¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

lunes, 13 de junio de 2016

EL CAMINO DE MEDJUGORJE: MI EXPERIENCIA DE PAZ





El pasado mes de febrero, mi querida mujer celebró su 50º cumpleaños. Ante tan importante conmemoración, se me ocurrió hacerla un regalo muy especial: un viaje a Medjugorje.

Al principio, me pareció una ocurrencia original, sin más. Ella, consagrada a la Virgen, estaba entusiasmada por visitar a la Reina de la Paz. Por supuesto, yo no pensaba ir y ella no quería ir sin mí. Mi corazón era reacio a viajar a un lugar donde se aparece diariamente la Virgen Maríadesde hace más de treinta años,  y de donde muchos vuelven diciendo que han "visto y experimentado milagros". Me costaba mucho creerlo y además...era un gasto económico con el que yo no contaba.

Algunos amigos que ya habían decidido ir, me animaban (mejor dicho, se empeñaban) para que fuera porque en el peor de los casos, volvería igual que me iría, y en el mejor...quién sabe!!! 

El caso es que, sin pensarlo mucho, me animé a acompañarla porque entre otras cosas, siempre vamos juntos a todas partes y porque además, hemos iniciado un hermoso y fructífero camino de fe y servicio.

Aquí comienza mi camino de peregrinaje, aunque evidentemente, trataré de resumirlo, pues lo que allí ocurrió daría para escribir un libro. Tan sólo contaré las circunstancias que más me "tocaron" el corazón y desde luego, sin ningún ánimo de sugestionar, convencer o alarmar a nadie. La intención es recordar y no olvidar.

Día 1 - Jueves: Llegada a Medjugorje


Nos levantamos el último jueves de abril, a las 04:oo de la mañana para coger un vuelo a las 07:00.

Siempre he odiado volar, a pesar de tener que hacerlo en muchas ocasiones. Pues bien, despegamos de Barajas rumbo a Alemania.

Tras hacer escala durante cinco horas en Munich, volamos a Split, y de allí en autocar a Medjugorje, donde por fin, llegamos sobre las 19:30. Más de 15 horas hasta que llegamos.

Una odisea de viaje, aeropuertos, aduanas y rosarios. "Mal empezamos"- pensé-.

Nos acomodamos en una humilde pero limpia pensión, regentada por gente fantástica y servicial, siempre con una sonrisa de cálida acogida en sus rostros; algo que a primera vista, me sorprendió y me agradó especialmente. 

 No me sentí turista ni extranjero ni tampoco protesté por la sencillez de las instalaciones.

Como el tiempo acompañaba y aún no había anochecido, un pequeño grupo fuimos a dar una vuelta de reconocimiento sobre el terreno.

Inmediatamente, algo me provocó una cierta hilaridad, una sensación negativa: la multitud de tiendas con artículos religiosos (vírgenes, rosarios, medallas, ángeles, etc) que había cada cinco metros y que me llevó a pensar negativamente (otra vez): "Mal seguimos, esto no es más que un negocio" -pensé-. 

Continuamos hacia la explanada donde se encuentra la parroquia con miles de bancos en el exterior, en busca de la escultura del Cristo Resucitado, que al parecer, se encontraba en su sitio de siempre, pero que mi queridísima amiga Loreto (veterana en Medjugorje) no terminaba a encontrar (¿casualidad?). Yo seguía en una actitud "poco católica", mientras anochecía.

De repente, llegaron oscuras nubes y comenzamos a ver relámpagos y a escuchar truenos. Me puse a contar después de cada relámpago. "Seguro que la tormenta se aleja, rodeando los dos montes" - pensé-. 

Pero no. No sólo no se alejó sino que en cuestión de segundos, cayó tal cantidad de agua como yo nunca había visto antes. 

Las calles eran auténticos ríos, nos empapamos por completo a pesar de ir preparados con ropa de lluvia y paraguas, y sentimos una cierta inquietud e incluso un cierto temor, por lo que, con cierta ironía y mientras huíamos buscando refugio, dije en voz alta: "entendido, ya dejo de protestar". 

No me vais a creer pero, al cabo de no mucho tiempo, dejó de "diluviar". Y nos fuimos, como pudimos (empapados) hacia la pensión.

Ahora tengo la certeza de que La Reina de la Paz nos lavó primero "por fuera", para irnos preparando a lo que habría de acontecer después y que debíamos experimentar en nuestras propias carnes, porque nuestra actitud (la mía y la de alguien más) comenzó a cambiar en el momento en el que abrimos el corazón y se lo entregamos a Ella. 


Día 2 - Viernes: Castillo de Patrick y Nancy


Son las 6:00 y nos despertamos con música. Brilla el sol y vemos todo de manera distinta: "después de la tempestad, viene la calma"

Experimentamos un clima de paz, de calma, de serenidad que se intuye en las personas, en las tiendas, en el ambiente...mientras nos encaminamos a la misa matutina.

