¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

miércoles, 28 de junio de 2017

LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO

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"Un hombre tenía dos hijos;
y el menor de ellos dijo al padre: 
´Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.´ 
Y él les repartió la hacienda.
Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, 
y comenzó a pasar necesidad.
Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, 
que le envió a sus fincas a apacentar puercos.
Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, 
pero nadie se las daba.
Y entrando en sí mismo, dijo: 
´¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, 
mientras que yo aquí me muero de hambre!
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.´
Y, levantándose, partió hacia su padre. 
Estando él todavía lejos, le vió su padre y, 
conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
El hijo le dijo: ´Padre, pequé contra el cielo y ante ti; 
ya no merezco ser llamado hijo tuyo.´
Pero el padre dijo a sus siervos: ´Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, 
ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.
Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,
porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; 
estaba perdido y ha sido hallado.´ Y comenzaron la fiesta.
Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, 
oyó la música y las danzas;
y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
El le dijo: ´Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, 
porque le ha recobrado sano.´
El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
Pero él replicó a su padre: 
´Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, 
pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos;
y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, 
has matado para él el novillo cebado!´
Pero él le dijo: ´Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;
pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, 
porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; 
estaba perdido, y ha sido hallado."
(Lc 15, 11-32)

La parábola del hijo pródigo es una de las más hermosas, profundas y significativa de la Biblia, que se enmarca como respuesta de Jesús a una crítica de los fariseos y los escribas, expertos judíos en la Ley mosaica, quienes le reprochaban juntarse con pecadores. Pero que también nos aplica a nosotros.

Tema principal: La misericordia de Dios hacia los pecadores arrepentidos y su alegría ante la conversión de los descarriados. El enfoque de la parábola no es el hijo joven, rebelde y luego arrepentido, sino el padre que espera y corre para dar la bienvenida al hogar a su hijo. 

Estructura. Según la actitud de los personajes en los que se centra el relato: 
  • el hijo pródigo se marcha (pecado: rebeldía/autosuficiencia)
  • vuelve (arrepentimiento/necesidad)
  • el padre le recibe (misericordia/amor) 
  • el primogénito se queja (envidia/soberbia)
Mensaje teológico.  El mensaje de amor de Cristo, siempre guiado a la conversión de los pecadores, al perdón de los pecados y al rechazo a los formalismos que apartan al creyente de la verdadera fe y misericordia.

El hijo pródigo - Pecado
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Es sobre quien, aparentemente, gira la historia, pues es quien hila las tres primeras escenas, el pecado (desobediencia, rebeldía), el arrepentimiento (sufrimiento, necesidad) y el perdón (misericordia, amor). La palabra "pródigo" no significa rebelde o perdido - significa "derrochador" y "extravagante". Se refiere a una persona que es imprudente y despilfarra su riqueza. 

Escena de la rebeldía: el menor de dos hermanos le pide al padre su parte de la herencia. 

Teológicamente:
  • el hijo menor representa a la humanidad pecadora que se ha alejado de Dios, a los pecadores (publicanos) que  no se someten a la voluntad de Dios y se alejan de Él. 
  • la herencia representa los dones y la gracia que Dios nos da a cada uno de nosotros.
  • la petición representa la caída (el pecado) en el Jardín de Edén. El hijo exige la libertad de utilizar los dones y la gracia al margen de la voluntad de su padre. 
  • la actitud del padre representa el amor de Dios al dejar libertad a nuestra voluntadEn realidad, el padre habría tenido que dividir la tierra y vender una parte de sus bienes para dar a su hijo la herencia solicitada. Cuando el hijo menor le pide su parte de la herencia a su padre es como si le dijera: "Ojalá estuvieras muerto." Se trata de un gran insulto, cargado de vergüenza y culpa. En la cultura judía, hacer algo así, probablemente, le habría acarreado la expulsión de la comunidad para siempre. Y ser parte de la comunidad era fundamental para la supervivencia, la salud y la calidad de vida en general.
Escena del derroche: malgasta la herencia de su padre (dones/gracia) llevando una vida disoluta.

Teológicamente:
  • representa que el pecado no está tanto en la reclamación (que también), sino, en la libertad mal utilizada de la misma, (derroche, libertinaje), que lo lleva a la más absoluta ruina, en todos los sentidos.
El pecado y la vida licenciosa le lleva, en un acto desesperado, a cometer un acto abominable: alimentarse con algarrobas igual que los cerdos, y como consecuencia, empeora más su situación. ¿Por qué? En la cultura judía, los cerdos eran animales "sucios" e "impuros", tal como se describe en la ley de Moisés (Lv 11,7), de tal forma que ni siquiera se les podía criar. Si un hombre judío anhelaba la comida de los cerdos es que definitivamente había caído en lo más bajo.

