¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

jueves, 19 de mayo de 2016

EL YOGA: ¿COMPATIBLE CON CRISTO?



"Tienen apariencia de sabiduría por su afectada piedad, 
su humildad y la mortificación corporal; 
pero no tienen valor alguno: 
solo sirven para cebar la carne.”
(Colosenses 2,23)

En el mundo individualista y relativista de hoy, donde "todo vale", existe un interés creciente por el Yoga, incluso entre los cristianos, y que también se extiende a otras prácticas esotéricas y de la Nueva Era como el Reiki, la reencarnación, la acupuntura, la sanación, la reflexiología, etc. 

Métodos sobre los que el Vaticano ha prevenido y avisado en su documento "Jesucristo, portador del agua de la vida".

Para algunos el Yoga es algo bueno, un medio de relajación y de alivio de la tensión, un ejercicio para la salud y para estar en forma e incluso, es una curación de enfermedades.

Pero el Yoga es, principalmente, una disciplina espiritual de meditación y por tanto, los cristianos debemos informarnos sobre su compatibilidad con la fe católica.

¿Qué es el Yoga?

La palabra Yoga significa "unión". El objetivo del Yoga es unir el yo transitorio (temporal), "JIVA", con el (yo eterno) infinito, "BRAHMAN", el concepto hindú de Dios, que no es un Dios personal, sino una sustancia impersonal espiritual en unión con la naturaleza y el cosmos.
El Yoga es radicalmente contrario e incompatible con la espiritualidad cristiana porque es panteísta (Dios es todo y todo es Dios). 

No es sólo un sistema elaborado de posturas y de ejercicios físicos, sino una disciplina espiritual que afirma que el hombre y Dios son uno. El cristianismo establece claramente una distinción entre Creador y criatura, entre Dios y hombre.

En el Hinduismo, el bien y el mal son uno y lo mismo. En el Cristianismo, el Bien y el mal no son lo mismo. El pecado es una ofensa contra la Santidad de Dios y la razón por la que necesitamos un Salvador. La Encarnación, la Vida, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús son para nosotros medios de salvación, es decir, para liberarnos del pecado y de sus consecuencias. 

En el mejor de los casos, el Yoga es una práctica pagana y en el peor es una práctica oculta"No os maravilléis, pues también Satanás se disfraza de ángel de luz" (2 Cor 11, 14).
El yoga es la religión del anticristo: el hombre que se hace Dios. Con el Yoga no se acepta otra cultura, sino otra religión que excluye a Dios Creador, para convertir a cada uno en su propio Dios. 

El deseo de llegar a ser Dios es el primer y el segundo pecado en la historia de la creación:
  1. Rebelión de Satanás.
     "Subiré hasta el cielo y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios, me sentaré en la montaña donde se reúnen los dioses, allá donde el Norte se termina;
    subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo" (Isaías 14, 13-14).
  1. Rebelión del hombre. "La serpiente le dijo a la mujer: ¡No, no moriréis! Antes bien, Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal" (Génesis 3, 4-5).
La filosofía y la práctica del Yoga están basadas en la creencia de que el hombre y Dios son uno. Se enfatiza la figura de uno mismo, en lugar de en el Único y Verdadero Dios.

El Yoga anima a buscar las respuestas de la vida en nuestra mente y conciencia, en vez de buscar soluciones en la Palabra de Dios a través del Espíritu Santo.

¿Debe un cristiano practicar yoga?

Las dudas y confusiones, la apostasía y la infidelidad, la frialdad religiosa y la indiferencia han llegado a Occidente de la mano de la mística y las meditaciones orientales, de las prácticas esotéricas y de la Nueva Era, del yoga y del reiki... 

Un cristiano no puede en ningún caso aceptar la filosofía y la práctica del yoga, ya que el Cristianismo y el Yoga se excluyen mutuamente.

Para un cristiano, la oración es el diálogo con nuestro Dios Creador, que es una persona distinta a nosotros y a quien necesitamos.