Después de la Eucaristía y tras desayunar, nos dirigimos al castillo de Patrick y Nancy, dos canadienses afincados en Medjugorje desde hace unos años. Nancy nos cuenta su experiencia de vida y Patrick, su testimonio de conversión; nos habla de "su vida mundana, de "sus mensajes" y de su "llamada".

Comemos y por la tarde vamos a la explanada a rezar el Rosario y a venerar la Cruz. Más tarde, de compras. 

Lo que el día anterior veía como "el negocio", hoy lo veía como una oportunidad de acercarnos más a la Virgen. Pensando en todas las personas por las que hemos rezado e intercedido, aprovechamos la variedad de tiendas y el amplio surtido de objetos y nos aprovisionamos de regalos para ellos.

Vuelta al hotel. Conocemos al P. Roel, un joven sacerdote mexicano, legionario de Cristo, "marianólogo" que dejó el Vaticano para instalarse en Medjugorje. 

Su charla de bienvenida, es apasionante: nos introduce en la espiritualidad que se vive allí, nos habla de la apertura del corazón, de la paz y del perdón.


Día 3 - Sábado: Una jornada muy completa

Son las 04:00 y nos despertamos con música. Aún es de noche. Hoy tenemos un plan afortunado y nada fácil de conseguir: vamos en autocar a un pueblo cercano, Krehin Grac.

Allí vamos a conocer y a escuchar a Vicka Ivankovic-Mijatovic, una de las 6 videntes a la que se le aparece la Virgen todos los días.



Dicen que tiene uno de los dones más extraños del Espíritu Santo: un fenómeno que se conoce como bilocación, la posibilidad de estar presente en más de un lugar al mismo tiempo.

La intención que la Virgen le confió a ella en particular es orar por los enfermos y junto con Jacob, fue llevada por Ella al Paraíso, al Purgatorio y al Infierno.

La vida de Vicka ha estado marcada por el sufrimiento físico, pero sobre todo por la alegría radiante con la que siempre impresiona a las personas que la conocemos. Ella ha tomado el sufrimiento voluntariamente para sí misma con el objetivo de avanzar en los planes de la Virgen María, pero siempre mantiene la cautela de no hablar de ello.

Lo que nos contó no voy a escribirlo pero lo que sí os diré es que hemos rezado, y mucho: 7 Padrenuestros, 16 Avemarías y 7 Glorias. En mi vida he rezado tanto en una sola mañana. Hemos orado por todos los sacerdotes, por todos los enfermos y también por ellos, los videntes.

Son las 10:00 y volvemos a la explanada para la Eucaristía. El P. Ramón nos obsequia con una homilía espectacular.

Después, visitamos la estatua del Cristo Resucitado, sí aquella que no encontrábamos el primer día. 

Se trata de una escultura de bronce, de seis metros de altura y cuatro de ancho y cuyo peso es de tres toneladas. Allí experimentamos un fenómeno fuera de toda razón y lógica humanas: una estatua que "llora".

La estatua, colocada en 1998, comenzó a gotear líquido de una de sus piernas en el 2001, y de la otra pierna lo comenzó a hacer en el 2012, pero siempre en forma intermitente. 

Si bien la naturaleza del líquido en sí es un misterio, el goteo del líquido ha demostrado ser impredecible  puesto que en varias ocasiones, se ha detenido durante períodos prolongados de tiempo, en otra ocasión salía copiosamente y en otra, la sustancia que emanaba de la rodilla era de color rojo.

Algunos dicen que se trata de líquido sinovial humano y otros que tiene poderes curativos. Uno tiene reticencias a la llamada "fe mágica" pero al final, el Espíritu de Dios te abre los ojos y entiendes.

Después, vuelta al hotel a comer y a descansar.

Son las 14:00 y nos encaminamos a la Comunidad del Cenáculo, otra visita experiencial y testimonial que no contaré tampoco por su carácter confidencial. Una experiencia ejemplarizante.

Son las 17:00 y nos encaminamos al monte Podbrdo. Un lugar "sobrenatural".


Allí es donde la Virgen se apareció el 25 de Junio de 1981 por primera vez a los niños Ivanka Ivankovic, Mirjana Dragicevic, Vicka Ivankovic, Ivan Dragicevic, Jakov Colo y Marija Pavlovic. Nos dividimos en dos grupos, los que ya han estado anteriormente y los que venimos por primera vez y comenzamos la "ascensión".


Los "veteranos" suben guiados por el P. Luis José y los "novatos", subimos dirigidos por el P. Roel en las meditaciones en cada una de las cinco estaciones que realizamos hasta llegar a la Virgen Blanca. ¡Maravilloso!

Allí, en el monte ocurrieron (ocurren) milagros, sí; algunos, externos, sobrenaturales, que todos pudimos ver pero que carecen de importancia si los comparamos con otros más íntimos y personales que experimentamos. 