Escena del arrepentimiento/conversión: tras "tocar fondo", el hijo reflexiona acerca de su provecho personal y cae en cuenta de que le traerá mayor cuenta regresar a la casa del padre que seguir por su cuenta. 

Teológicamente:
  • representa las desgracias que provoca el pecado, que no son castigos divinos sino resultado de las malas acciones y que siempre acaban mal.
  • representa una actitud interesada en la conversión, es decir se arrepiente racionalmente y no sentimentalmente, busca un provecho personal y no la santidad en sí, de ahí que prepare una disculpa para que tal vez su padre lo recibiría como siervo. Esta es la prueba de que el hijo no comprende la profundidad del amor y la compasión de su padre. 
El hijo pródigo ensaya un discurso, pero nunca llega a usarlo. Incluso antes de llegar a casa de su padre, éste sale a su encuentro, ofreciéndole un perdón incondicional.  Se puede decir que su verdadera conversión, el arrepentimiento real, ocurre en este momento, pues ve en la actitud del padre (entrega y amor), principales características de una verdadera conversión. Esta conversión ocurre al acudir a Dios y al arrepentirnos de las malas acciones de nuestra vida.

El padre - Misericordia
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Es, en realidad, el personaje central de la parábola. 

Teológicamente:
  • el padre representa a Dios y, fundamentalmente, a su infinita misericordia y amor.
Escena del libre albedrío: El padre respeta y acepta la determinación que su hijo toma por su libre albedrío, le reparte su herencia y lo deja marcharse. 

Teológicamente:
  • representa a un Dios que no es ni dictador, ni prepotente, que nos muestra el camino, nos da su gracia pero nos deja libertad para utilizarla y para que escojamos nuestro destino (desgracia).
Escena de la misericordia: Al ver a su hijo que regresa, sale a buscarlo corriendo y antes de que diga palabra alguna lo abraza y lo besa. 

Teológicamente:
  • representa la infinita misericordia de Dios, incluso sabiendo que la conversión no es completa y que puede haber un trasfondo (interés egoísta), sale en busca de aquel que lo necesita y lo llama, le acepta sin reprocharle su descarrío o su indiferencia anterior.
Correr en la antigua cultura del Cercano Oriente era tabú. Requería a un hombre que subiera su túnica a las caderas y le expusiera las piernas y su desnudez para no tropezar. Correr no era nada bien visto y suponía escándalo y vergüenza para quien lo hacía.

Si un judío despilfarrara su dinero con los gentiles, la comunidad le habría expulsado de inmediato a su regreso. El padre de la parábola corrió probablemente para encontrarse con su hijo, antes de que cualquier persona en la comunidad tuviera ocasión de increparle. 

El padre no reprende al hijo, sino que le da una fiesta de bienvenida en casa, llamando a sus sirvientes a preparar el ternero cebado, un anillo, una túnica y zapatos. Así es como actúa Dios con los pecadores arrepentidos: es audaz, sorprendente y desbordante de alegría.

El padre le pone a su hijo una túnica para restaurar su dignidad frente a la comunidad. Sin duda el hijo tiene un aspecto andrajoso, sucio y mal alimentado, pero él le viste como un príncipe, en un acto de amor y compasión, y así honra a su hijo delante de todo el mundo.

El padre también le da un anillo al hijo. Llevar anillos en aquella época era un signo de riqueza y posición. El poder de este símbolo refleja el deseo del padre de restaurar su pertenencia de pleno derecho en la familia.

A continuación, el padre le pide a sus sirvientes que le traigan un par de sandalias. Este, tal vez el regalo más práctico que le permitían caminar con el padre sin temor a cortarse o ensuciarse los pies.

Pero hay un último regalo: el ternero cebado. Este tipo de banquete "extravagante" estaba reservado para ocasiones increíblemente importantes. Su hijo ya no comería las algarrobas de los cerdos; ahora cenaría con la mejor carne disponible en presencia de su familia y, probablemente, de todo el pueblo.

Escena de la justicia: en su diálogo con su primogénito, indica cómo el Padre cuida a los de su casa.

Teológicamente:
  • representa que Dios tampoco descuida a sus hijos, a aquellos que lo han seguido justamente y cómo ante el pecado de los justos, su actitud es de ternura pero también de firmeza.
El primogénito - Pecado
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La historia tiene una segunda parte sobre el hijo mayor, 
el primogénito, que a menudo se pasa por alto, porque es el personaje que menos participa en la parábola, pero es igual de importante. 

