¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

lunes, 27 de marzo de 2017

DIOS CONSTRUYÓ UN AVIÓN PARA VOLAR


Hace poco, escuché al P. James Mallon una comparación que refleja perfectamente el estado en el que se encuentra la Iglesia hoy día: La Iglesia es como un avión de pasajeros.

Un avión que tiene el mejor fabricante de todos (Dios), quien lo construyó y lo puso a disposición de todas las personas (los pasajeros) para volar y trasladarse.

Dispuso para él un plan de vuelo perfecto hasta el punto de mandar al mejor ingeniero del universo para enseñarnos su funcionamiento (Jesucristo).


Dotó al avión de una tripulación bien formada y preparada: el piloto y el copiloto (sacerdotes y diáconos), para dirigir y marcar el rumbo; las azafatas y el personal de cabina (laicos), para ayudar y servir a los pasajeros; mecánicos en tierra (personas de vida consagrada) y, para velar porque toda la maquinaria funcione a la perfección; controladores aéreos (obispos y cardenales) para decir a los pilotos si se desvían del rumbo o si no están a la altura debida; y un presidente de la compañía que dirigiera todo (el Papa).  


Pero ¿qué pasaría si el piloto o el copiloto no estuvieran bien preparados o sencillamente, decidieran no despegar el avión? 

¿Qué pasaría si el personal de cabina sólo sirviera a los pasajeros refrescos mientras están en la pista con los motores encendidos y preparados para despegar pero no lo hicieran? 

¿Qué pasaría si los mecánicos no revisaran las piezas estropeadas o deterioradas? ¿qué pasaría si el presidente de la compañía no le importara que los aviones despegaran? o ¿ si mandara que despegaran pero no lo hicieran?


¿Qué pasaría si los pasajeros subieran al avión sólo para pasar un buen rato? o ¿para dormir?



¿Qué sentido tendría el avión? Ninguno. Y es que un avión está pensado para volar y llevar a personas de un sitio a otro, y no para servir refrescos ni para permanecer en la pista parado.

¿Queremos volar? Pues, tenemos que ponernos en movimiento o ponernos "en salida"; ¿Queremos despegar?pues tenemos que cambiar nuestra actitud cómoda de quedarnos en la pista. En realidad, todos deseamos despegar y volar pero no queremos cambiar nuestra comodidad. Y no hacemos nada por remediarlo.

No cabe duda que a todos nos gustan los cambios que nos benefician: un ascenso en el trabajo, una casa nueva, un coche nuevo, etc., pero nos aterrorizan los cambios que amenazan nuestro sentido de estabilidad, seguridad o confort y raramente aceptamos asumir riesgos que podrían poner en peligro nuestra comodidad.

Dios es activo y dinámico. Por eso ideó y construyó un avión (la Iglesia) para que estuviera en movimiento. Pero a los hombres nos gusta subir al avión no para volar sino para estar a gusto, y sin cambiar la forma en que lo utilizamos. Pero Dios tiene tendencia a ser evasivo, llamándonos, sacándonos fuera de nuestra zona de confort y atraernos a la aventura de seguirlo a su voluntad, a despegar hacia el cielo.

Muchos sacerdotes y laicos se preguntan a menudo... ¿cómo podemos despegar? ¿Cómo podemos llegar a más gente y volar? ¿Cómo podemos dar vida a una Iglesia en crisis y aparentemente moribunda?

La respuesta es muy sencilla...cambiando y moviéndonos. Despegando y poniéndonos en ruta.

Hay numerosos precentes en la Palabra de Dios que nos muestran este hecho: Dios sacó a Abraham de Ur, a José de Canaán, a Moisés de Egipto al desierto, a David del campo al palacio, de la cueva a Hebrón y finalmente a Jerusalén, a Nehemías de Susa a Jerusalén, a José y a María de Nazaret a Belén, a Pablo a Antioquía. Dios siempre nos mueve, nos hace despegar de nuestras comodidades.

Dios incluso permitió que una gran persecución golpeara a la Iglesia en sus primeros días en Jerusalén (Hechos 8). ¿Para qué? Para forzarlos a salir de su zona de comodidad y despegar hacia todas las naciones, con el mensaje del Evangelio.

Sí, sé que algunas cosas nunca deben cambiar. El mensaje central de Jesucristo (el vuelo) y toda la verdad que Dios ha revelado en su palabra, la Biblia (el plan de vuelo), es para siempre perfecta y nunca necesita ser reeditada. Pero la cultura que nos rodea está en constante estado de fluctuación y de cambio, y nuestro método de comunicar que hay un vuelo maravilloso para todos, debe adaptarse a cada nueva generación, a cada pasajero o nos arriesgamos a ser irrelevantes y obsoletos. Y nadie comprará los billetes.

Por desgracia, en el mundo occidental existen muchas catedrales e iglesias vacías que testimonian una verdad inmutable: que el Espíritu de Dios nos pasa desapercibido, que nos hemos olvidado de él. Y sin "queroseno", el avión no se mueve, por mucho que nosotros nos esforcemos.
No obstante, debemos mantener nuestra esperanza en la promesa mesiánica de Mateo 16, 18-19: "Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de Dios; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos". 

