¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

sábado, 16 de septiembre de 2017

FE EN ACCIÓN: MANTENER CELO POR EL SERVICIO

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"No siempre podemos hacer grandes cosas 
pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor"
(Santa Teresa de Calcuta)

Con frecuencia vemos en muchos cristianos la dificultad para mantenerse entusiasmados por servir...especialmente a largo plazo. Comienzan excitados (quizás sobre-excitados) y van "como motos" a servir en sus comunidades, pero con el tiempo, caen en la rutina, en la pereza o simplemente "se cansan de servir".

Lo primero que debemos tener en cuenta es que la fe es un maratón y no una carrera de velocidad. El camino es largo y dura toda la vida; no se trata de ir deprisa sino con paso firme y decidido cumpliendo la voluntad de Dios.

Imagen relacionadaLo segundo es que no debemos confundir la fe con la emociónLa emoción es la agitación del ánimo que se refugia en nuestra mente, mientras que la fe se encuentra en el espíritu, en lo más profundo del ser. Cuando alguien dice: “Siento que tengo fe”, se está expresando incorrectamente porque la fe no se siente, la fe se cree, la fe de tiene. La máxima prioridad de la fe es Dios, en los sentimientos, la única prioridad, es uno mismo. 

Lo tercero es ser conscientes de que lo que nos identifica como cristianos es cómo nos amamos y cómo nos reímos

Un cristiano siempre es una persona alegre, entusiasta y celosa por servir a Dios y a los demás. 

Un cristiano siempre es una persona atenta, acogedora y que ama a Dios y a los demás.


Por eso, los cristianos debemos ayudarnos unos a otros a mantener nuestra fe, el celo por la evangelización y el entusiasmo por el servicio. 

¿Cómo? Identificando y solucionando cualquier problema que cause o pueda causar desmotivación. 

Si el nivel de entusiasmo disminuye demasiado, la gente abandona. Si la alegría desaparece y el celo se disipa, la llama se apaga. Y el servicio se olvida.

Entonces, ¿cómo mantener esa vela encendida? ¿cómo prolongar ese ardor?

Ser ejemplos de servicio


La ley de la gravedad dice que "todo lo que sube, baja".  Es una ley física inexorable

Resultado de imagen de fe de montaña rusaEn la fe, también parece estar en vigor esta ley: todo sube y baja. Es el llamado efecto "montaña rusa". 

Lo he comprobado en muchas ocasiones: después de un retiro, de una actividad de voluntariado, de una peregrinación o de una misión mariana. 

La mayoría se emociona tanto al principio que experimenta un "subidón espiritual" para poco después, caer en un profundo "bajón". 

Y es que demasiado a menudo, el nivel de celo de las personas es un reflejo de su nivel de emoción. Su camino de fe está íntimamente ligado a su estado emocional y depende sólo de sus sentimientos.

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Por ello, es necesario que los líderes o los cristianos más comprometidos sean termostatos en lugar de termómetros. La diferencia estriba en que un termómetro sólo mide la temperatura mientras que un termostato establece la temperatura

Es preciso que nos aseguremos de establecer los medios a nuestro alcance para producir y mantener un entusiasmado continuado por el servicio, en lugar de para cuantificarlo o medirlo. 

Para que los demás absorban y hagan suyo nuestro nivel de entusiasmo, debemos demostrarlo a través de nuestras palabras, de nuestros actos, de nuestras prioridades, de qué  comunicamos y cómo inter-actuamos. En definitiva, del ejemplo que seamos para ellos.

Interesarse por ellos


El mejor termostato en la fe es mostrar entusiasmo por ellos, decirles cuánto les valoramos, ayudarles a ver lo valioso que es lo que están haciendo. 
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Cuando las personas se sientan valoradas en el servicio, se mantendrán entusiasmados por servir. Cuando no se sientan reconocidas, la moral comenzará a declinar. Es importante que escuchen palabras como "gracias", "bien hecho", "enhorabuena", etc.

Quien sirve, lo hace voluntariamente y por amor. Por tanto, debe sentirse útil, necesario y alentado. Un servidor debe siempre estar motivado por otro. 

También es muy importante hacerles participes de las cosas, mantenerlos informados, prepararlos y equiparlos...