Como mi pretensión es contar este viaje desde mi experiencia, obviaré lo que nuestros ojos vieron y me limitaré a contar lo que yo experimenté allí arriba: un aluvión de paz y de sosiego y me sentí totalmente perdonado y aliviado. 

Es difícil expresarlo con palabras. No queríamos bajar de allí, como si se tratara de nuestro "Monte Tabor" personal.

Pero bajamos para cenar puesto que la jornada aún no había terminado. Después, todo el grupo fuimos de nuevo a la explanada para disfrutar de otra experiencia motivadora y espectacular: la Adoración del Santísimo.

Miles de personas de distintas nacionalidades, en silencio absoluto, orando y agradeciendo, escuchando una música celestial que penetra el alma y nos dispone a la maravillosa presencia del Señor. 

¡Un silencio que "clamaba al cielo"!

Día 4 - Domingo:  reflexión y testimonios

Son las 07:00 y nos levantamos con la intención de subir el Via Crucis del monte Krizevac, 
también llamado el Monte de la Cruz.

Resultado de imagen de krizevacSu nombre es debido a la presencia en su cima de una gran cruz de cemento colocada el 15 de marzo de 1934. 

En ella, está grabada la leyenda: "A Jesucristo, Redentor de la humanidad, como signo de nuestra fe, de nuestro amor y de nuestra esperanza, y en memoria del 1900 aniversario de la Pasión de Jesús".

Nos aconsejan hacer el Via Crucis en la explanada de Medjugorje, alrededor del cementerio terminando en el Cristo de las velas, al lado de la parroquia. 


El P. Roel nos guia a lo largo de las 15 estaciones que nos colman de paz, amor y perdón.



Terminamos y vamos al hotel a comer y a descansar.
Son las 16:00 y quedamos en una cafetería para compartir testimonios. Tres horas de comunión fraterna, lloros, abrazos y mucho amor.

Por la noche y después de cenar, charla teológica sobre la Intercesión de la Virgen María, dirigida y guiada por nuestros sacerdotes, el P, Ramón y el P. Luis José. Después nos despedimos del otro grupo y del P. Roel.

Día 5 - Lunes:  estamos de vuelta

Son las 05:00 y nos apresuramos a desayunar para tomar un autocar que nos lleve al aeropuerto de Zadar, a unos 300 kms de Medjugorje.

De allí a Frankfurt, donde comemos unas salchichas típicas en el aeropuerto pues no hay mucho tiempo en el enlace a Madrid.

Aterrizamos en Madrid sobre las 19:30, exhaustos pero inmensamente felices. Nuestra experiencia ha sido absolutamente maravillosa. No somos los mismos. Volvemos volando (y no me refiero al avión) al mundo real, al ruido, a las prisas, al desasosiego. Nos sentimos completamente extraños, como si no perteneciéramos a él.

La única pretensión de este testimonio es rememorar de nuevo mi vivencia en Medjugorje. Una experiencia  inolvidable, que ha marcado en mí un antes y un después. 


Lo importante no es si uno cree lo que allí sucede o no, o si la Iglesia se ha pronunciado o no, lo trascendente es vivir la espiritualidad que existe en Medjugorje y volver con el corazón colmado de gozo, alegría, paz y perdón.

Allí se viven los sacramentos con una intensidad fuera de lo normal, tanto la eucaristía, como la adoración y la confesión. Allí reina la paz, la serenidad y la calma. Allí se respira armonía y conciliación. Allí se experimenta el amor misericordioso de Dios.

Un deseo unánime subyace en el grupo: ¡Queremos regresar a Medjugorje ya! ¡Dios está allí! Y no queremos perdérnoslo.

domingo, 12 de junio de 2016

CRISTIANOS MADUROS Y COMPROMETIDOS


La voluntad de Dios al crear el universo es que todo crezca, se desarrolle, madure y llegue a la plenitud.

Su propósito (y el nuestro) es que todos alcancemos la madurez espiritual y llegar a la santidad, a la perfección. Nuestra meta es parecernos a Jesucristo.  

Pero ser un miembro estable de una parroquia no significa ser un miembro maduro: el crecimiento espiritual no se adquiere sólo con asistir a misa regularmente ni tampoco de forma automática. Es un proceso lento que se desarrolla "poco a poco", en el que no existen atajos y que dura toda la vida

Requiere compromiso, tiempo y esfuerzo: comprometerse con Dios y trabajar para Él, comprometerse con algo que realmente dé significado a nuestras vidas y que nos apasione. "Sin pasión no hay compromiso".

La madurez espiritual no está reservada a los "super-santos". Cualquiera cristiano puede madurar si desarrolla los hábitos necesarios: mantenerse en forma y ejercitarse espiritualmente. Hábitos que requieren disciplina pero que debemos saber disfrutar más que sufrir.