La Iglesia, esposa de Cristo, prevalecerá hasta que Jesús regrese. Lo dice Dios: "Yo la edifico y vosotros la cuidáis". Pero cada parroquia, cada comunidad debe tener el coraje de cambiar la dinámica de una cultura perdida, lo que significa que los cristianos debemos ser audaces y valientes para salir de nuestra comodidad y traer a las personas que han dejado de volar, que han perdido el interés de volar, que se han alejado del aeropuerto.

Si quieres que tu iglesia despegue y vuele (y deberías, si te tomas en serio la misión que Cristo nos encomendó), entonces tendrás que cambiar tu mentalidad cómoda y aburguesada. 
Una vez que llegas a creer y amar a Dios, la manera de demostrar tu fe es con obras. Se requiere acción. ... No puedes continuar la vida como de costumbre, permanecer donde estás (en la pista de despegue) tomando un refrigerio, y volar al cielo al mismo tiempo... 

Dios no es un Dios estático. Cuando Jesús vino a la tierra, no se quedó en un lugar sino que fue de un sitio para otro. Estuvo en continuo movimiento y salió siempre de su zona de confort. Voló y lo hizo dando vida mientras se dirigía a perder la vida.

Para ir por el camino que Dios nos marca, para entender sus pensamientos, sus propósitos y su voluntad, es necesario que cambiemos. Dios nos pide que realicemos ajustes en nuestra vida, circunstancias, relaciones, pensamientos, compromisos, acciones, métodos y lenguajes. 

Una vez que hayamos hecho los ajustes necesarios, podremos "volar" en el avión que Dios construyó. Porque Dios quiere que "volemos".



domingo, 26 de marzo de 2017

SE NECESITAN LÍDERES

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"Un líder conoce el camino, muestra el camino y anda el camino" 
(John C. Maxwell)

Algunos cristianos nos hemos lanzado a "esto" de la Conversión Pastoral de la Iglesia renovando métodos, estructuras y lenguajes, y a la Nueva Evangelización, anunciando a Cristo, sirviendo y discipulando a personas. 

En ambas, visión y misión se conjugan par
a renovar, anunciar y discipular, pero se necesitan líderes, personas llamadas por Dios a conducir a otros en el proceso de cambio, a conformar comunidades, a llevar la Buena Nueva al mundo entero.

Por desgracia, no existe apenas cultura de liderazgo dentro de la Iglesia porque, tradicionalmente, los sacerdotes han sido quienes han liderado todo, se han convertido en "curas-superman", que lo hacen todo y, finalmente, se "queman". 

Y es que el cura sólo, no puede: el cura pastorea, guía, va al frente, anima, da ejemplo, asume su responsabilidad, pero necesita ayuda, necesita cristianos comprometidos y corresponsables, es decir, líderes. Si no descubrimos y formamos líderes, no iremos muy lejos. 


Encontrar y formar líderes es una necesidad apremiante que tiene un fundamento profundamente espiritual. Dios llama a personas a construir comunidades, y capacita a sus elegidos para la misión, constituyendo a unos en apóstoles; a otros, en profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros (Efesios 4,11). 

En virtud del bautismo es responsabilidad de todos los bautizados asumir este liderazgo profético del que nos inviste Dios y al que nos llama la Iglesia.

Un líder es "alguien que influye", y por tanto, para influir hay que estar en acción, sirviendo. Cualquier persona que sirve a otros, es líder porque da ejemplo, porque se pone a la cabeza, porque "se tira a la piscina".

Por eso, es importantísimo detectarlos, saber qué tipo de liderazgo ejerce cada uno y ponerlos a servir donde den fruto, de acuerdo a sus dones.

Tipos de liderazgo

El pasado mes de diciembre, en el Primer Encuentro sobre Liderazgo y Experiencias Prácticas para la Conversión Pastoral para parroquias, en Algete (Madrid) se definieron diez tipos de líderes, según su estilo de influencia:

1. Visionario: Tiene una imagen clara de hacia dónde ir, lo que Dios pretende, y lo que pasará en el futuro; le frustra ver que lo que vendrá aún no llega. Le apasiona llegar a esa visión, entusiasma a otros y suele hablar bien.

2. Directivo: Es ejecutivo y firme, piensa en las cosas prácticas, no se asusta, aterriza las visiones, toma decisiones concretas que hace que las cosas funcionen, sabe donde colocar el dinero. No suele ser buen orador ni motivador.

3. Estratégico: Asume la visión y define los pasos para llegar a ella. Ve los distintos grupos y necesidades que hay que atender, sabe la ruta, el orden, el ritmo…en definitiva, organiza la estrategia para conseguir la meta.

4. Gerencial: Es el "conseguidor", el que consigue los recursos humanos y económicos; las personas y los talentos; hace las llamadas prácticas con éxito, consigue que los recursos necesarios estén ahí y que no se desperdicien o malgasten.

5. Motivacional: Motiva al equipo como Jesús motivaba a sus discípulos, persona a persona, de paseo, en barca, uno en uno o en grupos pequeños. Hace sentir a cada uno que es persona, no un engranaje. A menudo, consuela a los heridos por el líder directivo que tiende a ser un poco insensible.

