¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

martes, 17 de enero de 2017

DIOS HA MUERTO Y NOSOTROS LE HEMOS MATADO

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"Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros le hemos matado.
¿Como podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos?
El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído
se ha desangrado bajo nuestros cuchillos:
¿quién limpiará esta sangre de nosotros?
¿Que agua nos limpiará?
¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar?
¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros?
¿Debemos aparecer dignos de ella?"
(Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125)

"Dios ha muerto" es la frase con la que Nietzsche auguró la crisis de la moralidad de los siglos XX y XXI, y la imposibilidad de conservar cualquier sistema de valores, en ausencia de un orden divino. 

La muerte de Dios se refiere no sólo al rechazo de la creencia en Dios, sino también al rechazo de los valores absolutos y universales

De esta manera, la pérdida de una base absoluta de moralidad conducirá, primero, al nihilismo (la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco) y más tarde al relativismo (los puntos de vista no tienen verdad ni validez universal, sino que sólo poseen una validez subjetiva y relativa). ¿Nos suena familiar?

¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos?
Se levantan los reyes de la tierra, 
los príncipes conspiran contra el Señor y su mesías:
"¡Rompamos sus cadenas, sacudamos su yugo!".
(Salmo 2, 1-3)

En los tres primeros versículos del Salmo 2, el rey David habla de las naciones que se levantan contra Dios, que conspiran contra Dios, que ven Su voluntad como "cadenas y yugo" que los esclaviza, que ven Su Palabra anticuada. El rey David incluso menciona que estos líderes de todas las naciones hacen proyectos (leyes) vanos, en oposición directa a los caminos de Dios. ¿Nos suena familiar?

A pesar de que muchos de estos líderes actuales vienen de herencias cristianas y viven en países tradicionalmente cristianos, afirman que Dios es irrelevante en el mundo de hoy. 

En 1966, la revista americana Time mostraba en su portada: "¿Dios está muerto?"Los lectores criticaron duramente a la revista por insinuar la muerte de Dios en una nación con fuertes raíces cristianas. 
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Sin embargo, el incremento de la hostilidad hacia Dios y hacia los cristianos que se han producido en los últimos años, donde la cultura popular ha pasado de objetar a Dios, para odiarle profundamente, deja en insignificante aquella portada. 

Nunca ha habido en la historia un cambio de mentalidad cultural tan rápido como el que se ha producido en los últimos 5 ó 10 años.

Fuego cruzado en el mundo

Como resultado de este cambio tan notable, los cristianos estamos atrapados en un fuego cruzado.

Lo que no hace mucho solía ser la excepción, cristianos calumniados por creer en Dios y vivir su fe, hoy es la norma. Lo que solía ser la excepción, personas maldiciendo y profanando el nombre de Dios y de su Iglesia, hoy es la regla.

En todo el mundo, en Europa Europa y en nuestro país el cristianismo está siendo atacado. De una forma evidente o solapada. La situación es claramente opositora debido a leyes aprobadas con el objetivo de asegurar unos supuestos derechos humanos (libertad de género, de culto, de condición, de unión, de aborto, de eutanasia, etc.) que de hecho, estigmatizan a los cristianos.
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Fuego amigo en la Iglesia

Estamos experimentando un cambio dramático en las sociedades de todo el mundo. La temperatura está aumentando, al igual que los polos de la fe se están derritiendo a marchas forzadas y se recrudecen las zonas de desierto. La temperatura del odio sube unos cuantos grados cada año contra los cristianos en particular.

Como cristianos, sería absurdo esperar la simpatía del mundo secular. Jesús nos dijo: "Seréis odiados por todas las naciones por causa de mi nombre" (Mateo 24, 9). Sin embargo, el fuego ha llegado hasta la misma Iglesia. 
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Es triste comprobar que tenemos una débil fe cristiana. La Iglesia no está trabajando bien, ha perdido su identidad y los seminarios están vacíos. Las parroquias son lo único que se mantiene de pie. Necesitamos una verdadera vida cristiana para luchar contra nuestra sociedad que ha matado a Dios.

De hecho, muchas naciones "post-cristianas" tienen un largo camino por recorrer antes de que su nivel de persecución cristiana pueda compararse a lugares como Corea del Norte, Somalia, Irak o Siria. Aunque rezamos para que el nivel nunca aumente, el riesgo permanece latente.

Los casos de persecución contra los cristianos son recordatorios de que nuestro mundo está cambiando rápidamente más allá de sus raíces cristianas. Y en la última década, la aceleración de la actividad decididamente anticristiana es sorprendente.

Un mundo sin Dios es un infierno

Si los cristianos no nos despertamos para ver lo que está sucediendo, terminaremos acelerando nuestra propia persecución. Un mundo sin Dios es un infierno. El infierno es, en definitiva, eso: no tener a Dios.  Ese no es el deseo de Dios para aquellos que lo seguimos. Él nos ha dado Su Espíritu para llegar a ser santos y alcanzar el cielo. El Espíritu Santo, que vive dentro de nosotros nos puede ayudar a luchar en estos tiempos contra la decadencia moral y religiosa. 

