¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

lunes, 15 de febrero de 2016

LA FE DE CONSUMO O GULA ESPIRITUAL


Hoy reflexionamos sobre una gran tentación con la que el Diablo nos trata de embaucar a muchos cristianos católicos: la fe de consumo o la gula espiritual.

La gula espiritual podría definirse como la intención de "servirse de Dios sin servir a Dios"

Vivimos, consciente o inconscientemente, en una sociedad de consumo que fomenta el hedonismo, el placer y la satisfacción inmediata de los deseos materiales individuales. 

Y, de forma análoga, la fe de consumo busca la satisfacción inmediata de los deseos espirituales individuales.

El “consumismo espiritual” anhela obtener seguridad, placer, satisfacer nuestras propias necesidades y reforzar nuestra identidad respecto a los demás, mediante el consumo compulsivo de sacramentos, formaciones teológicas, catequesis, ejercicios espirituales, etc.

La gula espiritual, cuando no se satisface, nos conduce a la pereza espiritual, nos lleva a la impaciencia y a una cierta desgana hacia el trabajo que supone nuestra propia santificación: huimos del compromiso, de la comunidad, de la oración... y nuestra fe se convierte en un ejercicio de “cumplimiento”, sin más.

Anteponemos el tener al ser”, el “recibir al dar”, damos primacía a nuestro propio individualismo egocentrista, alejándonos (consciente o inconscientemente) de nuestra identidad natural evangelizadora y estigmatizando al que en lugar de consumir, en lugar de recibir, quiere dar, quiere entregarse a otros.

Esta desgana se denomina “acidia”, es decir,  pretendemos crecer en la vida espiritual sin esfuerzo, creemos que la santidad es un don de Dios que no requiere de esfuerzo y cooperación.   Dios, que respeta nuestra libertad, no puede trabajar en nuestros corazones si no ponemos de nuestra parte.  Y así, corremos el riesgo de convertirnos en niños consentidos, en bebés espirituales que nunca crecen.

Otras veces, deriva en envidia espiritual: cuando no nos alegramos con el crecimiento de los demás, cuando queremos ser más santos que los demás, mejores cristianos que los demás. 
 

Sin embargo, cuando la fe de consumo se satisface (aunque sea parcialmente),  también se manifiesta en codicia espiritual de las cosas de Dios (libros espirituales, estatuas, imágenes, medallas, escapularios, lugares de apariciones o de peregrinación).

Todas estas cosas son instrumentos que pueden ayudarnos a acercarnos a Dios, pero el peligro viene cuando nos apegamos a ellas y no las usamos como herramientas para el fin por el que han sido creadas.

Algunos se sienten tentados por la lujuria espiritual, es decir, el apego a las personas de Dios: los sacerdotes, nuestros amigos en la iglesia, nuestros maestros o guías espirituales. Debemos dar gracias a Dios por ellos.  

No obstante, en ocasiones, nuestras reuniones de oración se transforman en clubes sociales o “grupos estufa”, donde estamos “tan a gustito”. Otras veces, nuestras labores evangelizadoras derivan en alegres fiestas, sin más o nuestros métodos se convierten en guetos infranqueables. A veces, tenemos prisa u ocupaciones dependiendo de lo que se requiere de nosotros y sin embargo, sí tenemos tiempo y ganas para actividades lúdicas.

Luego está la promiscuidad espiritual, esto es, el deseo de seguir consejos espirituales, pero no ponerlos en práctica; el deseo de pertenecer a muchos grupos; el deseo de participar en muchas actividades.   Pero cuando tratamos de hacer todo, muchas veces no hacemos nada o hacemos poco.  En realidad, no somos fieles a nada, ni siquiera a Dios.

Y entonces llegamos a la ira espiritual: cuando nos quejamos de lo que hacen nuestros hermanos, o de lo que no hacen y nos erigimos en “fiscales de la fe”, juzgando a todos, incluso a los sacerdotes u obispos

Y finalmente, el peor y causa de todas ellas: la soberbia espiritual, pecado que nos aleja del amor de Cristo, y nos hace creernos auto-suficientes, erigirnos en “perfectos cristianos", en maestros de la Ley o sentirnos superiores a los demás, olvidándonos que en la humildad y en la sencillez es donde Dios se manifiesta.