6. Orador: Es una variante del líder motivacional porque motiva, consuela y acompaña, sobre todo, con oración. Abraza y acoge, reza por todos y cada uno del grupo y los acerca a Dios personalmente.

7. Forjador de Equipos: No necesariamente gestiona bien a las personas pero sabe forjar equipos, buscar los dones y carismas de cada uno y ponerlos a trabajar juntos. Organiza a las personas según sus capacidades y según las circunstancias.

8. Emprendedor: Le gusta poner en marcha cosas, pero al cabo de un tiempo, cuando ve que ya han cuajado y más o menos funcionan, prefieren pasar a otro proyecto. Hay que tener cuidado, estos líderes necesitan ir acompañados de otros líderes que den continuidad a los proyectos y eviten ir "a salto de mata". 

9. Reconstructor: Renueva cosas que ya existían pero estaban atascadas; también soluciona casos de conflictos y problemas enquistados; gestiona bien las crisis, es"solucionador" y hace "reformas" en estructuras.

10. Negociador: Construye puentes, hace concesiones, busca soluciones creativas y alternativas, junta a gente insólita, logra alianzas entre gente muy diversa, o aislada o enfrentada.

Lo que un líder cristiano es y no es

Un líder cristiano NO  
es perfecto ni ignora sus propias debilidades.
- tiene la voz más alta de la habitación ni abusa de su autoridad.


- obliga a la gente a hacer las cosas ni cómo hacerlas.
- ignora el fracaso ni enmascara la realidad.
- evita los retos ni huye de las dificultades

Un líder cristiano SÍ
- influye en otros, admitiendo sus propias debilidades.
- alienta e inspira a otros, con humildad y su ejemplo.
- muestra a otros a seguir su visión con pasión.
- asume riesgos y aprende de sus fracasos.
- es transparente y honesto, haciendo que otros se sientan valorados y apreciados.

5 Prácticas esenciales de un líder

Nuestro gran ejemplo y modelo, Jesucristo, define y nos muestra una alternativa divina a los métodos convencionales de liderazgo y que consiste en cinco prácticas esenciales:

1- Aprendizaje. "Yo quiero enseñarte, indicarte el camino que tienes que seguir, quiero darte un consejo, quiero mirar por ti." (Salmo 32,8). Cada cristiano requiere de un aprendizaje y de una forma u otra, cada modelo de liderazgo, también. Los líderes siempre deben ser aprendices: siempre dispuestos a aprender. 

Un buen líder aprende continuamente para servir mejor a los demás. Buscar la visión de la parroquia es ser visionario, pero también muy práctico y concreto. Debe tomarse su tiempo rezando, reflexionando, ante Dios y con su equipo de colaboradores, para descubrir la visión.

2- Enseñanza.  El apostol Pablo dijo: "Es, pues, necesario que sea apto para enseñar" (1 Timoteo 3, 2).  Esta práctica está estrechamente ligada a la anterior, el aprendidaje. Los buenos líderes invierten en aquellos a quienes dirigen y comparten con ellos lo que han aprendido. 

Se toman el tiempo para inculcar su conocimiento a las personas a su cargo. No guarda ni esconde nada para su propio provecho. El resultado es que las personas que siguen a estos líderes se convierten en líderes ellos mismos.

3- Servicio. Jesús dijo: "Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. No es así con vosotros. En cambio, el que quiera hacerse grande entre vosotros, sea vuestro servidor " (Mateo 20, 25-26). 

Los malos líderes dirigen a otros, los buenos líderes sirven a los demás con el ejemploAyudan y sirven como el que más, tiran del carro y no están pendientes de ejercer su autoridad.

4- Cuidado. "No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros, preocupándoos no sólo de vuestras cosas, sino también de las cosas de los demás." (Filipenses 2, 3-4).

"Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?" (1 Juan 3, 17).

A menudo, los malos líderes tienen espíritu de rivalidad o de orgullo y hacen las cosas para su gloria, creyéndose superiores. Cierran su corazón egoísta a sus hermanos necesitados y no se preocupan por ellos.

Los buenos líderes simplemente se preocupan por la gente, compartiendo sus vidas con ellos sin esperar nada a cambio, con humildad y con amor. El mismo amor del Padre. 

5- Ejecución. "Yahveh lo acabará todo por mí. ¡Oh Yahveh, es eterno tu amor, no dejes la obra de tus manos!" (Salmos, 138, 8).

Todos los líderes tienen que conseguir que las cosas se ejecuten. Tienen que producir resultados significativos.

Sin embargo, los malos líderes tienden a utilizar el control para que se hagan las cosas. Tienden a pensar que las cosas de Dios dependen de ellos.

Los buenos líderes, en su lugar, utilizan la inspiración. Comparten una visión de un objetivo que les apasiona e invitan a otros a conseguirlo con ellos, en la convicción de que es Dios quien realiza todo.

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sábado, 25 de marzo de 2017

¿ES AMPLIA TU VISIÓN?


