¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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sábado, 20 de enero de 2018

FE, DOS LETRAS CON UN GRAN SIGNIFICADO


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"Dichosos los que creen sin haber visto" 
(Juan 20,29)


El apóstol Pablo en su carta a los Hebreos dice: "La fe es la garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquellas que no se ven" (Hebreos 11, 1).

El catecismo de la Iglesia católica nos dice que la fe es "la adhesión personal de la inteligencia y voluntad a la revelación divina" (176). 

Es “una virtud teologal infundida por Dios en el entendimiento, por la cual asentimos firmemente a las verdades divinas reveladas por la autoridad o testimonio del mismo Dios que revela".

Dicho de otra manera, es una luz y un conocimiento sobrenaturales por medio de los cuales, sin ver, podemos creer lo que Dios nos dice y la Iglesia nos enseña. Dios nos hace ver las cosas desde su punto de vista divino, con sus ojos, tal como las ve Él.

En cambio, no es fe cuando decimos “creo que va a llover” o “creo que María vendrá" o "creo que tienes razón.." expresamos simplemente una suposición, una opinión o una impresión: suponemos que lloverá; tenemos la impresión de que vendrá, pensamos que tiene razón...pero no tenemos certeza de ello.


Es un don gratuito

Resultado de imagen de don de diosLa fe no es un don innato ni propio de nuestra naturaleza sino que es un regalo de Dios que nos concede en el bautismo y que implica certeza, significa admitir a Dios como Verdad, dar por segura Su existencia y asumir Su voluntad.

Tampoco es fe cuando vemos y comprendemos claramente algo: "dos más dos son cuatro", tenemos la certeza de que es así porque podemos comprenderlo y comprobarlo... pero no toda certeza es fe: es comprensión.


Es siempre firme

Cuando aceptamos sin dudar una verdad revelada por Dios, tenemos fe. Por eso, no podemos decir:"Yo creo en el cielo, pero no en el infierno” o “creo en Dios pero no en la Iglesia", porque estaremos diciendo que Dios se equivoca y nosotros no…por eso le corregimos.

La fe se construye sobre certezas y verdades inamovibles reveladas por Dios. La fe nunca cambia ni se amolda a los tiempos. La fe es eterna porque viene de nuestro Padre Eterno.

Es un acto de responsabilidad

Fuimos creados libres y responsables de nuestros actos. Somos libres para decir "sí" o "no" a Dios, pero ambas respuestas conllevan una responsabilidad
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La fe, nuestro "sí", es un acto libre de nuestra voluntad que acepta a Dios, trata de conocerlo, de amarlo, de cumplir siempre su voluntad que nos responsabiliza a alcanzar el objetivo por el cual fuimos creados: ser santos y estar en presencia de Dios.

La falta de fe, nuestro "no" o nuestro "sí, pero..." es un acto libre de nuestra voluntad que no acepta a Dios, que lo acepta a medias, que no trata de amarlo por encima de todas las cosas ni de hacer siempre su voluntad, que relativiza las verdades esenciales y que nos responsabiliza a no estar en presencia de Dios, lo que significa el infierno: vivir al margen de Dios.

Es un acto de compromiso 

La fe no es simple teoría ni simple moral. No es algo que está bien o que es bueno. 

Es un acto de compromiso de poner a Dios en el primer lugar de nuestro corazón, una decisión que nos mueve a la acción, una actitud de poner en obras aquello en lo que creemos, una disposición firme a aplicarlo en nuestras vidas.

La FE se fortalece dándola. Dar la fe es vivirla, es compartirla con los demás, es servir a los demás y por supuesto, es tener un deseo de servir a Dios sobre todas las cosas, de ponerle en primer lugar.

Es un acto de amor

Resultado de imagen de abrir el corazon a diosEn primer lugar, la fe es un acto de amor de Dios hacia nosotros. Un amor desinteresado, infinito y eterno. Todo es por causa del amor de Dios: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Juan 3, 16).