La madurez espiritual se demuestra más por el comportamiento que por las creencias. Debemos tener la convicción y el carácter para poner en práctica lo que sabemos. El discipulado comienza por una decisión sincera de seguir los pasos de Cristo entregándose por completo a Dios (Rom 6,13). 

Es el fruto y no el conocimiento lo que demuestra la madurez de una persona, y ello sólo se consigue en comunidad. Las relaciones fraternas unen, conectan y vinculan a través del amor de Dios hacia nosotros y del amor entre nosotros.

La madurez espiritual implica: tener un corazón que ame, adore, alabe y agradezca a Dios; construir y disfrutar relaciones de amor; usar nuestros dones y talentos al servicio de Dios y de los demás; y compartir nuestra fe con el mundo.

La madurez espiritual se alcanza a través de cinco niveles de aprendizaje: 
  • FORMACIÓN (qué). Conocer lo que Dios ha dicho y ha hecho. Saber qué debemos hacer.
  • PERSPECTIVA (por qué). Comprender y discernir por qué lo ha dicho o lo ha hecho. Saber por qué debemos hacerlo.
  • CAPACIDAD (cómo). Practicar las habilidades, dones y talentos que Dios nos ha dado. Saber cómo ponerlo en práctica.
  • CONVICCIÓN (para qué). Desarrollar las razones por las cuales hacemos lo que hacemos. Saber el propósito.
  • CARÁCTER (por quién). Alcanzar el carácter de Cristo. Transformar nuestras vidas y el mundo con los dones del Espíritu.

El propósito de un cristiano maduro es que lo sabe, lo comprende, lo cree y lo hace.

sábado, 4 de junio de 2016

EL ARTE DE LA PESCA: SER ESTRATÉGICOS


"Seguidme y os haré pescadores de hombres"
Mateo 4, 19


Siempre me ha parecido que la pesca es una actividad tremendamente aburrida, porque, entre otras cosas, la "peziencia" no ha sido nunca mi principal virtud. 

Pero...es que tampoco he sido estratégico: nunca he comprendido a los peces, dónde pescarlos, a qué hora comen, a qué hora duermen, que les gusta, qué cebo usar según la clase de pez que quería pescar, cuándo cambiar el cebo o dónde y a qué profundidad echar el anzuelo. 

Nunca me he "mojado" ni me he ensuciado ni esforzado para pescar. Yo, tiraba la caña en cualquier sitio, de cualquier manera, esperando que algún pez picara "porque sí". Y claro, nunca pescaba nada porque mi actitud era cómoda: "si les gusta bien, bien y si no, también".  Mis resultados demostraban mi falta de estrategia.

Con el paso de los años, he aprendido a verla de manera distinta: siendo estratégico. Para pescar se necesita estrategia.  El secreto de la pesca no es sólo anunciar el mensaje de Cristo sino también seguir su metodología. Jesús nos enseñó qué decir y cómo decirlo.

Jesús escogió a los discípulos y les enseñó a tejer la redes del evangelio de Dios para salir a pescar hombres. 

Jesús les enseño su amor y los preparó (discipulado) para que luego ellos prepararan a otros y así sucesivamente, hasta alcanzar toda la humanidad para Dios. 

Jesús les dijo que "la mies es mucha y los obreros pocos", y por eso debía de capacitarlos para que fueran eficaces en su labor misionera. Jesús los preparó para ser efectivos y les enseñó a ser estratégicos.

Antes de enviarlos, les dio (nos dio) instrucciones específicas respecto a quienes ir y a quienes no, qué decir y cómo transmitirlo (Mateo 10 y Lucas 10).

¿Qué tipo de peces pescar?

El tipo de peces que deseamos pescar determina nuestra estrategia. 

Si queremos pescar truchas, salmones, atunes o peces espada necesitamos equipos diferentes, modos y anzuelos diferentes, lugares y momentos diferentes; en definitiva, estrategias diferentes. 

Cada pez demanda una estrategia única.

¿Dónde pican los peces?

Pescar en un sitio donde los peces no pican es perder el tiempo. Un buen pescador sabe que los peces se alimentan en sitios diferentes, en lugares diferentes y en momentos diferentes. También sabe que no siempre están hambrientos.

Los no creyentes o alejados tienen distintas receptividades espirituales; algunas veces están más receptivos y otras, esta receptividad dura poco tiempo o simplemente no existe. Los creyentes debemos aprender a distinguirlas.

Jesús nos enseñó a no estar con personas que no quieren saber ni escuchar de Dios, como tampoco a perder tiempo y esfuerzo con personas que no responden (Mateo 10, 14). Es el Espíritu Santo quien nos guía hacia las personas que Él ha llamado, ha preparado para responder a su gracia. La estrategia de un cristiano es pasar a través de las puertas abiertas por Dios y no perder el tiempo por las que están cerradas con llave. Se trata de saber distinguir las receptividades de las personas.

