¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

domingo, 19 de enero de 2020

ADORACIÓN AL SANTÍSIMO: SIGNO DE AMOR

"La visita al Santísimo Sacramento 
es una prueba de gratitud, 
un signo de amor
y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor" 
(Beato Pablo VI: Mysterium fidei, CEC 1418)

Descubrí la gracia de la Adoración al Santísimo en mi primer viaje a Medjugorje, hace cuatro años. Hasta entonces, desconocía tanto cuál era su propósito como en qué consistía. 

Fue allí, en ese pueblo bosnio tan bendecido por Nuestra Señora donde, Ella me mostró la importancia de acudir a Su Hijo. 

Una multitud de más de cinco mil personas arrodilladas, de todas las nacionalidades y razas, adoraban y daban gracias al Señor, cada una, en su idioma, ante una custodia de gran tamaño en la explanada trasera de la parroquia. 

Aquella escena de comunión y fraternidad, de gratitud y amor, de fervor y devoción produjo en mí una imagen que jamás había visto y que jamás olvidaré. Tanto fue así, que no pude contener las lágrimas de gozo y sentir mi corazón salirse del pecho. 

Desde entonces, intento acudir al Santísimo, ya sea en un retiro de Emaús, en un retiro de silencio, en unos ejercicios espirituales o en una capilla de Adoración Perpetua.
Son momentos ante el Santísimo son realmente sobrenaturales, donde la gracia se derrama y sientes al mismo Cristo a tu lado....

Son "ratitos" llenos de emociones, risas y lágrimas de gozo... 

Son encuentros "cara a cara" con el Señor, para dejarnos "tocar" por su misericordia... 

Son "citas de enamorados" comunicándose y declarándose su amor... 

Son ocasiones para las peticiones que albergamos en nuestros corazones... 

Son momentos de júbilo para ofrecer canciones de alabanza al Señor...


Historia


La palabra "vigilia" se menciona en la Biblia para expresar cada una de las partes en las que se divide la noche (Salmos 63,6, 90,4, 119,148, Lucas 2,8, 12,38). 

También se llamó vigilia a la acción de velar, es decir, a mantenerse despierto durante toda la noche (o parte de la noche). 

También se llamó así, a la acción de hacer centinela o guardia por la noche.

Los primeros cristianos, siguiendo la enseñanza de Cristo ("vigilad y orad"), rezaban varias veces al día, costumbre que dio lugar a la Liturgia de las Horas.

Siguiendo el ejemplo de Cristo de orar por la noche (Lucas 6,12; Mateo 26,38-41), se reunían a celebrar vigilias nocturnas de oración, en las que alternaban oraciones, salmos, cantos y lecturas de la Sagrada Escritura. 

Así es como esperaban en la noche la hora de la Resurrección, y llegada ésta al amanecer, terminaban la vigilia con la celebración de la Eucaristía. Como ejemplo, la vigilia celebrada por San Pablo con los fieles de Tróade (Hechos 20, 7-12).


En el Antiguo Testamento, los judíos dividían la noche en 3 vigilias

-1ª "al comenzar las vigilias", (18:00-22:00) desde la puesta del sol hasta las diez de la noche (Lamentaciones 2,19). 

-2ª "guardia de la medianoche" (22:00h- 02:00) (Jueces 7,19). 

-3ª "de la mañana" (02:00- 06:00) hasta la salida del sol. (Exodo 14,24; 1. Samuel 11,11). 

En el Nuevo Testamento, se usó el sistema romano de 4 vigilias: 

-1ª "del anochecer" (18:00-21:00) (Marcos 13,35, Juan 6,16-17). 

-2ª "de medianoche" (21:00-00:00) (Lucas 11,5, Hechos 16,25). 

-3ª "del canto del gallo (00:00-03:00) (Marcos 13,35, 14,72, Juan 13,38). 

-4ª "amanecer" (03:00-06:00) (Mateo 14,25, Marcos 6,48, 3,35). 

Dios, a través de su Palabra, nos insta continuamente a velad (Mateo 24,42-3; 25,13; 26,41;Marcos 13,33-37;14,38; Lucas 12,37-38;21,36; 1 Tesalonicenses 5,6; 1 Pedro 4,7; Apocalipsis 3,3; 16,15)

Vigilia de Adoración Nocturna

La Adoración Nocturna, tal y como la conocemos hoy, se inició en Francia por Hermann Cohen y dieciocho hombres el 6 de diciembre de 1848 (en España en 1877), con el fin de adorar en una iglesia, con turnos sucesivos, al Santísimo Sacramento en una vigilia nocturna.