Teológicamente:
  • representa a los hijos de Dios que se consideran a sí mismos justos y fieles, y que dicen someterse en todo a la voluntad del Padre. El verdadero sentido de este personaje es mostrar como los fieles de Dios también caen en el pecado, en este caso, la soberbia y la envidia. 
  • representa a los fariseos y escribas a los que Jesús hablabaquienes se sintieron despreciados por la gracia escandalosa de Dios para con los pecadores y marginados. Además, han estado guardando las reglas siempre y le inquieren al padre por qué no les ha hecho a ellos una fiesta (reconocimiento de méritos). Aquellos que se someten (hipócritamente) a la voluntad de Dios, pero que tampoco están cerca de Él.
Al reprocharle al padre lo que le hace a su hermano en comparación con lo que ha hecho por él se muestra que también en su fe de obediencia, existía un móvil interesado.

¿Cuál es la respuesta del padre al hijo mayor?: "Todo lo que tengo es tuyo también, pero esto requiere una celebración: ¡mi hijo estaba muerto y ahora está vivo de nuevo!" 

Teológicamente:
  • representa la postura de Dios ante el pecador: justo, directo, generoso, enfocado en el poder del arrepentimiento no a las faltas cometidas.
La parábola termina con la negativa del hermano mayor a asistir a la fiesta. No sabemos lo que pasó, pero Jesús dejó la historia pendiente, abierta para preguntas y discusión, como hacía a menudo.

Enseñanza fundamental

Jesucristo, mediante esta parábola, transmite varias enseñanzas fundamentales: en primer lugar, a sus coetáneos, tanto a los fariseos y escribas como a los pecadores y publicanos; y segundo, hoy día a los fieles cristianos y a las personas alejadas de Dios:

Fariseos y escribas/cristianos fieles: señala nuestra debilidad ante la tentación. Indica que el pecado de soberbia puede alojarse fácilmente en nosotros al profesar la fe. Al mismo tiempo, advierte que la fe cristiana no consiste solamente en "cumplir" participando en ritos y liturgias sino en practicar la misericordia y no juzgar a los demás. Nos invita a la conversión continua.

Pecadores y publicanos/alejados de la fe: también es una invitación a la conversión. Indica las consecuencias del pecado y de nuestras malas acciones, la importancia de un verdadero arrepentimiento y nos recuerda que la misericordia de Dios todo lo perdona.

Finalmente y para la reflexión: 

¿En quién nos vemos representados en la parábola? 
 ¿A quién nos llama Dios a parecernos?



martes, 27 de junio de 2017

CÓMO DAR TESTIMONIO DE CRISTO

Nuestro testimonio de vida es una de las herramientas más efectivas en nuestro servicio a Dios. Un testimonio bien preparado bajo la guía y basado en el poder del Espíritu Santo, puede tener un gran impacto en casi todas las personas y situaciones. 

Nuestro objetivo debe ser presentar a Cristo de manera clara, atractiva, y sencilla, de modo que todo aquel que escuche, desee conocerle personalmente.

Mi testimonio no trata de mí

Es cierto que a todos nos encanta que nos cuenten una buena historia, pero sobre todo, nos encanta “compartir nuestros testimonios” y “contar nuestras experiencias”.

Este énfasis en la experiencia personal es uno de los puntos fuertes para captar a los "alejados" o a los "tibios", entendiendo que para la conversión, primero se necesita anunciar a Cristo a través de su acción en nuestras vidas. 

La identidad misionera, igual que las de los apóstoles de Cristo, está basada en compartir nuestras historias, nuestros encuentros personales con Jesús y nuestras conversiones pero esto es un peligro sutil que tiene "trampa escondida". 

Poner excesivo énfasis en nuestras historias y testimonios de conversión, sin querer, puede hacer que la gente piense que la evangelización "va" de compartir nuestra experiencia personal.

En otro artículo ya hablé acerca de este punto. Nuestra misión como cristianos no se basa de dar "testimonios selfies", no se trata de hablar de nosotros y lo maravillosos que somos después de ser cristianos. "Id y a haced discípulos” no es “Id y contad vuestra historia.” No son la misma cosa.

Mi testimonio trata de Cristo

Nuestra fe es Cristo-céntrica, es decir, que el mensaje del Evangelio (la vida, muerte y resurrección de Jesucristo) deben ser el centro de nuestra proclamación al mundo.