Estamos apegados a nuestra propia voluntad, a nuestras propias ideas, a nuestros deseos y acciones.   Queremos hablar mucho sobre Dios, sobre su voluntad, pero no estamos dispuestos a escuchar.  Pensamos que estamos en lo cierto, que vamos por el camino correcto, pero en realidad, lo que buscamos es que se cumpla nuestra voluntad. No estamos dispuestos a aprender porque pensamos que ya sabemos todo y que nadie puede enseñarnos nada.

Por ello, para luchar contra todas estas tentaciones que provienen del Diablo, tres poderosas armas que nos ofrece Dios: mucha fe, mucho amor y mucha oración.


Que Dios os bendiga a todos.

miércoles, 27 de enero de 2016

UN SUEÑO AUDAZ, CREATIVO Y EVANGELIZADOR

   
"Invito a todos a ser audaces y creativos
 en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, 
el estilo y los métodos evangelizadores 
de las propias comunidades"
Papa Francisco (EG 33) 

Al calor de la Nueva Evangelización, mi sueño de montar un bar cristiano surge a raíz de la llamada del papa Francisco a la Evangelización de “salir a las periferias” y también, al amparo de iniciativas similares, ya en funcionamiento, en otros países. 

Para desarrollarlo, tengo que hablar de Visión (el qué) y de Misión (el cómo):

Visión

Una visión que, a través de la acogida, la fraternidad y la hospitalidad que se brindará a las personas que acudan al bar, manifieste la presencia de Cristo y un espacio para que muchos alejados vuelvan al encuentro del Señor. Se trata pues, de llevar el Primer anuncio o kerigma a quienes no frecuentan las iglesias.
Sueño con un bar de encuentro en el que pueda entrar todo el mundo (siempre que sean mayores de edad): cristianos, católicos, sacerdotes, obispos, alejados, agnósticos, jóvenes, mayores, liberales, conservadores, personas o movimientos, etc. siempre en un espacio de libertad y respeto que de testimonio de la riqueza de nuestra fe cristiana.
Misión

El lema podría ser algo así:

- “Si la gente no busca a Dios en una iglesia, llevemos a Dios a un bar”.

- "Bebe para recordar, no para olvidar”.

- “Brindemos con gratitud por lo que Dios nos ha dado” .

- "Evangelizar es hacer presente el Reino de Dios en el mundo ".


El concepto es ofrecer, por un lado, una alternativa de ocio (sobre todo, a los jóvenes) y lanzar el mensaje de que se puede disfrutar y mucho sin excesos y en un ambiente cristiano; y por otro, un espacio evangelizador y posmoderno donde tengan cabida actividades cotidianas (juegos, tertulias, monólogos, conciertos, fiestas, etc.) junto a las propiamente religiosas (confesión, adoración, Emaus, Effetá, Proyecto Amor Conyugal, cenas Alpha, conferencias, estudio bíblico, etc.).
El objetivo es captar la atención de los jóvenes (y no tan jóvenes) en un ambiente de ocio cotidiano y muy arraigado en nuestra cultura española, ofreciendo una amplia gama de iniciativas innovadoras e inspiradas en la fe cristiana
Se trata de ofertar un espacio acogedor con el mejor ambiente, donde poder escuchar, hablar y compartir, mientras se come o se bebe algo.

Ser cristiano no es un concepto obsoleto, pasado de moda o marginal; Cristo es actual, es válido también para el hombre posmoderno de hoy, y además, Cristo es para todos, es el "verdadero camino a la vida".

Plan Estratégico

El nombre del bar podría ser Evangeli bar, De Madrid al cielo, Beber para creer, Aquí Pub y Después Gloria, El Atrio de los Gentiles, La Revolución de la Fe, La Resurrección del amor, El Reino de Dios está aquí, etc. aunque se barajan más nombres; pero más que un bar, sería un local multiusos e inter-disciplinar que, sin renunciar al ocio, anuncie el Evangelio. 
La estética debe estar muy cuidada, tanto en la decoración como en el servicio: nada friki, ni ñoña; nada cutre, productos de calidad para un encuentro de la máxima calidad y siempre en búsqueda de la excelencia.
Para definir una atmósfera cristiana habría un mural con una imagen del Espíritu Santo en el centro, algunos santos y papas, incluido el Papa Francisco, santos y diversos personajes conocidos de la Iglesia.
La carta del bar/cafetería/restaurante tendría los nombres de los apóstoles, de los santos, de los dones del Espíritu o de los diez mandamientos en las diferentes bebidas o platos, todo ello, desde el máximo respeto. 
El ambiente cristiano dependerá de la ubicación que tenga (preferiblemente en una iglesia con espíritu evangelizador, activa y misionera), de la estricta observancia de la buena conducta cristiana y del hecho de evitar cualquier situación violenta o cualquier posible exceso.