La Adoración Nocturna consiste un grupo de fieles que, normalmente, reunidos en grupos, y una vez celebrado el Sacrificio eucarístico, permanecen durante la noche por turnos ante el Sacramento, rezando la Liturgia de las Horas y haciendo oración silenciosa, en representación de la humanidad y en el nombre de la Iglesia.

Los objetivos de una vigilia de Adoración Nocturna son los mismos de la Eucaristía:

- adorar y alabar con amor a Cristo y, con Él, al Padre "en espíritu y en verdad"
-ofrecerse con Él para la salvación del mundo y para la expiación del pecado
- permanecer amorosamente atentos en la presencia de Aquel que nos ama
- orar por el mundo y por la Iglesia
- interceder por las necesidad personales y colectivas

Todos deberíamos tener la necesidad imperiosa de acudir al "Santísimo Sacramento del Amor", donde Cristo nos espera para darse hasta el extremo, para adorarle y contemplarle llenos de fe, para darle gracias por todo cuanto ha hecho por nosotros, para pedir por nuestras necesidades e interceder por las de otros y para reparar los agravios del mundo.

sábado, 18 de enero de 2020

ATEÍSMO LÍQUIDO: ¿SOY CRISTIANO O APARENTO SERLO?


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“En la existencia de un cristiano, no puede haber dos vidas paralelas: 
por una parte la denominada vida espiritual, con sus valores y exigencias; 
y por otra, la denominada vida secular, esto es, 
la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, 
del compromiso político y de la cultura. 
El sarmiento, arraigado en la vid que es Cristo, 
da fruto en cada sector de la acción y de la existencia” 
(San Juan Pablo II, Christifideles, nº 59)


Sigo leyendo y releyendo el último gran libro del cardenal Sarah, "Se hace tarde y anochece". En él, el purpurado señala cómo, en nuestro tiempo, algunos cristianos han sucumbido a la tentación del "ateísmo líquido":  
"Si lo atacas, si te enzarzas en una lucha física, en un cuerpo a cuerpo con él, te quedarás adherido a sus sutiles compromisos (···). Te arrastra a su propio terreno.
Si lo sigues, te verás obligado a emplear sus armas: la mentira y el compromiso. Fomenta alrededor de él la división, el resentimiento, la acritud y la mentalidad de partido. ¡Fíjate en la situación de la Iglesia! No hay más que discordia, hostilidad y sospecha por todas partes.
Cada uno de nosotros puede tomar esta determinación: la mentira del ateísmo no volverá a fluir dentro de mí. No quiero renunciar más a la luz de la fe, no quiero seguir permitiendo que convivan en mí la luz y las tinieblas por comodidad, por apatía o por conformismo."

No se trata de un ateísmo como antaño, militante y beligerante, sino más bien, camuflado, sutil y mucho más peligroso. 

Podríamos decir que se trata de una especie de "nueva espiritualidad laica" que, enarbolando la bandera de la libertad y la igualdad, fluye por las aguas turbulentas de la ambigüedad, la indefinición, la confusión, el equívoco, la duda. 

Un ateísmo líquido que elimina todo amor sincero y gratuito para transformarlo en odio, crítica y protesta, que niega la verdad para contagiarnos con el veneno de la sospecha y la desconfianza hacia el otro, y que ha impregnado de dudas todo nuestro criterio cristiano. 

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Un ateísmo fluido que nos impide mirar a Aquel a quien hemos crucificado o incluso que desecha la Cruz. Y que, como hizo con Judas, nos hace correr hacia el suicidio.

Un ateísmo líquido que crece y se desarrolla en la apariencia y el postureo, la conveniencia y la banalidad, provocando el olvido y la negación de los fundamentos de la fe.

Un ateísmo fluido que mezcla la sana doctrina con ideologías paganas, incitándonos a vivir un "cristianismo burgués" y cómodo, haciéndonos creer que es eficaz, aunque sea a corto plazo ("Carpe diem"). 