Pero al igual que en el ámbito comercial, no es suficiente con mostrar nuestro producto a los clientes ni basta con explicar sus excelentes resultados, tampoco es coherente pretender vender un producto utilizando otro de la competencia.
Por tanto, lo que decimos y hacemos,
 también debe dar testimonio de Cristo, al seguir su ejemplo. Nuestras experiencias de conversión deben estar en armonía con Cristo y respaldar nuestra proclamación del evangelio. 
El mensaje bíblico relatado en el libro de los Hechos de los Apóstoles no trata sobre las experiencias de conversión de los discípulos, sino en que la obra de Cristo hace que la conversión sea necesaria

Por esta razón, nuestro testimonio de fe cristiana debe estar enfocado principalmente en lo que Cristo hizo en la historia de la humanidad, no sólo lo que Cristo ha hecho en nuestra vida.

Esto no quiere decir que debemos dejar de dar testimonio personal. Muy al contrario, en nuestra sociedad actual, nuestros testimonios son poderosos a la par que inusuales. Se trata de que respalden y apoyen el mensaje claro del evangelio, y no lo reemplacen en manera alguna. 

Lo que Jesús ha hecho por mí debe siempre estar conectado únicamente con lo que Jesús ha hecho por la humanidad.

Si nuestro testimonio personal está enfocado principalmente en nuestra propia experiencias con Cristo puede, involuntariamente, restar importancia a los pilares sobre los que se fundamenta nuestra fe cristiana. De hecho, otras personas de otras confesiones o religiones hablan del mismo modo acerca de sus experiencias personales en el Islam, el Budismo o el Hinduismo. 

El deseo inicial de comunicar nuestra experiencia personal puede estar influido por la cultura posmoderna del "mostrarse", lo que nos llevaría a una presentación mutilada del evangelio, perdiendo su base en el hecho histórico y dirigiéndola a nuestra propia realidad narcisista.

El papel de la experiencia personal en el testimonio de Cristo debe ser visto como una evidencia adicional del poder del evangelio. No es el evangelio mismo, sino que, además, éste da testimonio de su poder.

Mi testimonio habla de Dios en mi vida

Al preparar mi testimonio, debo tener presente tres conceptos: ANTES, CÓMO, y DESPUÉS

1. ¿Cómo era mi vida ANTES de que tuviera un encuentro personal con Jesucristo y  le confiara totalmente mi vida?

¿Cómo buscaba mi seguridad, mi paz, mi felicidad? 
¿Era feliz o me faltaba algo?
¿Pensaba alguna vez en Él?
¿Estaba presente en mi vida?

Los ejemplos me llevarán a ser un testigo creíble en las mentes de aquellos a quienes estoy hablando. Debo evitar un enfoque excesivamente elevado o religioso. No debo invertir gran cantidad de tiempo hablando acerca de mis actividades en la iglesia antes de que mi vida comenzara a cambiar. 

Debo evitar ser demasiado explícito o incisivo al hablar de drogas, inmoralidad, crimen o alcoholismo. Huyamos del sensacionalismo.

2. ¿CÓMO llegué a conocer a Cristo? 
¿Cómo llegué a confiar en Él y entregarle el control completo de mi vida?
¿Cuál fue mi reacción inicial?
¿Cuándo y por qué comencé a sentirme atraído hacia Él?
¿Cuál fue el punto decisivo en mi actitud?
¿Qué barreras mentales experimenté?

Debo empatizar y tratar de pensar como lo hace mi audiencia: “¿Por qué debo permitir a quien me habla que me diga cómo debo dirigir mi vida?” Debo explicar por qué decidí invitar a Cristo a mi vida.

3. ¿Qué sucedió DESPUÉS de dar mi sí a Cristo?
¿Qué cambios se produjeron en mi vida, acciones, actitudes, problemas? 
Debo usar ejemplos específicos.
¿Cuánto tiempo pasó antes de que notara cambios?
Debo dejar claro que mi fe "no es magia".
¿Qué diría para describir lo importante que es Jesús para mi? 
Debemos ser tan descriptivos como podamos.

Al final, evaluemos nuestro Testimonio Personal:
1. ¿He comunicado claramente cómo puede una persona conocer a Cristo?
2. ¿Expresa mi testimonio la seguridad de que yo he dado mi sí incondicional a Jesús?
3.¿He enfatizado los beneficios de mi relación con Cristo?
4. ¿He incluido una frase inicial que capte la atención? 
5. ¿Hay un enunciado, una conclusión y una invitación claras en mi testimonio?



JHR

PECAR POR OMISIÓN

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"El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado." 
(Santiago 4, 17)


"Cumplo los mandamientos, me confieso, voy a misa los domingos, comulgo, soy bueno..." 

No es suficiente...Peco por omisión.