Divertirse

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Una de las mejores maneras de mantener el nivel de celo alto es divertirse al servir. La alegría levanta el espíritu de equipo y crea una atmósfera donde todos desean servir

Y ¿cómo hacerlo? Creando diversión cada vez que nos reunamos. Puede ser algo tan simple como realizar dinámicas que entusiasmen a todos: charlas, excursiones, vídeos o películas, comer juntos en una barbacoa, etc. Incluso preguntarles lo que les gusta hacer, y hacerlo.


Mostrar los beneficios de servir


Una de las mejores cosas que se puede hacer para mantener a la gente motivada y encantada es mostrarles el impacto y los resultados de lo que están haciendo. 
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Invitarlos a ver cómo Dios actúa a través de ellos, cómo Dios se sirve de ellos como herramientas para su plan Universal, que son parte de "algo muy grande", que trasciende y va más a ya de un simple trabajo.

Hacerles ver el amor tan grande que se recibe cuando se sirve a otros y la gran verdad evangélica que asegura que "hay más felicidad en dar que la que hay en recibir". 

Comprobar que aunque se dan a otros, también reciben, y mucho. Reciben de ellos y de Dios.




Para la reflexión:

-¿Cuál es mi nivel actual de celo por el servicio? ¿alto? ¿bajo? ¿indiferente?
-¿Estoy sirviendo con el ejemplo? 
-¿Necesito reavivar mi pasión ante la llamada de Dios en mi vida?
-¿Mis hermanos saben que estoy entusiasmado con ellos? 
-¿Cómo les demuestro que les valoro?
-¿Es mi servicio un espacio donde hay alegría y diversión? o ¿sirvo con "cara de acelga" ?
-¿Cómo elevo el "factor de diversión"?
-¿Cómo puedo mostrarles que Dios les da un lugar en su Plan de salvación?
-¿Les he dicho alguna vez que los quiero?


viernes, 15 de septiembre de 2017

LA SANTA INDIGNACIÓN

"Guarda silencio ante el Señor, 
espera con paciencia a que Él te ayude"
(Salmo 37,7)

Muchas veces pensamos que el camino de un alejado de la fe es más fácil y exitoso mientras que el de un cristiano es más difícil y lleno de obstáculos. 

Entonces, nos desanimamos y nos indignamos porque vemos injusticia y porque no vemos frutos. Es la "santa indignación", que expresamos cuando somos confrontados con el pecado. 

Jesús expresó su santa indignación por los pecados y las injusticias (Marcos 3, 1-5; Mateo 21, 12-13; Lucas 19, 41-44). Se enfocó en las conductas, nunca en las personas.

El Salmo 37 es un poema "didáctico" y una respuesta a esta "santa indignación" de los justos (vs. 1, 7-8), que nos ayuda a entender la paradoja de por qué prosperan los impíos, mientras nosotros somos despreciados o perseguidos y vivimos afligidos. 

Dios nos pide que pongamos nuestra confianza en Su sabiduría divina, pues concede a los impíos una prosperidad efímera, pero que al final, pone las cosas en su sitio: la justicia de los buenos brillará como la luz (v. 6), y los impíos recibirán su castigo (v. 9). 
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El Salmo nos dice que la actitud correcta del cristiano debe ser confiar en Dios, encomendándole nuestras aflicciones y situaciones para que las solucione y también, para que transforme nuestras vidas.

Nuestra tarea es guardar silencio, tener paciencia, perseverar y esperar la respuesta justa de nuestro Padre.

Espera, confianza, silencio, perseverancia, paciencia.... son virtudes que los cristianos debemos buscar y poner en práctica.


Esperar

Según la Real Academia Española, esperar es tener esperanza de conseguir lo que se desea

El verbo esperar tiene connotaciones positivas: quien sabe esperar tiene sabiduría para no actuar precipitadamente, para no apresurarse a hacer algo, para guardar silencio paciente y confiante.

Es la habilidad de decidir no hablar ni actuar hasta que sea el momento correcto para no empeorar la situación. Es la habilidad de confiar y esperar para que Dios sea Dios y actúe.

El que no espera se deja arrastrar por la desesperación, la ansiedad y actúa precipitadamente.

Confiar

Según la Real Academia Española, confiar es dejar una cosa al cuidado de alguien. 

La confianza es una virtud espiritual ligada a la fe. La Biblia señala que la fe es la certeza de lo que se espera. (Hebreos 11,1). La fe confía esperando. El afán, la ansiedad y la preocupación te llevan a actuar apresuradamente sin tener certeza o seguridad. Y cuando actuamos precipitadamente no confiamos en Dios. 