Un ateísmo líquido que aplaude hipótesis y especulaciones que socavan nuestras creencias, que acoge ideas y conceptos que carecen de denominación de origen, que intoxica la Verdad al solaparse con nuestros valores cristianos.

Un ateísmo 
fluido sin Dios que se camufla hábilmente dentro de nuestros problemas y decepciones para ofrecernos una filosofía de vida que niega el sufrimiento y el esfuerzo hacia el objetivo, y que nos sumerge en la propia tristeza y soledad, antes que aceptar la dependencia del amor del otro.

Un ateísmo líquido que admite, junto con la fe, modos de vivir o de pensar radicalmente paganos y mundanos, y que, sin negar del todo a Dios en la teoría, vive en la práctica, como si no existiera, como si no importara, como si no fuera relevante. 

Características

Algunas de sus características son su gran poder destructivo, que comienza desde dentro y emerge al exterior; su ideario relativista que oscurece nuestra conciencia y paganiza nuestra vida; su connivencia con la ignorancia y la mentira que nos hace caminar en tinieblas; su apego a la comodidad y al conformismo que nos convierte en tibios y mediocres; su ansía de reconocimiento e hipocresía que nos inducen a vivir una doble vida; una "líquida" relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y opuesta, una relación de adhesión total con el mundo relativista.

Efectos

Algunos de sus efectos son el letargo de la fe, la anestesia de la voluntad, la merma de la capacidad de amar, la ausencia de compromiso con Dios y con el prójimo, la falta de reconocimiento del error y la negación del pecado. 

Consecuencias 

Algunas de sus consecuencias son la visión de un Dios anciano que hemos recluido en una residencia y que nos olvidamos de visitar, la creencia de una fe arcaica y obsoleta que tratamos de recluir en la intimidad, el apego a los bienes materiales que, aunque no nos sacian, nos impide sentir hambre de Dios.

Por eso, cada día me pregunto ¿Soy cristiano o aparento serlo? ¿Vivo como un cristiano o fluyo en el paganismo? Y si lo soy, ¿por qué lo soy? ¿lo hago por tradición, por cumplimento o por coherencia?

Un cristiano que se mundaniza en lugar de divinizarse, un sacerdote que hace seguidores en lugar de discípulos de Cristo, un católico que lleva una doble vida en lugar de una plena, un obispo que abusa de su posición en lugar de apacentar al rebaño, una oveja que en realidad es una cabra, un pastor que en realidad es un depredador... 

Todos ellos, insertados dentro de la Iglesia, viven un ateísmo fluido que les dificulta atisbar la esperanza cristiana, que les impide ser coherentes con la fe cristiana, y que les veta la posibilidad de amar y ser amados. 

¡No puedo llamarme cristiano y vivir como pagano! ¡No puedo predicar amor y mostrar odio! ¡No puedo proclamar a Cristo y exponer mis propias ideas sobre la Verdad! ¡No puedo estar sólo pendiente de lo temporal y olvidarme de lo eterno! ¡No puedo prestar atención a lo visible y obviar lo invisible! ¡¡¡¡No puedo!!!! 

Dice Benedicto XVI, que el cristianismo surge “por atracción”, que la fe cristiana se propaga por contagioEntonces ¿qué atracción puedo producir si mis actos no son coherentes con mi fe? ¿cómo voy a contagiar algo que no tengo? ¿hay evidencias reales en mi vida que indican que soy cristiano? ¿Vivo y comparto mi fe con otros o la escondo? 

La Congregación para la Doctrina de la Fe nos enseña que las verdades de la fe constituyen una unidad inseparable. Entonces ¿cómo puedo elegir del Evangelio lo que me interesa y desechar lo que no me gusta o lo que me incomoda? ¿cómo puedo decir una cosa y hacer la contraria? ¿cómo puedo compaginar la enseñanza de la Iglesia con la del mundo?

Ser cristiano implica, radicalmente, seguir a Cristo. Y eso sólo sucede a través de la gracia, por la que Jesús sale a mi encuentro y me muestra el gran amor que me tiene, y a través de la fe, por la que creo un conjunto de verdades que la Iglesia me enseña y que me muestran la coherencia de Dios, quien no puede ni engañarse ni engañarme. 

Cristo es verdad, coherencia, autenticidad. Y ser cristiano implica procurar ser como Él. 

Si sólo creo lo que me apetece, lo que quiero entender o lo que me interesa, soy un ateo fluido, con una fe tibia y una voluntad deformada que no sigo a Cristo. 