¿Cómo piensan los peces?

Para pescar peces es necesario comprender sus hábitos, sus gustos, sus preferencias y sus formas de alimentarse. A algunos les gusta el agua dulce y a otros el agua salada; a unos las aguas tranquilas y a otros las turbulentas; a unos les gusta nadar por el fondo, a otros por la superficie y a otros por las rocas. Para pescar hay que saber pensar como pez.

Uno de los principales problemas de muchos creyentes es que cuánto más tiempo llevamos siéndolo, más difícil nos resulta pensar como los no creyentes: "Soy cristiano, pienso como cristiano". A veces es incluso peor, pues siendo sacerdote, tiendo a pensar de forma todavía más lejana a la de un alejado. 

Con demasiada frecuencia, los cristianos no pensamos como los que no lo son. De hecho, buscamos nuestros "grupos estufa", nuestras "parroquias de confort", nuestras "comunidades gueto", nuestros "clubes privados de fe" y nos olvidamos de dar la bienvenida, de acoger a los que están alejados de ese calor que tanto nos reconforta. El no creyente no acude a Dios por una necesidad de ser instruido sino por una necesidad de ser amado.

Pero, peor aún, tampoco hablamos "su idioma". Muchas homilías les suenan "a chino", muchas formas de comunicar les parecen "jerga religiosa". Es una de sus principales quejas: "es aburrido y no va con mi vida". Muchos piensan que lo que Dios tiene que decirnos es aburrido porque algunos de nosotros o algunos curas somos aburridos. El mensaje de Jesús siempre es un mensaje práctico, nunca es aburrido ni ajeno a nuestras vidas.

Debemos pensar y hablar como ellos. Esto no quiere decir que debamos rebajar el mensaje. pero si hablamos desde las alturas, desde la lejanía, sencillamente el mensaje "no llega". Predicamos en el desierto: a nadie y para nada.

¿Cómo podemos pensar como peces? 

Lo primero, hablando con ellos. Muchos cristianos sucumben a la tentación de pasar todo su tiempo con cristianos, con amigos de fe y no tienen amigos alejados. Si no pasamos tiempo con los no creyentes, no podemos saber cómo y qué piensan.

Pero, sobre todo, escuchándoles. Nadie escucha sin antes ser escuchado. Debemos saber cuáles son sus gustos, sus hábitos, sus situaciones, sus necesidades, qué piensan y por qué, si tienen receptividad o si están "en búsqueda", si creen en Dios, qué piensan de la Iglesia o qué les gustaría encontrar en ella. Se trata de conocerles para ayudarles.

Jesús en Mateo 10, 16 nos insta a ser estratégicos: comprenderles y pensar como piensan ellos.

¿Qué implica pescar?

Pescar implica hacer cosas que pueden resultarnos incómodas y que requieran compromiso y esfuerzo.

En primer lugar, debemos comprender y adaptarnos a nuestro objetivo (Lucas 10, 8). Debemos ser sensibles a su cultura y educación, a sus costumbres y mentalidad. 

Quizás a algunos esto les parezca "progresismo teológico" pero lo cierto es que ninguna iglesia puede ser culturalmente neutral. La Iglesia siempre, a la luz del Evangelio, debe comunicar según la cultura y el momento. Esto no cambia para nada el mensaje de Cristo. Él hacía exactamente eso. Cuando salimos a pescar, los peces no saltar del agua a nuestra barca ni se acercan a la costa para ser pescados. 

Su cultura (el agua) es diferente a la nuestra (el aire). Se requiere un esfuerzo intencionado de nuestra parte para acercarnos a su medio y ponernos en contacto con ellos. Las personas no saltan voluntariamente a nuestro bote (parroquia).

En segundo lugar, determinar nuestro enfoque según nuestro objetivo. Cuando pescamos, no utilizamos el mismo cebo, anzuelo, red o barco para todo tipo de peces. Utilizamos el anzuelo, la red o el cebo correcto para pescar cada tipo distinto de pez. El apóstol Pablo fue eficazmente estratégico (1 Corintios 9,12-22), y al igual que Cristo, no tenía un enfoque estándar para predicar. Él comenzaba a partir de donde se encontraba la gente: con la mujer en el pozo, le habló del agua viva; con pescadores, les hablaba de pescadores de hombres; con los agricultores, les hablaba de la siembra y las semillas.

En tercer lugar, comenzar por las necesidades de nuestro objetivo. Cada vez que Jesús se encontraba con una persona, comenzaba a obrar desde las necesidades, sufrimientos o intereses de esa persona. Nosotros, debemos estar dispuestos a tratar con personas que tienen muchos problemas. La pesca siempre es sucia y maloliente: no podemos pretender  pescar peces a los cuales ya les hayan quitado las vísceras, las espinas, la piel y los hayan cocinado y servido en nuestro plato.