A diferencia de nosotros, que no podemos solucionar muchas circunstancias, Dios tiene el control de todo. Confiar significa dejar todo en manos de Dios, significa entregarle nuestros problemas y preocupaciones para que Él decida.

El que no espera ni confía se debilita, se cansa y se desespera: "pero los que esperan al Señor renuevan sus fuerzas, remontan el vuelo como águilas, corren sin fatigarse y caminan sin cansarse." (Isaías 40, 31).

Perseverar

Según la Real Academia Española, perseverar es mantenerse firme y constante en una manera de ser o de obrar.

Quien no persevera, quien no se mantiene firme y constante, se enfría espiritualmente y se aleja de Dios y de su Iglesia. Perseverar es ser fiel a Dios porque Él siempre es fiel. Él nunca nos abandona, aunque muchas veces no seamos capaces de entenderlo.

En la carta a los Filipenses 4, 6-7, el apóstol Pablo nos dice: "No os inquietéis por cosa alguna, sino más bien en toda oración y plegaria presentad al Señor vuestras necesidades con acción de gracias." 

Cuando le entregamos al Señor ese problema imposible, ya deja de ser nuestro; ahora ese problema es de Dios. 




jueves, 14 de septiembre de 2017

JUNTOS DESDE LA TIERRA AL CIELO


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Querida Mariajo,

En nuestro 28º aniversario de boda, quisiera decirte, que después de Dios, eres lo más importante de mi vida, que te quiero y confio en ti con todo mi corazón.

Dios quiso que nuestras vidas se encontraran hace más de treinta años con un propósito que hemos ido descubriendo con el paso del tiempo. 

Tengo la certeza de que lo que nos mantiene unidos, después de tantos años, va mucho más allá de unos valores comunes, unos gustos complementarios o unas virtudes agradables. 

Sencillamente, nos aceptamos con nuestros errores y miserias, con nuestros talentos y habilidades, porque Dios está entre nosotros. 

Nuestro matrimonio no es sino un aprendizaje de amor y entrega, de dar mucho pero de recibir más. Un camino en el que más que "tomar" es "entregar", más que "exigir" es "donar", más que "vivir" es "desvivirse", morir por el otro. 

Hemos vivido muy buenos momentos juntos: cuántas inesperadas aventuras, inolvidables viajes, divertidas fiestas, risas verdaderas y lloros sentidos. 

Y otros infinitamente mejores, tras nuestro compromiso absoluto con Dios: nuestros grupos de matrimonios, de Lectio, nuestras noches de Alpha en la Madona, nuestros retiros de Emaús, la panda de la Virgen, el descubrimiento de los Heraldos, nuestra consagración a María…. y de misiones marianas. 

Nuestra familia no es sino otro camino de perfección y purificación. Tenemos una familia y unos hijos maravillosos aunque no perfectos. Si no la mejor familia, al menos, es la nuestra; la que Dios ha querido darnos.

Quiero agradecer a Dios la maravillosa oportunidad que me regala todos los días de vivir sin poner barreras ni prejuicios a nuestro corazón, por la bendición de formar una familia sana, por la alegría de disfrutar de sus gracias y por la oportunidad que nos concede de ser herramientas suyas para servirle y amarle a través de los demás. 

Y a ti, Mariajo: gracias por haber cambiado mi vida y haberme hecho descubrir el amor verdadero y la felicidad en mayúsculas. 

Por ser mi faro en la tempestad y luz en la niebla, por enseñarme a ver las cosas con los ojos de la Virgen. 

Caminar a tu lado me ha convertido en el hombre más afortunado de la tierra. Mujer guapa por fuera y hermosa por dentro, bondadosa y fiel con todos, cristiana comprometida con Dios y con el prójimo.  

