¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

jueves, 22 de septiembre de 2016

EXCUSAS PARA NO IR A MISA



Ir a misa es disfrutar de una celebración sin igual en nuestras vidas. Es encontrarnos con Dios para seguir participando de su sacrificio y agradecer el don infinito de la salvación que nos ha dado. Ir a misa es un adelanto de la gloria que viviremos con nuestro Padre en la vida eterna.

Sin embargo, cuántas veces nos hemos auto-convencido de no ir a misa bajo la tentación de alguna excusa: ¿Para qué ir si no entiendo nada? ¿Dónde dice que es obligatorio?, estoy cansado, es aburrido, vaya rollo…

He aquí las principales excusas:

La Iglesia está llena de hipócritas 

Todos somos pecadores, pero no debemos juzgar al prójimo.  Juzgar no ayuda a nadie, ni a ti ni a mi, ni a nadie y tampoco cambia la situación. "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". 

Precisamente porque somos todos pecadores, vamos a misa a buscar la misericordia de Dios. Por eso, es normal encontrar ahí a tantos hipócritas y pecadores, mentirosos y avaros, vanidosos y lujuriosos, etc. 

Ahora bien, si tu no eres nada de eso, sino que eres perfecto, no hace falta que vayas. El Papa Francisco dijo en una audiencia: "Si uno no se siente necesitado de la misericordia de Dios, si uno no se siente pecador, ¡es mejor que no vaya a Misa! Vamos a Misa porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Jesús y participar en su redención y en su perdón"

No necesito la Iglesia para estar con Dios

Si un amigo te dijera que no necesita ir a verte a tu casa, ni hacer gestos concretos y explícitos para demostrarte su cariño porque le basta con recordarte, ¿no dudarías de que su amistad? 

Si un amigo no fuera a un funeral de un ser querido con la excusa de que le recuerda en su mente y en su corazón, ¿no dudarías de su cariño?

El movimiento natural del amor surge en el interior, se desborda y se manifiesta en el exterior.  Por eso, la misa es un recuerdo, un memorial al que asistimos los amigos de Jesús, porque no podemos (ni queremos) olvidar lo que hizo por nosotros. Lo hacemos presente, no como algo del pasado.

La misa es muy aburrida

Lo mismo le ocurría a mi hijo pequeño: se aburría con el fútbol hasta que vino un día al Bernabeu y le expliqué de qué iba todo ese lío, le expliqué las reglas, conoció de cerca a los jugadores, las tácticas, las distintas competiciones, etc.

No fue fácil. El proceso de incorporación a veces necesita tiempo, pero al final hace su trabajo. Hoy es un fanático empedernido (más que yo) del Real Madrid. 

Salvando todas las distancias, en el caso de la misa, uno se aburre por desconocimiento y falta de ganas de integración y entonces, es incapaz de disfrutar de las grandezas de la misa. Es necesario entrenarse: conocer mejor las reglas, los signos, la teología, y empezar a encontrarle el gusto. Cuesta. Es verdad, pero vale la pena. El tiempo se encargara de hacer su trabajo. 

Iré cuando lo sienta, nunca obligado

¿Acaso dices que solo tienes hambre de vez en cuando y que solo comerás cuando lo necesites, cuando lo creas conveniente? No, ¿verdad?. El cuerpo nos obliga a alimentarlo. Es cuestión de vida o muerte. Es inevitable. 

Lo mismo te pasaría si descubrieses esa hambre espiritual que clama desde lo hondo del corazón con intensidad. Es imposible no desear alimentar el espíritu. Es cuestión de vida o muerte:  "Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida" (Jn 6, 53-55)".

No me gusta ir a misa

Utilizar el criterio de los sentimientos para decidir qué hacer o no hacer en la vida es una actitud infantil y poco madura. 

Si sólo hiciéramos lo que nos apetece, muchas actividades importantes de nuestra vida quedarían sin efecto. Si nos rigiésemos por esta ley caprichosa acabaríamos enfermos (no quiero esa medicina), siendo despedidos del trabajo (no quiero ir a trabajar) o no desarrollaríamos muchos de nuestros talentos (no quiero ir al colegio). 

La madurez nos descubre que los sacrificios son parte fundamental de la vida, son experiencias que nos permiten crecer y desplegar con plenitud nuestra existencia. 

Con un poco de esfuerzo y perseverancia muchas de las actividades que al inicio nos cuestan (y por ende no nos gustan), con el tiempo comienzan a adquirir el sabor de la familiaridad, de la sana rutina del buen hábito, del sacrificio que libera, del rito capaz de darle un profundo sentido a la vida; y así poco a poco se nos desvela la belleza y el gran valor que se nos ocultaban a primera vista. 

En el caso de la Eucaristía es tremendo poder descubrir la presencia real de Dios y la posibilidad de compartir con Él una hora junto a Él.

La misa es para los viejos

No es cierto. Depende del lugar. Aunque sí es cierto que en muchos lugares de Europa es así. Ahora bien, los ancianos nos dan una cátedra de vida en ese sentido: por la sabiduría adquirida a través de los años y por el aproximarse inminente de la inexorable muerte, logran vislumbrar con más claridad lo esencial de la vida que es invisible a los ojos, y se arriesgan, como pocos jóvenes lo harían, a dar ese salto de fe y a vivir contra-corriente, y llevar con coherencia su fe. 

Muchos vuelven a ir a misa y a rezar habitualmente porque saben que allí encuentran "ese fármaco de inmortalidad, ese antídoto para no morir, ese remedio para vivir en Jesucristo para siempre" (San Ignacio de Antioquía). 