En cuarto lugar, comprender y responder a los problemas de nuestro objetivo. Muchos alejados sienten el complejo de no sentirse arropados y acogidos, el temor de que les pidan dinero o el compromiso de que les echen en cara sus actitudes o sus pecados. Nuestra estrategia de pesca está basada en corregir y contrarrestar esos errores.

En quinto lugar, cambiar nuestros métodos siempre que sea necesario. Cuando pasamos largo tiempo pescando, sabemos que debemos ir cambiando el cebo porque lo que los peces mordían por la mañana, lo ignoran por la tarde. El problema de muchas parroquias es que siguen utilizando cebos que los peces ya no muerden. Están estancados en el inmovilismo del "siempre se ha hecho así". "El mayor enemigo de nuestro éxito futuro es nuestro éxito pasado". Por eso, cuando un método no funciona, vayamos a por otro.
En sexto lugar, utilizar toda clase de opciones y de enfoques. Cuantos más anzuelos echemos al agua, más posibilidades tendremos de atrapar peces, y de tipos distintos. Hoy día las personas tienen y desean tener elecciones múltiples y muchos de los errores de algunas parroquias son limitarse a dos: "si te gusta, bien o si no, también". A mí siempre me gusta parafrasear la ironía de Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros". Ofrecer distintas opciones o estilos de adoración, de evangelización, de comunidad, de servicio o de discipulado es estratégico y altruista. Nuestra meta no es obstaculizar sino facilitar que las personas conozcan el amor de Dios. Necesitamos toda clase de enfoques para alcanzar a toda clase de personas.

La pesca es un asunto serio

Para muchas personas, la pesca es tan sólo un pasatiempo, algo que hacer en nuestro tiempo libre. Casi nadie piensa en la pesca como una responsabilidad.

Sin embargo, pescar hombres es un asunto serio, no es un pasatiempo ni una opción para nosotros, los cristianos. Para Cristo no lo era. 

Por ello, pescar hombres para Dios debe ser nuestro estilo de vida. El mismo estilo de vida de Jesús, de la misma forma que Él pescaba: amándoles (Mateo 9, 36), atendiendo sus necesidades (Mateo 15, 30; Lucas 6,17-18; Juan 6,2) y enseñando de forma práctica e interesante (Mateo 13, 34; Marcos 10,1 y 12,37).





Fuente:

"Una Iglesia con propósito" 
-Rick Warren-
 Editorial Vida -1998












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miércoles, 1 de junio de 2016

BAJAR DEL MONTE TABOR




Subir al monte Tabor es fatigoso, pero asciendes con ilusión y con expectativas. Una vez que lo consigues... te sientes un privilegiado al experimentar personalmente y con gozo, el rostro glorioso y resplandeciente de Cristo ¡Qué bien se está allí junto al Señor! 

Subir es aprender a obedecer los mandamientos, a cumplir la ley y a confesar la fe en Jesús como nuestro salvador. Pero hay algo mucho más importante: Debemos subir al Tabor para descubrir a Jesús, para verle con los ojos del corazón.

Algunos han subido y allí permanecen, asombrados y maravillados, calentitos y a gusto. Lo difícil es bajar, pues la tentación de todos es permanecer en la montaña, saboreando esta gloriosa experiencia espiritual y quedarnos allí para siempre con Él, plantando nuestras tiendas, privatizando a Jesús en busca de nuestra propia santidad.

Pero lo que debemos entender es que esta experiencia-cumbre es momentánea, que esta gracia de iluminación espiritual no es un fin en sí mismo, sino un don que nos ha sido regalado para fortalecer nuestra fe en el difícil camino que aún debemos recorrer. 

Subir al monte es necesario, pero quedarse allí es una equivocación. Cristo nos llama a bajar, a dejarnos vencer, a dejarnos transformar por el amor de Dios.

Bajar del monte es comprender el sentido de la vida que nos muestra el Señor y acompañar a los que sufren, a los perdidos en lo profundo de la llanura, ésa es la misión. Ser testigos de nuestra experiencia con el Señor y ser reflejos de su amor.

Bajar significa mirar hacia el mundo de una forma nueva, implica aprender a morir dando la vida. Es volver con Jesús al mundo que hemos dejado, retornando al sufrimiento y a la injusticia del valle. Pero eso sí, ahora con una nueva visión de nuestra misión: Bajar del monte para morir por los demás.

Bajar conlleva renunciar a todo, “dejarnos ir”, y re-aprender casi todo lo que antes hemos aprendido: ¡Tenemos que aprender a morir, en sentido radical, aprender a dar la vida, a vivir en, con y para los demás!

Bajar es aprender a poner nuestras vidas en manos de Dios, que promete sostenernos, guiarnos y protegernos, incluso cuando el mal amenaza con vencernos o cuando nuestra fe parece apagarse.