Resultado de imagen de ateismo fluidoSi "practico a ratos" una devoción, en realidad, soy un ateo líquido que busca excusas circunstanciales que no resisten el paso del tiempo, que aspira obtener éxitos limitados y comodidades efímeras, pero, a la larga, inútiles.

Si vivo una doble vida, soy un ateo fluido que hablo para lograr aplausos, que escucho lo que quiero oír y elijo sólo aquello que me es fácil de asimilar y llevar, que no carga con su cruz.

Si deambulo agotado, tiranizado y sin paz, soy un ateo líquido que camina desorientado y confuso por la senda de la ambigüedad y la apostasía, que vive la vida cristiana como una gran mentira, aunque disfrazo de verdad

Pero Verdad, sólo hay una. Y es Cristo, quien a su vez, la depositó en manos de Pedro. Por tanto, es la Iglesia la depositaria de las verdades de fe ¿Qué clase de Dios sería si, después de revelarse al hombre por amor, hubiera dejado a la subjetividad o a la conveniencia, el camino que conduce a la felicidad y la vida plenas? 

Si mi identidad cristiana es ser como Cristo, ¿cómo puedo pretender aparentar ser cristiano sólo en ocasiones, en determinadas actividades o según las circunstancias? ¿cómo puedo acudir a los sacramentos y después "colgar" mi filiación católica a la puerta de mi colegio electoral, de mi club, de mi empresa, de mi entorno social o de mi propio hogar familiar.

No digo que mi voluntad sea infalible ni que mi fe me impida caer, porque soy débil y frágil, porque tengo limitaciones y errores, y tantas cosas más. Pero, es en esos momentos, cuando Dios me abre sus brazos misericordiosos en el maravilloso sacramento de la Penitencia para ser realmente yo, ante Él, y me vuelve a enseñar coherencia en el Santísimo sacramento del Altar, donde no hay mentira ni engaño. 

Mi respuesta a la pregunta de este artículo surge del hecho de que mi fe no procede de lo que sé o veo, ni de lo que me apetece o agrada, ni de lo que me cuentan o me dicen, ni de lo que razono o siento. Nace de mi relación con Dios.

Resultado de imagen de ateosMi respuesta brota de que la esperanza depositada en las promesas de Cristo es un combate constante al que me enfrento con armas espirituales: la oracióndonde me comunica Su voluntadlos Sacramentosdonde fluye Su amor infinito, la Sagrada Escritura, donde emana su luz radiante la Iglesia, donde recibo Su verdad depositada.
Mi respuesta tampoco se dirige a entablar batalla contra todo y todos, sino hacia la determinación de mantenerme firme y confiadamente fiel a Jesucristo, asirme a su mano mano amiga, seguir el camino luminoso que me marca, para llegar a ser un cristiano autentico y, finalmente, estar en su presencia por toda la eternidad.

Mi respuesta es "Dios o nada".

martes, 7 de enero de 2020

LA PRUEBA DEL AMOR

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"Hermanos míos, tened como suprema alegría 
las diversas pruebas a que podéis ser sometidos, 
sabiendo que la fe probada produce la constancia.
Dichoso el hombre que soporta la prueba;
porque si la ha superado, 
recibirá la corona de la vida 
que Dios ha prometido a los que le aman." 
(Santiago 1, 2-3 y 12)

Desde el principio, todas las criaturas de Dios somos probados en el amor. Los ángeles tuvieron que pasar la prueba. Nuestros primeros padres, Adán y Eva, también. 

La Sagrada Escritura está llena de ejemplos de pruebas: Noé, Abraham, Job, José, Moisés, David. El mismo Jesucristo se enfrentó a la mayor prueba de amor: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15, 13).

Desde la rebelión en el mundo angélico, luego trasladada a la tierra, nos encontramos inmersos en una batalla espiritual, queramos o no. Todos debemos enfrentarnos a la prueba y hacer una elección. O Dios o el Enemigo. O el Amor o el Odio. O, como dice el cardenal Sarah, Dios o nada.

Dios nos ha dado y nos da permanentemente pruebas de su amor. “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito” (Juan 3, 16). "Mirad cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él. En esto consiste el amor; no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados." (1 Juan 4, 8-10).

