"Dios bendijo el día séptimo y lo santificó,
porque en él había descansado de toda la obra de su actividad creadora."
(Génesis 2, 3)
Si el Creador del Universo descansó después de su obra, entonces nosotros, los seres humanos, también debemos descansar.
También en los grupos pequeños de fe es necesario hacer pausas planificadas. No es que sea malo que los grupos pequeños continúen con su labor. Algunos lo hacen y lo hacen con éxito. Quizás algunos piensen que unas vacaciones pueden romper el ritmo del grupo o preguntarse: ¿Qué pasa si las personas que se han acercado a la Iglesia están buscando un grupo para unirse y no hay ninguno? ¿Qué pasa si, por ello, nunca se unen y dejan de asistir a la iglesia antes de que comience el próximo curso?
También en los grupos pequeños de fe es necesario hacer pausas planificadas. No es que sea malo que los grupos pequeños continúen con su labor. Algunos lo hacen y lo hacen con éxito. Quizás algunos piensen que unas vacaciones pueden romper el ritmo del grupo o preguntarse: ¿Qué pasa si las personas que se han acercado a la Iglesia están buscando un grupo para unirse y no hay ninguno? ¿Qué pasa si, por ello, nunca se unen y dejan de asistir a la iglesia antes de que comience el próximo curso?
Mi reflexión parte de la base que no hay un modelo perfecto que atienda todas las necesidades de las personas. Lo que me pregunto es: ¿Cómo podemos ayudar a la mayor cantidad posible de personas a crecer en comunidad, discipulado y liderazgo a través de pequeños grupos de manera duradera y a largo plazo?
Una de las mejores maneras es formar varios grupos pequeños de 10 a 12 semanas a lo largo del año con un mes/mes y medio de "pausas planificadas", sobre todo, ahora en verano. Los beneficios que se desprenden de un descanso son:
Madurez duradera
Es muy beneficioso para madurar en la fe, dentro de los grupos pequeños, que sus integrantes oremos todos los días por los demás miembros del grupo, que nos reunamos para nuestro desarrollo personal, que invitemos y acojamos a nuevas personas en nuestro grupo y que cuidemos a los miembros del grupo. Sin duda, seremos más capaces de servir en los grupos pequeños por más tiempo y de forma duradera si establecemos "descansos". Todo lo que podamos hacer para evitar quemarnos en nuestro servicio laico es de suma importancia.
Acoger nuevas personas
La mayoría de las personas no quieren sentirse como si estuvieran llegando tarde a una fiesta ni sentirse "extraños" en una familia ya formada.
Al planificar descansos y crear nuevos grupos tras la pausa estival dan un sentido y, en gran medida, una realidad, para que todos puedan unirse a un pequeño grupo por primera vez y no tener que ponerse al día con el resto de los miembros.
Al planificar descansos y crear nuevos grupos tras la pausa estival dan un sentido y, en gran medida, una realidad, para que todos puedan unirse a un pequeño grupo por primera vez y no tener que ponerse al día con el resto de los miembros.
Cada vez que lanzamos un nuevo pequeño grupo, es aconsejable promocionarlo antes de su puesta en marcha. Descubrimos que muchas personas que nunca han asistido a un grupo pequeño, antes de dar el salto, sienten la necesidad de unirse sin pensar que son "novatos".
Menor nivel de compromiso
Si las personas sienten que tienen que comprometerse a asistir obligatoriamente a un grupo durante un año entero, es probable que nunca lleguen a formar parte de uno. Sin embargo, si saben que hay un momento de encendido y apagado, estarán menos intimidados y más abiertos a salir de sus zonas de confort y entrar en un grupo.
Multiplicación de grupos
Establecer objetivos para la multiplicación de grupos es más fácil con descansos planificados. Pueden establecerse dos veces al año: en enero, tras la Navidad, y en septiembre tras el verano.
Los nuevos grupos son muy frágiles, sobre todo, al principio, y necesitan comenzar con un mínimo de cinco a seis personas.
Debemos no cortar el contacto de forma abrupta durante el descanso y animarnos a mantener comunicación e interacción aunque no nos reunamos. Aunque un grupo suspenda las reuniones mensuales, pueden mantener el contacto, reunirse para tomar café o una barbacoa, planear una actividad de compañerismo en grupo o una fiesta.
Muchas veces, es durante los descansos programados, cuando vemos el fruto de una verdadera comunidad, tal y como dice Levítico 25, 3-5 dice: "Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su fruto; Pero en el séptimo año habrá un día de reposo solemne para la tierra, un día de reposo para el Señor. No sembrarás tu campo ni podarás tu viña. Lo que crece de su propia cosecha no cosecharás, ni recoger las uvas de tu viña sin cuidado, porque es un año de descanso para la tierra".
El principio que Dios nos da es que, al igual que la tierra, nosotros necesitamos descanso para mantener la productividad. Cuando lo hacemos, Dios nos bendice con mayor calidad en nuestro servicio.
El descanso es una oportunidad para reflexionar proyectos, tomar perspectivas, tomar impulso y prepararnos para volver a sembrar y dar mayor fruto.
Las vacaciones son un buen momento para dejarnos susurrar por Dios, conocer su voluntad y su plan para nosotros. No se trata de olvidarse de todo sino de estar tranquilos, relajados y con paz para dejarnos guiar por el Espíritu Santo.
Cuando hagas las maletas, recuerda meter tu fe en ellas.
¡Feliz descanso!
Muchas veces, es durante los descansos programados, cuando vemos el fruto de una verdadera comunidad, tal y como dice Levítico 25, 3-5 dice: "Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su fruto; Pero en el séptimo año habrá un día de reposo solemne para la tierra, un día de reposo para el Señor. No sembrarás tu campo ni podarás tu viña. Lo que crece de su propia cosecha no cosecharás, ni recoger las uvas de tu viña sin cuidado, porque es un año de descanso para la tierra".
El principio que Dios nos da es que, al igual que la tierra, nosotros necesitamos descanso para mantener la productividad. Cuando lo hacemos, Dios nos bendice con mayor calidad en nuestro servicio.
El descanso es una oportunidad para reflexionar proyectos, tomar perspectivas, tomar impulso y prepararnos para volver a sembrar y dar mayor fruto.
Las vacaciones son un buen momento para dejarnos susurrar por Dios, conocer su voluntad y su plan para nosotros. No se trata de olvidarse de todo sino de estar tranquilos, relajados y con paz para dejarnos guiar por el Espíritu Santo.
Cuando hagas las maletas, recuerda meter tu fe en ellas.
¡Feliz descanso!