En segundo lugar es un acto de amor nuestro hacia Dios, por todo lo que somos, por todo lo que nos da, que es siempre beneficioso para nosotros, incluso lo que definimos como malo.

En tercer lugar, es un acto de amor hacia nuestro prójimo, hermano e hijo de Dios, por el que debemos "dar la vida", tal y como Jesús hizo: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15, 13).


"FE"...dos letras con un gran significado 

F de Fraternidad. " Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22,39).
de Felicidad. "Partiréis con alegría y en paz seréis llevados" (Isaías 55, 12).
de Fidelidad. "Obraréis en todo en el temor de Yahveh, con fidelidad y con corazón perfecto" (2 Crónicas 19,9).
de Fecundidad."La fe sin obras está muerta" (Santiago 2, 17).
de Fortaleza. "Dios es nuestro refugio y fortaleza, un socorro seguro en momentos de angustia" (Salmo 46,2).

de Esperanza. "Que el Dios de la esperanza llene de alegría y paz vuestra fe, y que la fuerza del Espíritu Santo os colme de esperanza" (Romanos 15,13).
E de Espíritu. "Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, y por él entendemos lo que Dios nos ha regalado" (1 Corintios 2, 12).
E de Eclesial"Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mateo 16,18).
E de Experiencia."Sólo te conocía de oídas; pero ahora, en cambio, te han visto mis ojos" (Job 42, 5).E de Elección. "Él nos ha elegido en Cristo antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables a sus ojos" (Efesios 1,4).


Para la reflexión personal:


¿Ocupa la fe el primer lugar en mi vida? ¿Ocupa algún lugar?

¿Soy consciente del gran regalo que Dios me ha hecho con la fe? ¿Se lo agradezco?

¿Es mi fe rica en obras? ¿Está viva o muerta?

¿Creo y vivo una fe en acción? o ¿Creo en una fe como en idea teórica, personal y carente de significado?

¿Creo y soy consciente que el Espíritu Santo actúa en mi alma y en mi vida? 

¿Hago silencio interior para oír las inspiraciones del Espíritu Santo? ¿Las obedezco?

¿Pido a Dios su ayuda para vivir mi santificación o me fío y me basto solo con mis fuerzas?

¿Vivo los acontecimientos más ordinarios de la vida con sentido sobrenatural? 

¿Descubro la la acción de Dios en cada momento de mi vida?

¿Amo a Dios y al prójimo con hechos y no sólo con palabras?

¿Vivo mi fe con esperanza y caridad?









jueves, 5 de mayo de 2016

LA RESURRECCIÓN DEL AMOR

We all need a love resurrection
Just a little divine intervention
(Alison Moyet)



"Todos necesitamos resucitar al amor, tan sólo basta una pequeña intervención divina". Lo que Alison Moyet desconocía es que ya la hubo y no fue pequeña, precisamente. 

Jesucristo, con su muerte y resurrección, nos ha enseñado el verdadero significado del amor: nos amó hasta el extremo, incondicionalmente, tal y como somos, y a la vez, nos perdonó.

Con Él, resucitamos al amor. Con su perdón, somos restaurados en el amor. Jesús no esperó a que le pidiéramos perdón, se lanzó a nosotros con los brazos abiertos.

Este fin de semana escuche al padre Roel preguntar "¿Quién debe dar el primer paso, el que debe perdonar o el que debe ser perdonado?" Su respuesta fue muy sencilla: "Quien más ame".  

Si tú eres el que más ama, lánzate y perdona. Cristo lo hizo.

Nuestro Padre misericordioso nos ofrece como gracia, la posibilidad continua de ser perdonados en el sacramento de la reconciliación. 

Reconcíliate con el Señor y corre a perdonar a tu hermano.

Alguien dijo en una ocasión que "el amor es una planta que se riega con paz y con perdón". ¡Qué gran verdad!