Para un cristiano, el pecado es el principal problema del hombre, lo que le distancia de Dios y por eso, necesita la reconciliación, a través de Jesucristo "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Por la muerte de Jesús en la cruz, Dios ha reconciliado consigo al mundo. 

Para un cristiano, la redención es un regalo gratuito que sólo puede ser recibido  por Dios y nunca ganado o alcanzado a través del propio esfuerzo o con obras

Sólo Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida.

miércoles, 18 de mayo de 2016

EL CAMINO DE EMAÚS, MI EXPERIENCIA DE AMOR


Hoy hablaré del retiro de Emaús como una experiencia de conversión inolvidable que viví y sigo viviendo, que me ha marcado el camino correcto, aunque no desvelaré ni sus dinámicas ni sus secretos, pues la confidencialidad es una de sus esencias. 

¿Qué es?

Emaús es, ante todo, una maravillosa cita íntima y personal con el Amor de Dios. 

¿En qué se basa?

Basado en la lectura del evangelio según San Lucas 24: 13-35, el camino a Emaús no es un movimiento, ni una espiritualidad, sino un método de apostolado impulsado por laicos para laicos, en el marco de la nueva evangelización, que cuenta con el acompañamiento espiritual de sacerdotes de las parroquias que lo organizan y cuya finalidad es llevar a las personas al encuentro con Cristo. 

¿Qué ofrece?

Ofrece una oportunidad para que todo aquel que esté buscando, que no conozca a Jesús, que lo conozca y no le quiera, o se haya peleado con él, o que simplemente vive agobiado en la prisa, el consumismo, el yo, el ansia de poder, posición y dinero que ofrece el mundo de hoy … Vivir un regalo impresionante: un fin de semana transformador, producto del encuentro con el amor de Jesús. 

¿Qué supone?

Supone retirarse del mundo del viernes por la tarde al domingo por la tarde en una casa de espiritualidad y ser testigos de una serie testimonios y experiencias personales de laicos, recibir la efusión del Espíritu Santo y salir del retiro con un sentido renovado de prioridades y propósitos.

¿Cuál es su objetivo?

El objetivo es reconocer que Jesús vive entre nosotros, amándonos con amor infinito y eterno, caminando a nuestro lado, en nuestra propia vida. Con Él, nos convertiremos en luz del mundo, en faros del Espíritu Santo para otros de nuestro entorno y transformarlo.

¿Por qué cambia la vida?

Emaús permite comenzar a vivir una vida llena de amor a Dios, de esperanza, que se materializa en grandes beneficios personales: matrimonios rotos que se perdonan y recuperan el amor, hermanos que se reconcilian, personas que no entendían su sentido de la vida ahora comprenden que Dios los ama, gente alejada de la Iglesia que desean recibir los sacramentos e implicarse en la fe, enfermos que dan gracias a Dios por su enfermedad, desesperanzados que abrazan el amor de Dios...

A menudo, muchos asistentes cuentan que han acudido al retiro obligados por sus amigos o familiares y sobre todo, por sus mujeres. Algunos, van a ciegas y con ciertas reticencias. Pero, una vez el retiro finaliza, todos salimos alegres, como aquellos discípulos de Emaús, damos gracias a Dios por esta experiencia de fe y amor, por haber reconocido de nuevo a Dios caminando a nuestro lado y nos convertimos en transmisores del amor de Cristo.


Volvemos felices, con la cara iluminada, a nuestras casas, con nuestras familias, a nuestros entornos sociales y profesionales, con la imperiosa necesidad de transmitir esta experiencia, esta gracia. Cuando Dios transforma tu corazón y cambia tu percepción de la vida no puedes sino contarlo a todo el mundo.

Emaús es un camino de peregrinaje, donde uno se encuentra con Jesús de una forma casual y al que tantas veces no reconocemos en nuestra vida, tan vacía y tan llena de cosas materiales.

¿Quién puede participar?

Puede participar todo el mundo. Los retiros se organizan para hombres y mujeres, de manera independiente.