Sin embargo, el empeño de esta sociedad relativista es en vano. Movidos por el Diablo, desean unirse a los judíos del primer siglo y volver a matar a Dios. Una cosa es evidente: ellos mismos creen en la Resurrección de Cristo pues para volver a matarlo tiene que haber resucitado. 

Lo cierto es que Él ha triunfado sobre la muerte y ahora ¡vive! "¿Por qué buscan al vivo entre los muertos? No está aquí, ha resucitado" (Lucas 24,5 ).

La resurrección de Cristo es lo que marca la diferencia para nosotros, los cristianos. "Él no es Dios de muertos, sino de vivos" (Marcos 12,27). "Así también ustedes, considérense como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6,11). 

Por tanto, vivamos Su resurrección como la mayor señal de que Dios está vivo en nuestro mundo, de que nosotros somos sus testigos y su fiel reflejo. Así, daremos la mejor respuesta a este mundo corrompido por el deseo del Enemigo de vivir sin Dios.

lunes, 16 de enero de 2017

PROMISCUIDAD ESPIRITUAL: BUSCANDO A DIOS DESESPERADAMENTE

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"Pues vendrá el tiempo en que los hombres 
no soportarán la sana doctrina, 
sino que, llevados de sus caprichos, 
buscarán maestros que les halaguen el oído;
se apartarán de la verdad 
y harán caso de los cuentos."
2 Timoteo 4, 3-4

Todos somos susceptibles de caer en la tentación y por ello le pedimos a Dios en el Padre Nuestro que no nos deje caer en ella. Pero Satanás actúa de forma sibilina y nos presenta sus productos falsificados como si fueran artículos genuinos. 

Muchos cristianos sucumben a la insana tentación de "buscar desesperadamente a Dios" por todas partes, cayendo en la oscuridad de lo que podríamos llamar promiscuidad espiritual

Según el diccionario, promiscuidad significa un comportamiento confundido, desordenado y cambiante que sólo busca la propia satisfacción o placer. Es una conducta egoísta e infiel. Por tanto, no puede venir de Dios ni tampoco ser de su agrado.

El Diablo sigue actuando de la misma forma y usando las mismas tácticas desde que fue arrojado a la tierra, de la misma manera que hizo con Adán y Eva. Muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta de que son mentiras porque las envuelve de una espiritualidad tan creíble, que parecen la "Verdad". 

En efecto, se disfraza de luz para extraviar nuestra mente hacia la promiscuidad. Para que nunca pare, para que cambia constantemente, para que ni espera ni persevere, para que se impaciente y se precipite, para que busque resultados inmediatos y placenteros, para que se aburra y se canse, hasta dispersarla y apartarla del camino. Y así, nuestra mente no es capaz de estabilizarse ni de obtener el jugo de la madurez espiritual de manera paciente y reposada dentro de una comunidad.

Actúa de la misma forma que una abeja, manteniéndose en el aire cerca de la flor, agitando sus alas con movimientos rápidos y continuados 
pero nunca posándose. Y una vez ha libado su dulce néctar, se marcha a otra flor. 

Por desgracia, algunos cristianos ansiosos y golosos, tienden a perderse en la búsqueda de su propio desarrollo personal y auto-formación espiritual, yendo de aquí para allá, probando muchos carismas, tomando lo complementario por esencial.

Tratan de convencerse de que pueden vivir la fe de forma individual, de que pueden ir "por libre", sin pertenecer a ninguna comunidad y que cada cual puede y debe buscar una fe a su medida, algunos sin Dios mismo, otros buscándole desesperadamente, saltando de flor en flor, cual "abejas cristianas".

Pero la fe no es ir saltando de parroquia en parroquia, de método en método, de movimiento en movimiento, de carisma en carisma, de sacerdote en sacerdote o de congregación en congregación. No es ir de tienda en tienda buscando el vestido ideal.

La fe es una relación de amor con Dios y con el prójimo. Requiere un trabajo interior y produce una consecuencia exterior. Dios actúa dentro de nosotros para que nosotros actuemos fuera, en el mundo. Y por tanto, sólo puede vivirse y desarrollarse en comunidad. Debemos "pertenecer", no sólo "creer".

Cuando tratamos de vivir nuestra fe buscando a Dios en distintos sitios, no hacemos sino un intento desesperado de descubrir fuera lo que tenemos dentro. La falta de responsabilidad, de compromiso y de relación cuando no tenemos una identidad comunitaria nos empuja y nos aleja de Dios. 
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Algunos cristianos esgrimen el tópico de que "Dios está en todas partes" y lo utilizan como coartada para seguir buscando "una fe a su medida". Es cierto que Dios es omnipresente, que está presente en todas las cosas y en todas partes, pero eso no significa que se revele en todas ellas. Aquí está el punto clave.


Algunas personas utilizan esta verdad de la omnipresencia para escabullir su responsabilidad de encontrar a Dios en la Iglesia que Él estableció y no formar parte de ella. 

Otros, buscan equivocadamente a Dios en otros lugares, de acuerdo a sus instintos humanos o gustos personales. No tanto por que no esté sino porque esgrimen esta excusa para "trocear a Dios" y así poder sentirse mejor y más cómodos, enarbolando la bandera de una cierta madurez espiritual que les lleva a buscarle por muchos lugares.