No se ofrecerían bebidas de alta graduación alcohólica, ni más de una cantidad sensata de consumiciones  seguidas que contengan alcohol (cerveza o vino). 

Los precios serían adecuados y justos, siempre inferiores a los de un establecimiento convencional, puesto que el fin no es lucrativo.

La decoración contaría, en las paredes del bar, de citas del Evangelio, así como fotos con frases de papas, escritores, famosos, cantantes y santos:
  • Mateo 5, 6: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". 
  • Juan 6, 35: "Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed."
  • Francisco: "Hay que vivir con alegría las pequeñas cosas de la vida cotidiana"
  • Martin Luther King, líder afroamericano: "I had a dream".
  • Gabinete Caligari, grupo musical de los 80: “No hay como el calor del amor en un bar”.
  • Alison Moyet, cantante británica: "We all need a love resurrection. Just a little divine intervention".
  • Depeche Mode, grupo inglés: "I just can´t get enough" o "Personal Jesus".
La barra del bar tendría una cita como “Dame de beber”, o “Quien tenga sed, venga a mí y beba” (Juan 7, 37), o “El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás.” (Juan 4, 13-14). 
Y en las 
mesas y en los manteles: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."(Mateo 4, 3-4), o "Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él."(Juan 6, 55-56). "El pan nuestro de cada día, dánosle hoy" (Lucas 11,3)

Todo ello en consonancia con la máxima Ignaciana: “Entrando con la suya me salgo con la mía”, es decir, interpelando con el sentido de la bebida o la comida, tratamos de provocar la mirada sobre esa sed más profunda, sobre ese hambre espiritual.

Actividades
La idea es fomentar un área WiFi con acceso a Internet cuya clave sería “Deo Gratias” (Gracias a Dios) o "In God we trust" (Confiamos en Dios) y un espacio multimedia y audiovisual. 

Las actividades serían tanto lúdicas como formativas en la fe: 

  • Espacios para la escucha y el debate: Alpha, Emaús, tertulias sobre sucesos actuales, conferencias sobre temas candentes, etc.
  • Formaciones, monólogos, testimonios de fe y de conversión.
  • Conciertos, adoraciones y alabanzas.
  • Librería y sala de lectura (Evangelio, Encíclicas, libros con temática religiosa, CD’s y DVD’s etc.).
  • Proyección de películas y realización de obras de teatro de inspiración religiosa. 
  • Juegos de mesa y ocio.
  • Fiestas y celebraciones.
  • Confesionario y dirección espiritual.
  • Capilla.
  • Estudios bíblicos y sala de oración (Lectio Divina, lectura del evangelio, Taller de Biblia, Orando con los Salmos, etc.).
  • Servicio de orientación y dirección laboral, personal o espiritual con profesionales expertos, educadores y sacerdotes.
El horario del bar sería mañana y tarde, de jueves a domingo  (dependerá de diversos factores) e incluirá diversas dinámicas de interés para jóvenes, adultos y mayores de diferentes edades y circunstancias, encuentros y charlas de escritores, artistas y personajes populares de nuestro tiempo.

Una iniciativa de misericordia

Rescataríamos una costumbre napolitana llamada “caffè sospeso” (café “suspendido”, “café pagado”) una iniciativa nacida en Italia que consiste en pedir dos cafés: uno para quien lo solicita y otro para alguien con pocos recursos o en paro. 
El camarero apunta en una pizarra una raya para indicar que hay un café pagado, al que puede acogerse alguna persona necesitada o indigente que entre después, quien preguntará si hay algún café pagado. Al consumirlo, el camarero borrará la raya. 

Esta tradición podría ser ampliada a un desayuno completo o a una comida (nunca a bebidas alcohólicas), con lo que fomentaríamos la hermandad y un mayor acercamiento a las personas alejadas de la fe o con serios problemas económicos o sociales.

Es, en definitiva y al hilo de la Bula del papa Francisco, una iniciativa de fraternidad y  una obra de misericordia, que muestra una comunidad cristiana que acude al encuentro de los demás.

Personal de servicio

La idea es que haya un personal de servicio y de acogida por parte de jóvenes y adultos voluntarios, fijos o rotatorios y un encargado/s que podría ser asalariado.
La clave está en que no sólo sea un medio diferente y original de evangelización, sino también un lugar donde conocer a otros católicos

Y, en todo caso, responder gráficamente a ese hacer presente a Dios en medio de nosotros, en medio de las copas, las comidas y del ocio también.