Al retiro vienen gente de todas las sensibilidades de la Iglesia, personas de las parroquias, incluso sacerdotes y consagradas. 

Asisten laicos, personas no católicas o de otras confesiones, personas alejadas de la fe y de la Iglesia o personas con una vida sacramental más tibia.. El amor de Dios no pone barreras a los hombres. 

Todos necesitamos experimentar el amor de Dios en nuestra vida.

¿Cuántas veces se puede participar?

Estos retiros se hacen una sola vez en la vida, como caminante y cuantas veces se quiera, como servidor en los siguientes retiros.

Cuando, como caminante, dejas tu parroquia (Jerusalén) sientes que te embarcas en una peregrinación a Emaús y en el camino te encuentras con Jesús, pero al principio no le reconoces.

Al igual que los discípulos, durante 
el camino, se vaciaron contándole a Jesús “todas las cosas que pasaron esos días”, en el retiro, los caminantes nos vaciamos totalmente, le entregamos a Jesús todo lo que nos ha pasado en nuestras vidas. Jesús escucha y seguidamente nos ofrece la Eucaristía, en ese momento es cuando lo reconocemos: cuando parte el pan. 

Los discípulos se levantan e inmediatamente regresan a Jerusalén a contarles a otros la Buena Nueva, que Jesús está vivo y que está con nosotros. Y eso mismo es lo que haces como caminante.


¿Cuál es su consecuencia?

La consecuencia lógica, es la implicación
 de los caminantes en las diferentes actividades de su parroquia y la participación activa en la comunidad. De esta forma, se revitaliza la vida de las parroquias donde se proponen los retiros de Emaús, al integrar y recoger en las mismas, el ímpetu apasionado de estas personas, que desean transmitir y compartir su encuentro con Cristo.

¿Qué nos cuenta el relato?

El último capítulo del "Evangelio de la misericordia" nos narra un acontecimiento que se ha repetido en numerosas ocasiones, que ha inspirado obras de arte, que ha suscitado conversiones e inspirado a los cristianos en el camino a la santidad.

Comienza con dos discípulos desencantados (uno es Cleofás y el otro...) que están abandonando, cabizbajos, la causa por la cual, tres años antes, habían dejado todo. 

Pero ahora, después de tres días de esperar al Maestro en el que habían creído, tenían miedo y pesar, y volvían a casa para tratar de reconstruir las vidas que habían dejado atrás. En un fin de semana se les había escapado el único ideal que había llenado sus jóvenes corazones.

En su camino se les aparece Cristo, pero aunque lo veían, algo les impedía reconocerle. ¿Por qué? ¿Por qué no reconocen su rostro después de haberlo seguido por tres años? ¿Por qué no reconocen su voz después de haber dejado todo el día que escucharon su llamada? ¿Por qué no reconocen sus palabras después de haberlo oído predicar?

Tal vez es porque, como ellos mismos admiten, Él ha desilusionado las esperanzas que tenían, de que Él fuera el libertador de la nación de Israel. 

El obstáculo no es que no tengan a Jesús al lado, caminando con ellos, es que ellos esperan ver a alguien diferente. Así nunca verán a Jesús, por más claro que se les aparezca. ¡Su fe y su esperanza, pequeña y a su medida, no les deja aceptar la gloria y el gozo de la resurrección!

Pero Jesús no los deja alejarse. Quiere conquistárselos para siempre. Se hace el encontradizo para caminar junto a ellos y para que lo inviten a cenar. 

Y ahí, en la intimidad de un pequeño cuarto, se les revela al entregarse en la Eucaristía. Eufóricos, corren hasta Jerusalén bajo la luz de las estrellas. 

¡Ha resucitado, y vive con ellos para siempre! Se dejaron conquistar por la esperanza que les ofrece Jesús, y en la Eucaristía lo llevan consigo para siempre.