Ignorar que Dios tiene un plan y un orden para todo es el error más grande que los cristianos podemos cometer. Nuestras propias ideas y creencias humanas jamás sustituirán las verdades que Dios ya estableció en su Iglesia. 

Por mucho que busquemos, incluso con sinceridad, esfuerzo y sacrificio, si no seguimos la voluntad de Dios de pertenecer a una comunidad parroquial, de nada sirve lo que hagamos. 

Si no fundamentamos nuestros actos o búsquedas en lo que Dios (y por tanto, la Iglesia) nos dice,  ni siquiera nuestra propia opinión cuenta, por muy maduros que creamos ser.

domingo, 15 de enero de 2017

PENDENCIEROS DE PARROQUIA

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Pendenciero es una persona que evidencia una propensión a las peleas y los enfrentamientos. Alguien que no está abierto al diálogo y al intercambio de opiniones. Significa literalmente "un boxeador verbal".

Un cristiano no puede ser una persona que reaccione con violencia física o verbal. No debe resolver los conflictos peleando ni debe ser propenso a la ira, “pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” (Santiago 1,20). La ira nace de nuestros corazones egoístas, pecaminosos y orgullosos (Proverbios 12,16). 

Los cristianos debemos ser pacificadores (Proverbios 15,1, 18) porque lo importante no es tener la razón, sino expresarla con palabras suaves, con una respuesta amable. Cuando se tiene la razón no hay por qué gritar, no hay por qué ofender, no hay por qué alzar la voz, no hay por qué usar reproches o palabras altisonantes.

Al pendenciero, todo le enfada, todo le molesta, se enoja rápida y exageradamente por cosas insignificantes (Proverbios 29,11), salta a la mínima y se cree en posesión de la verdad siempre. 

Pero el pueblo de Dios debe reaccionar a las situaciones con calma y con delicadeza (2 Timoteo 2,24-25). 

El apóstol Pablo nos dice que un cristiano debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso (1 Timoteo 3,2-3).

En lugar de ser agresivo o iracundo, debe ser amable, considerado, cordial, tolerante y clemente, que perdona fácilmente los fracasos y errores. No debe ser exigente, quisquilloso o susceptible (Pro. 19,11, 12,16).

Sin embargo, los pendencieros son muy comunes en muchas parroquias. Nadie les puede decir nada, nadie los puede confrontar, nadie los puede tocar porque se ofenden rápidamente, causan estragos y crean disensión. 

Existen diez características que nos pueden ayudar a reconocer a un pendenciero antes de que haga demasiado daño:

1. No se reconoce a sí mismo como pendenciero. Por el contrario, se ve a sí mismo como héroe necesario, enviado para salvar a la iglesia.

2. Se molesta por casi todo y trata de convencer a las personas para que sean sus aliados en su causa. Por lo general, ansía tener un "enemigo" en la parroquia, porque no es feliz si no está luchando, si no acomete una batalla.

3. Tiene una agenda personal egoísta. Determina lo que "su" iglesia debe ser y asimilar. Cualquier persona, servicio o método que es contrario a cómo percibe su iglesia ideal, es blanco de sus ataques.

4. Trata de formar alianzas de poder con los miembros débiles de la iglesia.  Los miembros de la parroquia más débiles sucumben a sus fuerte personalidad. Suele maniobrar para conseguir una posición de liderazgo dentro de la parroquia.

Resultado de imagen de propensos a las peleas5. Posee personalidad intensa y emocional. Utiliza la intensidad de su personalidad para salirse con la suya.

6. Impone "lo que debe hacer o decir la gente." Recoge fragmentos de información y da forma a sus propias conclusiones. 

7. Encuentra sus mayores oportunidades en las parroquias con muchas expectativas y actividades. Trata de obtener sus propias necesidades y preferencias. 

8. Intimida a los miembros de la iglesia, hasta el punto de que la gente prefiere tenerlo como amigo en lugar de como enemigo. Casi nadie se atreve a enfrentarse a él. Reprueba a obispos, a sacerdotes y a cualquier miembro de la parroquia que no "comulgue" con sus ideas. 

9. Un pendenciero siempre tiene una siguiente misiónCrea caos y causa estragos. Puede tomarse un breve descanso en su labor de intimidación pero siempre mantiene un comportamiento manipulador.

10. A menudo se mueve a otras parroquias después de haber hecho su daño. Ya sea porque se ve obligado o simplemente porque se aburre, se traslada a otras iglesias con la misma misión de la intimidación. 







jueves, 12 de enero de 2017

POR FAVOR, NO ME DES UNA RESPUESTA CRISTIANA



"Jesús se echó a llorar."
Juan 11,35 

Soy cristiano, quiero a Jesús y a Dios pero me disgustan las respuestas cristianas encorsetadas. No me gustan los que intentan darme la solución para todo con unas cuantas palabras agradables, o envueltos en una falsa espiritualidad. Sobre todo, en los momentos de angustia y de dolor.

Porque no hay nada bonito ni agradable en algunas cosas que suceden en nuestro mundo roto. Y en una muerte de un ser querido, menos.

Le pido perdón a Dios, si le ofendo pensando que un cristiano no puede arreglar todo con unas buenas palabras. Creo que Dios no necesita personas (como yo, con perspectiva, entendimiento y profundidad limitadas) para tratar de dar sentido a cosas que no tienen sentido.