A lo largo de los años, he aprendido que -a diferencia de la opinión popular- cuanto más amplia es la visión, más fácil es alcanzarla y, en última instancia, el tamaño de tu visión debe estar determinado por el tamaño de Dios.

La cuestión no es quién te crees que eres, sino quién crees que es Dios. En tu sueño, no te preguntes: "¿Qué puedo hacer por mi comunidad?", sino: "¿Qué puede hacer Dios por mi comunidad?"

¿A cuántas personas podríamos alcanzar?

Para determinar el tamaño de nuestra visión, necesitamos tener en cuenta tres factores. El primer factor es la población final de nuestro área de servicio. Es decir, nuestro público objetivo; a cuántas personas podemos alcanzar.

Busquemos un plano del barrio, dibujemos un círculo que incluya aproximadamente 15 minutos de distancia en automóvil de nuestra parroquia y descubramos cuántas personas hay en ese área.

Tratemos de llegar a todos ellos. Aunque sabemos que no podremos llegar a todos, asumamos la responsabilidad de tratar de llegar a todos. 

¿De cuánto tiempo disponemos?

La mayoría de nosotros sobrestimamos lo que podemos hacer en un año y subestimamos lo que podemos hacer en 5 años o 10 años. El problema es que establecemos nuestros objetivos demasiado bajos y tratamos de lograrlos demasiado pronto.

Debemos establecer grandes metas, metas enormes, aunque lleve tiempo alcanzarlas. No esperemos un milagro de la noche a la mañana. Empecemos a construir por los cimientos. No estamos interesados ​​en el desarrollo de una seta, sino ​​en el de un roble. Una seta tarda 12 horas en crecer; un roble tarda 60 años. Pero un roble dura mucho más.

Para alcanzar grandes metas, tenemos que planificar el servicio en nuestra parroquia a largo plazo. Hay muchas que son flor de un día, crecen rápido pero no construyen cimientos. No echan raíces. Todo lo que sube rápido, baja rápido.

Debemos planificar el tiempo. La perseverancia es la clave para alcanzar una gran meta. O lo que es lo mismo, el tamaño de nuestra meta estará determinado por la cantidad de vida que planeemos utilizar en alcanzarla.

¿Con qué dones contamos?

El tercer factor para determinar el tamaño de tu visión es una evaluación franca de los dones que Dios nos ha dado. La Biblia enseña claramente que hay personas con un talento, cinco talentos y diez talentos.

Algunos sacerdotes nunca tendrán más de 150 personas en su parroquia, porque se empeñan en hacerlo todo ellos mismos. Realizan todas las actividades, incluso las que no están a su alcance o para las que no están preparados. 

Como buenos pastores, quieren conocer a todas sus ovejas por su nombre y anhelan en exceso el contacto personal.

No hay nada malo en tener el corazón de un pastor. Dios ama a la gente con corazón de pastor y con olor a oveja. Por eso llamó a tantos sacerdotes a su Iglesia. Pero si pretendemos que nuestra parroquia crezca, debemos estar dispuestos a formar a otros líderes. Es uno de los peajes del crecimiento.

Si tenemos una visión amplia y una meta ambiciosa para hacer crecer a nuestra parroquia y que llegue a gente de todo el espectro, tendremos que cambiar la forma en la que pensamos. 

Ésa es la razón por la que tenemos hacer una evaluación honesta de nuestros dones, de con qué y quiénes contamos. Y una de las claves de esta evaluación es fijarnos en qué gastamos el dinero de la parroquia. Ello nos dirá cómo es nuestra visión de amplia y si "evangelizamos" o "mantenemos"

En resumen, para establecer la visión y la misión de una comunidad parroquial, lo primero que necesitamos es saber nuestro "target" (a quién nos dirigimos), lo segundo es el "timming" (cuánto tiempo nos marcamos) y lo tercero, los "resources" (con qué recursos materiales y humanos contamos).


jueves, 23 de marzo de 2017

PELAGIANISMO: EL ENEMIGO EN CASA

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La Palabra de Dios nos avisa continuamente de que el enemigo está muy cerca de nosotros, en la propia casa de Dios: 

"Mirad que os envío como corderos en medio de lobos" (Lucas 10,3).

"Yo sé que después de mi partida introducirán entre vosotros lobos crueles, que no perdonarán al rebaño, y que de entre vosotros mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas perversas con el fin de arrastrar a los discípulos en pos de sí" (Hechos 20, 29-30).

"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestido de oveja y por dentro son lobos rapaces" (Mateo 7, 15).

"Sus sacerdotes han violado mi ley y profanado mis cosas sagradas; no han hecho diferencia entre lo sagrado y lo profano, ni han enseñado a distinguir entre lo puro y lo impuro; se han tapado los ojos para no ver mis sábados, y yo he sido deshonrado en medio de ellos" (Ezequiel 22, 23).

También el Papa Francisco continuamente nos alerta sobre el peligro en la Iglesia y le pone nombre: pelagianismo. Una herejía condenada por el Vaticano hace siglos y que, sin embargo, está enraizada sutil y sibilinamente en muchas de nuestras parroquias, afectando tanto a sacerdotes como a laicos.