Cristo ha resucitado, está vivo y camina conmigo. ¡Qué maravilla! ¡Qué experiencia! Mi corazón rebosa de gozo y quiero cantar, quiero gritar, quiero trasmitir a otros esta certeza. No estoy solo, Cristo quiere estar conmigo. Está vivo en la Eucaristía, esperándome pacientemente. No puedo ser indiferente o pasivo ante tanto amor, por eso corro a compartir con los demás esta Buena Nueva.


JHR

viernes, 13 de mayo de 2016

EL CAMINO DE DAMASCO, MI EXPERIENCIA DE CONVERSIÓN



¿Qué es la conversión? ¿Por qué necesito convertirme? ¿Cómo llegar a ser un verdadero cristiano? ¿Hay una sola conversión o es un proceso de múltiples conversiones?

En Hechos 3,19, el apóstol Pedro habla de la importancia de la conversión: “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados”. Pero, ¿qué significa “convertirse”?

Muchas personas creen que para convertirse o para "nacer de nuevo" sólo deben aceptar una vez a Jesucristo en su corazón, profesar la fe sólo con palabras o sencillamente, ir a misa. 

Pero, ¿qué significa “nacer de nuevo”? ¿basta sólo con palabras? ¿qué significa realmente ser cristiano?  ¿Es algo instantáneo o un proceso? ¿Tiene el Espíritu Santo algo que ver en esto? 

La conversión cristiana es un tema importante en las enseñanzas de Cristo y de sus discípulos. Cuando una persona se convierte quiere decir que cambia. Convertirse quiere decir “dejar de ser una cosa para ser otra”.

La conversión

“Vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la cólera...” (Efesios 2,3). 

Todos somos pecadores y por ello, estamos alejados de Dios. Para volver a Él es necesario que se produzca una transformación, un cambio en nuestra forma de pensar y actuar, en los deseos de nuestro corazón, en nuestra actitud y en nuestra relación con Dios.

Y para que se produzca esa conversión es preciso arraigar un amor nuevo en nuestro corazón y una vida nueva, es necesario experimentar a JesucristoCuando uno conoce realmente al Señor, su vida cambia, se pone en camino, desecha todos los hábitos pecaminosos y los frutos del Espíritu se manifiestan

La conversión es una actitud diaria, es un proceso, un camino y una sucesión de transformaciones que duran toda la vida, una experiencia real de Jesucristo resucitado y presente en la Eucaristía y desde ahí en todos los aspectos de tu vida. 

El camino de Damasco (Hechos 9,1–18)

El ejemplo más claro que aparece en la Biblia sobre la conversión de un ser humano es el de Saulo de Tarso (nombre judío), Pablo (nombre romano), el apóstol de los gentiles. 

Pablo de Tarso había recibido el mandato de las autoridades judías de perseguir a los cristianos de Damasco. Mientras cabalgaba hacia allí, un resplandor del cielo le hizo caer del caballo dejándolo ciego, mientras él y los que cabalgaban con él oían una voz que decía "Saulo, Saulo, por qué me persigues"

Tras esta fuerte experiencia, Pablo se encuentra en Damasco con Ananías, que le impone las manos en nombre de Jesús, lo que le devuelve la vista. Inmediatamente, Pablo es bautizado.

Al ser convertido, Pablo dejó de oponerse al cristianismo y llegó a ser un gran defensor de Cristo. El arrepentimiento sincero, la humildad, la entrega completa, la obediencia a Dios, el deseo de aprender y la voluntad de sufrir por causa del Señor fueron algunas de los cambios que Saulo experimentó en su vida, desde el momento de su conversión.

Pablo, aún después de convertirse siguió teniendo el entusiasmo, energía, valor y celo que tenía antes de su conversión. Su conversión consistió en pasar de su fe farisea a la fe cristiana, de su lealtad a la ley judía a la fidelidad en Cristo y de su propia justicia a la justicia de Dios. La conversión significa dejar las normas del mundo para ir en pos de las de Dios. Significa cambiar de forma de vida, no de personalidad.

Fue la gracia de Dios la que envió la luz resplandeciente al enemigo de la fe cristiana en el camino a Damasco. Sólo la gracia de Dios puede convertir los corazones de los que tienen la voluntad de recibir el poder transformador del Señor. Jesús dice: Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día". (Juan 6,44).