¿Hay un lugar para Dios en todo esto? Por supuesto. El venció a la muerte y Resucitó. Pero debemos dejar que Dios nos dirija. A su tiempo. A su manera. Con su amor.

Y cuando suceden cosas terribles debemos decir: "Es terrible". Cuando las cosas no tienen sentido, debemos decir: "Esto no tiene sentido". Porque hay una gran diferencia entre un palabra equivocada en el momento equivocado y una palabra correcta en el momento adecuado.

Cuando mi abuela murió, lloré desconsoladamente. Estuve con ella unas horas antes, hablando. La escuché decir lo mucho que me había querido toda su vida. Y horas después ya no estaba. Me dolió profundamente. Lloré amargamente. No entendía el por qué de su muerte. Al menos, no de momento. Estaba furioso. Necesitaba tiempo para poder curar mi dolor, mi enfado y mi pérdida.


Pero lo que más me enfureció fue durante el velatorio, cuando la gente intentaba aliviarme diciendo cosas como: "Dios se la ha llevado al cielo" o "está en un sitio mejor". Eso no hizo más que retorcerme en el dolor de mi corazón, que estaba completamente roto.

Entiendo por qué me decían esas cosas... querían decirme algo bonito. Querían consolarme y por eso me lo decían. Y yo quería sentirme consolado, pero no lo estaba.

Todo era contradictorio. Quería estar llorando desconsoladamente por mi abuela un minuto y pensando que estaría en el cielo, al siguiente. Quería dar gracias a Dios y a la vez, enfadarme con Él. No había nada de razonable en todo eso.

Pero lo que sé ahora y que me hubiera gustado saber entonces, es que incluso Jesús sintió emociones profundamente humanas como el dolor y la angustia. 

En Juan 11, 32-35, se nos describe cómo Jesús recibe la noticia de que su querido amigo Lázaro ha muerto:

"Cuando María llegó al lugar donde Jesús estaba y lo vio, se cayó a sus pies y dijo: 'Señor, si tuvieras Mi hermano [Lázaro] no habría muerto. "Cuando Jesús la vio llorando, y los judíos que habían venido con ella también llorando, se sintió profundamente conmovido de espíritu y turbado. -¿Dónde lo has puesto? -preguntó. 'Vengan y vean, Señor', contestaron. Jesús se echó a llorar."

Sí, Jesús lloró y lloró por su querido amigo en ese momento devastador y desgarrador. Y Él es Dios. El hecho de que Él pueda identificarse con mi dolor es muy reconfortante para mí.

Hay un momento para recibir una respuesta cristiana de amigos bien intencionados. Desde luego. Pero también hay un momento para llorar con un amigo herido desde lo más profundo de tu alma. Y por eso, le pido a Dios que me (nos) ayude a conocer la diferencia.

Querido Padre y Señor mío, gracias por estar allí, en mis momentos más oscuros. Sé que eres real y que tú eres el único que puede traer consuelo a situaciones aparentemente imposibles. Por favor ayúdame a encontrarte en los momentos más aciagos. Amén.

 "Alegraos con los que se alegran; Llorar con los que lloran. Vivid en armonía unos con otros".Romanos 12, 15-16

"Una persona encuentra alegría en dar una respuesta adecuada - ¡y cuán buena es la palabra oportuna!" Proverbios 15,23 

Piensa en alguien que esté pasando por una situación realmente difícil. ¿Cómo puedes consolarlo? 

Consolar implica acompañar, ser útil, llorar con él y en definitiva, asegurarse de que sus necesidades físicas y emocionales se cumplan en este difícil momento. Permite que Dios te guíe mientras intentas consolar de la forma correcta a tu amigo.




jueves, 5 de enero de 2017

DIFERENCIAS ENTRE UN CREYENTE Y UN CRISTIANO

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"No todo el que me dice: ¡Señor! ¡Señor!, entrará en el reino de Dios, 
sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial."

He escuchado muchas veces esta afirmación: "Soy cristiano (católico) pero no practicante". La misma frase encierra una incongruencia y una contradicción o, quizás un completo desconocimiento de la diferencia entre ser sólo creyente o ser cristiano. Posiblemente porque lo que realmente quieren expresar es que creen en Dios pero no le conocen.

Muchos dicen creer en Dios pero eso no les hace cristianos. Los demonios también creen en Dios y no son cristianos: "¿Tú crees que hay un solo Dios? Muy bien. Los demonios lo creen también, y tiemblan." (Santiago 2,19).

El diccionario define a un cristiano como “una persona que cree en Jesús como el Mesías, o en la religión basada en la enseñanza de Jesús.” Aunque éste es un buen punto de partida para entender qué es ser cristiano, esta definición no alcanza a expresar en realidad la verdad bíblica de lo que significa ser un cristiano.
La palabra “cristiano” es utilizada tres veces en el Nuevo Testamento: en Hechos 11,26; Hechos 26,28, y 1 Pedro 4,16.

Los seguidores de Jesucristo fueron llamados “cristianos” por los no creyentes en Antioquía, debido a que su comportamiento, actividad y forma de hablar fueron como los de Cristo y fue utilizado de un modo despectivo y para burlarse de los cristianos (Hechos 11,26). Literalmente significaba “partidario o seguidor de Cristo.”