El amor no puede crecer con raíces de rencor ni con ramas de odio. 

El prejuicio y la intolerancia son males que se han convertido en una epidemia que destruye bosques enteros de humanidad. 

El odio ha matado al amor. Por ello, necesitamos regarlo con ríos de perdón y torrentes de paz.

El amor todo lo perdona, no lleva cuenta, no es rencoroso, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo (1 Corintios 13, 4-8).

El amor alienta.... el odio destruye. 
El amor atrae.... el odio rechaza. 
El amor confía.... el odio sospecha. 
El amor tranquiliza.... el odio altera. 
El amor espera.... el odio desespera. 
El amor consuela.... el odio crispa. 
El amor perdona.... el odio intriga. 
El amor vivifica.... el odio mata.
El amor es dulce.... el odio es amargo.
El amor es pacífico.... el odio es guerrero.
El amor es luz.... el odio es tiniebla.
El amor es humilde.... el odio es vanidoso.
El amor es espiritual.... el odio es carnal.
El amor es sublime.... el odio es triste.

miércoles, 26 de agosto de 2015

EL SENTIDO DE LA VIDA: SERVICIO Y AMOR, Y VICEVERSA






¿Quién no se ha preguntado alguna vez por qué o para qué vivimos? ¿Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos? Nuestra naturaleza humana es lo único que nos impulsa a buscar el sentido último de nuestra vida. Los animales no tienen esa capacidad.

Plantearse y encontrar el sentido de la vida no es tarea fácil. De hecho, muchos nunca se han planteado siquiera esta cuestión y viven por inercia una vida vacía y sin sentido.

Sin embargo, el sentido último de nuestra vida es lo que nos motiva, lo que nos impulsa, lo que nos llena y lo que nos hace felices. Lo que nos ayuda a superar los obstáculos y nos permite ser más eficaces, enfrentar los problemas desde una perspectiva superior.

¿La vida es un vacío creado por el caos y la casualidad o se fundamenta en un propósito eterno diseñado por un creador supremo?

Optar por lo primero es vivir en base a los sentimientos, donde la prioridad soy yo mismo. Optar por lo segundo, es vivir en base a la fe, donde la prioridad es Dios.

El gran error de vivir en los sentimientos consiste en buscar las cosas materiales, las cosas que creemos que nos hacen felices o que nos agradan, pero nos anclamos en lo fácil, en lo egoísta, en lo banal, en el “YO”.

Vivir en la fe es tener la certeza de que hemos sido creados con un propósito, por una razón, para una misión. El secreto de la existencia está en saber para quién se vive y tiene que referirse necesariamente a alguien. Y ese alguien es Dios, que nos ama tal y como somos, sin limitaciones, para siempre, pase lo que pase, hagamos lo que hagamos. 
Vivir en la fe consiste en buscar a Dios y las cosas de Dios, aquello por lo que estamos dispuestos a sacrificarnos, por lo que estamos dispuestos a dejarlo todo y por lo que vale la pena luchar de verdad.

Dios sale al encuentro del hombre: “porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3,16). 

Y porque hemos sido creados a su imagen y semejanza, el sentido último de nuestra vida es servir a Dios y a los demás, o lo que es lo mismo, el AMOR.

Jesucristo nos muestra el camino: El SERVICIO. Él da sentido a su vida (y a la nuestra) sirviendo y muriendo por amor: “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mateo 20, 28).

He aquí el sentido de nuestra existencia: AMOR y SERVICIO, y viceversa.

domingo, 16 de agosto de 2015

LIDERAR ¿CÓMO?





El liderazgo es la capacidad para liderar, dirigir, guiar o influir en la gente.

Para un líder tener visión es algo muy importante pero no es suficiente por sí sola. Sólo por tener una gran visión, un sueño apasionado, o un objetivo enriquecedor, no te conviertes en un líder. Hace falta complementarla con tres cualidades del carácter esenciales: autocontrol, resiliencia y amor.