Pablo era un hombre “bueno”, bien educado e inteligente, con una personalidad dominante, poseía una “buena conciencia” (Hechos 23,1) y era celoso de la ley. Creía sinceramente que estaba persiguiendo a una secta débil, ignorante y fanática. Creía que su tarea era ayudar a Dios, purificando a Israel de la corrupción religiosa. Pero necesitaba experimentar a Jesucristo para obtener su salvación. Su obediencia cuidadosa de la ley y el celo con que se entregaba al servicio religioso no eran más que “paño sucio” (Isaías 64,5) porque "era impuro". 

Pablo fue consciente de que debía apartarse de todas sus formas y de todos sus intereses personales para recibir a Cristo. Debía olvidar su propia justicia para recibir, por la fe, la justicia de Dios (Filipenses 3,1–9). Es decir, Pablo tuvo que convertirse para ser salvo.

El hombre hace su papel, someterse a Dios y obedecerlo, pero es Él quien hace el milagro por su gracia en el corazón del mismo. Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle.” (Filipenses 2,13). “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día". (Juan 6,44). 

Mi camino de Damasco

Personalmente, me siento un privilegiado. Yo he experimentado mi propio camino de Damasco. He vivido una vida pensando que yo era bueno, que no hacía mal a nadie, que todo dependía de mi y de mi talento. Seguía la corriente de este mundo” (Efesios 2,2), “en las pasiones humanas (1 Pedro 4,2). Dios no estaba en mi vida. Ahora soy consciente. Por eso, he abandonado mi anterior vida desorientada. 

Cuando encuentras el amor verdadero, el amor desinteresado, el amor con mayúsculas, desaparecen las dudas y emerge el sentido de todo: EL AMOR. No es posible callártelo, quieres gritarlo a los cuatro vientos. Yo he experimentado el amor humano con mi ángel, con mi mujer, a quien quiero profundamente y lo más importante, he experimentado el amor divino, con mi Padre, con mi Creador a quien quiero con toda mi alma.

Yo estaba ciego, pero con humildad y obediencia escuché su voz. Dios me miró a los ojos y dijo mi nombre: ¿Me amas Alberto? Ante tal pregunta, uno se desmorona, se rompe, cae de rodillas y con lagrimas en los ojos, dice: "Tú sabes que te quiero, Señor".

Pero lo importante, lo trascendente no es si yo te quiero, Señor. Lo fundamental es que Tú me quieres, aún a pesar de mí, de mis defectos, de mis infidelidades y pecados, me quieres antes de yo conocerte. Ese es el centro del universo, que Tú me amas desde siempre y para siempre.

Por eso, me entrego a ti, a tu voluntad, a tu amor inagotable, a tu misericordia infinita, desde mi pequeñez, desde mi insignificancia, desde mi torpeza.

Mi amor, pequeño y humano, es importante para Ti, el Hacedor de todo y eso no se puede corresponder con palabras ni con hechos mortales. 

Yo, que soy un átomo en tu propósito eterno, para Ti soy vital. ¿Existe un amor más grande?

Señor, gracias por convertirme día a día, por moldear mi carácter, por dejarme conocerte y experimentarte.

Gracias por otorgarme la gracia de amarte, de servirte y de servir a los demás. 

Gracias por el privilegio de ser instrumento tuyo en Tu plan de salvación. 

Gracias por curar mi ceguera y permitirme darte gloria. 

Gracias por iluminar mi camino y sacarme de las tinieblas.

Gracias Señor. 

Tú sabes que te quiero.


jueves, 5 de mayo de 2016

LA RESURRECCIÓN DEL AMOR

We all need a love resurrection
Just a little divine intervention
(Alison Moyet)



"Todos necesitamos resucitar al amor, tan sólo basta una pequeña intervención divina". Lo que Alison Moyet desconocía es que ya la hubo y no fue pequeña, precisamente. 