Tú haces de mí, un proyecto de hombre bueno. Y juntos, vamos desde la tierra al cielo.
TE QUIERO 

Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? 
Vale mucho más que las perlas.
Confía en ella el corazón de su marido y no cesa de tener ganancia.
Ella le procura el bien y nunca el mal todos los días de su vida.
Busca lana y lino, y trabaja con su mano solícita.
Es como una nave mercante que de lejano trae sus víveres.
Se levanta cuando todavía es de noche, 
distribuye la comida a su casa y las tareas a sus criadas.
Desea un campo y lo compra, 
con el fruto de sus manos planta una viña.
Ciñe sus lomos de fortaleza y emplea la fuerza de sus brazos.
Constata que su industria prospera, 
su lámpara no se apaga por la noche.
Echa mano a la rueca y sus dedos giran el huso.
Tiende su brazo al desgraciado y alarga la mano al indigente.
No teme la nieve para su casa, porque toda su familia lleva doble vestido.
Ella se hace cobertores, lino fino y púrpura la visten.
En las puertas de la ciudad su marido es estimado, 
cuando se sienta con los ancianos del país.
Teje telas de lino y las vende, 
y procura cinturones a los mercaderes.
Se reviste de fortaleza y de gracia, y mira gozosa el porvenir.
Abre su boca con sabiduría, y en su lengua hay una doctrina de bondad.
Vigila la marcha de su casa, y no come el pan de la ociosidad.
Sus hijos se levantan para proclamarla dichosa, 
su marido para hacer su elogio:
"Muchas hijas se han mostrado virtuosas, pero tú superas a todas".
Engañosa es la gracia, vana la belleza; 
la mujer que teme al Señor, ésa debe ser alabada.
Dadle del fruto de sus manos 
y que en las puertas de la ciudad sus obras proclamen su alabanza.
(Proverbios 31, 10-31)

miércoles, 13 de septiembre de 2017

PARROQUIAS CON COLESTEROL

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No es ningún secreto que muchas parroquias están cerradas por falta de afluencia o por escasez de sacerdotes. Otras, al borde del cierre. Es una triste realidad.

Las parroquias son faros de luz necesarios en un mundo cada vez más oscuro. Necesitamos parroquias fuertes, con laicos comprometidos y con sacerdotes entregados, a la cabeza.

Es de todos conocida la necesidad de vocaciones sacerdotales pero creo que más que faltar vocaciones, faltan comunidades cristianas que las susciten. La realidad es que nuestras parroquias, en general, están débiles y enfermas, y así, es muy difícil suscitar vocaciones. 

Ante este panorama tan sombrío ¿existen razones suficientes por las que algunas parroquias debieran cerrar sus puertas? ¿Es necesaria la re-unificación de algunas comunidades parroquiales? Lamentablemente, creo que sí. Necesitamos cerrar las puertas de algunas parroquias para abrir, de par en par, las puertas de otras.

Comencé mi vida cristiana activa y comprometida en una parroquia bastante cercana al cierre, al borde del abismo. Ya lo he escrito en otros artículos. Por la gracia de Dios, el Espíritu Santo se derramó abundantemente, produciendo un gran cambio en la mentalidad de los miembros y en el paradigma de la parroquia. Y así, se abrieron las puertas que llevaban décadas cerradas y comenzaron a llegar a nuevas personas para Cristo.

Lo que se necesitaba en la parroquia era un trasplante de corazón. No es que no tuviera un buen corazón, sino más bien, había perdido fuerza en el bombeo de la sangre. Las arterias se habían obstruido. 

La parroquia tenía el "colesterol por las nubes": no existía el necesario y ardiente sentido misionero, seña de identidad de la Iglesia de Cristo. 

Una vez que re-descubrimos la misión de la parroquia, las cosas comenzaron a cambiar drásticamente para bien. 

Y ese es mi deseo para todas las parroquias españolas, que re-descubran su misión. Pero lamentablemente, en muchas de ellas no ocurre lo necesario para que se genere el cambio. Mi visión es que deberían plantearse algunas fusiones de parroquias para que, desde un punto de partida eficiente vuelvan a ser lo que eran. Mejor dicho, a lo que Dios quiere que sean.

Entonces, ¿cómo saber que el fin de una parroquia está cerca? ¿Cuándo se debe cerrar una parroquia?

Desde mi punto de vista, existen razones por las que algunas parroquias deberían cerrarse o fusionarse con otras:

Pérdida de la misión evangelizadora

Una vez que una parroquia empieza a perder impulso evangelizador, entra en "modo de supervivencia", en "modo de mantenimiento".

Y es comprensible. Se mantienen las puertas cerradas, la gente sólo va a consumir sacramentos, se sobrevive pero no se "progresa adecuadamente" porque se pierde el enfoque cristiano de "ir, evangelizar y hacer discípulos".