Qué importa el qué dirán y las falsas apariencias de este mundo que pasa. Deberíamos aprender del testimonio y experiencia de nuestros mayores (como nos aconseja el Papa Francisco). 

¿Cómo evitar llegar a esa situación donde los jóvenes dejan de practicar la fe? Si tú eres uno de esos viejos sabios, sigue dando tu testimonio con valentía y trata de llevar a misa a tus nietos mientras se dejan llevar. Si tú eres uno de esos jóvenes inmortales que creen que la vida no acaba y la muerte no llega, y que ha puesto su fe en sí mismo, medita más sobre estos misterios y pregúntate ¿hacia dónde vamos? ¿qué hacemos aquí? ¿qué hay después de esta vida? ¿por qué tantas personas mayores van a misa? ¿qué ven ellos que no veo yo? Tal vez así podrás adquirir esa sabiduría profunda que falta en nuestros días y volverás a ir a misa.

Voy siempre a misa pero no veo ningún cambio en mi.

La comunión es el gran acto de fe. No todo lo que recibimos podemos medirlo, cuantificarlo con criterios perfeccionistas, efectivistas y pragmáticos. 

Hay un misterio que late allí que va mucho más allá de nosotros, mucho más allá de nuestro campo de comprensión, un cambio real que sucede siempre: el Cuerpo de Cristo crece, aumenta, se eleva, porque el Señor se hace presente en nuestro corazón. 

Por eso hay que creerle a Jesús cuando recibimos los sacramentos: "El que los recibe más frecuentemente, recibe más frecuentemente al mismo Salvador, porque el mismo Jesús así lo dice: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él" (Timoteo de Alejandría). 

Si le creemos, necesariamente nuestra vida cambiará, es la lógica de la gravedad y de la inercia: si el centro es Cristo, las órbitas de nuestra vida cambian y eso se nota. 

No entiendo la dinámica de arrodillarse y levantarse todo el tiempo.

Somos seres espirituales y materiales. Por eso, no podemos vivir sin mediaciones, sin contacto, sin símbolos. La palabra símbolo viene del griego sym (con, juntos) y ballein (verbo que significa arrojar, poner), el resultado es elocuente, se trata de poner juntas dos cosas, que separadas no poseen un significado completo, con el fin de que adquieran la plenitud de este

Cada vez que nos arrodillamos, santiguamos, ponemos de pie, estamos realizando una serie de signos litúrgicos llamados a expresar simbólicamente una serie de realidades. 

En el caso de la misa lo más extraordinario es que muchos de los símbolos se vuelven no solo portadores de un mensaje o representación de un concepto, sino que realizan efectivamente aquello que significan. Por ejemplo, cuando el cura  alza la hostia y dice las palabras de la consagración esta “poniendo juntos”, la realidad material de un trozo de pan y una serie de oraciones formales; ambas cosas por separadas no pueden decirnos mucho, pero juntas, se convierten en el Cuerpo de Cristo. Nosotros por nuestra parte nos arrodillamos. Ese gesto que otras ocasiones podría no significar nada (me arrodillo para buscar un objeto que se cayó), en este momento al hacerlo delante de la hostia, que es el Cuerpo de Cristo, se convierte en un signo, un símbolo de verdadera adoración.

En mi parroquia no hay una misa sobria con recogimiento

Primero hable con su Párroco y vea cuál es el problema de fondo. Tal vez se lleve una sorpresa. Tenga presente que Dios ha suscitado toda clase de espiritualidades. 

La Iglesia sobreabunda de carismas con diversos matices y colores. No es que unos sean mejores que otros, simplemente somos distintos. Dios lo sabe y por eso nos regala tantos dones. Por eso, así como a ti no te ayudan los cantos en otro idioma y la música con guitarra, hay quienes, paradójicamente, no se recogen con el rito tridentino y con los cantos gregorianos. 

No juzgues, respeta y valora la pluralidad que es el signo de la grandeza de Dios, único capaz de sostener en unidad los polos opuestos. En todo caso, siempre puedes buscar otra Iglesia cercana que responda mejor a tu sensibilidad espiritual. 

Recuerda: sólo corrige allí donde no se cumplan las normas litúrgicas correspondientes o se practiquen abusos. Del resto, maravíllate y da gracias a Dios.

No soporto el contacto físico con desconocidos

La misa es la celebración cumbre de una comunidad que entra en comunión total, formando un solo Cuerpo. Aquí todo se mezcla: cuerpo, alma, espíritu. Todo se unifica en Cristo, Cabeza del Cuerpo. Por ende, si quieres evitar el contacto y consideras a tu prójimo un desconocido (y no un hermano), estás en el lugar equivocado. 

Aquí todo es contacto y hermandad. Como decía Pablo “Vivo yo, ya no yo, Cristo vive en mí”, y vive en mi hermano que comulga junto a mí y vive en todos los que participamos de Él. Todos formamos un solo Cristo, vivimos su vida, realizamos su misión. Somos una nueva humanidad, la humanidad en Cristo. Estrechamente unidos, más que por la sangre de familia, por la sangre de Cristo, y en Cristo, por Cristo, y para Cristo vivimos en este mundo.