El Señor viene siempre a nuestras vidas y reconforta nuestros corazones, cura nuestras heridas, nos repara, nos da fortaleza y aliento en nuestras caídas, para continuar caminando hacia Él. 

Dios nos regala un Amor gratuito, incondicional y sin límite, que no exige ni quebranta nuestra voluntad

Sin embargo, el amor, para ser completo, requiere reciprocidad. Por eso, nuestro amor a Dios depende sólo de nuestra libertad, una decisión de fe que demostramos ante la prueba.

Propósito de la prueba


Toda prueba tiene un propósito. Sólo si somos sometidos a la prueba, la calidad de nuestro amor y de nuestra fe a Dios se pone de manifiesto. 

Imagen relacionadaPorque el verdadero amor no se basa en sentimientos sino en una decisión de amar libre e incondicionalmente. El amor no se cuenta, se ofrece. No se explica, se da.

La prueba saca a relucir nuestra verdadera esencia, lo que hay en nuestro corazón: nos da la oportunidad de elegir entre amor u odio, agradecimiento o resentimiento, ganancia o pérdida, plenitud o vacío, vida o muerte.

A través de la prueba, el amor y la fe del cristiano se refuerzan y aumentan gracias y por medio de Jesucristo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4,13)

"Amar a Dios es guardar sus mandatos" (1 Juan 5, 3). Es la fe en el amor que Dios nos tiene (también expresado en los mandamientos) la que nos salva. La fe hace posible aquello que humanamente es imposible.

Recompensa de la prueba


Pero, además, la prueba tiene una recompensa. Sin prueba no hay progreso. La recompensa de la prueba es transformarnos a la imagen de Jesucristo (Romanos 8, 29). 

Resultado de imagen de regalo de diosEsta es nuestra meta, nuestra santificación, y por eso, toda prueba está diseñada para alcanzar la perfección en el amor. 

Cuando experimentamos su amor incondicional, su cuidado, su perdón, su poder sanador, entonces, ese Amor Verdadero comienza a germinar en nuestro corazón y surge en nosotros el deseo de amar a Dios y a los demás de la misma forma.

Cuando dejamos que el amor de Dios inunde todo nuestro ser, comenzamos a transformarnos y a asemejarnos a Él, a reflejar Su amor en nuestra vida y en nuestras relaciones con los demás. No podemos dar lo que no tenemos. 

Por eso, para poder dar amor verdadero necesitamos recibirlo primero. Y para recibirlo, debemos elegir querer recibirlo. Porque Dios ya nos la ha dado primero.

Es entonces cuando nos transformamos en amor y conseguimos la meta para la que hemos sido creados: estar junto al amor de Dios y amarle por toda la eternidad.

"El amor es paciente, es servicial; 
el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso; 
no es grosero ni egoísta, no se irrita, no toma en cuenta el mal; 
el amor no se alegra de la injusticia; se alegra de la verdad. 
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. 
El amor nunca falla" 
(1 Corintios 13, 4-8)

sábado, 28 de diciembre de 2019

¿CÓMO EVANGELIZAR?

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"La evangelización es una cooperación en la obra Dios, 
fundamentada en la oración 
y dependiente de nuestra voluntad para comprometernos con Dios 
y de nuestra capacidad para estar cerca de Él." 
(Cardenal Robert Sarah)

Evangelizar es una cooperación en la obra salvífica de Dios. Es una misión y una función propia de los cristianos, por la cual compartimos nuestra fe y damos testimonio de la presencia de Dios en nuestras vidas. 

Evangelizar es anunciar a Jesús pero, además, es vivir y obrar como Él. Es hacer nuestra la Palabra de Dios. 

El papa Francisco dice que evangelizar es estar en salidapartir de una situación, no de una teoría” y demostrar cercanía a la gente, para “observar qué es lo que sucede”.

Sin embargo, en ocasiones, nos preguntamos cuáles son las claves de la evangelización, cómo llegar a otros, cómo evangelizar. 

La mejor manera para saber cómo evangelizar es mirar a Jesús. Cristo es a la vez el mensaje y el mensajero. Jesús evangeliza uno a uno y a las muchedumbres:

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A veces, haciéndose el encontradizo y escuchando, mientras camina hacia Emaús. 

Otras veces, con una sola mirada, mientras Pedro le niega. 