Seguir a Jesús implica mucho más que tener la certeza de que Él es el Mesías, significa sanarnos de nuestra ceguera espiritual, que nos impide ver las exigencias del amor que nos lleva a sacrificarnos por el Reino

Seguir a Jesús significa desprendernos de todo, dejar que pase todo, llenos y convencidos del poder del amor de Dios, negarnos a nosotros mismos, cargar con nuestra cruz como parte de la búsqueda del Reino. Al igual que nuestro Señor, despojarnos de nosotros mismos, convirtiéndonos en servidores, humillándonos y siendo obedientes hasta la muerte.

La cruz y la muerte no nos debe preocupar, no nos debe atemorizar porque lo que deseamos es hacer la voluntad de Dios, que nos ha concedido estar con Él en la cumbre del monte Tabor, mirar desde arriba, a lo lejos y ver el cielo prometido, la gloria de la venida del Señor. Pero bajar, debemos bajar.



martes, 31 de mayo de 2016

¿PUEDE UNA PERSONA DIVORCIADA RECIBIR EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA (COMUNIÓN)?



Hoy propongo una cuestión que, aunque no me afecta directamente, si me causa dolor ver a buenos cristianos en esta situación:

¿Puede una persona divorciada o separada recibir el sacramento de la Eucaristía (Comunión)?

Primero hay que aclarar un punto, un pequeño error de concepto que es muy común entre los católicos de todo el mundo, el divorcio en sí no es un pecado

Una persona divorciada, y que luego vive su nueva "soltería" de forma casta, es decir sin tener intimidad sexual con otra persona, no comete pecado alguno, puede acercarse a confesarse y comulgar tantas veces cuantas su alma se lo pida, y mientras más se lo pida mejor.

El problema se inicia justamente cuando una persona divorciada inicia una nueva convivencia, de hecho o de derecho (es decir en unión libre o por matrimonio civil), es a partir de ahí cuando la persona divorciada no puede recibir la comunión, y tampoco la absolución de los pecados. 

¿Por que?, pues porque al haber hecho una promesa ante Dios y haberse unido en matrimonio para toda la vida, toda unión sexual con una persona que no es su esposa va contra el Sexto Mandamiento, es decir esa persona comente el pecado mortal del adulterio.

Ahora bien, para poder cometer ese pecado se necesitan dos personas, y las dos partes actuantes en el hecho tienen, por justicia, la misma responsabilidad, es decir, si la nueva pareja de la persona divorciada no ha estado casada antes, tampoco podrá recibir los sacramentos de la Penitencia ni de la Eucaristía, mientras siga viviendo y consintiendo una vida marital que no ha sido bendecida ante el altar por Dios.

Para poder recibir el Sacramento de la Penitencia (o Confesión), la persona penitente debe expresar arrepentimiento y deseo real de no volver a pecar, pero en el caso de una pareja que convive es lógico pensar que es imposible el cumplir estos requisitos, por ello todo sacerdote fiel a la Iglesia no podrá conceder la absolución, pese a todos los factores humanos y sociales que en envuelvan el caso.

También indicar que, ante cualquier duda que nuestra conciencia nos presente, siempre debemos acercarnos a confesar nuestros pecados, y que si hemos recibido la Eucaristía (Comunión) sin estar adecuadamente perdonados nuestros pecados mortales por el sacramento de la penitencia, hemos agregado el pecado de sacrilegio a nuestra lista de faltas.

La Iglesia es conciente de que esto ocasiona un gran dolor en muchos hijos de Dios, pero debe mantenerse fiel a las enseñanzas de Jesús, Dios y Hombre verdadero. Para los fieles que están inmersos en esta circunstancia siempre queda la poderosa herramienta de la oración personal, ofreciendo el dolor de no poder comulgar como expiación de los pecados propios y de la humanidad entera.

En Cristo y María Madre de la Iglesia.

Xavier Villalta
Catholic.net

¿Los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la Comunión porque son más pecadores que los otros?

No. El problema es la dimensión pública: el divorciado vuelto a casar vive públicamente en contradicción con el sacramento del matrimonio. Todos los sacramentos, y la Comunión en particular, manifiestan (haciendo pública) la pertenencia a Cristo y a la Iglesia; el divorciado vuelto a casar de hecho niega públicamente esta comunión, independientemente de las intenciones subjetivas que tenga, porque vive en contraste con el sacramento que él mismo ha celebrado libremente: esta contradicción depende exclusivamente de sus comportamiento y no de una intervención disciplinaria de la Iglesia. 

Conceder los sacramentos en estas condiciones implicaría una negación de la misión salvífica de la Iglesia, que es necesariamente pública. Esto, sin embargo, no excluye en absoluto a los divorciados vueltos a casar de todos lo actos que no conllevan un compromiso público en la comunidad cristiana, ni constituye un juicio sobre el estado de su alma.