El Papa Pío XII dijo: ”El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado.” El pecado se produce, como sabemos, por pensamiento, palabra, obra u omisión. Peco por "ser" y por "no ser", por "decir" y por "no decir", por "hacer" y también por "no hacer".

Es verdad que el sufrimiento que existe en el mundo se genera por la maldad que en él impera, pero también por la apatía o la omisión de las personas de buena fe. El "mal" actúa mientras el "bien" lo permite. 

Pecar por omisión es 


Pecar por omisión es "no hacer bien el bien", es "saber lo que puedo hacer y no hago", es "quedarme de brazos cruzados", es "lavarme las manos"...

Es justificar mi indiferencia diciendo "no puedo hacer nada", " no tengo tiempo", "no tengo la culpa"...frases con las que "aplaco" mi conciencia ante aquello que pudiéndolo dar, no doy; ante aquello que pudiéndolo hacer, no hago; ante aquello que ser, no soy.

Imagen relacionadaEs ver la lágrima en el rostro de mi hermano y no secarla, por no querer involucrarme...

Es intuir el dolor en una relación rota y no aliviarlo, por no "meterme donde no me llaman"...

Es ver un mal cometido y no enmendarlo, porque fue otro quien lo hizo...

Es dejar de compartir los dones, talentos y bienes que Dios me regala con otros porque me los he ganado con mi esfuerzo, porque me los merezco... 

Es evitar la corrección fraterna, por no meterme en líos que no son míos... 

Resultado de imagen de pecar por omisionEs omitir una palabra de aliento a quien encuentro afligido, por temor o por vergüenza...

Es negarme a escuchar a mis hijos, a mi mujer o a quien necesita hablar y ser escuchado, por no tener tiempo... 

Es dejar de ofrecer una limosna, por no querer contribuir a la mendicidad....

Es eludir estrechar la mano a alguien, porque otros no piensen mal o por no sentirme juzgado...

Es desagraviar al que me hiere o me lastima, por el temor a que si callo y perdono creerá que soy débil... 

Resultado de imagen de pecar por omisionEs negar la sonrisa a todo el que me encuentro en mi camino, porque no tiene nada que ver conmigo... 

Es olvidar orar por quien nadie reza, porque tengo muchos por quien rezar...

Es rehusar dar la explicación que alguien espera y que nunca doy, por orgullo y vanidad...

Es eludir una visita a ese enfermo que está sólo y desamparado y que nunca voy a ver, por pereza...

Es excusarme cientos de veces y "buscar atajos", para justificarme y salirme con la mía...

Imagen relacionadaEs "lavarme las manos" como Pilato, porque "no va conmigo"... 

Es utilizar máscaras cada día, por el qué dirán o por ponerme "medallas"...

Es pensar egoístamente en mi propio bien, ignorando lo que siente y necesita mi prójimo...

Es convencerme de que con hacer "lo que toca", es decir, hacer algún bien o evitar algún mal, me he ganado el cielo, y ya soy bueno... 

Es negarme a alzar mi voz y testimoniar que Jesucristo ha resucitado...

Es olvidar que puedo cambiar el mundo desde mi entorno más cercano...

Y es que... No soy consciente de que estoy haciendo lo que no me cuesta..

No soy consciente que mi fe es una fe de "mínimos", de "cumplimiento", de "pasotismo", de "comodidad"...

No soy consciente de que no regalo amor al que lo necesita...

No soy consciente de que mi fe me mueve a la acción y a "dar la vida por los demás"...

No soy consciente de que debo trabajar y "moldearme" para ser semejante a Dios...

No soy consciente de que debo "ser" pero también "hacer"...

No soy consciente de que PECO POR OMISIÓN...



domingo, 25 de junio de 2017

CRISTIANOFOBIA...¿POR QUÉ?

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"Guardaos de los hombres, 
porque os entregarán a los tribunales 
y os azotarán en sus sinagogas;
y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, 
para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Mas cuando os entreguen, 
no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. 
Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento.
Porque no seréis vosotros los que hablaréis, 
sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; 
se levantarán hijos contra padres y los matarán.
Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; 
pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
(Mateo 10, 17-22)


La cristianofobia o anticristianismo es un sentimiento de hostilidad hacia el cristianismo y, por extensión, hacia los cristianos, que se caracteriza por la discriminación o intolerancia dirigida a éstos, restricciones en su libertad de expresión, profanaciones de objetos o lugares relacionados con su fe o incluso la persecución religiosa.