Básicamente, un pelagiano:
    -piensa que el amor de Dios, el cielo y la santidad se ganan por méritos propios, más que por la Gracia divina. 
    -"hace", en lugar de "dejarse hacer", se envuelve en actividades acordes a sus gustos y a sus dones, en lugar de confiar en el "poder de lo alto", en la acción del Espíritu Santo.

    -"quiere", en lugar de "dejarse querer" por Dios. Pone su confianza en sí mismo, en sus talentos y en sus méritos.

    -llega a convencerse de que Dios le da las gracias por sus obras, como si Dios dependiera de nosotros, nos necesitara o nos tuviera que agradecer algo.

    -se envuelve en una falsa espiritualidad que no hace sino esconder una verdadera idolatría: la del "yo". 

    -siempre habla en primera persona del singular y en mayúsculas (YO) y nunca en tercera persona  (DIOS).

    -trata de comprar su santidad, de "ganar" su salvación por sí mismo, en lugar de aceptar que es Cristo quien nos las regala.

    -piensa que Adán y el pecado original son una fábula y por ello, no se necesita la misericordia divina.

    -asegura que la Gracia se merece y se gana, y que los frutos resultantes son consecuencia de los méritos adquiridos.

    -sólo piensa en su ego: "YO le pido a Dios la Gracia para hacer YO lo que YO tengo que hacer, con lo cual soy YO el que me salvo, ayudado por la Gracias, pero soy YO el protagonista, el que me gano mi salvación".

    -está muy lejos de vivir la plenitud de la Gracia tal como la experimentó la criatura más perfecta de la creación, la Virgen María: "Hágase en mí". Ella vivió la Gracia trabajando en ella.

    -"oye", pero "no escucha"Es incapaz de entrar en esa dimensión en la que el protagonista es el Espíritu Santo. 

    -"razona" pero "no experimenta el amor de Dios". Tiene el corazón tan endurecido por el racionalismo que es incapaz de dejarle entrar en él al Señor. 

    -tiene la osadía de poner condiciones a Diosincapacitándose para recibir al Espíritu Santo y para comprender que nada es obra nuestra, sino de Dios.

    -se coloca la mochila pesada de la salvación sobre sus espaldas en lugar de ponerla a los pies de Jesús en la cruz.

    -coloca su "yo" en el centro de su vida espiritual, poniendo el énfasis en sus sacrificios, en sus esfuerzos, en sus quejas y agotamientos por todo lo que hace .

    -está tan ocupado en sí mismo y su vida no gira en torno a Dios porque la tensión y la exigencia con la que vive su "fe de ganancias" le sumergen en una espiral de cumplimiento e hiperactividad.

    -es incapaz de saborear la alegría porque la pesada carga que se impone le angustia, la vida le agota, el trabajo le estresa, la fe le cansa; ni vivir la paz que supone descansar en los brazos de un Padre misericordioso. 

    -es incapaz de vivir la alabanza, de compartir la fe con otros, de tener una experiencia real y personal de Cristo Resucitado. 

    -cae con frecuencia en la acedia, en la pereza y en la desgana. "Vive quemado", o peor, es "un muerto en vida", un "zombie espiritual".

    -ve la Oración, la Eucaristía, la Adoración, los Sacramentos, el Servicio y todas las prácticas cristianas habituales como una obligación, como algo que debe hacer para ganar su medalla, su pódium, su derecho al cielo.

    -se cree un buen cristiano y se sobre-valora, como un ejemplo de fe a seguir.

    -hace seguidores suyos en lugar de discípulos de Cristo.

    ¡CUIDADO CON EL PELAGIANISMO!

    lunes, 20 de marzo de 2017

    DIOS NOS PIDE DAR RESPUESTA


    "Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos de vosotros. 
    No les tengáis ningún miedo ni os turbeis." 
    Dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, 
    siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. 
    Pero hacedlo con dulzura y respeto. 
    Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, 
    sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo." 
    (1 Pedro 3, 14-16)



    Hoy quiero dirigirme a quienes atacan y se mofan de mis creencias, y lo hago desde mi condición de español y de católico. Mi intención, desde "la dulzura y el respeto" es aclararles algunos asuntos que parecen no entender bien, debido a su enfermizo y obsesivo odio hacia nosotros, los que nos consideramos españoles y católicos:

    1) Mi fe no me la puedo callar.a pesar de los continuos e intolerantes ataques contra mi fe, ya sea en las administraciones públicas, en los colegios, en los medios de comunicación o en las mismísimas iglesias, y sus empeños en relegar la religión a un hecho privado, de forma que no influya en el desarrollo y transformación de la vida social, política y cultural de nuestro país, no lo van a conseguir. 

    2) Mi fe me hace libre. Y a pesar de su ocurrente e intensa labor política, deberían conocer que, tanto la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europa (artículo 10) como la Convención Europea de Derechos Humanos (artículo 9) definen el derecho de libertad religiosa como “la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en privado”

    3) Mi fe me protege. Y a pesar de su obstinación por el laicismo, deberían saber que este derecho está recogido también en el artículo 16 de nuestra Constitución Española: "Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley."