Y cuando eso ocurre, las arterias por las que fluye la sangre se obstruyen y el corazón de la parroquia corre un serio riesgo de infarto. 

Se comienza a ver a cada persona nueva como alguien que viene a revolucionar la vida cómoda de los asistentes, en lugar de como alguien que viene a dar y a servir. 

Se comienza a ver cada nueva aportación y posterior decisión a través de un filtro de costes y de problemas. 

Se comienza a ver cada iniciativa como una pérdida del confort al que se habían habituado.

Se produce una mentalidad de supervivencia en lugar de un sentido de servicio, un planteamiento de estancamiento en lugar de un objetivo de avance.

Cuando la supervivencia y el estancamiento (colesterol) se convierten en los hábitos de una parroquia, es que ha perdido la misión y su fin está cerca.

Endogamia

Es muy triste comprobar que una parroquia se preocupa más por sí misma que por la gente a la que está llamada a llegar. Es el efecto endogámico de ensimismarse, de mirarse el ombligo.

Muchas parroquias están tan pendientes por las preferencias, gustos y apetencias de sus miembros que no tienen ojos para los "no miembros". Y sin embargo, la Iglesia existe para el bienestar de sus "no miembros".


En muchas parroquias, se desoye la enseñanza de Jesús de ir en busca de la oveja perdida. Muy al contrario, se centran en las otras noventa y nueve ovejas y se ignora a la que se ha perdido. Así es como muchas parroquias funcionan hoy.

Resultado de imagen de parroquias vaciasSi todo el mundo en nuestro barrio fuera a nuestra parroquia excepto una sola persona, estaríamos llamados a dejarlo todo para ir en busca de esa persona. Desgraciadamente, hoy pocos católicos creen esto.

Tal vez tendría más sentido si lo viéramos desde una perspectiva familiar: Si en una familia hay cuatro hijos y sólo tres están en casa a medianoche, ningún padre o madre decentes diría: "Bueno, eso es  el 75 por ciento. Es suficiente. Podemos acostarnos". No, un buen padre o madre se olvida de acostarse a dormir plácidamente, llama a todos los amigos de su hijo, a la policía, sale a buscarle y nadie duerme hasta que el hijo desaparecido está en casa.

¿Y si los cristianos se comportaran así? Cuando una iglesia sólo se preocupa por los miembros que están dentro, es una mala señal de que ha perdido su alma, y ​​de que no cumple con su deber de madre. Si los cristianos no descansáramos hasta que encontráramos a cada persona, otro gallo cantaría (con todos en casa).

Odio al mundo

Muchos cristianos temen el mundo. Es entendible.

La moral está cambiando, la cultura está cambiando y nos movemos rápidamente en un mundo post-cristiano. Es lógico que no nos guste lo que vemos.

Sin embargo, este sentimiento de temor ha llevado a muchos cristianos a comportarse con odio hacia el mundo y prefieren amarse a sí mismos.

Pero Dios ha establecido su plan de salvación para el mundo, incluidos nosotros. Y por que nos ama tanto, envió al mundo a su único Hijo. Si Dios ama tanto al mundo, los cristianos realmente no tenemos permiso para odiarlo.

Es cierto que el mundo nos persigue, nos arrincona, nos odia. Pero los cristianos no debemos actuar igual. Más que odiar al mundo, tenemos que amarlo aunque no estemos de acuerdo con él. Nadie se va a acercar a nuestra parroquia si se siente odiado, si no se siente amado.

Cuando una parroquia se comporta con odio hacia el mundo, no debería sorprenderle que el mundo no se acerque para abrazarla.

Anhelo del pasado

Cuando las cosas no van bien, es fácil pensar que el pasado fue siempre mejor que el presente. Y mucho más que el futuro.

Resultado de imagen de parroquias vaciasSi visitamos algunas parroquias, descubriremos que continuamente están mirando hacia atrás, no hacia adelante; anhelan el pasado y no desean ver el presente. 

Esta es una de las trampas del Diablo: pensar en el pasado nos bloquea para actuar en el presente y nos impide vislumbrar el futuro.

Cuando nuestra preferencia por ser y hacer lo que solíamos hacer, es mayor que nuestra pasión por lo que debemos ser y hacer, la parroquia está en problemas.

Cuando todo el entusiasmo está focalizado en el pasado, la parroquia no tiene mucho futuro.