Desgraciadamente con el paso del tiempo, la palabra “cristiano” ha perdido mucho de su significado y a menudo es utilizada para describir a alguien religioso o que tiene altos valores morales, en lugar de un verdadero seguidor de Jesucristo nacido de nuevo en el espíritu como vemos en Juan 3,3. 

Mucha gente que no confía plenamente en Jesucristo, se considera cristiana simplemente porque asiste a la iglesia o vive en un país “cristiano.” Pero asistir a la iglesia, cumplir los mandamientos o ser una buena persona no le hace a uno ser cristiano, al igual que ir al Bernabéu no le hace a uno ser madridista. 

Ser un miembro de una parroquia, asistir a las misas regularmente, y dar dinero en la colecta, no nos hacen cristianos. Ser bueno tampoco. Muchas personas han sido buenas y no han conocido a Jesús.

La Biblia nos enseña que las buenas obras, por sí solas, no nos hacen aceptables a Dios. En el libro de Tito 3,5 nos dice que “nos ha salvado, no por la justicia que hayamos practicado, sino por puro amor, mediante el bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo.” Es el amor el que define a un cristiano, en primera instancia.

Un cristiano es alguien que ha nacido de nuevo en Dios (espiritualmente hablando) y que pone su fe y confianza en Jesucristo. Esto lo vemos en Juan 3,3-7, y en 1 Pedro 1,23. En Efesios 2,8 leemos que “Habéis sido salvados gratuitamente por la fe; y esto no es cosa vuestra, es un don de Dios.” 

Un verdadero cristiano no es aquél que simplemente cree en Jesucristo. Un verdadero cristiano es seguidor y aprendiz de Jesucristo. Es decir, implica esforzarse por imitar el ejemplo de Cristo durante toda su vida.

Un verdadero cristiano es una persona que reconoce que Jesucristo murió en la cruz como pago por todos los pecados de cada uno de nosotros y que resucitó al tercer día para obtener la victoria sobre la muerte, para dar la vida eterna a todos los que creen en Él. 

Un verdadero cristiano es hijo de Dios, es parte de la familia de Dios porque han recibido al Maestro. Juan 1,12 nos dice: “A todos los que lo reciben, a los que creen en su nombre, les da el ser hijos de Dios.” 
Un verdadero cristiano vive como Cristo vivió; es decir, haciendo lo que Él hizo y evitando lo que Él evitó. El cristianismo es un camino de vida. Un verdadero discípulo de Jesús es aquél que le sigue e intenta vivir según su ejemplo.

Dios pone un deseo en el corazón del cristiano de cambiar totalmente su estilo de vida y le incentiva a llevar una vida encaminada a la santidad

La marca de un cristiano verdadero es demostrar amor hacia los demás y obediencia a Dios (1 Juan 2,4 y 10).

Ser sólo creyente no es ser cristiano. Creer en Dios no significa necesariamente que experimentemos su amor y mantengamos una relación personal con ÉlTodo cristiano es creyente pero no todo creyente es cristiano:

Un creyente cree en Jesús. Un cristiano ama a Jesús.

Un creyente sigue una religión, una serie de preceptos morales, una lista de cosas que debe o no debe hacer. Un cristiano hace de todo eso un estilo de vida.

Un creyente va a la iglesia los domingos. El cristiano sabe que una comunidad cristiana es el paradigma donde poder vivir su fe.

Un creyente reza para pedir cuando las cosas se ponen difíciles. Un cristiano reza continuamente y sin cesar, y da gracias a Dios por todo.

Un creyente adapta su fe a su estilo de vida. Un cristiano trabaja para hacer que su estilo de vida se adapte al Evangelio.

Un creyente se sacrifica cuando cree que es conveniente. Un cristiano se sacrifica siempre, sin importar el resultado.

Un creyente se compromete cuando no hay riesgo. Un cristiano se compromete sin importarle el riesgo.

Un creyente se ajusta a la presión social de su entorno. Un cristiano se mantiene firme a la tentación.

Un creyente comparte su fe cuando sea fácil y cómodo. Un cristiano comparte su fe siempre.

Un creyente sabe acerca de Jesús. Un cristiano conoce personalmente  a Jesús y le tiene como su Señor y Salvador.

Un creyente se configura según la moda, la cultura y el entorno. Un cristiano se configura en Jesús.

Un creyente da a los demás lo que le sobra. Un cristiano da la vida por los demás.





miércoles, 4 de enero de 2017

HAY UN TIEMPO PARA TODO BAJO EL CIELO


Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el cielo:
un tiempo para nacer y un tiempo para morir; 
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para curar; 
un tiempo para destruir y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reír; 
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para tirar piedras y un tiempo para recogerlas; 
un tiempo para abrazar y un tiempo para abstenerse de abrazos;
un tiempo para buscar y un tiempo para perder; 
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser; 
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar y un tiempo para odiar; 
un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz.
¿Qué provecho saca el obrero de tanto trabajar?

Eclesiastés 3,1-9



"No tengo suficiente tiempo", "No me da la vida", " Estoy muy ocupado"... He oído esto innumerables veces en mi vida. Tanto, que me cansa rebatirlo.