    4) Mi fe es pública. Y a pesar de sus ideas radicales, deberían saber que no lograrán la imposición de su pensamiento único, ni de su dictadura atea, ni relegar la religión al ámbito privado de la conciencia personal, ni impedir cualquier manifestación pública de mis convicciones o creencias, ni su ansia vehemente de convertir la fe católica en una actividad clandestina y proscrita.

    5) Mi fe es de muchos. Y a pesar de su pretendido control de los medios de comunicación y redes sociales, deberían saber que con su furibunda obsesión contra la Iglesia han producido un efecto mariposa, completamente contrario a sus deseos, propiciando que esta España Católica que tanto odian y señalan como si fuera la peste, haya despertado de su anestesia y se haya movilizado en favor de lo que, no sólo es un derecho fundamental, sino un mandato de nuestro propio Dios Jesucristo (1 Pedro 3, 15; Mateo 18, 19-20). 

    6) Mi fe me define. Y a pesar de su invasión en el ámbito del Derecho, la cultura y  la educación, deberían saber que el artículo 16.3 de nuestra Constitución Española (1978) dice: Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones". Deberían saber que Estado aconfensional significa "que no se adhiere y no reconoce como oficial ninguna religión en concreto, aunque pueda tener acuerdos (colaborativos o de ayuda económica principalmente) con ciertas instituciones religiosas." Es el Estado quien se define aconfesional, no la sociedad. Ellos pueden definirse como quieran pero que no me definan a mí, por favor. 

    7) Mi fe es tolerante. Y a pesar de sus discursos populistas, deberían ser coherentes con una de sus palabras favoritas, "tolerancia", esa que tanto pregonan cuando se trata de grupos minoritarios pero que callan cuando se trata de mayorías no conformes a su ideología. Si la utilizan para unos, deberían hacerlo para todos.

    8) Mi fe es libre. Y a pesar de sus gritos progresistas, deberían ser fieles a otra de sus palabras favoritas, "libertad", esa que tanto demandan para ustedes y los suyos pero que niegan a otros. Yo no les digo a ustedes como vivir sus ideas, y por tanto, no me digan a mi como debo vivir mi fe. 

    9) Mi fe es transparente. Y a pesar de su conductas "intachables", deberían ser leales a otra de sus palabras favoritas, "transparencia", esa que tanto exigen a otros pero que ustedes ocultan cuando les interesa.

    10) Mi fe viene "de lo alto". Y a pesar de sus contradicciones y sus postulados "anti-todo", sean lo que quieran ser, aconfesionales y laicos, de izquierdas y radicales, del género que se les ocurra, pero no me digan a mi lo que debo ser, cómo debo ser o lo que debo pensar. Para eso, tengo a mi Dios.







    domingo, 19 de marzo de 2017

    ATRÉVETE AL CAMBIO. RENUÉVATE



    Desde hace un tiempo, venimos hablamos mucho de renovación pastoral de nuestras parroquias, de buscar métodos para restablecer la esperanza y el ánimo de una Iglesia diocesana debilitada, de un Pueblo de Dios anestesiado. Hablamos de sanear estructuras y modelos que ya no sirven, de crear comunidades misioneras y bla, bla, bla...

    Pero la realidad es que seguimos sin "movernos", seguimos en modo "stand by", esperando que todo se arregle solo.

    El P. James Mallonpárroco de Saint Benedict (Halifax-Canadá) y autor del libro de cabecera “Una renovación divina” ha venido a Barcelona, al congreso “Reforma y Reformas de la Iglesia”y ha compartido con sacerdotes y laicos su experiencia de renovación pastoral y nos ha dejado unas cuantas pinceladas interesantes para poner en práctica.

    La clave: el Espíritu Santo renovador

    En primer lugar, se ha dirigido a sus compañeros, los sacerdotes, animándoles a que confíen en la acción poderosa del Espíritu Santo para renovar todo, a que no se rindan, a que vuelvan a soñar y recuperar la pasión con la que le dieron el sí al mismo Dios. 

    Les instó a que abandonen el estado de "funcionariado" al que muchos de ellos se han convertido y a que se animen a transformar estructuras y renovar métodos en sus parroquias, que ya no sirven o que no funcionan. 


    Le exhortó a que dejen de estar anestesiados y a volver a respirar el aire puro del Evangelio.

    Les invitó a huir del clericalismo y del neopelagianismo, a confiar en que todo depende de Dios y no de nosotros, a fijarse en modelos pastorales puesto en marcha en parroquias donde el milagro se ha producido, y a transformar sus parroquias en comunidades evangelizadoras.

    Mallon pide a los sacerdotes que den un mayor protagonismo a los laicos dentro de la Iglesia, a delegar en ellos tareas y servicios, para que, de esa forma, se sientan comprometidos, corresponsables y copartícipes, en lugar de meros colaboradores y ayudantes al servicio de un sacerdote. Es partidario de un sistema que da excelentes resultados, que crea comunidad y compromiso: los grupos pequeños o células de fe. 