No puedo concentrarme, me dan ataques de risa

Si es risa de alegría y gratitud por los dones recibidos (eucaristía significa acción de gracias) me parece legítimo. Hay gente que es espontáneamente alegre. Eso sí, trata de no molestar a los demás, es decir, ríete contenidamente. Tampoco se te ocurra reírte durante la consagración, pues allí se reactualiza la pasión de Nuestro Señor (que de gracioso tiene poco). 

Si por el contrario, tu risa es expresión de superficialidad burlesca e infantil, haz un esfuerzo y trata de madurar. Si no obtienes resultados pídele al Señor la gracia o llama a tu médico. Fuera como fuera, la meta es que la misa sea un reflejo de tu vida. 



lunes, 19 de septiembre de 2016

¿QUÉ LE GUSTA A SATANÁS?

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Los cristianos no debemos mantener nuestra atención constantemente en el hecho de que Satanás esté detrás de todo lo malo, sino concentrar nuestra mirada en Jesús y animar a otros a seguirlo.

Sin embargo, somos conscientes de que Satanás quiere destruir la iglesia de Cristo aunque es un ser limitado y la iglesia de Dios prevalecerá. Las puertas del infierno no pueden superar lo que Dios creó, pero Satanás sin duda pretende entorpecer e interrumpir nuestra labor y el trabajo de los que aman a Dios.

Por ello, debemos tener claras algunas estrategias que Satanás utiliza para destruir una iglesia:

Crear conflictos

Le gusta crear conflictos y luchas dentro y fuera de la iglesia. Él se regocija cuando los cristianos discuten y se enfrentan, sobre cosas triviales o sobre asuntos importantes.

Tirar la toalla

Le gusta desanimar tanto a los laicos como a los sacerdotes. Si es capaz de hacerles sentir que ya no son necesarios, que su trabajo no es apreciado o que ya no tienen nada que ofrecer, les "quema" para ganar la batalla. El se regodea al difundir desánimo y apatía.

Propagar rumores

Le gusta sembrar rumores o críticas sobre alguien en la comunidad, a veces incluso sobre el sacerdote, y ver cómo se propagan rápidamente. Por lo general, el rumor es más grande que la realidad. A Satanás le gusta agitar la discordia

Llenarnos de actividades

Le gusta distraer con una gran cantidad de actividades, que producen pocos resultados, pero que la gente sienta que han hecho algo. Le gustan los programas, las actividades, los calendarios cargados para mantener a la gente ocupada para desviarles de la misión de Cristo.

Esconder mentiras

Le gustan las "medias verdades" para dividir. Por supuesto, todos sabemos que las media s verdades son una versión de la mentira, pero Satanás es lo suficientemente inteligente como para ocultar una mentira de manera que algunos falsos maestros entren y hagan mucho daño, antes de ser descubiertos. 

Montar escándalos

Le gusta cuando la iglesia se convierte en noticia escandalosa. Y ésta consigue dividir o destruir la iglesia, mejor. Quiere destruir su reputación, su buena fe y su verdadera labor.

Dividir familias

Le gusta destruir cualquier relación, pero sobre todo, el matrimonio y la familia. Le gusta animar a los niños a no ir a la iglesia o que la fe sea un motivo de enfrentamiento entre los miembros de una familia. Sabe que si puede destruir la familia, tiene más probabilidades de destruir la iglesia.


domingo, 18 de septiembre de 2016

¿QUÉ Y CÓMO ES UN BUEN SACERDOTE?



"Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas "
(Juan 10,11)

El mejor ejemplo para comprender qué es un buen sacerdote es nuestro Señor, Jesucristo: Él es el buen pastor.

El apóstol Juan describe a la perfección lo que es un buen pastor: un buen sacerdote es aquel que actúa como un pastor que cuida a las "ovejas" que tiene a su cargo y aquel que da la vida por ellas.

Cuando Jesús se refiere a nosotros como "ovejas", no está hablando en términos afectuosos. En realidad, el rango de ovejas, en medio de los animales, es de los más tontos en la creación. 

Una oveja perdida se desorienta, se confunde, se asusta. Es incapaz de encontrar su camino de regreso al rebaño ni de defenderse de los depredadores hambrientos. Perderse es quizás el punto más débil de las ovejas. Nos guste o no, cuando Jesús nos llama “sus ovejas”, se refiere a que si no tenemos pastor, no somos capaces de hacer nada.

Un buen pastor, un buen sacerdote es aquel que tiene varias funciones en lo que respecta a sus ovejas: conduce, alimenta y nutre, consuela, corrige y protege. 

“Conduce”

Un buen pastor conduce el rebaño mediante el ejemplo de bondad y justicia en su propia vida y anima a otros a seguir su ejemplo

Nuestro gran ejemplo, y Aquel a quien debemos seguir es Cristo mismo. El apóstol Pablo lo entendió así: "Sigue mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo" (1 Corintios 11, 1). 

El buen sacerdote es aquel que sigue a Cristo e inspira a otros a seguirlo también.

“Alimenta y nutre”

El buen pastor es también quien alimenta, nutre y sustenta a las ovejas a través de la Palabra de Dios y de las enseñanzas de la tradición de la Iglesia

Así como el pastor lleva a su rebaño a los pastos más ricos y extensos para que crezcan y desarrollen, el buen sacerdote nutre a su rebaño con un alimento que producirá fuertes y sanos cristianos, y que a su vez, se desarrollarán, crecerán y se multiplicarán. 

La sabiduría de Dios en su Palabra y no de la del mundo es la única dieta que puede producir cristianos sanos. "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Deuteronomio 8, 3).