Jesucristo, con su muerte y resurrección, nos ha enseñado el verdadero significado del amor: nos amó hasta el extremo, incondicionalmente, tal y como somos, y a la vez, nos perdonó.

Con Él, resucitamos al amor. Con su perdón, somos restaurados en el amor. Jesús no esperó a que le pidiéramos perdón, se lanzó a nosotros con los brazos abiertos.

Este fin de semana escuche al padre Roel preguntar "¿Quién debe dar el primer paso, el que debe perdonar o el que debe ser perdonado?" Su respuesta fue muy sencilla: "Quien más ame".  

Si tú eres el que más ama, lánzate y perdona. Cristo lo hizo.

Nuestro Padre misericordioso nos ofrece como gracia, la posibilidad continua de ser perdonados en el sacramento de la reconciliación. 

Reconcíliate con el Señor y corre a perdonar a tu hermano.

Alguien dijo en una ocasión que "el amor es una planta que se riega con paz y con perdón". ¡Qué gran verdad!

El amor no puede crecer con raíces de rencor ni con ramas de odio. 

El prejuicio y la intolerancia son males que se han convertido en una epidemia que destruye bosques enteros de humanidad. 

El odio ha matado al amor. Por ello, necesitamos regarlo con ríos de perdón y torrentes de paz.

El amor todo lo perdona, no lleva cuenta, no es rencoroso, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo (1 Corintios 13, 4-8).

El amor alienta.... el odio destruye. 
El amor atrae.... el odio rechaza. 
El amor confía.... el odio sospecha. 
El amor tranquiliza.... el odio altera. 
El amor espera.... el odio desespera. 
El amor consuela.... el odio crispa. 
El amor perdona.... el odio intriga. 
El amor vivifica.... el odio mata.
El amor es dulce.... el odio es amargo.
El amor es pacífico.... el odio es guerrero.
El amor es luz.... el odio es tiniebla.
El amor es humilde.... el odio es vanidoso.
El amor es espiritual.... el odio es carnal.
El amor es sublime.... el odio es triste.

lunes, 2 de mayo de 2016

LOS ARCÁNGELES, NUNCIOS SUPREMOS DE DIOS



La palabra "Arcángel" viene del griego αρχάγγελος (archángelos) "Arcángel", palabra que aparece sólo dos veces en la biblia, ambas reflejadas en el nuevo testamento escrito en este idioma, el antiguo prefijo griego αρχ- (arc-), o en otra forma del prefijo άρχω (arco) significa "que gobierna, que dirige, que comanda, que lidera" + άγγελος (ángelos) que significa "mensajero". 

A partir de estas raíces, el significado dado es de "Ángel Jefe" o "Ángel Principal", según la sintaxis del idioma griego. Cabe destacar que el prefijo "αρχ" indica supremacía, uno de los primeros en su clase o liderazgo ante determinado grupo, por tanto podría traducirse el término como "Capitán de los Ángeles" o "Uno de los primeros ángeles". 
Los Arcángeles son conocidos como los  "Nuncios supremos", porque son enviados a la tierra para anunciar a los hombres las cosas más importantes y trascendentales

Constituyen uno de los nueve coros (el penúltimo) de la tercera jerarquía angelical.
En los libros canónicos, y más concretamente en el libro de Tobías y en el de Daniel, se detallan los nombres de tres arcángeles: Rafael, Gabriel y Miguel: 

Yo soy Rafael, uno de lo siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia.
En los libros apócrifos, y más concretamente en el libro de Enoc, se detallan los nombres de siete arcángeles: 

He aquí los nombres de los santos ángeles que vigilan: Uriel, uno de los santos ángeles, llamado el del trueno y el temblor (temor); Rafael, otro de los santos ángeles, el de los espíritus de los humanos; Raguel, otro de los santos ángeles, que se venga del mundo de las luminarias; Miguel, otro de los santos ángeles, encargados de la mejor parte del la humanidad y del pueblo; Sariel, otro de los santos ángeles, encargado de los espíritus de los hijos de los hombres que pecan en espíritu; Gabriel; otro de los santos ángeles, encargado del paraíso, las serpientes y los querubines; Remiel, otros de los santos ángeles, al que Dios ha encargado de los resucitados.

