijo Jesucristo.

La Virgen María ha revelado a los videntes diez secretos, al igual que en Fátima, sobre sucesos futuros y que se darán a conocer al mundo entero tres días antes de que ocurran. Uno de los secretos será una señal permanente y visible en la colina de las apariciones.

Para concluir y siguiendo nuestra obediencia a la Iglesia pero, sobre todo, a Dios, las apariciones marianas junto a las revelaciones privadas son de una fuente estimable de ayuda para todos nosotros, en la medida en que nos motivan a vivir una vida coherente con nuestra fe y nos muestran con claridad la voluntad de Dios. 

Todos los mensajes de todas las apariciones de la Virgen María tienen los mismos elementos clave:
Vida interior de oración y ayuno
Vida eucarística y sacramental 
Vida de penitencia y reparación 
Vida evangélica y servicio
Consagración a Su Inmaculado Corazón

Debemos recordar que ya sea "Nuestra Señora de la Salette", "Nuestra Señora de Lourdes", "Nuestra Señora de Fátima", "Nuestra Señora de Garabandal" o "Nuestra Señora de Medjugorje", todas son María, Madre de Dios y Madre nuestra.

El tiempo se está agotando. La situación global se deteriora día a día, segundo a segundo. La impiedad y la maldad se han apoderado del mundo. Nunca, en la historia de la Humanidad, el mundo entero se había acercado tanto a la abominación, la desolación y la autodestrucción como ahora. Satanás sabe que le queda poco tiempo. El cielo clama justicia.

Todo lo que ha sido predicho por la Virgen María se está cumpliendo. Nuestra querida Madre está intentando prepararnos para soportar lo que ha de venir.

Y ¿nosotros? ¿Escuchamos lo que Nuestra Madre nos dice? ¿Hacemos lo que nos pide? 

"Madre que nos miras desde el cielo
Guía nuestros pasos sin cesar
Intercede ante Dios por nuestro pueblo
Ilumina nuestra comunidad

Virgen María, protectora nuestra
En ti confiamos, ayúdanos
Te damos gracias por tu amor
Madre querida
Madre del cielo
Madre de Dios

Madre tú qué esperas que cambiemos
que entendamos que el amor es la verdad
Y que juntos, caminemos hacia el padre
Trabajando en paz y armonía fraternal
derrama tu gracia sobre este mundo sordo
para que volvamos la mirada al cielo."

Apariciones aprobadas por la Iglesia Católica - "CONSTAT"
Nuestra Señora de Guadalupe (1531, San Juan Diego Cuauhtlatoatzin)
Nuestra Señora de Šiluva (1608)
Nuestra Señora de Laus (1664–1718)
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (1830, Santa Catalina Laboure)
Nuestra Señora de la Salette (1846, Mélanie Calvat y Maximin Giraud)
Nuestra Señora de Lourdes (1858, Santa Bernadette Soubirous)
Nuestra Señora de Pontmain (1871)
Nuestra Señora de Gietrzwald (1877)
Nuestra Señora de Knock (1879)
Nuestra Señora de Fátima (1917, San Francisco Marto, Santa Jacinta Marto y Lucía dos Santos)
Nuestra Señora de Beauraing (1932–1933, Fernande, Albert y Gilberte Voisin, Andrée y Gilberte Degeimbre)
Nuestra Señora de Banneux (1933, Mariette Beco)

Apariciones por determinar - "NON CONSTAT"
Nuestra Señora de Medjugorje (1981, Bosnia y Herzegovina)
Nuestra Señora de Garabandal (1961, España)

Apariciones declaradas falsas - "CONSTAT DE NON"
Virgen en Ezquioga (España)
Nuestra Señora de Peñablanca (Chile)
Virgen de Bayside (Estados Unidos)
Virgen de Belluno (Italia)
Virgen de Clémery (Francia) 
Virgen del Palmar de Troya (España)

Aprobadas por la Iglesia local ordinaria
Nuestra Señora del Buen Suceso (1594)
Nuestra Señora del Buen Socorro (1856)
Nuestra Señora de las Lágrimas (1932)
Nuestra Señora de la Oración (1947)
Nuestra Señora de Akita (1973)
Nuestra Señora de Cuapa (1980)
Nuestra Señora de Kibeho (1981)
Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás (1983)
Nuestra Señora de Betania (1984)