Otras veces predicando, mientras proclama las Bienaventuranzas.

Otras, sanando y curando a enfermos, mientras perdona sus pecados. 

Otras, incluso, durmiendo, mientras la barca con los apóstoles parece zozobrar en la tempestad.


Un evangelizador es un mendigo indicándole a otro mendigo donde conseguir pan. 

Entonces, ¿cómo puedo yo decirle a otro donde encontrar alimento? ¿cómo  puedo evangelizar? He aquí algunas sugerencias:

Con amor

La evangelización no es activismo, ni marketing, ni proselitismo, ni hablar intelectualmente sobre temas espirituales.
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Evangelizar es amar sinceramente a las personas. 

Es un mandamiento directo de Jesús: "Amaos unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15, 12-13).

Sin embargo, no podemos hablar del Amor sin estar enamorados. Un evangelizador ama, ante todo, a Dios.

Es porque amamos a Dios y a los demás, que somos discípulos de Cristo, que queremos comunicar y compartir con los demás el Amor más grande. 

"En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, 
en que os amáis unos a otros" 
(Juan 13, 35).

Con fe

La evangelización no trata de sentimientos, sensaciones o experiencias conmovedoras. Tampoco de compartir valores o principios. 
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La evangelización está sustentada por la gracia. Es el Espíritu santo quien nos otorga el don de la fe y nos lleva a caminar incluso cuando no sentimos ni vemos nada. 

El apostolado nace del encuentro con Jesucristo, que incendia nuestro corazón, que no puede guardar para sí la noticia de que Está vivo, y que necesita comunicarla imperiosamente.

"Sin la fe es imposible agradar a Dios; 
porque aquel que se acerca a Dios debe creer que existe 
y que recompensará a aquellos que lo buscan." 
(Hebreos 11, 6)


Con oración


Vivimos en un mundo agitado, ruidoso y convulso. Necesitamos silencio. 

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Un silencio de dos enamorados, de miradas cómplices, de paz y recogimiento. Un silencio orante.

Sólo es posible evangelizar mediante la oración. Sólo en oración estamos cerca de nuestro Señor y sólo así conocemos cuál es la voluntad de Dios. 

Sólo en comunicación con Dios, hallaremos respuestas a las necesidades evangelizadoras que nos surjan.


"En toda oración y plegaria presentad al Señor 
vuestras necesidades con acción de gracias. 
Y la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, 
guardará vuestros corazones 
y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." 
(Filipenses 4, 6-7)

Con visión 

La visión es el objetivo hacia dónde vamos, el propósito que queremos alcanzar.

Resultado de imagen de visionCristo tenía muy clara su visión, su propósito en la tierra. Y lo cumplió hasta sus ultimas consecuencias.

También nosotros, debemos tener un objetivo, una visión, un sueño.

La visión exige de nosotros un compromiso y un deber para hacerlo realidad. 


""El hombre proyecta muchos planes, 
pero sólo se realiza el que quiere el Señor." 
(Proverbios 19, 21)

Con pasión 

Un apóstol es fervoroso, se apasiona y se entusiasma por la visión, para ofrecérsela al mundo, que la ha perdido. 
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Un evangelizador necesita reavivar continuamente la gracia del celo apostólico, de la pasión evangelizadora, pidiéndosela a Dios.

La sociedad ha perdido de vista a Dios. Incluso, muchas parroquias también han perdido la visión. En ellas, tan sólo existe la repetición de una tradición, de una rutina, de lo de siempre. Pero no hay pasión evangelizadora.


"Por eso te recomiendo que reavives la gracia de Dios, 
que te fue conferida por la imposición de mis manos." 
(2 Timoteo 1, 6)

Con cercanía

Jesús, durante su vida pública, estuvo tres años acompañando, acogiendo y escuchando. No sólo a sus discípulos sino a todo el que se le acercaba.
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Un evangelizador ha de acoger, acompañar, escuchar... en un mundo individualista y egoísta.

Crear espacios de encuentro con las personas donde se sientan queridos. 

Acompañar a otros con bondad, amabilidad y empatía.


"Es nuestro deber acoger a estos hombres, 
para ser así cooperadores de la verdad." 
(3 Juan 1,8)


Con humildad

La evangelización es una obra de Dios y no depende de nosotros. Somos siervos inútiles. Sin Cristo, nada podemos.
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Evangelizar no es la búsqueda de un reconocimiento público de nuestra fe. Es dejar la soberbia, la vanidad y orgullo a un lado.