Un espacio donde compartir intimidad y fraternidad en torno a la mesa, como Jesús hacía con sus amigos.

Financiación

Aquí está el quiz de la cuestión. A pesar de haberlo ofrecido ya en algunas parroquias sin demasiado éxito, este proyecto está abierto a donaciones, mecenazgos y patrocinios, y/o a la solicitud de un préstamo a la Diócesis para la realización de proyecto, obra y acondicionamiento del local elegido, así como para la puesta en marcha de todos los servicios necesarios (alquiler, luz, agua, etc.).

Beneficios

Los beneficios del bar se ​​re-invertirían en proyectos solidarios hacia dos áreas concretas:
  • la financiación de actividades de voluntariado y caridad realizadas por jóvenes cristianos.
  • la financiación de actividades pastorales de evangelización (Alpha, Emaús, Effetá, retiros, convivencias, peregrinaciones, etc.).

Ejemplos de iniciativas similares


sábado, 16 de enero de 2016

CONSTRUIR EL REINO DE DIOS, ¿CUESTA?





"Honra al Señor con tus riquezas, 
con las primicias de todos tus frutos;
entonces tus graneros estarán llenos en abundancia 

y tus bodegas rebosarán de vino..”  
(Proverbios 3, 9-10)


Una de las principales razones por las que muy pocas iglesias se involucran en actividades de evangelización se debe a que nos hacemos las preguntas equivocadas. Demasiado a menudo, las primeras preguntas que nos hacemos son: "¿Cuánto va a costar?" “¿Quién lo va a pagar? en lugar de: "¿A quienes vamos a llegar?". 


Todos nos irritamos cuando nos piden dinero. Y yo tengo comprobado que es por desconocimiento o falta de información. Es preciso que entendamos qué se nos pide y el por qué.

Si tenemos clara la visión de que estamos comprometidos para formar una Iglesia misionera y evangelizadora, hemos de saber que nos va a costar esfuerzo y dinero! 

¿Qué se pide y por qué?

En primer lugar, el dinero gastado en la evangelización no es un "gasto”, sino una inversión. El dinero utilizado en atraer a Dios a las personas que invitamos, más temprano que tarde, repercutirá directamente en la parroquia. No es nuestra labor hacer milagros ni ejercer de Dios. Él sabe quién debe venir y por qué. Y muchas veces nos sorprendemos por contribuciones espontáneas y muy generosas. Dios siempre provee.

En segundo lugar, damos porque compartimos la visión, damos por altruismo, no por necesidad y mucho menos por obligación. Si todos diéramos sólo por "necesidad", todas las parroquias serían millonarias porque siempre hay mucha necesidad. El dinero fluye por la gracia de Dios y las ideas las inspira el Espíritu Santo para que todo resulte bien.

En tercer lugar, “quien da poco, recibe poco”. Recordad el pasaje de Mateo 17,27, cuando Jesús le dice a Pedro que eche el anzuelo y de la boca del primer pez saldrá una moneda suficiente para pagar todo lo necesario. Lo que aprendemos de esta historia es que el dinero está en la boca del pez pero requiere que nos pongamos en movimiento. Si nos centramos en la pesca (evangelización), Dios pagará la cuenta.

En cuarto lugar, tengamos muy presente que "a la obra de Dios realizada según la voluntad de Dios, nunca le faltará el apoyo de Dios." El aporte voluntario de todos los implicados e involucrados es una forma de devolverle al Señor una pequeña parte de lo muchísimo que Él nos da (empleo, dinero, salud, amor, protección…). 


En quinto lugar, y con independencia de que sea un precepto de la Iglesia y sin entrar en esa cierta obligatoriedad institucional, debemos reflexionar sobre el hecho de que nuestro deber y compromiso viene de más arriba; Dios nos pide compromiso y nos exhorta a tener un corazón generoso que aporte talento, tiempo y dinero, para que la Iglesia de Jesucristo pueda crecer y desarrollarse.

En sexto lugar, Jesús es el modelo de entrega total y radical: Se entregó hasta la muerte en el Calvario, hasta la última gota de Su Preciosa Sangre. Nos enseñó que, para ser como Él, debemos hacer lo mismo: darnos del todo, por amor. No debemos preocuparnos: Jesús nos da Su gracia para saber dar y darnos como El se dio. Todo le pertenece a Dios y nosotros sólo somos administradores de nuestros recursos, según el Espíritu Santo ilumina la conciencia.