“Consuela”

El buen pastor consuela a las ovejas, venda sus heridas y aplica el bálsamo de la compasión y el amor. Como el gran Pastor de Israel, el Señor mismo se comprometió a "vendar a los heridos y fortalecer a los débiles" (Ezequiel 34,16). 

Como cristianos en el mundo de hoy, sufrimos muchas heridas espirituales y necesitamos sentirnos amados.

Por ellos, un buen sacerdote escucha y comparte nuestras cargas, se compadece de nuestras circunstancias y nos ayuda, muestra paciencia con nosotros, nos anima a través de la Palabra, nos ama con ternura, eleva nuestras preocupaciones al Padre, nos sana y nos perdona, en su nombre.

“Corrige” 

Al igual que el pastor usa su silbido o su cayado para llevar de nuevo a una oveja errante de vuelta al redil, el sacerdote corrige fraternalmente y desde el amor a las ovejas a su cargo, cuando van por mal camino. 

Sin rencor, ni espíritu dominante, ni soberbia, sino con un "espíritu de mansedumbre" (Gálatas 6, 2). 

Un sacerdote debe corregir y, aunque nunca es una experiencia agradable para cualquiera de las partes, si no corrige, no está mostrando amor por aquellos a su cuidado. "El Señor disciplina a los que ama" (Proverbios 3,12), y el líder cristiano debe seguir su ejemplo.

“Protege”

Un pastor debe proteger a su rebaño o perderá ovejas, de manera periódica y regular, por causa de los depredadores que merodean. A veces, incluso dentro de su propio rebaño. 
Los depredadores de hoy son los que tratan de atraer a las ovejas lejos con doctrinas falsas, descartando el Evangelio por pintoresco y pasado de moda, insuficiente, poco claro, falso o insignificante. 

Estas mentiras las propagan aquellos contra los que Jesús nos advirtió: "Guardaos de los falsos profetas. Ellos vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces"(Mateo 7,15). 

Un sacerdote debe protegernos de las falsas enseñanzas de aquellos que nos llevan por mal camino de la verdad de la Escritura y del hecho de que Cristo es el único camino de salvación: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí "(Juan 14: 6).

Un buen pastor "huele" a oveja porque siempre está junto a ellas, comparte su tiempo y su amor con ellas, nunca las abandona ni se separa de ellas. Se "impregna de su olor". Es cercano.


viernes, 16 de septiembre de 2016

LA ACEDIA, EL OCTAVO PECADO CAPITAL

"Nada te turbe, nada te espante,
quien a Dios tiene, nada le falta.
Nada te turbe, nada te espante,
sólo Dios basta"
 
La Acedia es la pereza espiritual, es una tristeza por el bien, por el bien de Dios. Es una incapacidad de alegrarse con Dios y en Dios, que nos rodea por todas partes, que brota y abunda sin que la nombremos.

La palabra acedia procede del latín “acidia” y tiene relación con la acritud, la acidez. Pero viene a su vez de la palabra griega άκηδία (akedía) utilizada como la falta de piedad, una ceguera, una falta de consideración, una falta de amor hacia a quien se debería honrar y amar.

De la acedia apenas se habla, raramente se nombra, no aparece en la lista de los pecados capitales, aunque encaja perfectamente dentro del pecado capital de la envidia. Es una envidia, una envidia contra Dios y contra todas las cosas de Dios, contra la obra misma de Dios, contra la creación, contra lo sagrado... Es por lo tanto un fenómeno demoníaco opuesto al Espíritu Santo.

Hoy, la acedia acecha continuamente el alma del individuo, de la sociedad y de la cultura. Es la ceguera ante el bien, la indiferencia ante lo divino, la ingratitud y frialdad ante un Dios de amor.

Se presenta, al principio, como una tentación, que se puede convertir en pecado, pues si se convierte en un hábito, hay una facilidad para actual mal, para pecar por acedia, por entristecerse por las cosas divinas.

¿Qué dice la Iglesia acerca de la acedia? 

El catecismo de la Iglesia Católica nos presenta a la acedia entre los pecados contra la caridad, contra el amor a Dios:

  • Indiferencia. Mostrada por aquellos que no les importa Dios, los agnósticos que dicen que no saben si Dios existe o no y no les interesa profundizar el tema, se presentan como indiferentes ante el hecho religioso, ante Dios, ante la Iglesia, ante los santos, ante todas las cosas santas, ante los sacramentos, no les dicen nada los sacramentos, son indiferentes. Quien conoce el bien de Dios no puede ser indiferente.
  • Ingratitud. Falta de agradecimiento ante Dios a quien le debemos tantas bendiciones: la creación, la Tierra, la familia, el amor, por todas las cosas que hacen hermosa la vida. Ante el autor del bien, ¿cómo uno puede ser ingrato con Él, que tanto nos ha dado? Es un pecado contra el amor. Quien conoce a Dios no puede ser ingrato porque le reconoce.
  • Tibieza. Incluso amando a Dios, se tiene una fe tibia, fría, sin ganas. Como dice el libro del Apocalipsis “porque no eres frío ni caliente estoy por vomitarte de mi boca”. ¿Quien, ante el abrazo amoroso de Dios, puede permanecer impávido, frío, distante?
  • Acedia. La tristeza por las cosas divinas, por ir a misa, por disfrutar de las cosas de Dios. Aturdidos y a merced de las falsas alegrías del mundo, con tristeza en el alma, con carencia del bien supremo. El alma sin Dios se entristece porque los gozos y alegrías mundanas que no acaban de saciar la sed de Dios y por lo tanto se sumerge en la depresión. La gente se agita buscando la felicidad en los bienes terrenales, el mundo promete que el bienestar produce la felicidad, porque el bienestar es siempre transitorio. Necesitamos un bien que nos haga felices incluso cuando estamos mal, incluso en medio del malestar. Y ese bien sólo viene de Dios.
  • Odio a Dios, ¿cómo es posible llegar a odiar a Dios? Todos estos pecados contra el amor a Dios bloquea en los corazones el acceso de la felicidad, a la dicha, a la bienaventuranza que comienza aquí en la tierra: el amor de Dios. El odio a Dios es una consecuencia última de la acedia porque cuando uno no conoce el bien de Dios, es indiferente, desagradecido o tibio en el amor culmina viendo a Dios como malo, la auténtica visión satánica de que Dios es malo.
Consecuencias