El autocontrol es la capacidad de evitar el halago mientras trabajas hacia tu objetivo. Si no aprendes a manejar y dominar tus estados de ánimo, te autodestruirás antes de ver tu sueño cumplido.

La resiliencia es la capacidad de recuperarse o incluso transformarse de los fracasos, de los ataques injustos, de las traiciones o de las críticas. Sin capacidad de recuperación, con seguridad renunciarás a tu visión cuando los inevitables retrasos, dificultades y callejones sin salida aparezcan. No hay línea recta hacia el éxito. 

El amor es la capacidad de prestar atención a las necesidades y sentimientos de los demás, y colocarlos siempre antes que los propios. No importa lo grande que sea tu misión, siempre será menor que el amor. 

Así que, si quieres ser un líder ... si quieres ver tu visión se convierta en realidad ... si quieres ser eficiente… si quieres perseverar y llegar a la línea de meta, debes trabajar mucho estas tres cualidades del carácter.

Antes de que puedas cambiar el mundo, debes cambiarte a sí mismo. Tú eres responsable de la profundidad e intensidad de tu carácter pero Dios es responsable de la envergadura y amplitud de tu liderazgo.

P. Rick Warren

jueves, 6 de agosto de 2015

¿CUÁLES SON LAS PRIORIDADES EN MI VIDA?




Habitualmente, las prioridades en una vida tan corta como la que vivimos van íntimamente unidas al concepto “tiempo”. Y van cambiando a lo largo de nuestra vida, según somos niños, adultos o mayores: cuando somos niños, nuestra prioridad es jugar; cuando somos adolescentes nuestra prioridad es enamorarnos, cuando somos adultos, nuestra familia, nuestro trabajo y cuando somos mayores, nuestra salud.

Nos pasamos la vida intentando encontrar su verdadero significado y su razón de ser, pero lo cierto es que no lo pensamos detenidamente.


Es vital preguntarse, ¿cuál es sentido de mi vida? y ¿cómo llego a él?


                     



Lo primero de todo es:


Fijar un fin en la vida 

En la selva, una gacela en la selva, sabe que debe correr para que no la atrape el león y muera; Un león sabe que debe correr para atrapar a una gacela o morirá de hambre. Ambos se mueven con un fin, pero lo hacen por instinto. 

Lo que distingue al ser humano de los animales es que posee libertad, es decir, la capacidad para tomar decisiones, priorizar, elegir y actuar en consecuencia, más allá de los instintos.

Por ello, lo primero es fijarse un objetivo, un sentido en la vida, un fin último.


Lo Primero, es lo Primero

Una vez que nos hemos fijado un sentido en nuestra vida, es necesario una disciplina, una voluntad es decir, la capacidad de “empezar por lo primero”, de subordinar los sentimientos, impulsos y estados de ánimo en favor de nuestro objetivo. 

Un deportista tiene claro su objetivo: una medalla, un récord, una victoria. Sin embargo necesita priorizar, necesita establecer una disciplina diaria de entrenamiento, alimentación, vida sana, etc. que le lleve a la consecución del mismo. 

Si se queda en lo inmediato o en lo sencillo, como quedarse en la cama o meterse un atracón de dulces, eso no le hará llegar a su meta. Debe tener claro cuál es su fin último y hacer primero, lo primero, o no lo conseguirá. 



“SI SABES DÓNDE VAS, CUALQUIER CAMINO NO TE VALE”


“Lo inmediato” ACTÚA SOBRE NOSOTROS, nos presiona, nos controla, reclama acción instantánea, impulsos instintivos.

“Lo importante” TIENE QUE VER CON EL FIN ÚLTIMO, con los objetivos, las metas. Requiere reflexión.

Ahora que se acerca el verano, comienza la “operación bikini”. Es decir, nos fijamos un fin: estar monísimas en la playa. Se requiere esfuerzo, disciplina, decir no a muchas cosas, priorizar, para alcanzar el objetivo.