Cuando afrontamos nuestro servicio a Dios con humildad, el Espíritu Santo se encarga de transformarnos y de convertirnos. 

Es entonces cuando nuestro humilde ejemplo se convertirá en  la evangelización que Dios desea que realicemos.

"Así también vosotros, 
cuando hayáis hecho lo que se os haya ordenado, decid: 
Somos siervos inútiles; 
hemos hecho lo que debíamos hacer".
(Lucas 17,10)


Con la comunidad

Resultado de imagen de imagen de comunidad cristianaLa evangelización no se realiza de forma individual sino en equipo, en comunidad. 

Jesús formó una comunidad de discípulos. Fundó una Iglesia para proclamar el mensaje hasta los confines de la tierra. 

Es su autenticidad, su fraternidad y su unidad las que transmiten el mensaje, provocando que las personas quieran adherirse a esa comunidad. 

"Todos los creyentes vivían unidos 
y lo tenían todo en común;
Todos los días acudían juntos al templo, 
partían el pan en las casas, 
comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 
alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. 
El Señor añadía cada día al grupo 
a todos los que entraban por el camino de la salvación." 
(Hechos 2, 44-47)

Con coherencia

Resultado de imagen de coherenciaLa luz de Cristo se irradia al mundo si nuestra vida es ejemplar, si nuestra existencia es coherente. 

Un cristiano "vive lo que dice", como Jesús vivió lo que decía, hasta la muerte. 

Nuestra vida debe ser un lenguaje testimonial, vivencial. 

La evangelización debe ser nuestra propia experiencia de Jesucristo y de cómo Él actúa en nuestra vida.

"No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, 
ni de mí, su prisionero. 
Al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el evangelio, 
con la ayuda del poder de Dios." 
(2 Timoteo 1,8)


Con talentos 

Imagen relacionadaDios nos regala dones y talentos propios a cada uno para evangelizar. Nadie puede ampararse en decir que "no puede". 

El Espíritu Santo no elige a los capacitados sino que capacita a los elegidos.

Y, a la vez, suscita ese des
eo de comunicar la nueva noticia y nos descubre los carismas propios de cada uno.

"Todo don excelente y todo don perfecto viene de lo alto, 
del Padre de las luces, 
en el que no hay cambio ni sombra de variación." 
(Santiago 1, 17)


Con alegría 

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Dice el Papa Francisco que "La tristeza no es una actitud cristiana. Un cristiano no puede tener cara de pepinillo en vinagre."

Un cristiano es un evangelizador alegre. Proclama la alegría del Evangelio con alegría, como un don de Dios que nos colma y nos da la seguridad de que está con nosotros, aún en las dificultades y las adversidades.

"Alegraos en el Señor siempre; 
lo repito: alegraos." 
(Filipenses 4,4)

Con perseverancia


Jesús nos dijo que seguirle no sería fácil, que nos insultarían y nos perseguirían por causa de su nombre: "El criado no es más que su amo. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra" (Juan 15, 20).
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Hablar de Cristo no siempre es fácil. Anunciar su amor no es sencillo en un mundo egoísta. 

Un evangelizador es consciente de que no siempre tendrá respuestas satisfactorias. Aún así, debe ser irreprochable an su obrar, constante ante los retos y perseverante en las pruebas.

"Tened como suprema alegría 
las diversas pruebas a que podéis ser sometidos, 
sabiendo que la fe probada produce la constancia. 
Pero que la constancia vaya acompañada de obras perfectas, 
para que seáis perfectos, irreprochables, sin dejar nada que desear." 
(Santiago 1, 2-4)


Con valentía

Resultado de imagen de valentiaLa valentía no surge de la confianza en uno mismo, sino de las mismas palabras de Cristo, que nos invita a no tener miedo, a confiar, a salir al mundo a proclamar la buena nueva.

Jesús nos invita a tener audacia y valentía para ir a periferias, donde se encuentran las personas con problemas. 

Evangelizamos con ánimo y con coraje, porque Dios está de nuestro lado.

"Sé fuerte y ten ánimo. 
No temas ni te asustes, 
porque el Señor, tu Dios, 
estará contigo dondequiera que vayas" 
(Josué 1, 9)