Las consecuencias de la acedia, al atacar la relación con Dios, conlleva consecuencias desastrosas para la vida moral y espiritual, disipando todas las virtudes: la caridad, la esperanza, los bienes eternos, la fortaleza que viene del Señor, se opone a la sabiduría, al sabor del amor divino, y sobre todo se opone a la virtud de la religión que se alegra en el culto, se opone a la devoción, al fervor, al amor de Dios y a su gozo. 

Sus consecuencias se ilustran claramente por sus defectos: el vagabundeo ilícito del espíritu, la pusilanimidad, el desánimo, la torpeza, el rencor, la malicia, la corrupción de la piedad moral.

Origina males en la vida social, en la convivencia , la detracción de los buenos, la murmuración, la descalificación, la burla, el chisme, las críticas y hasta las calumnias.

El papa Francisco nos aconseja orar y reconocer a Dios como nuestro Padre, para combatir al demonio, que utiliza la resignación, la desgana y la acedia como sus principales armas: 

"Dios nos ha invitado a participar de su vida, de la vida divina, 
ay de nosotros si no la compartimos, 
ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros. 
No somos ni queremos ser funcionarios de lo divino, 
no somos ni queremos ser nunca empleados de Dios, 
porque somos invitados a participar de su vida, 
somos invitados a introducirnos en su corazón, 
un corazón que reza y vive diciendo: Padre nuestro" 
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jueves, 15 de septiembre de 2016

¿CON QUIEN SE RELACIONA UN CRISTIANO?



Dios creó a Adán y dijo: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2,18). Esto no significa que todo el mundo debe estar casado, sino que Dios nos creó para estar en relación con los demás. Necesitamos a otras personas. Dios nos diseñó así. 

Todo seguidor de Cristo, todo hijo de Dios, necesita relacionarse con:

Dios


Por supuesto, la relación con Dios es indispensable para un cristiano. 

Es un hecho, pero demasiado a menudo conocemos a Dios con nuestra cabeza y no con el corazón.

Tener una relación genuina con Dios significa el deseo de:
  • hablar con Él,  a través de la Oración
  • saber de Él,  a través de su Palabra
  • amarle, a través de la Eucaristía
  • ser obediente a Él,  a través de su Iglesia
  • hablarles a otros de Él, a través de la Evangelización 



Un "Pablo"

Todos los cristianos necesitamos un "Pablo", es decir,  un hermano o hermana madura en Cristo, que nos guíe en nuestro caminar con Jesús


Un "Pablo" tiene facultad para contestar nuestras preguntas, para aconsejarnos, para profundizar en nuestra vida espiritual e incluso para corregirnos fraternalmente. 

Un Pablo es un sacerdote, un director espiritual.




Un "Bernabé" 

Un "Bernabé" es un compañero de viaje, un amigo que nos anima a ser fieles a Dios

Él sabe lo suficiente de nosotros como para leer nuestra mirada y comprender nuestro corazón, y lo hace de verdad, sin esperar nada a cambio. 

Es un hermano que camina junto a nosotros, y con él, crecemos juntos.




Un "Timoteo"

Un "Timoteo"es un cristiano más joven, un "recién nacido" espiritual en cuya vida nos involucramos y hacemos de "Pablo" o de "Bernabé" con él

Él es un hermano que busca escuchar y aprender, a medida que pasamos tiempo juntos. 

La relación "Pablo/Timoteo" es un modelo fundamental del Nuevo Testamento para el discipulado.




Una "samaritana" / "joven rico" / "fariseo"

Todos son ejemplos de personas alejadas que se encontraron con Jesús. 

Todos necesitamos una relación con algún no creyente, ya se trate de una mujer en un pozo, un joven rico o un fariseo religioso. 

Con ellos compartiremos la alegría del Evangelio.



Los verdaderos cristianos, por supuesto, tienen una estrecha relación con Dios. 

Todos tienen un Pablo, y algunos tienen un Timoteo. 

Muchos de ellos tienen varios Bernabé y, quizás, algunos pocos tienen una mujer samaritana, un joven rico o un fariseo. 





lunes, 5 de septiembre de 2016

LOS 6 NIVELES DE COMPROMISO EN LA IGLESIA


Si la gente de una parroquia crece y madura espiritualmente, entonces la parroquia crecerá. 

Algunos piensan que las actividades y servicios de la parroquia deben ir encaminados hacia los que asisten regularmente a misa, pero eso supondría pensar que todos tienen el mismo nivel de madurez espiritual. Otros creen que se deberían establecer en base a las necesidades de los comprometidos, pero eso dejaría de lado el carácter misionero de la parroquia. Algunos opinan que todas las actividades deben ir encaminadas hacia los alejados, pero eso impediría el desarrollo, madurez y discipulado de los miembros de la parroquia.