Administración de las parroquias

La manera en que las parroquias administran el dinero que reciben, a menudo es un tema controvertido. Por supuesto, las parroquias tienen gastos y son responsables ante la Iglesia y ante Dios, pero la gente quiere saber en qué y cómo usamos los euros donados.

Cuando una parroquia tiene clara su visión y su misión, prospera. Las personas que no conocen a Cristo se acercan y se comprometen con la parroquia. Ésta llega a toda la comunidad y se invierte dinero en las necesidades tangibles de las personas, no de los edificios.

Cuando una parroquia ha perdido su visión y su misión, enferma. Los recursos se destinan sólo en una dirección: tanto si los fondos son escasos como abundantes, casi todo se invierte en mantener las necesidades de los sacerdotes, de los edificios y de la logística de la parroquia. No se invierte en personas. Sólo se atiende a los gastos y el impulso de toda la vida parroquial se vuelve hacia la preservación, en lugar de hacia el objetivo.

Una de las grandes ironías de este siglo XXI es que las parroquias con dinero y con buenos templos, a menudo, no tienen gente, y las parroquias con gente, a menudo, no tienen ni dinero ni edificios.

Resultado de imagen de parroquias vacias¿No sería un enfoque más cristiano que las parroquias con magnificas iglesias pero con poca gente, acogieran a las personas de otras parroquias con gente pero sin edificios?

Este hecho está sucediendo más de lo que imaginamos y se ha convertido en una tendencia universal, no sólo en nuestra ciudad o en España.

Mi sueño como cristiano y como católico es ver a mi Iglesia viva y apasionada; mi visión es ver sana a cada parroquia; mi deseo es ver crecer el número de personas que se acerquen a Jesucristo. Si ese sueño se hiciera realidad, ninguna parroquia cerraría; todas serían eficientes y capaces de llegar a ese mundo que Dios ama tan profundamente.

La actual situación de nuestras parroquias no tiene por qué ser así. Las razones por las que la mayoría de las parroquias nunca llegan a llenar sus bancos no son razones espirituales, son razones vivenciales; son razones prácticas; son razones estratégicas.

¿Qué opinas? ¿Estás de acuerdo o no?

martes, 12 de septiembre de 2017

CORREGIR ES UN SIGNO DE AMOR

"Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. 
Si te hace caso, has salvado a tu hermano. 
Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos,
para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. 
Si no les hace caso, díselo a la comunidad, 
y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, 
considéralo como un pagano o un publicano."
(Mt, 18, 15-18)

¿A quien no le cuesta corregir a otro? ¿A quien le gusta ser corregido?

Muchas veces, no nos atrevemos a reprender y corregir a otro debido a la errónea idea de poder ofenderle. Es verdad que corregir siempre resulta embarazoso, tanto para el que corrige como para el que es corregido. A menudo, el primero no se atreve y el segundo no lo acepta.

Sin embargo, Dios es tajante: 'Ve, amonéstale'. Dios nos pide acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda. 

La corrección no es una ofensa, sino un bien y un servicio que hacemos a nuestro prójimo por amor. Quien corrige a su hermano, le ama. 

Junto a la oración y el buen ejemplo, la corrección fraterna constituye un medio fundamental para alcanzar la santidad. La corrección fraterna es fuente de santidad personal en quien la hace y en quien la recibe.
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"Amar a tu prójimo como a ti mismo" significa buscar su santidad, como nosotros buscamos la nuestra. Amar significa desear lo mejor para el otro. Y qué mejor cosa que procurar su santidad, para que disfrute en el cielo de la presencia de Dios!!!

Pero además, Dios es claro: "tú y él solos". Nada de chismes, nada de criticas a las espaldas, nada de habladurías. Entre los dos, sin espectadores, a solas, en la intimidad, nunca en público.

Nuestra actitud correctora siempre ha de tener un talante de delicadeza, de dulzura, de prudencia, de humildad y atención hacia quien cometió una culpa, evitando palabras que puedan herir y "matar" a nuestro hermano.  Pero sobre todo, una actitud de amor.

Como dice el Papa Francisco: "las palabras matan. Por eso, cuando hablamos mal, cuando criticamos injustamente, cuando despellejamos a un hermano con la lengua, estamos asesinando su reputación."

La finalidad de las sucesivas intervenciones (si llegara el caso) es la de ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa o error ha ofendido no solamente a uno, sino a todos, incluso a Dios.