Los miembros de Su Iglesia somos hijos y no súbditos. A los hijos no se nos requiere una cuota porque somos de la casa. Pero eso no significa que los hijos no contribuyamos nada. Al contrario, en Su casa, todos damos de corazón según la necesidad y las posibilidades de cada uno. Es la medida de Jesús: el amor. 

La Iglesia, QUE SOMOS TODOS, tiene necesidades materiales que deben ser cubiertas por alguien. Y ese alguien somos todos nosotros, quienes a la vez, vemos cumplidas y satisfechas nuestras necesidades espirituales, a través de lo mucho que recibimos.

La Iglesia de Cristo nunca obliga a los fieles a contribuir con las necesidades del Reino, sino que, libre y generosamente, según las posibilidades de cada uno y en conciencia, les insta a hacerlo. 
Que cada uno dé como propuso en su corazón, 
no de mala gana ni por obligación, 
porque Dios ama al que da con alegría” 
(2 Cor 9, 7)

La medida es el amor y no siempre el que más cantidad entrega, es el que más da. (Marcos 12,42-44).

¿Qué es más exigente, dar un donativo o dar de corazón?

Sin duda, depende de la pureza de nuestro corazón. El corazón puro de Cristo se dio por entero y nos llama a tener el mismo corazón puro. Por tanto, el "dar" debemos entenderlo, según el espíritu evangélico, como una entrega total de corazón por amor.

Debe quedar claro que nuestros queridos curas NO exigen un pago específico, pero nos enseñan que para el cristiano dar es una obligación y también un privilegio, un gozo, porque es parte integral de nuestra vocación de hacer todo para propagar el Reino de Dios.

Nosotros, como cristianos y seguidores de Cristo, damos de corazón porque somos miembros de la familia de Dios. No es obligatorio. 

Sin embargo, "dar" es aconsejable por tres razones:
  • porque con nuestro dinero, ayudamos a extender la obra de Dios y su Reino en la tierra. 
  • porque, si damos con alegría, el Señor nos recompensa y aumenta nuestras riquezas. 
  • porque hemos de aprender a depositar toda nuestra fe en el Creador y no en nada ni nadie más, ni siquiera en nosotros mismos (y eso significa otorgarle el control de todas las áreas de nuestra vida, finanzas incluidas). 
En mi opinión, contribuir en la medida de nuestro corazón es bueno, positivo y agradable a los ojos de Dios.
“Nada tengo, nada me pertenece, pues todo me ha sido dado como regalo y nada me llevaré de este mundo, salvo el amor del Padre”.

Obremos todos pues, en conciencia, en libertad y en comunión con Cristo. Nadie estará nunca pendiente de lo que ofrecemos cada uno, sólo Dios que mira en nuestros corazones.

Dios nos compensará. Estoy completamente seguro
.

sábado, 26 de diciembre de 2015

PASTORES, TESTIGOS Y PORTADORES DE LA GRAN NOTICIA


 “Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.”
Lucas 2, 20


Jesús ha vuelto a nacer entre nosotros. La pregunta es ¿Somos como los pastores, humildes de corazón, que escuchamos el mensaje y volvemos glorificando y alabando a Dios por lo que hemos visto y oído? ¿O somos más bien indiferentes y seguimos ocupados en nuestras cosas?

En la época de Jesús, los pastores eran personas no estaban muy bien vistas sino mal consideradas, e incluso, no tenían muy buena reputación, hasta el punto que los tribunales no aceptaban a un pastor como testigo valido en un juicio.

Es precisamente a estos hombres a quien Cristo elige como testigos de su nacimiento. 

En medio de la oscuridad de la noche, la luz les ilumina, y a ellos se les aparece el Ángel y les dice: “Hoy ha nacido para vosotros… un salvador que es Cristo, el Señor.”

Con ese “para vosotros”, Dios muestra su preferencia por los pobres, haciendo que fueran los pastores, los primeros en enterarse de la gran noticia del nacimiento del Salvador. 

Probablemente, perplejos y temerosos, los pastores pensaran que ese mensaje tan importante no era para ellos y sin embargo, salieron corriendo en busca del niño. 