Fijar un objetivo, hace que nuestra vida, nuestro esfuerzo y sacrificio tenga un sentido y todas nuestras acciones (prioridades) deben ir encaminadas a conseguirlo. Esta libertad de establecer nuestras prioridades es nuestro gran poder.

Pensemos un momento cómo podemos poner todas nuestras capacidades humanas al servicio de nuestro fin último:

· Imaginación. La capacidad de visionar todas las posibilidades y alternativas, soñar, tener ideales, etc. para tener una vida plena.

· Inteligencia. La habilidad de pensar, razonar, evaluar y planificar.

· Voluntad. La decisión de buscar un sentido a nuestra vida, elegir una acción concreta, sin ser obligado por impulsos, sentimientos o instintos.

Cuando uno es consciente de las posibilidades (imaginación), evalúa las opciones (inteligencia), se busca su fin último (voluntad) y se plantea cómo lograrlo (acción), uno está ejerciendo el poder y la libertad de elegir una prioridad.


I. ¿Qué es una prioridad?


El diccionario define prioridad como:

1. Superioridad en rango, posición o privilegio.

2. Preferencia, predilección.

3. Anterioridad o importancia en orden o en el tiempo de una cosa respecto de otra

En la vida, una prioridad es algo importante:

1. La razón por la que vives, aquello en lo que enfocas tu vida.

2. El valor en torno al cual tu vida se ordena, para bien o para mal.

3. Lo primero que reclama tu tiempo, tu energía y tus recursos.

4. Algo conscientemente elegido o establecido por uno mismo, no por circunstancias externas.

Una prioridad consiste en la interacción de valores, creencias, ideales y compromisos:

1. VALORES. Aquello a lo que doy valor e importancia.

2. CREENCIAS. Aquello que creo, que es verdad y digno de confianza.

3. IDEALES. Aquello que quiero para mí, para otros. Mis sueños, mis deseos.

4. COMPROMISOS. Aquello que estoy dispuesto a hacer, a dejarme guiar o actuar.


II. ¿Cuáles son las prioridades de mi vida?

Hay muchas clases de prioridades (tantas como personas). Puedes establecer tu propia prioridad, o puedes dejar a otros que la determinen por ti. Algunos ejemplos de prioridades son: 

1. Dinero/éxito. Durante gran parte de mi vida el dinero y el éxito han sido una prioridad en mi vida, como la de muchas personas. Esta sociedad consumista nos dice: “tienes que ganar y gastar dinero” “tienes que triunfar”. El dinero es necesario y el éxito es un orgullo, pero ocurre que siempre miras lo que te falta y no aprecias ni cuidas lo que tienes. 

2. Poder/éxito. Prioridades muy comunes hoy día, sobre todo, en las personas pero que suelen llevar a ”la soledad del poder”. Y no está mal, engorda nuestro ego y potencia nuestra autoestima, pero, sinceramente, yo prefiero estar rodeado de amigos de verdad.

3. Aficiones/amigos/novia. Antes yo priorizaba el divertirme por las noches, mi pasión por el fútbol, el aprecio de los amigos, el amor por mi mujer y mi familia. Y mo la un huevo!!! pero ¿quien no se ha sentido, alguna vez, decepcionado cuando su equipo pierde, o cuando te falla un amigo, o cuando se acaba el amor en la pareja?

4. Trabajo. Durante muchos años, mi vida ha girado en torno al trabajo; el resto no es que no fuera importante, es que, para mí, no existía. De hecho, mis viajes, e incluso mi luna de miel dependió de mi trabajo. He dejado trabajos que me interesaban en lo inmediato pero que me alejaban del sentido último en mi vida, pues tenía que ir en contra de mis valores y creencias.