Jesús "amaba hasta el extremo a sus amigos", los discípulos. El mismo les corrigió en varias ocasiones: ante la envidia que manifiestan al ver a uno que expulsaba demonios en nombre de Jesús, a Pedro porque su modo de pensar no es el de Dios sino el de los hombres, corrige la ambición desordenada de Santiago y Juan, enmendando con cariño su equivocada comprensión sobre el lugar a ocupar en el reino de Dios. Pero también, a su vez, les reconoce su valentía y su buena disposición para “beber su cáliz”.

Corregir a nuestro hermano es una expresión de amistad y de franqueza que distingue al adulador del amigo verdadero. 

Y a su vez, dejarse corregir es señal de madurez y condición de progreso espiritual.

domingo, 10 de septiembre de 2017

¿POR QUÉ Y PARA QUÉ UN RETIRO ESPIRITUAL?


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Y levantándose muy de mañana, 
cuando aún estaba oscuro, 
se fue y salió a un lugar desolado, 
y allí oró. 
(Marcos 1,35)

Vivimos en un mundo agitado, acelerado y lleno de "ruido". Incluso nosotros, los cristianos, también estamos frenéticamente ocupados en numerosas actividades espirituales, pastorales o evangelizadoras, obedeciendo la misión que Jesús nos encomendó. Y así debe ser, pero debemos hacer espacios de oración, siguiendo el ejemplo de Cristo.

Jesús estaba totalmente entregado a la misión que le había encomendado Dios y al servicio de la gente, pero no se dejaba vencer por el activismo, las prisas, la agitación, sino que se reservaba para sí mismo un tiempo especial; un tiempo en el que, en contacto directo con su Padre, respiraba y tomaba fuerzas para seguir realizando su tarea de la mejor manera posible:

  • "Lleno del Espíritu, partió del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde estuvo cuarenta días" (Lucas 4,1-2). 
  • "Pero él se retiraba a los lugares solitarios para orar." (Lucas 5, 16).
  • "Por aquellos días fue Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios." (Lucas 6, 12).
  • "Y una vez que despidió a la muchedumbre, subió al monte, a solas, para orar; al caer la tarde, estaba solo allí." (Mateo 14, 23; Marcos 6, 46).
  • "Muy de madrugada se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, y allí estuvo rezando." (Marcos 1, 35).
  • "Llegaron al huerto llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Quedaos aquí mientras voy a orar." (Marcos 14, 32).
Imagen relacionadaSu estancia en la tierra fue una vida de oración: o hablaba con el Padre o hablaba sobre el Padre.

Jesús se retiraba para estar a solas con el Padre y poner todo en sus manospara agradecer, para alabar y bendecir al Padre.

Imagen relacionadaSe retiraba para tomar de conciencia de su misión; para tomar una decisión importante; para meditar, para discernir.

Se retiraba para confiar y abandonarse al Padre; para cumplir Su voluntad.
Después de sus retiros, Jesús volvía con fuerza “al tajo”, a la vida, a los conflictos…y se ponía al servicio de la gente.

Nosotros también necesitamos dedicarnos tiempo para hacer un "stop", para salir de la rutina de la vida y tener un "ratito a solas" con el Señor. 

Un retiro espiritual es eso: dedicar un poco de nuestro tiempo para alejarnos del mundo y sumergirnos en la presencia de Dios.

Imagen relacionadaSe trata de irnos lejos de la civilización, alejarnos del "ruido", escapar de todo lo que nos agita. 

Apagar el móvil, olvidarnos de la tecnología, de las redes sociales, del trabajo, de las noticias, de los correos, de las llamadas, de la hora...

Un tiempo de silencio y oración para estar con Dios, no porque seamos mejores cristianos sino porque somos débiles y muchas veces, estamos más lejos del Señor de lo que debiéramos. 
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Si Cristo que está en plena comunión con el Padre, se retiraba regularmente para pasar tiempo con Su Padre, ¿cuánto más debemos hacerlo nosotros?

No es un tiempo para estar activo sino un tiempo para estar receptivo. Es un tiempo para descansar, para reflexionar, para dar gracias, acercándonos a Dios. 