    Las 4 tareas de todo cristiano

    Mallon recordó que todos los bautizados son corresponsables de evangelizar y que Jesús nos encargó a todos los cristianos 4 tareas, en Mateo 28, 19-20:
    1) Id
    2) Haced discípulos
    3) Bautizadlos
    4) Enseñadles los mandamientos

    "Ir","Bautizar" y"Enseñar" lo hemos hecho siempre y bien, pero "Hacer discípulos", no. Y sin discípulos, la Iglesia colapsa y todo se desmorona.

    El ciclo evangelizador

    Mallon explicó el "ciclo virtuoso" de la evangelización "discípulo-misionero-apóstol"

    Evangelizar consiste en:

    1) Hacer discípulos
    2) que renuevan la Iglesia
    3) que aprenden y sirven
    4) que dan dinero y tiempo
    5) que evangelizan y hacen discípulos

    La renovación empieza evangelizando a adultos y alejados. “Si tienes a los adultos, tendrás a sus niños; si empiezas por los niños, los adultos pueden mantenerse ajenos”, explica Mallon. 

    Mallon señala algo que los antiguos cristianos tenían muy claro. “La Eucaristía es para los ya evangelizados, no es para la primera línea de evangelización a alejados. Es la cima, es para los ya crecidos”. La misa no es un método de evangelización


    “Lo presentamos como un juego, como algo divertido; invitamos a todos a participar, a integrarse en esto… Si quieres crecer, toma un remo y ponte a remar, decimos a todos. Y si no quieres remar, bueno, te amamos, Dios te bendiga… pero búscate otra parroquia”

    La Iglesia, como el padre en la parábola del Hijo pródigo, debe salir al encuentro del hijo alejado y abrazarle, aunque el hijo mayor proteste y refunfuñe. 

    Mallon insiste en que no hay que malgastar recursos, tiempo y esfuerzo en gente que no quiere conocer más a Jesús, porque hay personas que sí que quieren –a veces con vidas muy complicadas, divorcios, problemas personales, enfermedades… a las que sí hay que atender.

    Hoy lo eficaz incluye crear lazos, expresar la fe poco a poco, crear amistades… Para ello, es preciso separar "evangelización" de "catequesis"

    La gente en el pasado se comportaba para pertenecer. Ahora primero hay que pertenecer, sin juicios ni condenas, y poco a poco aprender a comportarse. Cuando empiecen a creer, podrás animarles a comportarse de otra forma. Tenemos que crear comunidades donde los alejados puedan pertenecer y estar mientras aún no se convierten. 

    Algunas herramientas útiles de evangelización son las cenas Alpha donde escuchan el kerigma o los retiros de Emaús, donde se encuentran cara a cara con Cristo resucitado y le reconocen. Allí empiezan a ver “testimonio de vida”, "porque la gente escucha más al testigo que al experto”, recuerda Mallon.

    "La Iglesia no es un club privado y elistista. No debería funcionar como un club, por y para sus miembros, sino por y para los que están fuera

    ¿Queremos meros consumidores de sacramentos? o ¿Queremos discípulos comprometidos de Jesucristo que cumplen con lo de id, bautizad, enseñad y haced discípulos como Cristo pide?”

    ¿En qué gastas el dinero?

    "Puedes tener el mejor plan y estrategia, pero has de tener en cuenta la realidad de la cultura de tu comunidad", añade Mallon. La cultura es “lo que ves como normal”, lo que valoras, recompensas, son los valores de tu cultura. Una cosa es decir “valoramos la evangelización”, pero en la práctica nuestro valor número uno es “mantengamos los edificios”. Mira en qué gastas el dinero y verás tus verdaderos valores, también en tus facturas familiares. ¿Cuáles son los valores de tu parroquia? ¿Valoras las necesidades de tu entorno o las tuyas propias? ¿Abres o cierras las puertas de tu parroquia?


    Para renovar tu iglesia, debes cambiar toda la cultura parroquial. Es un proceso lento y que requiere mucha oración y trabajo.

    Por desgracia, hay gente dentro de la Iglesia que dice “no necesitamos nada de toda esta renovación, tenemos los sacramentos, se puede ser católico sin esos grupos, sin esos cambios”. Gente que dice eso mientras las parroquias se quedan vacías, y a las que el padre Mallon clasifica como víctimas del “esnobismo espiritual”: No les duele ver tantas ovejas fuera del redil y no quieren cambiar nada para ir a por ellas.

    10 valores de una parroquia renovada

    Hay diez elementos que ya hemos comentado en otras ocasiones, que el padre Mallon vuelve a recalcar y que se deben aplicar para lograr el cambio pastoral:

    1) Prioridad al fin de semana: dedicar el fin de semana a Dios y disfrutarlo

    2) Hospitalidad y acogida: dar la bienvenida a quienes se asoman por la iglesia.

    3) Música que eleve e inspire a todos los presentes

    4) Homilías bien preparadas y apasionadas, buena predicación con 3 objetivos a decir: qué quieres que sepa la gente, qué quieres que haga, y por qué es importante.

    5) Comunidad significativa: te importa la gente de tu comunidad, te tratas con ellos.

    6) Expectativas claras: hacia donde vamos y qué queremos. Qué ofrecemos y qué pedimos.

    7) Ministerios basados en los puntos fuertes de la gente: Crear servicios en base a los talentos de la gente de la parroquia y no al contrario.