III. ¿Cuáles son las características de una prioridad?

· Es conscientemente elegida. Todos tenemos alguna prioridad en marcha pero la pregunta es: ¿establezco mis prioridades en base a una reflexión mía sobre la clase de vida que quiero vivir? o ¿las establezco por las expectativas de otros, por las circunstancias, por conveniencia o por la costumbre? 

· Confiere a la vida un propósito, una dirección y un significado. Una persona con prioridades puede crecer; una vida con prioridades lleva a uno a la plenitud y a la realización; una vida sin prioridades carece de propósito e inútil. ¿qué propósito tiene mi vida? ¿para qué estoy aquí?

· Aporta entusiasmo, energía y motivación. Una vida sin prioridades conduce hacia la apatía e incluso hacia la depresión. Si una prioridad no te motiva a crecer y a conseguir tus objetivos, no tiene mucho de prioridad. ¿estoy alegre, pleno con mi vida? o ¿soy tristemente arrastrado por mi entorno?

· Libera del poder de las circunstancias, expectativas y hábitos para que tu vida adquiera un sentido. ¿me desmorono a la primera de cambio? ¿soy esclavo de mis adicciones y hábitos? ¿depende de influencias externas?

· Es realista. Una prioridad debe ser alcanzable porque si no, nos llevará a la frustración y a la decepción. ¿creo qué es posible alcanzarla? O ¿me frustro pensando que es imposible?


IV. ¿Cuál es la prioridad qué da sentido a mi vida?

No vale cualquier tipo de prioridad; de hecho, puede que sean muy válidas (dinero, trabajo, éxito, aficiones, amigos, pareja, etc.) pero no todas nos conducen al sentido pleno de la vida, a la plenitud en la vida. 

La prioridad que ha dado pleno sentido a mi vida es el AMOR. Pero no cualquier tipo de amor condicional, susceptible de fallar, sino el AMOR DE DIOS, incondicional, infinito e inagotable.

Yo, antes pensaba: sí, Dios está ahí (pero, en el cielo, no aquí) es decir, que lo que no solucione yo por mi cuenta, no me lo va a solucionar Él. Mi corazón estaba tan lleno de tantas cosas, de adicciones (lo que hay que ser, cómo hay que ser, etc.) y hábitos que esta sociedad nos genera, que no había espacio para Él. 

CUANDO EMPECÉ A SABOREAR SU AMOR, MI VIDA DIO UN GIRO. Ahora ocupa el centro de mi vida, ES MI PRIORIDAD. Compartir con mi familia o mis amigos el amor de Dios, no sólo no les ha relegado a un segundo plano, ni les ha restado importancia, sino que le ha dado a mi relación con los demás una intensidad increíble, difícil de expresar, porque genera mucha alegría, satisfacción y cariño, y hace tu vida más intensa, más plena, más feliz. Os lo aseguro…

Descubre cuáles son tus prioridades, preguntándote lo siguiente:

1. ¿cuál es el sentido último de mi vida?

2. ¿qué es lo que quiero ser y hacer en mi vida?

3. ¿cómo empleo mi tiempo, mi mente y mis recursos?




"No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? 

Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura."


(Mateo 6, 31-33)

martes, 21 de julio de 2015

LA CRUZ: AMOR VERTICAL Y AMOR HORIZONTAL


"Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, 
y con toda tu alma, y con toda tu mente. 
Este es el primero y grande mandamiento. 
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas."

(Mateo 22,36-40)


El doble mandamiento del amor del que depende toda la Ley tiene su representación en los dos maderos de la Cruz de Cristo, la cruz del cristiano: 



-el vertical representa nuestro AMOR A DIOS, por eso va en sentido ascendente, hacia el Cielo.

-el horizontal representa nuestro AMOR AL PRÓJIMO, a mi semejante, a quien está a nuestra altura, por eso va en sentido lateral.

¿Cuál de los dos maderos es el primero? ¿Cuál de los dos no puede sostenerse solo? 

Es evidente: el Amor a Dios es lo que sostiene nuestro amor al prójimo. No puede haber amor al prójimo sin amor a Dios, como no puede haber madero horizontal sin el vertical.