Los pastores se acercaron tímidamente, con ese temor que congela los pasos de los pobres al acercarse a la casa de los ricos. Los pastores no entendían, pero se sentían felices. Se sabían amados, se sentían amados. Fueron en busca de ese amor y después, volvieron para contarlo a todo el mundo. Se pusieron en marcha.

Más de dos mil años después, Jesús ha vuelto a nacer otra vez para salvarnos. ¿Y nosotros? ¿Nos “ponernos en marcha” para ser testigos y portadores de la misma gran noticia? O ¿pensamos que la noticia no es para nosotros y dejamos a Jesús de lado, esperándonos? ¿Nos falta fe, para comprender que Dios nos quiere como somos, a pesar de nuestras miserias y pobrezas?

A lo largo de la historia de la salvación, Dios siempre ha puesto sus ojos de misericordia en guías para su pueblo en la figura de sencillos pastores (Moises, Abrahám, David). Podía haber elegido a hombres capaces, formados, poderosos, con capacidad de liderazgo y sin embargo, no lo hizo.

Dios conduce a su rebaño PASTOREANDO, involucrándose con él, riendo y llorando con él. El rebaño conoce al pastor, porque el pastor está cerca del rebaño, y el pastor conoce a su rebaño, porque está pendiente de él, para ayudarlo. 

Y nosotros ¿estamos dispuestos a involucrarnos con la gente de nuestro entorno? ¿Podemos decir que los conocemos y que ellos nos conocen?

Pastorear, en hebreo, significa estar en guardia, estar pendientes de lo que les sucede a las personas de nuestro entorno. Prestarles atención y preocuparse de sus cosas. Estar vigilantes y atentos para que la gente de nuestro alrededor persevere en la fe. Ser valientes, estar dispuestos a que nos cierren la puerta en la cara sin desesperar.

Un pastor nunca se sienta, apenas descansa, porque si se sienta o duerme, pierde el horizonte y deja de cuidar las ovejas. A lo sumo, lo que hace el pastor es apoyarse en el callado, pero nunca pierde de vista a su rebaño, descansa apoyado pero siempre con la mirada puesta en ellos. 

Lo que le da autoridad al pastor frente a su rebaño es su propia presencia afectiva y efectiva. El pastor está ahí siempre, con dedicación, con cuidado cariñoso, siempre tiene la mirada puesta en el rebaño, no los pierde de vista, está pendiente, se preocupa. El pastor está.

El liderazgo del pastor no lo da la inteligencia ni la formación, ni la simpatía; lo da esta capacidad de estar cerca de aquellos que Dios nos ha encomendado. Jesús, como el Buen Pastor, nos enseña que un pastor conoce a sus ovejas y ejerce una protección no exenta de sabiduría: sabe que alimento conviene a las ovejas que tiene a su cargo, donde llevarlas para que no corran peligro, etc. 

Cuando Cristo nos da el mandato de evangelizar, en Mateo 28, 20 nos dice: “Id”, y añade “… YO ESTOY con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo”. Y precisamente el nombre de Dios, Yaveh significa “Yo estoy”; es decir, que Dios siempre estará con nosotros, como el Buen Pastor, y nunca nos abandonará.

El apóstol Pedro, en su 1ª carta, capítulo 5, 2-10 nos dice cómo hemos de apacentar el rebaño de Dios: cuidándolo de buena gana, con gusto, a la manera de Dios, con entrega generosa, siendo modelos de sencillez y humildad, depositando en Dios todas nuestras preocupaciones, pues él cuida de nosotros; sobrios, vigilantes y firmes en la fe.

Los pastores son un símbolo de vigilancia, de alerta. Permanecen en vigilia toda la noche para proteger a sus ovejas y siguiendo su ejemplo, nosotros tenemos que estar vigilantes a la llegada de Cristo, esperándolo con fidelidad. 

Los pastores no se guardaron para ellos lo que habían visto en el pesebre de Belén: salieron corriendo a divulgar a quien habían visto y conocido, porque una noticia así no podía quedar en secreto. El misterio de la salvación no es posible sin mensajeros.

Y hoy, estamos llamados a asumir el papel de pastores, que con humildad y sencillez, acudimos a "Belén" a conocer a Jesús y ser testigos de Él. 

Pero con esto no es suficiente. Dios nos insta a asumir también el papel de mensajeros que cuenten la gran noticia "hasta el confín del mundo". Y Él estará siempre con nosotros.

¿Te animas a ser un pastor humilde?






domingo, 20 de diciembre de 2015

PON A DIOS LO PRIMERO (Put God first!)