Algunos estudiosos estiman que alrededor de 70.000.000 de cristianos han sido asesinados por su fe en estos dos milenios, de los cuales 45.500.000 (es decir, 65% del total) fueron asesinados en el siglo XX.


¿Por qué nos odian?


El mundo odia a los cristianos por las mismas razones por las que odió a Jesús:

Imagen relacionadaPorque la luz de Dios desenmascara sus pecados. “Él trajo la luz de Dios y el mundo prefiere ocultar las tinieblas para ocultar sus obras malas” (Juan 8, 12). Nosotros, como seguidores de Cristo, también "somos la luz del mundo" (Mateo 5, 14). De la misma manera que Satanás (otrora, Lucifer, ángel de luz) "patalea" de rabia cuando oye de boca de Jesucristo: "Yo soy la luz del mundo", su descendencia "patalea" cuando oye que somos la luz del mundo.

-Porque el odio se opone al amor. Si el amor al prójimo responde al amor de Dios, el odio del prójimo responde  también al odio a Dios. 

- Porque hay una oposición entre la mentalidad del Evangelio y la mentalidad del mundo: "No os acomodéis a este mundo; al contrario, transformaos y renovad vuestro interior para que sepáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto." (Romanos 12,2).

Porque somos enemigos suyos"Pondré enemistad entre la descendencia de la mujer y de la serpiente" (Genesis 3, 15).“¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios.” (Santiago 4,4).
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Porque "no somos del mundo": Una iglesia aceptada y aprobada por el mundo es un oxímoro, una contradicción; una imposibilidad. Cualquier iglesia que es amada por el mundo es del mundo, y no de Cristo:"Si fueseis del mundo, el mundo os amaría como cosa suya. Pero como no sois del mundo, pues yo os elegí y os saqué del mundo, por eso el mundo os odia."  (Juan 15,19).

Porque denunciamos su hipocresía y su fariseísmo¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.” (Mateo 23,15). “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas.” (Lucas 6,26).
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- Porque les anunciamos que "la verdad que os hará libres". "Si os mantenéis firmes en mi doctrina, sois de veras discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Juan 8, 31-32). Una libertad que ellos rechazan porque no quieren hacer la voluntad de Dios sino la suya y piensan que es esclavitud

Porque Jesucristo nos advirtió que seríamos odiados“Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. …Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán;” (Juan 15,18, 20). “Los entregarán a tribulación y los matarán, y serán objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre.” (Mateo 24,9).


Los cristianos tenemos muy claro que seremos odiados y perseguidos por todo el mundo, mofados por los medios, ridiculizados en público, burlados por nuestros compañeros de trabajo y acosados por los políticos...pero tenemos presente lo que Jesucristo nos dijo:

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, 
porque de ellos es el reino de los cielos
Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, 
os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 
Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos
pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.” 
(Mateo 5,10-12).


¿QUIÉN CONTRA NOSOTROS?

"Si Dios está por nosotros ¿quién estará contra nosotros?" 
(Rom 8, 31)

Hoy quiero reflexionar sobre la carta del apóstol Pablo a los Romanos capítulo 8, donde narra unas circunstancias muy parecidas a las de hoy día. Pero antes, pongámonos en antecedentes.

Como todos sabemos, Satanás engañó al primer hombre y su mujer para que se rebelaran y no acataran las instrucciones de Dios. Y ellos aceptaron la mentira en su corazón, relativizando lo que Dios les había dicho.

Como resultado de esta trágica decisión, el hombre se separó del Creador y se unió al Enemigo. Desde ese momento, Dios establece dos bandos en enemistad: el de la serpiente y el de la mujer, y el de sus respectivas descendencias. Y ya entonces, nos da la clave de quién vencerá (Gn 3,15).

Miles de años después, continúa la misma situación. Dos bandos enemigos. No se puede pertenecer a ambos. Hay que elegir. Entonces, ¿de qué lado estamos? ¿estamos con los ganadores o con los perdedores? ¿con la luz o con la oscuridad? ¿con lo correcto o de lo incorrecto? ¿con Dios o con Satanás?

En el pasaje que hoy reflexionamos, los seguidores de Cristo estaban siendo perseguidos y oprimidos en RomaPor ello, el apóstol Pablo lanza un mensaje de consuelo, confianza y esperanza para los que asumieron el compromiso de seguir a Jesucristo.

Hoy, en nuestro mundo, lleno de maldad y gobernado por el padre de la mentira, ocurre lo mismo: somos perseguidos y denostados. Por eso, es un gran consuelo saber que Dios está de nuestro lado y que, por medio de Jesucristo, ya ha vencido. Entonces, ¿y a mi qué...quien esté contra mí? Sé quién está conmigo. Eso es lo que importa.