Tampoco se puede amar a Dios sin servir al prójimo, y no se puede amar al prójimo sin servir a Dios.

sábado, 18 de julio de 2015

ACTOS COTIDIANOS, COSAS PEQUEÑAS



“… son las cosas pequeñas, los actos cotidianos de personas ordinarias 
los que alejan la maldad. 
Los sencillos actos de gentileza y amor”.

(El Hobbit: un viaje inesperado)

Las cosas extraordinarias no radican en actos llamativos, heroicos y deslumbrantes. Es el amor lo que elimina todo egoísmo e iniquidad de nuestros corazones; un amor que renuncia a todo lo que nos ata al mal, un amor que transforma el mundo desde los corazones.

Amar es regalar una sonrisa a tu mujer por la mañana, saludar al vecino del rellano o tender la mano al necesitado; escuchar con paciencia al que todos ignoran o rechazan, al que llora, al que sufre; perdonar a quien nos ofende, consolar al que lo necesita, enseñar al que no sabe.

La clave del amor es vivir lo ordinario de forma extraordinaria, de apreciar las cosas sencillas, celebrar los pequeños momentos, reducir la marcha, frenar el ritmo, respirar profundo y degustar las experiencias que vivimos, “tomar tierra”, saber escuchar y mirar a nuestro entorno.

Es disfrutar de lo corriente, de lo simple; es cambiar la percepción, el modo de ver las cosas y la actitud ante el mundo. Es valorar lo común, lo pequeño en lugar de anhelar lo grandilocuente o lo exótico. 

Y es ahí donde descubrimos a Dios, en la humildad, en la sencillez, en la naturalidad. Es ahí donde podemos establecer una relación personal con Él. 

No consiste tanto en largas horas de oración o contemplación, ni en visiones o revelaciones especiales... no consiste en buscar a un Dios aparatoso, triunfal, espectacular... que nos resuelva los problemas, que nos libre de los malos momentos y que evite nuestros sufrimientos... 

Ese no es el Dios que se manifestó en Jesús, ese no es el Dios que “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos” (Filipenses 2, 7).


Se trata de algo mucho más sencillo: de encontrar a Dios en la vida cotidiana para captar lo que nos quiere decir, para sentir su presencia y su amor. Si desvinculamos a Dios de nuestra vida cotidiana, nos quedamos sin Dios. 

Muchas veces no le encontramos porque no le buscamos donde debemos, donde no podemos encontrarle o también porque le buscamos en solitario, en lugar de sentirle en el grupo, en la comunidad.

Nuestro Padre nos invita a buscarle, descubrirle, hablarle, amarle, siempre y a cualquier hora, en los actos cotidianos, en el bullicio del día a día, en las preocupaciones que nos abruman... en nuestra vida familiar, profesional, social. Nos llama a hacer de esa experiencia cotidiana, el lugar de encuentro y relación con Él. 

Buscar a Dios es dejarle un espacio entre nosotros y nuestra cotidianeidad, descubrirle en esa tierra de nadie y pedirle que la ocupe.

Estamos llamados a vivir nuestra fe con más humanidad y nuestra experiencia humana con más sentido cristiano, al modo del Dios hecho hombre.

“Dios ha elegido lo que el mundo considera necio 
para avergonzar a los sabios, 
y ha tomado lo que es débil en este mundo 
para confundir lo que es fuerte. 
Dios ha elegido lo que es común y despreciado en este mundo, 
lo que es nada, para reducir a la nada lo que es.” 

1 Corintios 1, 27-28:

domingo, 12 de julio de 2015

AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS






En Juan 13, 34-35, Jesús nos dice: "Os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros, como yo los he amado. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos."

Cuando servimos con amor a los demás, no sólo hacemos que se sientan amados y cuidados, nosotros también desarrollamos felicidad interior y paz porque como discípulos de Cristo e hijos de Dios, sentimos su amor.