Por tanto, ¿el sacerdote no puede absolver a un divorciado vuelto a casar que se confiesa?

Debe absolutamente absolverlo si el penitente está decidido a vivir con el nuevo "cónyuge" como hermano y hermana, ya no como marido y mujer, y esto también aunque si alguna vez haya una caída por debilidad, porque es la intención lo que cuenta. 

¿Los divorciados vueltos a casar no pueden nunca recibir la Comunión?

Pueden recibirla si han recibido la absolución sacramental, como en los casos recordados antes, especialmente cuando hayan decidido vivir como hermano y hermana por amor a Cristo, lo que es deseable y plenamente realizable con la ayuda de la gracia. 

En este caso, lejos de ser raro o imposible, su misma relación se serena y se convierten en un ejemplo edificante para los hijos. 

¿El sacerdote puede negar la Comunión a quien se presenta públicamente a recibirla?

No. Se niega la Comunión solo en el caso de que haya una sentencia pública que excluye de la posibilidad de recibir los sacramentos (excomunión) y el sacerdote está seguro de que no ha sido cancelada, o cuando quien va a recibirla lo hace claramente para ridiculizar o como desafío a la comunidad cristiana. 

Dirigirse o no a la Eucaristía en realidad depende de la conciencia de cada uno: un divorciado vuelto a casar que no se ha arrepentido debería valorar por sí mismo lo inoportuno de dirigirse a los sacramentos. 

El sacerdote no debería sustituir la conciencia de los fieles: no sabe si hay un arrepentimiento serio (contrición) y por tanto debe absolutamente evitar herir públicamente una persona, dado que provocaría una daño espiritual mayor.

¿Qué puede hacer un sacerdote para impedir que un divorciado vuelto a casar no arrepentido reciba la Comunión?

Por el momento, nada. Si conoce la persona puede, de la forma oportuna, instruirlo sobre la disciplina de la Iglesia, que es un ejercicio de misericordia también cuando debe decir no.

¿Qué sentido tiene recibir la Comunión para un divorciado vuelto a casar no arrepentido?

No tiene sentido, y espiritualmente es nocivo. Recibimos los sacramentos para vivir como hijos de Dios, en la santidad, o por lo menos para encaminarnos en esa dirección; no se trata de un derecho subjetivo, ni sirve para confirmarnos en nuestras elecciones, como una especie de certificado de buena conducta ("¿qué hago mal?") y tampoco para satisfacer necesidades "místicas". 

Tal actitud devalúa los sacramentos, reduciendo la vida cristiana a la dimensión de las miserias humanas y nada más, y los sacramentos a una "consolación" solo psicológica que cubre las heridas sin curarlas: un pietismo ilusorio que termina por robar la esperanza en una vida nueva.

Entonces, ¿por qué se ha encendido el debate sobre la Comunión a los divorciados vueltos a casar?

Porque existen problemas verdaderos. La causa principal se reconoce en el hecho indiscutible de que estamos celebrando demasiado matrimonios nulos: "ceremonias" en la iglesia, no un verdadero sacramento, porque los esposos, que son los celebrantes, a menudo, en el actual contexto cultural, no han madurado la conciencia mínima de qué es el matrimonio. Benedicto XVI en el 2011 subrayó este problema, pero hasta ahora ha permanecido un argumento no escuchado.

De este modo, se presenta la situación paradójica de quien estaba casado por la iglesia de forma solo aparente y después ha contraído matrimonio civil, pero esta vez con las intenciones justas, pero obviamente sin la forma canónica, por tanto quedando fuera de los sacramentos. 

El recurso a los tribunales eclesiásticos hoy es la única solución, pero no debería ser el camino normal, ¡el camino de la mayoría! De hecho, en este caso solo la ley eclesiástica impide recibir los sacramentos. 

La forma canónica es una obligación introducida por el Concilio de Trento para evitar los abusos de entonces, hoy, sin embargo, la ley termina por estar en contraste con la realidad. Por esto es urgente volver a pensar toda la cuestión.

Don Antonio Grappone
Roma, 11 de septiembre de 2014 (Zenit.org)


En el libro de Juan 4, 5-42 se narra el encuentro  de Jesús y la samaritana en el pozo de Sicar:

"Jesús le respondió: Ve, llama a tu marido y vuelve aquí. La mujer respondió: No tengo marido. Jesús continuó: Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad."

Sabiendo que Jesús dijo "lo que ha unido Dios, que no lo separe el hombre", ¿acaso en este relato no se está repitiendo la intención de Jesús de que los hombres sólo puedan tomar un matrimonio (después de cinco, "el que ahora tienes no es tu marido")?

Le habla del Agua viva, y a su vez le pone en apuros con el tema de su matrimonio.

¿No está haciendo una llamada a la conversión para que pueda cambiar su vida en ese y todos sus aspectos y pueda beber de la fuente que no se agota?