 


 “Sueña y hazlo a lo grande, porque solo soñando a lo grande podemos fracasar a lo grande…o triunfar a lo grande. Pero soñar sin objetivos se queda sólo en un sueño, nadie triunfa sólo soñando, sino trabajando duro.

Esfuérzate y planifica tus objetivos: objetivos anuales, mensuales, diarios. Objetivos simples. Nadie planifica fracasar, sino que se fracasa al planificar, intentando hacer muchas cosas.

No trates de hacer muchas cosas. Hacer muchas cosas no implica que estés consiguiendo muchas cosas. No confundas el movimiento con el progreso.

Planifica, trabaja duro y progresa.

Nunca verás un camión de mudanzas detrás de un coche fúnebre. Cuando mueras, no podrás llevarte nada de lo que hayas conseguido. Los egipcios lo intentaron y durante siglos, les robaron.

No es importante lo que tienes sino lo que haces con lo que tienes. Todos tenemos talentos y dones que Dios nos ha dado.

El mayor placer lo encontrarás sirviendo a otros, es una de las actitudes más egoístas que puede tener el ser humano: recibes tanto, recibes muchísimo más de lo que das, que se convierte en algo “egoísta”.

 El servicio fortalece, vincula y une, mientras que el poder desgasta, aísla y divide. El éxito está en servir a otros.

Hoy por la noche, deja tus zapatillas debajo de la cama para que cuando te despiertes tengas que arrodillarte a cogerlas.

Sí, todo lo que trates de hacer, todo lo que planifiques será en balde si no oras a Dios. Reza para agradecer la gracia, la misericordia, la comprensión, la sabiduría, la salud, la humildad, la paz, la prosperidad que ya te ha sido concedida. REZA POR TODO LO QUE SE TE HA DADO DE ANTEMANO. DIOS ES LO PRIMERO”.

DENZEL WASHINGTON,
 Graduación de los alumnos de la universidad de Dillard,
New Orleans, 2015


viernes, 18 de diciembre de 2015

"MODO OFF": INVITADOS QUE SE EXCUSAN



Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo:
 “¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!”
Él le respondió: “Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos;
a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados:
‘Venid, que ya está todo preparado.’
Pero todos a una empezaron a excusarse.
El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.’ 
Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.’
Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir.’
Regresó el siervo y se lo contó a su señor.
Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo:
 ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad,
y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.’
Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio.’
Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa.’
Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena”.
Lucas 14, 15-24

Toda la Iglesia de Cristo, es decir, todos nosotros, estamos invitados a participar en la alegría del evangelio (Mateo 28, 19-20), pero, como en la parábola, muchos de nosotros, sus invitados, uno tras otro, ofrecemos excusas para no ir. A veces, da la sensación que Cristo necesita mendigar para que los hombres acepten el amor que les ofrece. Es algo muy triste.
¡No aceptamos la invitación! Decimos que sí, pero nos escabullimos. O directamente, decimos que no, aludiendo que no estamos suficientemente bien vestidos para asistir, que no estamos preparados, que no estamos formados. Hemos llegado a un punto que nos conformamos sólo con estar en la lista de los invitados: cristianos pero no practicantes.

Y eso es una incongruencia, porque ser cristiano es seguir a Cristo y lo que Él nos pide significa ponernos en acción, ponernos en misión. No existen cristianos no practicantes: o practican o no son cristianos.

Asistir a su fiesta es hacer comunidad, comunidad cristiana; entrar en la Iglesia es participar de todo aquello que tenemos, de las virtudes, de las cualidades, de los dones y talentos que el Señor nos ha dado.

Ir a su fiesta significa volcarse en el servicio a los demás, significa estar disponible para aquello que el Señor Jesús nos pide, evangelizar el mundo, darle a conocer. En definitiva, amar. Y así le pagamos el sacrificio que hizo por todos nosotros, dándole la espalda.

¿Por qué muchas personas rechazan la invitación?, si se trata de una gran fiesta. ¿Por qué buscan tantas excusas? ¿Les resulta un compromiso al que no están dispuestos? ¿Es porque están demasiados ocupados en “sus cosas”? ¿En mantener su comodidad? ¿En seguir siendo esclavos de sus rutinas? 

Lo que Él nos ofrece no es opcional si queremos seguir sus pasos. No es dejar de vivir, sino todo lo contrario; no es esclavitud, sino libertad basada en amor: un amor indescriptible que es necesario descubrir. No es suficiente con ser "buenos", con no matar o no robar, no es suficiente con ir los domingos a misa. Hay algo más. Nuestro Señor no quiere tibieza ni medias tintas (Apocalipsis 3, 15-17). 