    8) Grupos pequeños de hermanos que se conocen: Alpha, Emaús, Oración, Lectio, etc.

    9) Fomentar las experiencias del Espíritu Santo, “sin miedo a lo que Él quiera hacer, experimentar su poder.

    10) Cultura del invitar: cada feligrés invita a más y más personas



    ¡El avión debe volar!

    Imaginen un avión que nunca despega: vienen pasajeros, el capitán y la tripulación les dan café, les entretienen un rato, y luego los pasajeron se van a pie. Pero ¡el avión debería volar! Nos entrenaron para servir en una Jerusalén y la realidad es que vivimos en una Babilonia

    Podemos vivir autoengañándonos y decir “nuestro método no funciona, pero si lo usamos más y más y más funcionará”; eso es una chaladura, repetir lo mismo y esperar distintos frutos es absurdo”.


    Trabajo en equipo

    Mallon habló sobre la composición de equipos, para que los curas no trabajen como francotiradores:

    “De cura novato me entregaron dos parroquias con una plantilla conjunta de 7 personas y no sabía cómo organizar equipos; los curas no sabemos de liderazgo ni de equipos… En el seminario no me dieron ninguna formación de trabajo en equipos o dirección de equipos. Solo me dieron teología y filosofía. Además, nos formaron para una iglesia de “mantenimiento”, y ahora estamos en declive, lo del “mantenimiento” no funciona… 

    El grupo está para ayudar al líder a tomar la decisión, y el líder toma decisiones. El grupo de liderazgo de tener:

    -Unanimidad de visión: todos los del equipo han de confiar en la visión, si hay dos visiones habrá división; la visión es una imagen del futuro que produce pasión. ¡No se puede fingir la pasión!

    -Equilibrio de fuerzas: tener fuerzas de distintos tipos; el que ejecuta, el que planea estrategia, el que es bueno en relaciones y el que influye; en la Iglesia, liderando suele haber ejecutores y relacionales, y suelen escasear los otros… pero se necesitan. U otro criterio: los orientados a gente, los orientados a tareas, los que piden amablemente, los que dan órdenes. O en otra clasificación: los analíticos, los conductores, los amistosos y los expresivos. “¡No se juntan por casualidad! Has de asegurarte de que tu equipo tenga esta variedad”.

    -Conflicto sano y confianza: como todos comparten la visión, todos saben a donde ir, no es malo que haya desacuerdo sobre cómo llegar, y libertad para expresarlo. Evita la negatividad, el resentimiento…

    - Vulnerabilidad: nadie es un Superman, en el grupo has de poder decir “lo siento, metí la pata” o “la verdad es que no sé hacia dónde vamos”. Poder reconocer debilidades. Y escuchar las debilidades de tu equipo.

    Si un cura organiza un equipo pero los agobia y desprecia lo que dicen, creará al final un equipo de “sí, padre, lo que diga padre” y perderá a los listos y creativos.

    El cura típico, por desgracia, dedica un 10% de su tiempo y recursos a predicar, 15% a sacramentos, 6% a liderar y 70% a otras cosas que no son esenciales y puede realizarlas otro.” ¡La gestión y la administración no es liderar: liderar es mover cosas de un sitio a otro! Mantener las cosas no es liderar, otro debería hacerlo”

    Mallon señala que Jesús estableció un sistema similar. Jesús tenía un equipo de liderazgo reducido: Pedro, Juan y Santiago. Luego una plantilla de 12. Luego voluntarios: las mujeres que le acompañaban y otros. Luego los 72. Luego los discípulos (parroquianos comprometidos). Después, las multitudes, que estaban por allí y escuchaban algo”.

    Atrévete al cambio

    Mallon, animó a los que dudan o los que son excépticos y ponen "pegas": “¿Qué estáis dispuestos a hacer para llevar a cabo el cambio?" 

    La Iglesia tiene todo lo que necesita para regenerarse:

    - Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre
    - El Espíritu Santo está vivo
    - La Escritura sigue viva
    - Los Sacramentos son reales
    - El corazón humano tiene sed de Dios

    "¡El problema es de organización y estructuras de la Iglesia, no es problema de Dios! Porque estamos más atados a los métodos que a la misión que Cristo nos dio.

    ¿Prefieres dejarlo todo igual y que muera tu parroquia? 

    Si quieres crecimiento, haz equipo. Tu equipo te ayudará a perfilar la visión. Primero definís el punto en el que estáis, y el punto al que queréis ir, la visión. Tienen que compartir tu visión. ¿Cuántos tenéis un párroco vecino que piensa que estáis locos?

    Es posible cambiar y ser una comunidad sana que da mucho fruto. 

    Miro vuestras caras, veo que venís con esperanza en el corazón, que deseáis algo bueno para la Iglesia: sois lo único necesario para cambiar la Iglesia. 

    Creo que las cosas sanas dan fruto. 

    Recordemos la promesa: 

    Recibiréis poder que viene de lo alto 
    y podréis ir hasta los confines de la tierra”. 
    Así podréis cumplir la misión, 
    por la fuerza del Espíritu Santo”.
    (Hechos 1,8)