Y cuanto más amor, caridad, bondad y compasión ofrezcamos a los que nos rodean, bien a través de nuestra presencia, nuestras palabras, nuestras acciones o comportamientos, más amor y felicidad traeremos hacia nosotros. 

Y eso es, precisamente, la síntesis del plan de Dios.

En Alpha sucede también.


miércoles, 8 de julio de 2015

AMOR FRENTE A ODIO, TOLERANCIA FRENTE A SECTARISMO


En los últimos tiempos, asistimos al resurgir de un odio radical y de una intolerancia desmedida, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras, hacia lo religioso y en concreto, hacia la Iglesia católica y los cristianos.

Según cifras oficiales, en el mundo un cristiano es asesinado cada 5 minutos (105.000/año) por “odio a la fe”.

El odio y la intolerancia anti-cristianos surgen de un sectarismo ideológico planteado a propósito, difícil de digerir y quien se considera siempre en posesión de la verdad (pensamiento único) dictando unilateralmente lo que es correcto y lo que no, lo que se puede pensar y lo que no, lo que se debe hacer y lo que no.

Su objetivo parece no ser tanto la no-creencia o la no-relación con Dios, como una feroz y hostil reacción hacia los creyentes. 

Parece ser una ofensa, una afrenta o una osadía hacia su relativismo y subjetivismo, que les atemoriza, les ciega y les obliga a despreciar e insultar a quienes tienen fe.

Desgraciadamente, la intolerancia, el anticlericalismo y el secularismo se encuentran instalados en el odio: odio a lo que no les es propio, a lo que les incomoda o temen, odio a la Iglesia, al que es feliz, al que es creyente, al que va a misa, al que marca la “X” en la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta. Odian TODO lo religioso.

El odio es un rasgo característico del sectario y no es más que temor e ignorancia y sobre todo, ausencia de amor, ausencia de Dios. Ahí es donde muchos se justifican en el amparo de una ficticia defensa de principios progresistas o postmodernos.

Reconozco que nunca me gustaron los que odian por sistema, ni los anti…. pero no por una convicción personal (que también) sino porque el ser humano está pensado para ser capaz de argumentar, de razonar, de empatizar o cuando menos, de respetar. Sin embargo, hoy se trata de “o lo mío o nada”.

Para los cristianos, nuestra fe no es un argumento filosófico, ni una cosmología caprichosa y fabricada a medida de cada uno, ni tampoco una alternativa a la ciencia o a la no-fe.

Es más una experiencia, una vivencia, una certeza, una convicción personal, profunda y absoluta. La fe no se alcanza porque un día te levantas y dices que Dios existe; sino que es cuando empiezas a experimentar su amor, que pones tu fe y tu confianza en Él.

Todos sabemos que cuando una mujer tiene la certeza de estar embarazada, está segura; sería surrealista que nos dijera que está un “poco embarazada”. O está embarazada o no lo está.

O cuando alguien se casa, sería absurdo que dijera: “no estoy seguro, a veces, sí y a veces, no”. O está casado o no lo está.

Un cristiano tiene absoluta certeza de Dios; no trata de convencer ni de convertir y, mucho menos, de imponer a otros lo que experimenta, sino de expresar lo que siente, su felicidad, su alegría interior.

Una seguridad que le impulsa a transformar su entorno, a ser mejor persona, a demostrar el amor y la misericordia que experimenta frente a la intolerancia o el sectarismo por los que podría optar, prefiere el libre albedrío a la imposición, prefiere “no juzgar y no ser juzgado, no condenar y no ser condenado”. (Lucas 6, 37).

Nadie puede obligar a amar a nadie, ni a creer o confiar en él, si uno no quiere. Y Dios, mucho menos.

Ahora bien, cuando uno experimenta el amor de Dios, podrán desacreditarte pero nadie podrá convencerte de lo contrario. Y yo, doy fe.