Rafael


Significa "Dios cura" o "Medicina de Dios". 

Es el guardián del árbol de la vida en el Edén (Génesis 3,24), y jefe del orden de las virtudes.

Es el ángel de la providencia, que cuida a la humanidad y a los peregrinos. 

En el Antiguo Testamento le sirvió de guía a Tobías, indicándole como devolverle la vista a su padre Tobit en Nínive (11, 7-8). 

Es “uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que puede entrar ante su presencia gloriosa” (12,15).

Es el encargado de los espíritus de los hombres, de sus heridas y de sus enfermedades. 

Presenta las oraciones de los santos a Dios.
Miguel 

Significa "Quién como Dios"

A San Miguel se le conoce como virrey del cielo, príncipe de la luz, jefe de todos los ejércitos angelicales, custodio de la Iglesia Católica, protector del pueblo de Dios, desde hace más de diez siglos, acompañante de las almas en la eternidad, y el ángel del juicio final (1Tesalonicenses 4,16). 

Es además, el guerrero celestial que peleó con el Diablo encima del cuerpo de Moisés (Judas 9); y en el cielo contra el Dragón y sus ángeles rebeldes (Apocalipsis 12,7), es decir, contra Luzbel o Satanás, a quien venció y expulsó en la batalla celestial, implícita en la alusión en el Génesis a la separación de la luz y la oscuridad. 

Es pues, el símbolo del eterno triunfo de la luz sobre las tinieblas.


Gabriel


Significa "Varón de Dios" o "Fortaleza de Dios"

Es el ángel de la misericordia, la revelación y la muerte. 

Le comunica a Zacarías que sería el padre de Juan Bautistaprecursor del Mesías (Lucas 1,11-20) y es el transmisor del gran anuncio de la salvación a la Virgen María Santísima (Lucas 26-30). 

Algunos teólogos piensan que fue el ángel que consoló a Jesús en el huerto del Getsemaní (22,43), y el que toca la trompeta en el libro del Apocalipsis. 

Encargado del Paraíso, las serpientes y los querubines. 



Uriel

Significa "Luz de Dios" o "Fuego de Dios".

Nombrado en el libro apócrifo de Enoc, es el ángel del trueno y del temblor, también llamado Fanuel, es el ángel de la retribución y el arrepentimiento.

Transmite a los hombres el conocimiento divino e interpreta la profecía. 

Advirtió a Noé sobre el castigo del diluvio universal, se apareció a Moisés como la zarza ardiente y algunos escritores piensan que fue el ángel que combatió toda la noche contra Jacob en Penuel, cambiándole su nombre por Israel "fuerza contra Dios" (Génesis 32,24-28) 


Sariel 





Significa "Mandamiento de Dios". 

También llamad Saraqael.

Encargado de los espíritus del género humano que hacen pecar a los espíritus. 

Vigila, "ve la injusticia cometida sobre la tierra" y lleva la causa de los humanos ante Dios.






Ragüel

Significa "Amigo de Dios" o "Deseo de Dios"

Es el arcángel de la justicia, de la imparcialidad y de la armonía, encargado de castigar al universo y a las luminarias. 

Es identificado con el ángel del quinto sello (Apocalipsis 6:9-11). En el juicio final, será quien ejecute las condenas contra los malvados.

Observa a todos los ángeles y arcángeles, y comprueba que están trabajando adecuadamente con mortales, de una manera armoniosa y ordenada, según la voluntad y el orden divinos (Apocalipsis 3:7-13), lleva la cuenta de sus errores (Mateo18:10), y publica el castigo para los ángeles que han transgredido las norma de Dios (Daniel 7:10). 


Remiel





Significa "Trueno de Dios" o "Desconcierto de Dios" o, también "Misericordia de Dios"


También llamado Jeremiel.


Es "el ángel que preside las visiones verdaderas" y encargado de los que resucitan