La pregunta de Pablo es: “Si Dios está por nosotros” ¿qué importa quién este contra nosotros?, y sigue preguntando en los siguientes versículos: "¿Quién podrá acusar a los hijos de Dios? ¿Quién será el que condene?"¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?" ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? (Rom 8, 32-35),

La respuesta está en Dios y
 en sus obras, especialmente en el sacrificio de Jesucristo en la cruz. "Dice la Escritura: Por tu causa estamos expuestos a la muerte todo el día, somos como ovejas destinadas al matadero. Pero en todas estas cosas salimos triunfadores por medio de aquel que nos amó. Porque estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes ni las futuras, ni las potestades, ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor."(Rom 8, 36-39)

Jesús es Emanuel "Dios con nosotros" ¡Que tranquilidad! Nada en el mundo puede separarnos de Cristo. Sí, ¡estamos en el bando ganador! Somos más que vencedores porque nada puede separarnos del amor de Dios, que es lo único importante en nuestras vidas. 
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Nuestra mirada debe estar puesta en nuestro Dios, no en el enemigo. El enemigo (Satanás) quiere llamar nuestra atención pero solamente quiere distraernos y hacernos mal. Con nuestra alma y espíritu fijados en Dios, los ataques del enemigo no tienen efecto. 

Cristo es quien habilita nuestra confianza en Dios. "Cristo es el que murió . . . resucitó . . . e intercede por nosotros." El punto central de nuestra fe es el sacrificio de Cristo. Jesús, al derramar su sangre, venció y condenó al príncipe de este mundo. Por medio de Cristo permanecemos firmes en Dios. Por medio de Cristo nos enfocamos en la justicia de Dios. Por medio de Cristo somos más que vencedores. 

Por causa de nuestra fe sufrimos los ataques del enemigo, pero la buena noticia es que Dios está siempre presente y de nuestro lado. Él dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (v. 28). ¿Y quienes son los que lo aman?: aquellos que, por la fe, hemos asumido el compromiso de seguir a Jesucristo. 

Ante toda oposición que pretenda quitarnos lo que Dios nos ha dado, Cristo es nuestra garantíaEl Señor está en el lado de su pueblo. Nuestra confianza debe estar solo en Dios, sin importarnos quien sea el enemigo.

Nada podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor, sino que por encima de todos los sufrimientos, los cristianos somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó, manifestado a través del sacrificio de su hijo Jesucristo.

miércoles, 21 de junio de 2017

¿POR QUÉ HACER DISCÍPULOS?

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Como cristiano y en cumplimiento de la misión que nos encomienda Jesús, debo tener como principal objetivo el discipulado. 

Y creo que es más importante saber el "por qué" hacer discípulos, en lugar del "qué" o el "cómo". Si conozco el "por qué", me resultará más fácil descubrir el "qué" y el "cómo".

¿Por qué hacer discípulos?


Por compasión

La Biblia dice que cuando Jesús "vio a las multitudes, le movió la compasión por ellos, porque estaban cansados ​​y dispersos, como ovejas que no tienen pastor" (Mateo 9,36).

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Es la compasión y la misericordia de Cristo la que me pone en "modo servicio" y me saca fuera de mi zona de confort

No hay más que echar una mirada a este mundo perdido y comprobar la ausencia y la necesidad de Dios en la vida de las personas para ponerme en acción. .

El infinito amor que Dios siente por todos sus hijos me motiva a ir en busca de almas para Dios.

Por generosidad

Jesús me ha regalado tantas cosas buenas en mi vida que no puedo guardármelas para mí. Él ha derramado Su amor en mi corazón a través de Su Espíritu y a través de Su Iglesia, Su pueblo. No puedo ni debo permitir que ese torrente de vida se estanque y se convierta en un Mar Muerto.
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Ser generoso significa buscar a alguien para transmitirle las gracias con las que he sido bendecido. Y además, paradójicamente, cuanto más doy, más continúo recibiendo del Señor.

Estoy muy agradecido a quienes han dado generosamente su tiempo y su esfuerzo en mi discipulado. Ahora sé cuánto lo necesitaba y doy gracias por ello. No dejo de pensar cuántos otros están por ahí con sed de Dios y necesitados de la misma acogida, consideración y cuidado.

Por obediencia

Hacia el final de Su ministerio de tres años y medio, Jesús hizo saber a los discípulos que "toda la autoridad en el Cielo y toda la autoridad en la Tierra le fue concedida" (Mateo 28,18). Basándome en esa suprema posición, Él nos mandó (a los Apóstoles, a mi y a todos nosotros): "id, pues, y haced discípulos a todas las naciones" (Mateo 28,19).

