Hoy día, ante la escasez de vocaciones religiosas y la irrupción de los laicos en las tareas pastorales y evangelizadoras de una parroquia, la búsqueda constante de nuevos líderes para el desarrollo y crecimiento naturales de cualquier iglesia u organización es un hecho primordial.
El crecimiento del Reino de Dios depende en gran medida del número de líderes que el sacerdote o párroco reclute.
Pero no se pueden reclutar líderes, al menos no de manera efectiva, sin desarrollar una cultura de reproducción natural de líderes. Una cultura de liderazgo siempre reproduce líderes.
Para desarrollar esta cultura en nuestra parroquia debemos:
Tener una visión multiplicadora
Es difícil (diría que imposible) convencer de algo a alguien, si uno mismo no cree en ello. Por tanto, debemos creer firmemente que, para tener líderes que multipliquen, nuestra visión multiplicadora debe ser una prioridad absoluta.
Tener un carácter multiplicador
Un líder debe imprimir un carácter multiplicador a su grupo de líderes mediante el apoyo, la delegación y la motivación constantes, para que éstos a su vez consigan el efecto rebote en otros.
Dotar a la parroquia de una identidad propia multiplicadora marcará las diferencias entre una comunidad sana o una enferma, entre una iglesia en crecimiento o en estancamiento.
Cada líder laico de la parroquia debe estar dispuesto a ser relevado por otros líderes.
La multiplicación y el relevo deben ser una parte importante de la estrategia general. Por ello, debe existir un proceso efectivo de reclutamiento y relevo continuo de líderes antes de que realmente se necesiten.
La multiplicación y el relevo deben ser una parte importante de la estrategia general. Por ello, debe existir un proceso efectivo de reclutamiento y relevo continuo de líderes antes de que realmente se necesiten.
Invertir en formación y crecimiento personal
No se puede tener nuevos líderes, sí antes el sacerdote no ha formado a los primeros líderes o éstos han desaparecido.
La formación de líderes es otra prioridad del párroco.
Los líderes no deben tener miedo a ser relevados y ni recelar que nuevos líderes puedan dirigir mejor que ellos.
Cuando los líderes permiten a las personas brillar bajo su dirección, su capacidad de liderazgo aumenta y se desarrolla un crecimiento personal impresionante.
Compartir responsabilidades
La forma más fácil de aprender algo es haciéndolo, y dejando hacer. Cuánto más libertad de maniobra se dé a las personas, más motivadas estarán a comprometerse y participar. Debemos concederles incluso, el derecho a equivocarse.
Identificar el potencial
Es importante, en una cultura de liderazgo estar siempre en búsqueda de personas que algún día puedan ser grandes líderes. Un buen líder busca lo bueno en las personas. ¿Qué tienen, que atraen a la gente?
Crear un entorno propicio
Los líderes no desarrollan bien bajo una dictadura. Si la gente se siente controlada continuamente o tiene miedo a una respuesta o a equivocarse, es menos propensa a actuar y a dar una respuesta.
Los verdaderos líderes desaparecerán rápidamente en un entorno excesivamente controlador o de supervisión continua.
Los verdaderos líderes desaparecerán rápidamente en un entorno excesivamente controlador o de supervisión continua.
Reclutar sin esperar
El método "inscribirse" rara vez funciona bien. Un líder de calidad casi siempre es reclutado personalmente por el sacerdote. Jesús reclutó a sus discípulos, con sus caracteres y peculiaridades, aún a riesgo de ser entregado por ellos. La selección en la parroquia debe hacerse de igual forma: “Ven y sígueme”.
Transformar vidas
Algunas personas experimentan una mayor transformación en sus vidas cuando lideran a otros o cuando tienen algún tipo de responsabilidad en la parroquia. Nutrir líderes potenciales, haciéndoles partícipes en el desarrollo de su madurez espiritual, hará que alcancen ésta, dirigiendo a otros.