El punto clave para discernir acerca del establecimiento de los distintos servicios y actividades de cada parroquia es que se necesita establecer un proceso de discipulado, porque en los bancos de cada parroquia, en cada misa, se sienta gente de distinto nivel de madurez y búsqueda espirituales.


Rick Warren, en su libro, "Una Iglesia con propósito" (cuya lectura recomiendo a todos los católicos) describe los 6 círculos concéntricos sobre los cuales se desarrolla toda la vida de la parroquia, en relación al público objetivo de cada iglesia.


Cuando los sacerdotes preparan sus homilías, cuando se planifica el alcance que se pretende o cuando se establecen todas las actividades y servicios que cada parroquia ofrecerá, es fundamental pensar en los diversos niveles de madurez espiritual que existen. 

Este pastor protestante, fundador de una de las mayores y más influyentes iglesias de Estados Unidos diferencia al menos seis:


La Comunidad (Community)

La comunidad está formada por todas las personas potencialmente susceptibles de asomarse por la parroquia. Viven o trabajan cerca de de ella y son conscientes de su existencia. E incluso se dejan caer de vez en cuando. Pero, en su mayor parte, son personas alejadas, que no tienen iglesia ni fe, todavía.

La Multitud (Crowd)

La multitud se compone de todas las personas que asisten alguna vez a misa los domingos. Se consideran a sí mismos como parte de la parroquia, pero en realidad no están involucrados más allá de asistir los domingos a una misa determinada.

La Congregación (Congregation)

La congregación incluye todos los asistentes y que se ha convertido en miembros de la parroquia. Se trata de personas que asisten habitualmente, aportan contribuciones económicas a la parroquia con regularidad y apoyan la visión parroquial.

Los Comprometidos (Committed)

Son los miembros de la parroquia que tienen una cierta madurez espiritual, que crecen en una relación estrecha con Jesús y establecen hábitos y disciplinas de discipulado. Están dedicados de todo corazón a Dios y su lealtad a Él está totalmente fuera de duda.

El Núcleo (Core)

Entre los miembros comprometidos, son las personas que se involucran totalmente y que sirven a otros a través de los distintos ministerios, servicios o actividades de la parroquia. Son el núcleo, la masa crítica que ofrece su tiempo, sus talentos y su lealtad a su parroquia.

El Comisionado (Commissioned)

El gran propósito del establecimiento de la vida parroquial en torno a los círculos concéntricos es el paso de las personas desde la comunidad hasta el núcleo para enviarlos de vuelta otra vez para llegar a más personas de la comunidad. Cuando las personas se comprometen con Dios y con el servicio a otros, debemos prepararlos para ser enviados en misión. El Comisionado son los miembros comprometidos que se encargan de preparar y enviar a otros a la misión.

Estos 6 círculos o niveles de compromiso afectan a toda la planificación de la parroquia; desde el calendario, la estructura, pasando por las actividades, los métodos a aplicar y los pequeños grupos hasta la preparación de las homilías o establecimiento de las adoraciones debe tener la intención de crear vías y establecer espacios para que las personas crezcan a partir de un nivel de compromiso y pasen al siguiente.

Cada semana, en su mega-iglesia de Saddleback, California, Rick Warren dirige y atiende a más de 20.000 personas. 

Lleva tres décadas discipulando a las personas a través de su programa CLASE. Este programa se estructura en cuatro fases que se centran en cómo pasar de un círculo concéntrico o nivel de compromiso a otro:
  1. Clase 101. Enseña a la gente sobre el significado, compromiso y consecuencias de ser miembro de su iglesia.
  2. Clase 201, Enseña a la gente acerca de los hábitos necesarios para el crecimiento y madurez espirituales. 
  3. Clase 301, Equipa a la gente para el ministerio y el servicio. 
  4. Clase 401, Habla de cómo la gente puede ir a cambiar el mundo, compartiendo su historia de fe y participando en las misiones.
Rick Warren estructura su iglesia en torno a los 6 niveles repartidos en 9 campus y a través de más de 250 servicios y actividades distintas por edad, compromiso, estado civil, situación económica, etc.

El objetivo de la iglesia no es el crecimiento, sino su salud. Y una iglesia saludable encuentra la manera de mover a las personas desde donde están hacia donde Dios quiere que estén, a lo largo de su camino espiritual. Y cada semana, nuestra parroquia recibe a personas de todos los niveles. 

Creo firmemente que antes de planificar y establecer las actividades de nuestra parroquia, debemos comprender dónde está cada persona, para poder ofrecerle un proceso de acercamiento a Dios y un crecimiento en la fe mediante un discipulado equilibrado.



domingo, 4 de septiembre de 2016

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 1: DOS HOMBRES, DOS CAMINOS, DOS DESTINOS







"Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los injustos, ni anda por el camino de los extraviados, ni se sienta en el banco de los cínicos;

sino que en la ley del Señor pone su amor y en ella medita noche y día.

Es como un árbol a orillas del arroyo, que da el fruto a su tiempo, cuyas hojas no se marchitan nunca; en todo lo que hace sale bien.

No así los injustos, no; son como paja que dispersa el viento.

Los injustos no podrán resistir en el juicio ni los descarriados en la asamblea de los justos.

Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el de los injustos lleva a la ruina."