Dios, por medio de su hijo, Jesucristo, se da completamente: su amor es eterno; su misericordia, infinita; su bondad, ilimitada; su entrega en la cruz, generosa hasta el máximo; su vida, sanadora. Y nos llama a que nosotros, aspiremos a ser como Él: a entregarnos en cuerpo y alma y, en definitiva, a amarlo con la misma locura con la que nos ama Él.

Pero nosotros, amparándonos en su inequívoco amor paternal, en su indudable misericordia y en su buena fe, de no obligarnos a amarlo y a serle fiel, nos alejamos de Él. 

Le decimos NO! a su invitación.

El punto de equilibrio de un cristiano no está basado en cómo somos en comparación con el resto del mundo sino en cómo somos en comparación con Cristo.

¿Verdaderamente le seguimos? o ¿fingimos seguirlo? ¿Creemos en Él o lo amamos?

¿Qué nos está pasando? ¿Por qué estamos paralizados, inactivos, desenchufados, en modo “off”? ¿Por qué nos negamos a la “acción”, a ponernos en modo “on”?

Posiblemente sea porque damos más importancia a la sacralización, a la formación, a la uniformidad, a la falsa tradición, a los ritos, signos y normas, en definitiva a la moral ideológica del cristianismo, que al amor que Jesús nos demostró y que hoy también, nos ofrece.

Nos hemos olvidado que Él es la Luz. Si abandonamos la Luz, nos movemos en las tinieblas.

Nos hemos olvidado que Él es el Camino. Si nos apartamos del camino, nos perderemos.

Nos hemos olvidado que Él es la Verdad. Si nos apartamos de la verdad, caeremos en la mentira y en el engaño.

Nos hemos olvidado que Él es la Vida. Si nos apartamos de la vida, sólo nos espera la muerte.


Ya tienes la invitación...vendrás?

domingo, 13 de diciembre de 2015

BUSCANDO EL ROSTRO DE DIOS


 Mi corazón sabe que dijiste: Busca mi rostro. 
Y yo Señor, busco tu rostro, no lo apartes de mí. 
No alejes con ira a tu servidor, tú, que eres mi ayuda; 
no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador. 
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá. 
Indícame, Señor, tu camino y guíame por un sendero llano”.
(Sal 27,8-11).

Cuando vemos el rostro de una persona, estamos viendo mucho más que solo un rostro.  Podemos ver el rostro de alguien y saber si esa persona está enfadada, alegre, triste, cansada, preocupada, deprimida, herida, emocionada, enamorada, enferma, y la lista continua.  Un dicho popular dice que  “la cara es el reflejo del alma”.

El rostro de una persona revela mucho acerca de ella: sus pensamientos, su dolor, su gozo, su corazón. 

Buscar el rostro de Dios es entrar al corazón de Dios y ver lo que Él siente, lo que Él desea. Su rostro nos revela a Dios mismo, quién es, su amor, su compasión, su gracia, su cariño, su dolor, su ira.

Buscar el rostro de Dios es enfocarse en Él, en su carácter, en sus obras, en sus palabras. 

Buscar su rostro es realizar un esfuerzo para comprender sus pensamientos, es familiarizarse con Él, sobre todo en la oración, diálogo de amor entre Él y nosotros.

Buscar el rostro de Dios es ir a conocerle más, es fijar la mirada en las cosas que a Dios le agradan, lo que le hace reír, llorar, y hasta enojar.

Buscar el rostro de Dios es ver su presencia en nuestras vidas, en nuestro entorno, en la creación. Es descubrir su luz y su guía, su bondad y su cercanía, su amor y su misericordia.

Buscar el rostro de Dios es buscarle en Jesucristo, quien nos lo rebeló a lo largo de su vida con sus obras y sus palabras: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9).


  “El Señor ilumine su rostro sobre ti y te sea propicio. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. (Nm 6,25-26). Aquí se nos muestra una de las cualidades del Rostro de Dios: la de la luz que emana de Él. Todos estamos llamados a buscar, a contemplar y a ser reflejo de esa Luz divina que emana del Rostro de Dios. 

viernes, 11 de diciembre de 2015

¿QUÉ ES ADVIENTO?



La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

La Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para el momento de su venida, a través de la revisión y la proyección:

Revisión: Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

Proyección: En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.