Decir que estamos ocupados no es más que una excusa de moralidad y actitud perezosas porque, a menudo, es una declaración de nuestra propia importancia, y una excusa para no comprometerse, para ser descortés con la gente... 

Todo el mundo está ocupado. Y todo el mundo se queja de estar ocupado. Yo también, a veces. Ocupado, ocupado, ocupado. Ocupado es una palabra de moda, desgraciadamente. La mayoría de nosotros vivimos bastante cómodos con el hecho de "estar ocupados".

Pero "estar ocupados" (es decir, un estilo de vida frenético o distraído) esconde una "pereza moral" y eso, nos hace sentir incómodos. Significa que "estar ocupados" no es algo que simplemente nos sucede. Es algo que elegimos. Es cuestión de prioridades. 

A medida que estas objeciones y elecciones se generan en nuestra mente, sería útil que recordáramos lo que Jesús dijo a Marta, que tan ocupada estaba siempre: "Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas, y sólo es necesaria una. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará" (Lucas 10,42). Marta, había elegido otra cosa, la parte peor.

¿Por qué elegimos estar ocupados? 

Con demasiada frecuencia lo hacemos para darnos importancia a nosotros mismos. Utilizamos la frase "estoy ocupado" como una forma de decirnos a nosotros mismos y a otros, lo esenciales que somos. Estar ocupados es una forma de demostrar nuestra propia importancia y valía. 

Pero el mayor problema es que elegimos "estar ocupados" como una forma de evitar tener que tomar decisiones más difíciles, más costosas o menos apetecibles. 

"Estar ocupados" no deja de ser una escapatoria. Proporciona una forma adecuada y excusa conveniente de optar por "salir del paso", en lugar de tomar una decisión difícil y compleja, de la que seremos responsables y que nos sacará de nuestra zona de confort. 

Es mucho más fácil ser víctima de las circunstancias que ser responsable de una decisión o incluso, de un error. Un horario desbordante puede convertirse en un escudo perfecto que nos proteja de ciertas actividades impredecibles, incómodas o que requieran "nuestro tiempo". Es una cobertura que surte efecto. 

Pero ¿Quién puede discutir contigo si tienes demasiadas cosas que hacer o si estás ocupado? 

Pues, Dios puede. Jesús, mediante una parábola, nos muestra en la Biblia, las múltiples excusas que ponen unos invitados para no asistir a un banquete, y les dice: "Pues os digo que ninguno de los invitados probará mi banquete" (Lucas 14, 15-24).

Tiempo suficiente

Tenemos que romper el tentador y pésimo hábito de decir que no tenemos suficiente tiempo. Cuando decimos esto, no sólo estamos culpando a nuestras circunstancias, sino que estamos culpando a Dios.  Dios es el verdadero dueño de nuestra vida y de nuestro tiempo. Cuando decimos estar ocupados, estamos diciendo, esencialmente, que Dios es insuficiente o que es tacaño. 

Recordemos la poesía de Santa Teresa: 


Nada te turbe, 
nada te espante, 
todo se pasa, 
Dios no se muda;
la paciencia 
todo lo alcanza; 
quien a Dios tiene 
nada le falta:
Sólo Dios basta.

"Sólo Dios basta". Al reflexionar sobre esto, seremos más conscientes de nuestra falta de fe para dedicarle tiempo a Dios. Tendemos a tener más fe en que Dios proveerá nuestras necesidades económicas, laborales, etc., que nuestras necesidades de tiempo. 

Resultado de imagen de cada momento pertenece a diosNuestra reticencia (en parte, egoísmo y en parte, miedo) es, significativamente, debido a nuestra falta de fe en que Dios nos proporcionará tiempo para lo que necesitemos. 

Debemos recordar que cada momento pertenece a Dios (por lo tanto, cada momento es sagrado) que nos ofrece como regalo. Pero no sólo eso, Dios nos da suficientes momentos para dedicarnos a nuestros llamados sagrados o profanos, cualesquiera que sean. Somos administradores de estos dones y seremos responsables de su inversión (Mateo 25, 14-30, 2 Corintios 5,10). Por ello, debemos manejar las cosas sagradas (cada momento) con mucho cuidado.

Sin embargo, en nuestro temor también debemos recordar que Dios es "misericordioso y clemente, lento para la ira y abundante en amor y fidelidad" (Salmo 86,15). Si llegamos a él humildemente pidiendo ayuda, nos dará todo lo que necesitamos para administrar el tiempo que nos fue confiado (Lucas 11, 9; Filipenses 4,19; Hebreos 13,20-21).

"Praesto Sum"

Dejemos de lado la excusa de "estar ocupados" y decidamos "estar dispuestos", o como dicen los Heraldos del Evangelio: "Praesto sum", siguiendo el modelo perfecto de nuestra madre la Virgen María: "He aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu Palabra" (Lucas 1, 38)
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Dejemos de usar el "estar ocupados" como una insignia de auto-bombo o como una excusa para evitar lo que no queremos hacer.

Dejemos de deshonrar a Dios diciendo que no tenemos suficiente tiempo. Dios, en su eternidad, tiene "el tiempo", dispone de todo el que necesitemos y puede llenar nuestras vidas de él. 