Una buena manera de crecer en la oración es orando con los Salmos. Y por eso, hoy comenzamos a orar con el Salmo 1, que se distingue de todo el resto porque no tiene título, sino que es más bien como el título de todo el salterio. David compuso los salmos a la manera del que reza, es decir, no de una forma lineal, sino según los diversos sentimientos y movimientos del que reza.

Este primer salmo expresa el sentimiento ante la situación del mundo, contrapone dos caminos y ensalza la Ley, dada a los hombres para su felicidad. Nos habla del hombre dichoso, del hombre feliz. Este hombre bendecido, en contrate con el impío. 

La práctica del hombre dichoso (vs. 1 y 2)

“Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los injustos, ni anda por el camino de los extraviados, ni se sienta en el banco de los cínicos”

El primer versículo habla de lo que no hace el hombre feliz:

1. No sigue el consejo de los injustos. No escucha a los malvados sino que se basa en la voluntad de Dios.

2. No anda en el camino de los pecadores. Vive en la forma que debe vivir.

3. No se sienta en el banco de los cínicos para cultivar su amistad. Se aparta de los que niegan, se burlan y odian Dios.

La persona que hace estas tres cosas, no es una persona feliz. Primero se asocia con los malos, luego comparte el camino de los pecadores y después se une a los que blasfeman.

En el versículo 2, vemos lo que este hombre feliz sí hace:

"sino que en la ley del Señor pone su amor y en ella medita noche y día".

Hay muchas personas que piensan que todo lo que necesitan para ser felices es ser simplemente buenas, no hacer mal a nadie, etc., pero el salmista dice que el hombre feliz se deleita en la ley del Señor. 
En otras palabras, el dichoso encuentra placer y alegría en la meditación de la Palabra de Dios. Su lectura y estudio no constituye ninguna carga ni produce aburrimiento. Su lectura y su estudio son agradables. La persona que experimenta placer con la Biblia es una persona feliz. 

El versículo enfatiza no sólo que se deleita en la Palabra sino que lo hace meditando de día y de noche, continuamente. ¿Qué quiere decir con esto de meditar? Cuando meditamos, volvemos la vista a lo que ye hemos leído. Meditar sobre lo que uno lee, es “rumiar el alimento”; considerar lentamente y pensar detenidamente en lo que uno está leyendo. 

Tenemos que meditar en la Palabra de Dios para que ésta dé forma a nuestra vida según la voluntad y el propósito de Dios. Nuestro desarrollo, crecimiento y madurez espirituales vendrán a través de la meditación de la Palabra de Dios, es decir, repasando una y otra vez en sus pensamientos hasta que esa Palabra se convierta en una parte de nuestra vida. En esto consiste la "práctica del hombre dichoso".

El poder del hombre dichoso (v. 3)

"Es como un árbol a orillas del arroyo, que da el fruto a su tiempo, cuyas hojas no se marchitan nunca; en todo lo que hace sale bien."

El versículo 3 nos dice que el hombre feliz es como un árbol plantado a la orilla de un río. Es una hipérbole que expresa "abundancia". Este hombre dichoso es plantado, recibe mucha agua y se convierte en un árbol. 

Los hombres justos son árboles "plantados" por Dios, no son árboles silvestres que crecen en cualquier parte, sino que sus árboles han nacido por medio de Él, tomados y colocados en el jardín de Dios, a orillas del arroyo.

El arroyo representa la Palabra de Dios. El agua provee bebida y sustento. Y también limpia.

Y se nos dice además que el árbol da su fruto en su tiempo. Esto es muy interesante: que los árboles de Dios no den fruto todo el tiempo, sino que dan su fruto cuando llega su tiempo y su poder está en la Palabra de Dios significa que damos frutos cuando Dios lo desea, no siempre que nosotros queremos.

Significa que hay un tiempo para obtener fruto pero antes, también un prolongado período de preparación, de sembrar la semilla, de regarla. Este período lleva su tiempo y dedicación, para que el fruto solo se produzca en el momento apropiado.

A continuación, el salmista dice que sus hojas no se marchitan nunca. La hoja es el testimonio de vida del cristiano. Ese testimonio debe estar siempre presente, siempre visible. Los árboles de Dios son como los pinos de hoja perenne, siempre están verdes y nunca pierden sus hojas y son un testimonio visible para los demás.

Además, dice que todo lo que hace, sale bien. Es increíble que esto sucede: prospera, está alegre, crece y disfruta. Al dejarnos guiar por Dios y su Palabra, nuestra vida discurre sola, de forma natural, y nos llena de gozo y alegría.

La permanencia del hombre dichoso (vs. 4 -6)

"No así los injustos, no; son como paja que dispersa el viento. Los injustos no podrán resistir en el juicio ni los descarriados en la asamblea de los justos."
Los versículos 4 y 5 de este Salmo 1 hablan de la inseguridad de los impíos. 

Recordemos el título: Dos hombres, dos caminos, dos destinos. Uno conduce a la muerte. El otro conduce a la vida. Dios es quien dice lo que está bien y lo que está mal. 

En este mundo relativista, todo vale, todo está bien, nada está mal. Creen conocer el camino. Pero están perdidos. Es más, se han apartado del camino de Dios y se ha hecho un camino propio. Pero son como paja que el viento dispersa. El viento es el juicio de Dios. 

"Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el de los injustos lleva a la ruina".
El versículo 6 dice que Dios es quien construye el camino. Lo conoce y lo cuida. El otro camino indica la perdición, la ruina, un final irreversible, definitivo. El sentido bíblico del camino como modo de vida es evidente; el justo prosperará mientras que el malvado sufrirá castigo.

sábado, 3 de septiembre de 2016

¿POR QUÉ ELIGIÓ JESÚS A JUDAS COMO DISCÍPULO?