Resultado de imagen de obedienciaDos mil años después, esta tarea y exhortación divina sigue siendo un asunto inacabado y por hacer. Y por obediencia a Dios, me toca a mi también.

Con la declaración misionera, el evangelio de Mateo es el único que enfatiza el trabajo de llevar a las personas a la madurez plena como "discípulos" (Marcos 16, 14-18; Lucas 24,36-49; Juan 20, 19-23; Hechos 1, 6-8 ). 

Es algo más que proclamar el Evangelio a través del apostolado. Se trata de replicar el modelo que Jesús nos mostró con los Doce para llevarlo a todas las naciones del mundo.

Y yo me he comprometido como "soldado de Jesucristo" (2 Timoteo 2, 3) a poner mi granito de arena para completar este divino objetivo.

Por madurez

En Juan 15, Jesús nos revela que nos ha escogido y nos ha designado para dar fruto (Juan 15, 4- 15,16), y dar fruto en abundancia (Juan 15, 5- 15, 8) y que permanezca (Juan 15, 16).

Desgraciadamente, muchas personas se acercan a Cristo y luego se alejan de Él. Obviamente, hay muchos factores que influyen y, a veces, no seguir a Cristo es simplemente el resultado del libre albedrío. 
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Sin embargo, hay muchos casos en los que la gente no ha tenido acceso a un discipulado que los fortalezca, les haga crecer y madurar espiritualmente.

Debo llevar a las personas que se han encontrado con Cristo a la plena madurez. Debo ayudarles a cultivar su alma para que su corazón pueda convertirse en un buen suelo que rinda 30, 60 o 100 veces cuando el dueño regrese (Marcos 4,20).

Las personas que nos integramos en grupos de discipulado, acudimos diariamente a la Eucaristía, leemos y meditamos la Palabra de Dios, oramos y adoramos más regularmente, nos confesamos con más frecuencia, compartimos la alegría y el amor de Cristo con otros con más libertad y sin temor, damos más generosamente y servimos más a menudo que los que no forman parte de esos grupos.

El discipulado produce progreso y madurez en la vida de las personas. Y eso se consigue de una forma especial a través de los grupos pequeños.

Por acogida

He oído muchas veces que la gente deja de ir a la iglesia porque no se sienten "acogidos". Eso generalmente significa que no les gusta el ambiente, la música o el cura, o todo ello. 

Creo que todos las personas que se acerquen a una parroquia deben sentir y disfrutar de una cálida comunidad que acoja y que acompañe.

Imagen relacionadaMientras sigo caminando con el Señor, me encuentro buscando a Jesús cada día más para crecer en el "hombre nuevo" que Él me llama a ser. En Juan 4,34 Jesús dice: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió, y terminar su obra".

Jesús se sentía acogido, alimentado  y acompañado mientras llevaba a cabo la voluntad de su Padre.Cuando cumplo su voluntad y le sirvo, siento mi mente y mi corazón renovados. 

Cuando me acuesto por la noche, tengo una paz indescriptible que viene de un día de trabajo para el Señor. Me siento en comunión con el Padre y como parte importante de su Plan.

Cuando me levanto y voy a misa, le ofrezco el día y le pido que "me dé mi pan de cada día" (Mateo 6,11) tanto material como espiritual.

El discipulado no es tarea fácil pero la satisfacción espiritual que se experimenta al llevar almas a Dios es tan evidente como el aire que respiramos.

Por capacidad

El  mayor don que Cristo nos prometió es el Espíritu Santo. Sus primeras palabras a sus apóstoles, reunidos en el cenáculo fueron: “Recibid el Espíritu Santo”. Era el cumplimiento de una promesa que les había hecho en la Última Cena: enviar al Espíritu Consolador.

Imagen relacionadaJesús nos envía al Espíritu Santo para dotarnos a todos con la capacidad de hacer discípulos. "Dios no elige a los capacitados. Capacita a los elegidos".

Como cristiano bautizado, no sólo estoy llamado a ser un discípulo de Cristo, sino que estoy capacitado también para que otros crezcan como discípulos de Cristo. (Efesios 4, 11-12)..

Es por su acción, que somos capaces de realizar cualquier obra para la gloria de Dios.

Yo no me siento especialmente capacitado y menos por mis méritos, pero abandonándome en manos de Dios, sé que nada es imposible.



Todas éstas son algunas razones para hacer discípulos. Seguro que hay más.

¿Y si las descubrimos mientras hacemos discípulos? ¿Te apuntas?