Y recordemos que este momento y cada momento es un don sagrado de Dios. La gracia de Dios está aquí, ahora. Mientras confiamos en Él, nos dará "el tiempo justo para hacer lo que necesitamos hacer momento a momento para responderle".




Dios nos ha dado el tiempo justo para hacer 
lo que necesitamos hacer en cada momento, 
para responder a su llamada 
y hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer. 
Su Gracia está en cada momento.

lunes, 2 de enero de 2017

ORGULLOSO DE SER CRISTIANO

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Estoy orgulloso de ser cristiano, de seguir a Cristo. Él es real, es el Camino, la Verdad y la Vida. Nada me va a apartar de Él, pero la intolerancia con la que algunos actúan me rompe el corazón.  Esta es mi lucha.

A veces me pregunto, "Dios, ¿por qué dejas que estas personas te ataquen? o incluso peor, ¿por qué dejas que ataquen a tus hijos?"

Todos tenemos derecho a una opinión y por supuesto, una creencia, pero eso no significa que nuestras opiniones tengan que ser censuradas con impiedad y crueldad. Todo lo que hago lo intento hacer con amor y decirlo con respeto. Pero te censuran o te atacan. Es desalentador. 

Sin embargo, Dios ya me ha respondido a mis preguntas. Me llama a ser misericordioso, a devolver bien por mal, a perdonar a mis enemigos. Y eso cuesta, sobre todo, para alguien como yo, que dista mucho de ser santo.

En la Palabra de Dios, el concepto de amor y de misericordia son constantes. Pero mientras creo que estas verdades son tan reales como que el sol sale cada mañana, supongo que algunos opinan lo contrario. 

Lo repito, estoy orgulloso de ser cristiano, pero no puedo decir que me guste la forma en que otras personas actúan. Yo sería el primero en dar mi vida por Aquel que dio la suya por mí, pero eso no significa que sea capaz de hacerlo por aquellos que me atacan. Esta es mi asignatura pendiente. Sé que tengo que trabajar en ello. Y mucho...

El segundo mandamiento que Jesús nos dio es: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Marcos 12,31. Además, en Lucas 6, 35-36, el apóstol nos exhorta: "Pero vosotros amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar remuneración; así será grande vuestra recompensa y seréis hijos del altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y con los malvados. Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso" 

Sé que no puedo ignorarlo, sé que debo obedecer aunque me cueste. Sé que el amor es algo que no puedo ignorar como seguidor de Jesús. No es que quiera justificar mis palabras, mis acciones o mis malos pensamientos, pero no lo llevo bien. No siempre soy capaz de amar a mi enemigo.

Sé que mi misión como seguidor de Cristo consiste en reflejar amor, el mismo amor que Jesús mostró sobre la cruz. No soy tan iluso como para creer que por ser cristiano voy a ser amado o respetado por todas las personas. De hecho, Jesús me advirtió sobre ello: "Seréis odiados por todos por causa mía, pero el que se mantenga firme hasta el fin, ése se salvará" (Mateo 10,26).

Sé que sin amor, sin compasión y sin misericordia, ser cristiano no tiene sentido. Sin amor estoy sin Jesús. El fue odiado, perseguido y asesinado, y por tanto, Jesús mismo es la imagen que debo reflejar, y mi misión es amar porque él me amó primero. A todos, incluso a los siguen queriendo verle crucificado.

Como cristiano debo aprender a mostrar al mundo una imagen consecuente del amor de Dios a través de cada faceta de mi vida, incluso en las redes sociales. Sé que el AMOR tiene el poder de cambiar el mundo.

Por eso, le pido a Dios ayuda. Le pido que me envíe su Espíritu, y a María, su Gracia, porque sin ellos, no puedo.




¿DEBO HABLAR A MIS HIJOS SOBRE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO?

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La pasada semana, escuché el caso de una amiga que se vio envuelta en una situación muy embarazosa cuando su hija pequeña, a la salida de un cumpleaños, le preguntó por qué su amiga tenía dos mamás, en lugar de un papá y una mamá.

Nos guste o no, nuestra sociedad actual, enferma y alejada de Dios, nos obliga a tener una conversación absolutamente necesaria con nuestros hijos acerca de la ideología de género.

Mientras algunos luchan contra viento y marea y se afanan por dar conocer una identidad elegida por ellos mismos, pregonarla a los cuatro vientos y obligarnos a los demás a aceptarla, mi familia no tiene que hacerlo. En casa, lo tenemos claro.

No obstante, alguien podría preguntarse por qué un padre cristiano debería abordar este problema con sus hijos. Aquí hay algunas razones:
  • Porque si no lo escuchan primero de nosotros, lo oirán tarde o temprano de otra persona y probablemente, no lo hará desde nuestra perspectiva cristiana.
  • Porque haciéndolo, nos anticipamos a una situación incómoda e inesperada cuando nuestros hijos vayan a un baño público, y salgan con más preguntas que en "pasapalabra".
  • Porque nos da una oportunidad como padres de enseñarles a nuestros hijos la perspectiva de Dios sobre la identidad de género y del ser humano.