 

"Jesús se turbó en su interior y declaró: 
En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará"
(Juan 13, 21)

Entre los numerosos discípulos que le seguían, Jesús designó a doce de ellos para que estuvieran más cerca de él, para que compartieran y continuaran su misión. No formó un grupo de doce apóstoles a la ligera, sino después de rezar toda una noche.

Si Jesús sabía que Judas iba a traicionarle, ¿por qué lo mantuvo hasta el final en el círculo de sus más allegados?

En principio, pudiera parecer Jesús tomó una decisión errónea eligió a Judas como uno de los discípulos clave de su grupo. 

Judas, con el tiempo, llegó a jugar un papel importante en la historia de redención de Jesús, pero ¿por qué hacer de él un discípulo de su grupo más íntimo? Sin duda, cualquier persona en el círculo exterior de sus seguidores podría haber desempeñado el papel de traidor, ¿por qué perder uno de los asientos más codiciados en la historia humana en un desertor como Judas? 

Jesús no sólo nombró a Judas como discípulo sino que le hizo el tesorero. Jesús podía haber elegido a otros mejores candidatos: Mateo era contable, Pedro era dueño de un pequeño negocio, Nathaniel era un hombre "de integridad completa" (Juan 1,45). ¿Por qué Jesús, sabiendo las luchas internas de Judas con la avaricia y la deshonestidad, le da la supervisión de las finanzas del grupo?

Ningún líder competente con el conocimiento que Jesús tenía del corazón humano, haría lo que Él hizo. Su círculo interno debía serle leal, y cualquier persona que manejara sus finanzas, debería ser impecable. 

Elegir deliberadamente a alguien codicioso, egoísta y desleal podría suponer un alto riesgo. Cualquiera podríamos pensar que fue una insensatez elegir lo que Jesús eligió.

El apóstol Pablo es muy claro acerca de la norma ética para el discipulado en la iglesia: "Así que un anciano debe ser un hombre cuya vida es irreprochable". (1 Timoteo 3, 2). Pablo habría reprendido a Timoteo si hubiera nombrado a alguien como Judas como gestor en Éfeso, así que ¿por qué Jesús eligió a Judas como un líder?

Los autores de los evangelios no dicen nada sobre la motivación de Jesús, por lo que sólo podemos especular sobre su razonamiento. La pregunta es si, a pesar del carácter de Judas, Jesús veía potencial en él

Sabemos cómo termina la historia, pero tal vez, Jesús que ama tanto, le da la oportunidad para alcanzar el potencial que Dios puso en él. Tal vez Jesús sabía que la mejor oportunidad para que Judas pudiera superar sus defectos de carácter se encontraba en darle un cargo de responsabilidad y confianza. Parece como si Jesús estuviera dispuesto, por un tiempo, a someter la primacía de la misión por el desarrollo del individuo. Al final, la misión de Jesús se debería llevar a cabo, pero antes, le daría a Judas la oportunidad de cambiar.

Con la elección de Judas, Jesús nos da un modelo para tratar con las personas que no se ajustan a lo que se supone que debe ser una persona de confianza. 

Sin embargo, en un momento dado, Jesús se da cuenta de un cambio radical en Judas. Jesús comprende que Judas está desligándose de él interiormente, e incluso que va a "entregarle". 

Según el evangelio de Juan, ya en Galilea, mucho antes de los acontecimientos de Jerusalén que acabarían en la cruz, Jesús comprendió lo que estaba pasando (Juan 6,70-71). ¿Por qué entonces no alejó a Judas de su entorno, por qué lo mantuvo junto a él hasta el fin?

Una de las palabras que Jesús utiliza para hablar de la creación del grupo de los doce apóstoles nos da una pista: "¿Acaso no he sido yo quien os elegí, a vosotros doce?" (Juan 6,70 y Juan 13,18).
El verbo elegir o escoger es una palabra clave en la historia bíblica. Dios eligió a Abraham, escogió a Israel para hacer de él su pueblo.

Es la elección de Dios la que constituye al pueblo de Dios, al pueblo de la alianza. 

Y lo que hace inquebrantable la alianza es que Dios elige amar a su pueblo para siempre, a pesar de las infidelidades y las traiciones. 

Puesto que Jesús escogió a los doce igual que Dios eligió a su pueblo, no podía despedir a Judas, incluso cuando sabía que iba a traicionarle. Era plenamente consciente de que tenía que amar hasta el fin, para testificar que la elección de Dios es irrevocable

Jesús, humillado por la traición de uno de sus íntimos, no dejará de demostrarles su amor. Rebajándose ante sus discípulos para lavarles los pies, se hizo servidor de todos; también de Judas. De un modo muy particular, Jesús comparte con él un pedazo de pan (Juan 13,21-30).

Si quería ser fiel a su Padre – al Dios que había elegido a Abraham y a Israel, al Dios de los profetas – Jesús no podía actuar de otro modo, tenía que mantener a Judas junto a él hasta el fin. Jesús quería a Judas incluso a pesar de que éste se encontraba enteramente envuelto por las tinieblas. "La luz brilla en las tinieblas" (Juan 13,31). 


En la noche más oscura del resentimiento y del odio, 
Jesús manifiesta el resplandor inaudito del amor infinito y eterno de Dios.