Un retiro espiritual es, sintetizando, parecido a una Lectio Divina con sus distintas fases:

Invocación
En un retiro, lo primero es invocar al Espíritu Santo para tomar conciencia de que es un tiempo de preparación y de limpieza espiritual. Un tiempo que por si mismo no gana el favor de Dios ni me da un salvoconducto a la santidad. Más bien, se trata de alegrarme, de dar gracias porque Dios me llama a estar con Él.

Por eso, cuando paso mi tiempo reflexionando sobre el gran amor que Dios me tiene, llego a conocerle más íntimamente, a escucharle más cercano y a ser consciente de mi papel en Su plan de salvación. 

Lectura
Jesús no leía mientras estaba a solas con el Padre porque Él mismo era la Palabra. 

Durante mis retiros, leo y medito las Sagradas Escrituras y siempre me traen a la mente ideas, recordatorios, promesas, preguntas. 

Es un tiempo para sentarme y reflexionar sobre lo que leo, sobre lo que Dios me dice a través del texto, sobre cómo vivo lo que leo, etc.
Oración
La parte central de un retiro es la oración. Debo tomarme el tiempo necesario para repasar los aspectos principales de una correcta oración:
  • Alabanza.Es nuestra respuesta a la persona de Dios. Le alabo por lo Que es, por Quien es. Me tomo tiempo para ensayar la grandeza de Dios, su carácter, sus atributos.
  • Acción de Gracias. Es nuestra respuesta a la bondad de Dios. Le doy gracias por lo que ha hecho con y por mí.
  • Perdón. Es nuestra respuesta a la santidad de Dios. Le pido al Espíritu Santo que me guíe para hacer un exhaustivo examen de conciencia, para pedirle perdón por todos mis errores, infidelidades y pecados.
  • Petición.Es nuestra respuesta al amor de Dios. Le pido a Dios por los aspectos espirituales, emocionales y físicos de mi vida pero siempre sin tratar de manipularle ni decirle qué debe hacer por mí.  Más bien, le pido qué hacer y cómo, es decir, que me guíe y que me de fuerza para ver y cumplir su voluntad. Mi petición es un acto reflejo a su iniciativa previa sobre mi corazón.
  • Intercesión. Es nuestra respuesta a la generosidad de Dios. Le pido por todo lo que me ha regalado en mi vida: por mi familia, mis hijos y mi mujer, por mis amigos, compañeros de trabajo, por los sacerdotes y obispos, pos los líderes políticos.También le pido por los que están  alejados de Él, por los que no le conocen, por los que no le aman. 
Meditación
Pedir es nuestra respuesta al amor de Dios por nosotros. Es justo y necesario que pidamos a Dios que satisfaga nuestras necesidades. Jesús nos enseñó a pedir "por el pan nuestro de cada día". 

Sin embargo, muchas veces no nos sentimos escuchados ni respondidos por Dios. Es entonces cuando debemos meditar no tanto el por qué sino el para qué.

Contemplación
Hay otro aspecto que no debemos obviar: escuchar a Dios

La cuestión no es hablarle a Dios ni soltarle "mi rollo", mis inquietudes y mis peticiones  ( que también) sino dejarme guiar, moldear, abrazar por Él.

La cuestión no es si Dios me habla, sino más bien, si estoy escuchando. 

Dios me habla constantemente a través de su Palabra, a través de circunstancias o de otras personas y también, a través del susurro de su Espíritu, pero ¿estoy escuchando? ¿Me dejo llevar por Su Espíritu?

Acción
Dios quiere un compromiso de mi parte. No me quiere vago ni perezoso. Y mucho menos tibio. 

En mis momentos de retiro, a menudo me enfrento con la necesidad de hacer un nuevo compromiso con Dios. ¿A qué estoy dispuesto por Dios? ¿Qué puedo ofrecerte en mi pequeñez? ¿Qué sacrificio estoy dispuesto a ofrecerte?

Finalmente y para concluir, Jesús nos exhorta sobre cómo orar y qué actitud de recogimiento debemos mostrar ante Dios: 



""Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, 
que prefieren rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas 
para que los vea todo el mundo. 
Os aseguro que ya recibieron su recompensa.
Tú, cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre, 
que está presente en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Al rezar, no os convirtáis en charlatanes como los paganos, 
que se imaginan que serán escuchados por su mucha palabrería.
No hagáis como ellos, 
porque vuestro Padre conoce las necesidades que tenéis 
antes de que vosotros le pidáis".
(Mateo 6, 5 -8)