Un DIOS absolutamente CLARO

Mientras el mundo que nos rodea se esfuerza por determinar la verdad de quién y de lo que es cada uno, Dios ya lo ha hecho. Y lo ha dejado escrito, perfectamente claro y fácilmente comprensible, incluso para un niño: 
  • Dios nos creó a Su imagen. (Génesis 1, 26-27)
  • Dios nos creó hombre y mujer. (Génesis 1,27)
  • Dios nos creó con un género específico para un único propósito.(Génesis 1,28 y 2, 15,18)
  • Sólo Dios decide el género de una persona y nos muestra innegables formas de identificar ese género desde el nacimiento. (Salmo 139, 14-16)
Al enseñarles a nuestros hijos las verdades bíblicas básicas, podrán identificar por sí mismos la verdad del error, cuando la oigan. 

Enseña a tus hijos que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y que Su Palabra nunca cambia, que es atemporal y eterna, independientemente de lo que haga o piense el mundo.

Un MUNDO totalmente CONFUNDIDO


Lamentablemente, vivimos en una sociedad muy confusa (en el mejor de los casos) que se ha permitido a sí misma ser moldeada por sus propios pecados en lugar de por las verdades absolutas.

Decir que cualquier persona puede ser cualquier cosa o elegir su propio género y que tiene derecho a que nadie diga lo contrario, es simplemente ingenuo y retorcido. No son pocos los médicos, psiquiatras y pediatras que argumentan en contra de la ideología de género y la definen como un trastorno mental




Pregúntale a cualquier niño y podrá decirte "la manera en que son las cosas"

Entonces, ¿por qué nuestra sociedad cree que debe empujar a tal confusión a nuestros hijos y a las generaciones futuras, e incluso a nosotros? ¿Por qué quiere obligarnos a pensar de un modo paranoico como ellos? ¿Acaso son los defensores de la ideología de genero responsables de educar y proteger a nuestros hijos o somos nosotros, sus propios padres?

La respuesta es muy simple: el mundo en que vivimos es un lugar perdido, engañado y confuso. El Diablo hace muy bien su trabajo.

Cuando el mundo que nos rodea decide hacer leyes que no sólo contradicen a Dios y a la Biblia, y que claramente van en contra del sentido común, no sólo está cumpliendo la voluntad de Satanás (quien le mantiene confundido), sino que pretende confundir a las generaciones futuras con su pensamiento único. Al contrario que Dios, el Demonio no otorga libertad ni concibe la tolerancia; por eso, sus seguidores son fieles reflejos suyos.

Hacemos bien en enseñar a nuestros niños que el mundo está confundido, y que Dios no es el autor de la confusión. (1 Corintios 14,33)

Pero lo más importante, no debemos dejar de enseñar a nuestros hijos este último punto ...

Un CRISTIANO amorosamente COMPASIVO 

Mientras, nosotros, como cristianos, debemos ponernos en pie y proclamar la verdad de la Palabra de Dios, y hacerlo siempre de una manera que refleje claramente a Cristo, en un mundo tan desesperadamente necesitado de Él.

En la manera en que hablamos con nuestros hijos sobre el tema, debemos transmitirles un amor por un mundo perdido que necesita la Verdad de Dios para ser libre; debemos prepararlos para que los retos futuros a los que se enfrentarán en sus propias vidas se basen en la Verdad de nuestro Creador y Dios.

A medida que el mundo se aleja cada vez más de la Verdad, odiarán cada vez más a aquellos que la proclamen. Pero que eso nunca cambie nuestro amor por la gente, incluso por los que caminan ciegos y atrapados por el pecado. Recuerda que la forma en que presentamos la Verdad afectará la forma en que nuestros hijos lo crean.

Resultado de imagen de compasion por el pecadorNuestros hijos necesitan oír hablar de este tema desde el punto de vista de Dios y de la Gracia, y los mejores para hablar con ellos acerca de ello no son ni nuestros dirigentes ni nuestros colegios, sino nosotros, los padres.

Nuestros hijos nos observan para ver cómo respondemos a este problema, y ​​la forma en que lo hacemos tiene la capacidad de impactarles de manera significativa en su mentalidad futura, ya sea positiva o negativamente. Podemos inculcarles, sin darnos cuenta, una animadversión hacia aquellos que rechazan la verdad, o simplemente, infundirles compasión y misericordia hacia esas mismas personas.

Todavía es posible enseñar a nuestros hijos a amar al pecador y, al mismo tiempo, odiar el pecado, ayudándolos a entender que el verdadero enemigo es Satanás, no las personas (Efesios 6,12). Pero debemos demostrar claramente el amor de Cristo en nuestro enfoque. Un amor que aborrece el pecado y perdona al pecador.

Dios nos brinda el privilegio de educar a las próximas generaciones para que llenos de fe, cambien el mundo, pero con compasión, llevados por la Gracia y por el Espíritu Santo.

Permitirme animaros a que habléis con vuestros hijos acerca de estas importantes verdades: 

  • defender a Cristo sin comprometer la Verdad
  • amar a los perdidos sin perder nuestro testimonio
  • educar a una generación que entienda cómo hacer ambas cosas".
La Verdad expresada en Juan 8,32 se aplica ahora más que nunca para nosotros, nuestros hijos y el mundo que nos rodea ...

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres".