¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 5 de octubre de 2025

¿QUEDARSE EN EMAÚS O VOLVER A JERUSALÉN?

 
"No es bueno que el hombre esté solo" 
(Gn 2,18)

El pasaje de Emaús del evangelio según san Lucas es una doble catequesis: eucarística, porque recorre todas las partes integrantes de la misa, y pastoral, porque muestra cómo debe ser el discípulo de Cristo y qué debe hacer.

Cuando caminamos hacia Emaús, nuestras vidas están llenas de decepciones y quejas, nuestra esperanza se desvanece y nuestra fe se debilita. El Señor nos explica las Escrituras y nuestro corazón arde. Es entonces cuando le invitamos a quedarse con nosotros.

Cuando estamos en Emaús, Cristo comparte la mesa eucarística con nosotros, parte el pan y nos lo da. Se nos abren los ojos y le reconocemos pero desaparece de nuestra vista. Es entonces cuando surge la duda de quedarse allí en los recuerdos y los sentimientos o volver a la comunidad a contarlo.

Cuando volvemos a Jerusalén en la oscuridad de la noche y por el camino de la prueba, lo hacemos con valentía y animados por el Espíritu para encontrarnos con el Resucitado, que nos ha asegura estar presente en la Iglesia: "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos" (Mt 28,20).
Mientras que en la soledad de nuestra aldea de Emaús no existe más comunión que la de los dos discípulos, en  Jerusalén la comunidad está formada por toda la Iglesia (terrestre y celeste), con Cristo a la cabeza, quien se hace presente y nos da la paz. 

¿Quedarse en Emaús o volver a Jerusalén? Esa es la pregunta. O como diría Hamlet, "ser o no ser, esa es la cuestión". "Ser" comunidad o "ser" individualidad, esa es la cuestión.

Es en la comunidad donde nos hacemos verdaderos discípulos de Cristo, quien nos abre el entendimiento a través de los sacramentos y de la formación: "bautizándonos...y guardando todo lo que nos ha mandado" (cf. Mt 28,19-20).

Es en la Iglesia donde recibimos a Cristo y al Espíritu Santo; donde se hace presente el Señor para mandarnos de nuevo en misión, a Galilea, donde le volveremos a ver resucitado. 

Por eso,  no podemos permanecer en el recuerdo de haber reconocido al Señor y por ello, quedarnos confinados en "Emaús", es decir, en un grupo "encerrado" en sus recuerdos y en experiencias pasadas. 

En Emaús hay calor y refugio, comodidad y bienestar, recuerdos y sentimientos, pero no hay visión ni misión. Tampoco hay comunión por mucho que nos empeñemos en ello. 

Por eso, debemos ir a Jerusalén, a la comunidad, comprometernos con la parroquia donde nos formamos como discípulos, donde recibimos a Cristo sacramentado y desde donde salimos de nuevo a cumplir nuestra misión evangelizadora con el resto de nuestros hermanos. 
La comunidad cristiana no es simplemente un grupo de personas; es un entramado de relaciones, valores compartidos y objetivos comunes que generan un sentido de pertenencia, de comunión, unidad y apoyo mutuo, que ofrecen formación y desarrollo espiritual, emocional y social. 

Formar parte de la comunidad crea un entorno seguro donde poder expresarse libremente, construir relaciones significativas, crear vínculos de “unión”, “comunión”, “fraternidad" y "solidaridad” que fortalezcan la autoestima, el compromiso y la participación.

La comunidad cristiana es esencial para el crecimiento espiritual y el fortalecimiento de la fe. Nos ayuda a mantenernos en el seguimiento de Cristo junto a otros cristianos, fomentar la unidad entre los creyentes, compartir nuestra fe y animarnos unos a otros a experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas.

Todo eso lo encontramos en Jerusalén, no en Emaús

miércoles, 24 de septiembre de 2025

QUÉ HACER, QUÉ SER Y PARA QUÉ EVANGELIZAR

"Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, 
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; 
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado" 
(Mt 28, 19-20)

Reconozco con mucha pena y dolor que los cristianos, en nuestra misión evangelizadora, no terminamos de hacer bien las cosas, o no acabamos de comprender lo que Cristo nos pide, o no utilizamos correctamente los medios que el Espíritu Santo nos pone a nuestro alcance

Lo primero que debemos tener en cuenta en la misión de evangelizar son las tres necesidades a las que debe hacer frente una parroquia misionera: el discipulado (qué hacer), la comunidad (qué ser) y la visión (para qué ser y hacer).

La parroquia no es simplemente un lugar de culto religioso a donde acudimos por tradición o costumbre, ni un edificio donde nos reunimos para realizar una tarea específica, y mucho menos, un club privado o "burbuja" donde socializamos.

La parroquia es el pilar fundamental sobre el que se asienta la vida comunitaria cristiana (CEC 278); un espacio donde celebramos la fe, donde estamos en presencia de Dios, donde recibimos dirección y formación para nuestro crecimiento espiritual, donde acogemos y servimos a nuestros hermanos, y desde donde salimos a evangelizar el mundo (CEC 174-306). 

Marcel LeJeune, católico evangelizador, autor de varios libros y fundador del programa Catholic Missionary Disciples, afirma que "la comunidad, en el ámbito católico, debe parecerse más a una familia que a un club, no se trata de estar de acuerdo o de llevarse bien, sino de quererse y cuidarse unos a otros, incluso a aquellos a quienes no te gustan o no les gustas. Así lo hacían los primeros cristianos, que vivían en una comunidad, se reunían regularmente, rezaban juntos, se servían y responsabilizaban los unos de los otros y se conocían entre ellos".

Por ello, no podemos llamarnos discípulos cristianos si no nos comprometemos y nos involucramos en la vida parroquial, si no hacemos a la parroquia como propia, no sólo porque no cumplimos la misión que el Señor nos encomienda, sino porque además no desarrollamos un sentido de pertenencia ni construimos una auténtica comunidad cristiana. 

¿Qué define a una auténtica comunidad cristiana?
Una auténtica comunidad cristiana es un grupo de discípulos cristianos con una misma visión, misión y pasión, un mismo corazón y espíritu (Flp 2,2; Hch 4,32).
La comunidad aporta un sentido de "pertenencia", una "identidad" que nos capacita para el servicio, priorizando las cosas importantes y anteponiendo a Dios a todo. El discipulado nos forma en la fe, nos anima a mostrar el amor de Dios a los demás y a perseverar en la esperanza del Reino de Dios.

Sin embargo, sucede que, con relativa frecuencia, los cristianos disfrutamos (pasión) con las cosas de Dios (misión), acudimos a maravillosas vivencias espirituales (a un retiro, a un grupo, a un movimiento, a una peregrinación..), pero éstas no pasan de ser experiencias pasajeras o efímeras en la medida en que no nos comprometemos, que no sentimos la comunidad como propia.

Y es que sucede que nos limitamos a ir de un sitio a otro, de parroquia en parroquia, de retiro en retiro, de grupo en grupo... "Hacemos cosas" pero no "somos" discípulos porque no maduramos ni crecemos... "Caminamos" pero quizás no hacia nuestra meta (visión). Nos conformamos con tener una "fe de biberón" pero no pasamos a una "fe de solomillo" con la excusa de no tener todavía "dientes", de "no estar preparados", es decir, no nos formamos como discípulos.

¿Qué define a un discípulo misionero? 
Discípulo es el quien ha tenido un encuentro profundo e íntimo con Jesús, vive y desarrolla su conversión con una clara visión, se forma, se compromete en la comunidad y sirve en la misión.
Y para comenzar a serlo, es necesario formarse en la fe con los sacramentos de iniciación cristiana ("bautizándolos y enseñándoles"). 

Se trata de una formación continuada en el tiempo porque nunca dejamos de aprender y de conocer a Dios; nunca dejamos de ser discípulos. 

Y en la medida que hacemos discípulos, somos discípulos misioneros, es decir, nos convertimos en instrumentos de Cristo para llevar a todos el misterio de la salvación.

¿Cómo lo hacemos?
  • Tomando la iniciativa: ser trata de "salir de nuestra zona de confort y liderar", aún estando "mal equipados", o sin tener experiencia, o incluso siendo "nuevos o inexpertos". No podemos esperar a que otros actúen por nosotros. Es necesario que alguien comience a formarse y a formar discípulos misioneros que edifiquen verdaderas comunidades cristianas.
  • Rezando juntos: se trata de abrirnos "al poder de Dios" y lograr un impacto espiritual en la vida de los demás, de comprometernos a rezar con y por aquellos que deseamos tener en la comunidad, incluso por quienes aún no conocemos. 
  • Invitando con sentido: se trata no sólo de invitar a alguien a un grupo, a un retiro o a una parroquia, sino de demostrar que esa persona nos importa y que queremos que forme parte de nuestra vida, de nuestras amistades cristianas, de nuestra comunidad. No es algo que haya que pensar mucho, tan solo hay que hacerlo.
  • Invirtiendo en otros: El "verdadero objetivo" está "en la inversión" de tiempo y de compromiso con otros y, por tanto, con la comunidad parroquial. Se trata de tener visión a largo plazo y una firme voluntad de servir en y a la comunidad.
  • Mirando a Jesús y haciendo lo que Él hizo: Él tomó la iniciativa por los suyos, rezó por ellos, les invitó e invirtió en ellos. Pasó tiempo con la gente, hizo crecer las relaciones, desafió a otros, les dio responsabilidades, los dejó fracasar y los perdonó. Se trata de relacionarse con la comunidad y de no quedarse "en la superficie", de conocerse y generar confianza, de compartir experiencias, de apoyarnos en los problemas y alegrarnos en los éxitos.
¿Qué define a una correcta visión? 
Una vez tenemos claro qué hacer (discípulos) y qué ser (comunidad), es necesario saber para qué hacerlo y serlo (visión).
La meta de un discípulo no es sólo "hacer" cosas, formarse, comprometerse o servir. Estos aspectos son medios o instrumentos que el Señor nos propone para cumplir la misión encomendada. 

El verdadero objetivo de todo discipulado y de toda comunidad cristiana es alcanzar la santidad, la propia y la de los demás. Esa es la visión que todo discípulo debe vivir, y vivirla con pasión.

No obstante, a muchos cristianos les sobrepasa y les atemoriza el término "santidad", lo ven como una utopía y piensan que sólo está al alcance de unos pocos. Pero esto no es verdad: Dios nos dice: "Sed para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo" (Lv 20,26), "Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5,48).

La santidad no es otra cosa que dejarse transformar por Dios, ser humilde y manso de corazón, cooperar con la gracia del Espíritu Santo, "dejándose hacer" para "renacer": "Confiad plenamente en la gracia que se os dará en la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis a las aspiraciones que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. Al contrario, lo mismo que es santo el que os llamó, sed santos también vosotros en toda vuestra conducta, porque está escrito: Seréis santos, porque yo soy santo" (1 P 1,13-16).

lunes, 1 de septiembre de 2025

¿PIEDRAS EN ASCUAS O LADRILLOS COCIDOS?

"También vosotros, como piedras vivas, 
entráis en la construcción de una casa espiritual 
para un sacerdocio santo, 
a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios 
por medio de Jesucristo. 
Por eso se dice en la Escritura: 
Mira, pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa; 
quien cree en ella no queda defraudado. 
Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, 
pero para los incrédulos la piedra que desecharon los arquitectos 
es ahora la piedra angular, 
y también piedra de choque y roca de estrellarse; 
y ellos chocan al despreciar la palabra. 
A eso precisamente estaban expuestos. 
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, 
una nación santa, un pueblo adquirido por Dios 
para que anunciéis las proezas del que os llamó 
de las tinieblas a su luz maravillosa."
(1 Pe 2,5-9)

Escribo este artículo como continuación al de ayer, reflexionando sobre lo que hacemos con los distintos métodos evangelizadores que ponemos en práctica y discerniendo si dan (o deben dar) fruto inmediato o duradero.

Sin duda, los diferentes métodos de Primer Anuncio y Nueva Evangelización son poderosas experiencias que "reavivan" a los cercanos  y "prenden" a los alejados, pero no están exentos de "carencias" que impiden la conversión pastoral de las parroquias que los realizan. Prueba de ello son la:
  1. Falta de discipulado. Si las parroquias sólo reciben y acogen a las personas que llegan, pero no ofrecen un itinerario catequético y sacramental para convertirse en discípulos maduros, se acabarán "desinflando" y, entonces se produce el estancamiento espiritual.
  2. Falta de comunidades misionerasSi las parroquias se estancan porque se confunde camino con meta y no se construyen auténticas comunidades misioneras, todo tiende a volver a donde estaba, y entonces vuelven a ser una Iglesia de mantenimiento.
  3. Falta de visión. Si la parroquia pierde su pasión y su visión misioneras, y vuelve "a lo de siempre", a la "casilla de salida", las personas terminan regresando a sus "cosas" o marchándose a otros lugares, y entonces dejan de suscitar vocaciones y santos.
Lo que define nuestro modelo de parroquia no es lo que decimos sino lo que hacemos. Hacer Emaús, Effetá, Alpha, Proyecto de Amor Conyugal, Lifeteen, Seminarios de Vida en el Espíritu o lo que sea... con el único propósito de tener más gente en la parroquia y hacer lo de siempre, termina por agotarnos y por agotarse.

A estas alturas de la película, todos sabemos (o deberíamos saber) que los métodos no son un fin en sí mismo, sino el primer paso en el camino de una conversión personal, que consiste en cambiar la estructura mental y existencial, pero también de una conversión comunitaria, que consiste en cambiar la estructura de una Iglesia de llegada a la de una Iglesia en salida.

Ocurre que la mayoría de las parroquias que utilizan estos métodos no se preocupan demasiado por el fruto duradero, que es con el que damos gloria a Dios y como nos convertimos en discípulos de Cristo (cf. Jn 15,8.16). El fruto abundante y permanente pasa por formar discípulos que creen comunidad, que sean enviados y que lleguen a ser santos.  Son las "piedras vivas", todas distintas, necesarias y con el corazón en ascuas (Lc 24,32).
Desgraciadamente y por desconocimiento, se contentan con el fruto inmediato, que es el que queda estéril (cf. Mt 13,22), es decir, se conforman con recibir nuevos asistentes impactados que llenan bancos pero que no maduran ni se relacionan con otros miembros, salvo con los de su grupo. Son los "ladrillos cocidos" todos iguales, prescindibles y escaldados (Gn 11,3-4).

Por ello, es preciso discernir cómo hacemos lo que hacemos, es decir, analizar lo que hacemos para hacerlo con sentido. Y para eso, lo primero es preguntarnos:

¿Estamos engendrando hijos en la fe, a quienes acompañamos, alimentamos, educamos y damos cobijo hasta que alcancen la madurez y puedan salir al mundo, o nos limitamos a ser "playboys espirituales" que "engendran" y "procrean", para luego despreocuparse?

¿Estamos formando discípulos que generen comunidades sanas y en crecimiento o estamos estancados? o, peor aún, ¿estamos volviendo a la casilla de salida, al punto de partida?

¿Estamos construyendo verdaderas comunidades cristianas o estamos ofreciendo una amplia carta de actividades, grupos y eventos que no son transversales ?

¿Estamos suscitando vocaciones que testimonien su fe y su santidad para la salvación del mundo o estamos fabricando "buenas personas" sin más? 

¿Estamos "enardeciendo piedras vivas" o nos limitamos a "cocer ladrillos"?

Formar discípulos, construir comunidades y suscitar vocaciones solo es posible si, quienes utilizamos estos métodos, nos hacemos todos corresponsables en la edificación de una Iglesia de discípulos maduros, capaces de evangelizar para llevar la salvación al mundo entero por la gracia del Espíritu Santo y caminar todos juntos hacia el cielo.
Tras el método, llega la hora de la comunidad. Y ésta no se crea sola, por el mero hecho de poner en práctica un método. Requiere de una conversión formativa, catequética y sacramental profundas, y mucho más trabajo de parte de todos (sacerdotes y laicos) que el de un fin de semana o varias semanas de encuentros puntuales.

Somos muy agraciados. Dios nos está brindando muchas oportunidades (métodos) para seguir su camino, no para que nos quedemos a la mitad. El método es el primer paso, pero el itinerario sigue por la comunidad, y sólo su crecimiento da fruto: la vocación a la santidad a la que todos los hombres estamos llamados por Dios.

"Considerad, hermanos míos, un gran gozo 
cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas, 
sabiendo que la autenticidad de vuestra fe produce paciencia. 
Pero que la paciencia lleve consigo una obra perfecta, 
para que seáis perfectos e íntegros, sin ninguna deficiencia. 
Y si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídasela a Dios, 
que da a todos generosamente y sin reproche alguno, 
y él se la concederá. 
Pero que pida con fe, sin titubear nada, 
pues el que titubea se parece a una ola del mar 
agitada y sacudida por el viento"
(Stg 1,2-6)

domingo, 31 de agosto de 2025

¿HA PERDIDO EMAÚS SU ESENCIA?

"Todo el que viene a mí, 
escucha mis palabras y las pone en práctica... 
se parece a uno que edificó una casa: 
cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; 
vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, 
y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida. 

El que escucha y no pone en práctica 
se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, 
sin cimiento; arremetió contra ella el río, 
y enseguida se derrumbó desplomándose, 
y fue grande la ruina de aquella casa" 
(Mt 6,47-49)

Me temo que este artículo provocará algunas controversias y muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero desde mi reflexión personal me siento en la obligación de encender los "warnings", quizás porque llevo mucho tiempo desanimado, desalentado y desmotivado a la vista de los derroteros que está tomando Emaús y hacia dónde se dirige...y me entristece el corazón.

Siempre digo (y no me cansaré nunca de decirlo) que Emaús es sólo el "trailer", que es tan sólo un método, que es sólo el principio del camino pero no es un fin en sí mismo, algo que muchos parecen no haber asumido. También, siempre digo que Emaús no va de números ni de cantidades, ni de "hacer retiros", algo que muchos parecen no haber asumido.

Hace ya más de siete años de la publicación de mi articulo ¿Corre peligro Emaús?en el que reflexionaba y meditaba sobre las posibles amenazas de convertir esta obra de Dios en un producto de hombres y, desgraciadamente, casi todas ellas se han ido cumpliendo, aunque no ocurran en todos los retiros de Emaús. 

Y creo que Emaús ha perdido la esencia (o la está perdiendo) porque:
  • hemos caído en una cierta "rutina evangelizadora", hemos abandonado sus sólidos cimientos originales y los hemos sustituido por nuestros "cimientos de arena"
  • hemos ido añadiendo nuestros propios criterios, opiniones y ocurrencias, convirtiéndolo en un método sincretista, entre lo profano y lo espiritual
  • hemos caído en el "efecto gravitatorio", en una especie de "rueda de hámster" sobre la que caminamos pero no avanzamos ni llegamos a ninguna parte...volvemos siempre al mismo sitio
  • hemos convertido el retiro en un "subidón espiritual", donde nos ponemos el "polo de cristianos" y "servimos", pero una vez fuera, nos desinflamos y nos olvidamos de Dios
  • hemos pasado a ser "católicos ocasionales" (un día a la semana, dos fines de semana al año), pero con escasa asistencia a los sacramentos (también, un día a la semana - eucaristía -, y algunos meses al año - confesión -)
  • nos reunimos semanalmente en nuestro club social, pero no adquirimos ningún compromiso con la parroquia ni con sus miembros, hasta el punto de que somos absolutos desconocidos para ellos
  • vivimos nuestra fe sólo en "Emaús", pero no buscamos el crecimiento espiritual, la constancia en la oración, la lectura de la Sagrada Escritura o la participación en las pastorales parroquiales
  • nos hemos transformado en "Judas" que caminamos junto al Señor pero no le amamos de corazón y, a la menor oportunidad (tras el retiro), le traicionamos
  • nos hemos apropiado del mérito, del protagonismo y de la gloria evangelizadora, buscando "deslumbrar" en lugar de "alumbrar", ansiando reconocimiento y admiración 
  • invitamos a caminar a todo tipo de personas, buscando más lo cuantitativo que lo cualitativo: el objetivo es llenar el retiro
  • nos hemos dedicado a "opinar", a "cumplir" y a "adquirir veteranía", olvidando rezar, obedecer y ser humildes
  • nos hemos convertido en "activistas espirituales descabezados" que hacemos cosas sin sentido, decimos "tópicos" sin propósito y no avanzamos en nuestra relación con Dios
  • hemos inventado un hipermercado de experiencias espirituales, "variantes de retiros especializados" según la vocación, la edad o el estado (de sacerdotes, de matrimonios, de niños, de discapacitados...) pero hemos olvidado construir comunidad
  • hemos adquirido una actitud de superioridad farisea sobre el resto de los métodos evangelizadores o sobre otros carismas, creyendo que Emaús es "lo más cristiano"
  • hemos obviado qué hacer con todas las personas tras el retiro, sobre todo, en cuestión de formación catequética, itinerarios de discipulado, compromiso eclesial y sacramentalidad
Quiero seguir manteniendo mi esperanza y mi confianza en Dios, sabiendo que el Señor se encargará de solucionar cualquier problema. Mientras tanto, seguiré rezando con los Salmos: 
"Vigilaré mi proceder, para no pecar con mi lengua; pondré una mordaza a mi boca. Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida, para que comprenda.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Tú eres mi confianza. Líbrame de mis inquietudes, no me hagas la burla de los necios. Enmudezco, no abro la boca, porque eres tú quien lo ha hecho. 
Escucha, Señor, mi oración, haz caso de mis gritos, no seas sordo a mi llanto; porque yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres" 
(Sal 39,2-14) 
"Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito: me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.  
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número. 
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; entonces yo digo: 'Aquí estoy para hacer tu voluntad'. 
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. 
No me he guardado en el pecho tu justicia, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. 
Tú, Señor, no me cierres tus entrañas; que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre, porque me cercan desgracias sin cuento. Se me echan encima mis culpas, y no puedo ver; son más que los pelos de mi cabeza, y me falta el valor. 
Señor, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes"
(Sal 40, 2-18)

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Emaús es sólo el trailer

miércoles, 27 de agosto de 2025

SECTAS EN LA IGLESIA

"Estoy contra los profetas que se roban entre sí mis palabras...
que se valen de su lengua para pronunciar oráculos...
que tienen falsos sueños y los cuentan, 
extraviando así a mi pueblo con sus mentiras y pretensiones. 
Y resulta que no los envié ni les di orden alguna"
(Jr 23,16.21.30-32)

Todo cristiano mínimamente formado sabe (o debería saber) que desde siempre ha habido, hay y habrá escisiones sectarias dentro del pueblo de Dios, incluso aunque muchos de estos grupos endogámicos hayan obtenido, en principio, el reconocimiento y la aprobación de la Iglesia.

En la actualidad, cada vez con mayor frecuencia, escuchamos noticias sobre "asociaciones" o "congregaciones" religiosas que se apartan de la sana doctrina y de la Tradición de la Iglesia. Son los "falsos profetas" contra los que nos previene la Sagrada Escritura en innumerables pasajes: 
  • Antiguo Testamento: Dt 13,1-4; Prv 14,12; Jr 14,14-15; 23,16.21.30-32; 27,15; Ez 13,6-9; Miq 3,5-7; Zac 10,2
  • Nuevo Testamento: Mt 7,15-16.22-23; 15,14; 24,4.10-13.24-25; Mc 13,21-23; Hch 20,29-30; Rm 16,17-18; 2 Cor 11,4.13-15; Gal 1,6-7; 1 Tim 4,1; 6,3-5; 2 Tim 3,5.13; 4,3-4; Jud 1,4.11; 1 Jn 2,22; 4,1-3; 2 Jn 1,9; 2 P 2,1-3; 17,19; Ap 19,19-20

La RAE define "secta" como "grupo religioso cerrado guiado por un líder que ejerce un poder carismático sobre sus adeptos y cuyos postulados se apartan de la doctrina ortodoxa".

Las sectas son grupos endogámicos y herméticos que se infiltran dentro de la Iglesia y que generan controversia, confusión y división, rasgos característicamente rebeldes y, por tanto, demoníacos:

  • ideas y conceptos subjetivos, alternativos y alejados de la doctrina tradicional
  • dependencia, exaltación, fidelidad y obediencia absolutas hacia el fundador carismático
  • crítica y rechazo a la autoridad y jerarquía eclesiales
  • abandono de la verdad doctrinal bíblico-apostólica común de la Iglesia
  • supresión de la conciencia de los miembros (falsa interpretación de Rom 12,2)
  • aislamiento y alejamiento familiar de sus miembros (falsa interpretación de Jn 17,16)
  • excesivo dogmatismo y rigurosa moralidad (falsa interpretación de 2 P 1,5)

Sus principales "adeptos" suelen ser personas vulnerables, con carencias familiares/eclesiales/sociales o que están pasando por una crisis de fe, de esperanza, de motivación, de expectativas... que les impiden de adaptarse a la comunidad cristiana tradicional y asumir compromisos con ella. 

Son personas que buscan o ansían una nueva "religiosidad", una "espiritualidad" que se adapte a su forma particular de entender la fe, ya que se sienten "elegidos", "llamados" o "iluminados" por Dios.
Todas las sectas utilizan los mismos procesos de actuación:

  1. Atracción-Seducción: se infiltran en parroquias, en comunidades religiosas o en retiros espirituales en los que captan "seguidores" voluntarios aunque inducidos (proselitismo). Son grupos, en principio y aparentemente, atractivos y muy espirituales que enseñan solo lo positivo de su "carisma", generan emociones buenas, acogen afectivamente a las personas y las acompañan personalmente a modo de dirección espiritual. 
  2. Captación: a través de este acompañamiento o "dirección espiritual", los miembros de la organización conocen todas las esperanzas y sueños, anhelos y deseos, situaciones y problemáticas de las personas, a quienes se invita a “decidir” formar parte del grupo, si bien su alta emotividad limita su capacidad de razonamiento o discernimiento.
  3. Conversión: las personas, al sentirse miembros elegidos por Dios para una tarea específica, asumen diversas responsabilidades y compromisos dentro del grupo.
  4. Adoctrinamiento: las personas basan y someten todos sus pensamientos y actos a lo propio del "carisma" (habitualmente, a lo que dice el fundador o líder), toman éste como propio y se vinculan exclusivamente con los miembros del grupo, distanciándose y alejándose de sus familiares y amigos.
Todas las sectas utilizan las mismas formas de manipulación:
  1. Control de la conducta: se suprimen conductas propias y tradicionales, instalando progresivamente, otras nuevas, hasta convertirlas en hábitos
  2. Control de la información: se controla la información que llega a los seguidores, tanto interna (polémicas, denuncias, delitos que ocurren dentro de la secta), como la externa (noticias, videos, libros y todo el tipo de información que llega desde fuera). 
  3. Control de las ideas: se establece un sistema de lógica cerrada y dicotomizada en "y no", en "bueno y malo", en "virtud o pecado". Se niega la posibilidad del discernimiento. 
  4. Control de las emociones: se generan emociones buenas y atractivas para atraer a los seguidores y una vez convertidos, les generan malas emociones como culpabilidad, temor, dependencia, impotencia si no se hace lo que mandan.
Todas las sectas tienen la misma composición orgánica y piramidal:
  1. líder fundador: laico o consagrado de gran carisma, de gran capacidad oratoria y persuasiva, autoritarismo y rigorismo, con un "supuesto" conocimiento religioso profundo y elegido por Dios
  2. grupo de colíderes: laicos o consagrados veteranos en el grupo y completamente convencidos de sus postulados, de gran fanatismo y obediencia ciega al líder (incluso dulía)
  3. miembros o adeptos: normalmente, jóvenes frustrados o en crisis familiar o personal, personas en busca de sentido vivencial y espiritual, altamente manipulables y voluntariamente dependientes

Identificar una secta no es solo una cuestión de conocimiento o de formación, sino un acto de obediencia a la verdad de Dios: Jesucristo nos advirtió que en los últimos tiempos surgirían "lobos disfrazados de ovejas" o "demonios disfrazados de ángeles de luz" y nos dio las herramientas necesarias para discernir entre lo verdadero y lo falso. 

Las claves para reconocer el engaño de las sectas y no ser arrastrados por falsas enseñanzas están en la lectura de la Palabra de Dios, en la oración, en la dirección espiritual, en los sacramentos y en el conocimiento de la doctrina de la Iglesia (Catecismo, Encíclicas, Exhortaciones apostólicas, etc.).

jueves, 21 de agosto de 2025

APOCALIPSIS, EL EVANGELIO DEL RESUCITADO

 

El Apocalipsis de san Juan o Revelación de Jesucristo es el último libro del Nuevo Testamento y, como tal, de la Biblia. Es el único de carácter profético, aunque podría definirse como el "Evangelio del Resucitado" o el libro de la esperanza y el consuelo cristiano.

Es el libro más rico en símbolos, el más misteriosocontrovertido, desconcertante y difícil de toda la Sagrada Escritura por la variedad de posibles interpretaciones y significados de nombres, eventos y símbolos.

Autoría y fecha de composición
El autor se identifica a sí mismo como Juan, siervo de Jesucristo (1,1), desterrado en la isla de Patmos por dar testimonio de Jesús (1,9).

La Tradición de la Iglesia atribuyó la autoría del Apocalipsis, del Evangelio de Juan y de las 3 cartas de Juan al "discípulo amado" de Jesús, es decir, al apóstol Juan, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago:
  • En Asia: Papías de Hierápolis, san Justino, Melitón de Sardes (s. II)
  • En la Galia: Ireneo de Lyon (s. II-III)
  • En Cartago: Tertuliano (s. III)
  • En Roma: san Hipólito, san Dámaso (s. IV)
  • En Alejandría: Clemente (s. II)​, san Dionisio y Orígenes (s. III), san Atanasio y san Agustín de Hipona (s.IV), Rufino de Aquilea y el papa Inocencio I (s. V), y Juan de Damasco (s. VIII).
Fue el último libro en entrar en el canon bíblico ya que la polémica entre los Padres de la Iglesia respecto a su canonicidad duró varios siglos:
  • En Occidente: definitivamente aceptado por el papa Dámaso I (382), confirmado por el Sínodo de Hipona (393),​ el Concilio de Cartago (397), el Concilio de Cartago (419), el Concilio de Florencia (1442) y finalmente por el Concilio de Trento (1546) junto con todos los demás escritos del Nuevo Testamento.
  • En Oriente: incluido en el canon tras mucha polémica en el s. IX. Es el único libro del Nuevo Testamento que no es leído como parte de la liturgia en la Iglesia ortodoxa.

Hoy día, la mayoría de historiadores atribuyen estos escritos, no al apóstol Juan, sino a un discípulo judeocristiano de 2ª generación perteneciente a la comunidad joánica y su fecha de composición a finales del siglo I o principios del siglo IIen tiempos del emperador Domiciano, cuando las persecuciones romanas contra los cristianos se hicieron más cruentas.

Contexto histórico
El Apocalipsis se escribe en un contexto de profunda crisis, propio de la literatura apocalíptica, con el propósito de dar esperanza a las comunidades cristianas en medio de las tribulaciones, que es aplicable a todas las épocas de la Iglesia hasta hoy:

  • Crisis interna. En la Iglesia se han infiltrado las herejías, se relativiza la obra redentora de Cristo, se ridiculiza la forma de vida cristiana, se practica la indiferencia, el sincretismo religioso y el laxismo moral (ambigüedad y tibieza dentro de la comunidad)
  • Crisis externa. Los cristianos son cruelmente perseguidos por el Imperio, bajo el que se esconde y actúa toda la malvada fuerza demoníaca, todo el poder diabólico y anticristiano, y que pretende erigirse como absoluto
El Apocalipsis es un libro radical en el que nadie puede mantenerse neutral y en el que es preciso tomar partido: o se es fiel o infiel; o se es perseverante o se es tibio; o se es seguidor de Cristo, o se es esclavo del Anticristo; o se es mártir o se es perseguidor; o se acepta a Dios o se rechaza.

Género literario
La lectura del libro del Apocalipsis se puede hacer desde diversos planos, pero es necesario tener en cuenta todos para evitar interpretarlo erróneamente y entenderlo correctamente:[

  • La lectura literal puede dejar distintas impresiones, pero no hay que quedarse en este nivel, sino profundizar más para obtener una mejor comprensión.
  • El género literario es el apocalíptico, que permite ubicar al libro en el contexto de otros libros (bíblicos y no bíblicos, canónicos y apócrifos) con estructura o simbología similar.​
  • El contexto histórico permite ubicar la época del autor, junto con las crisis y sucesos que podrían haber influido en la escritura del libro.
  • El nivel simbólico permite conocer lo que para el autor representan los numerosos símbolos del libro.
  • El mensaje: es importante no olvidar que es un escrito cristiano, y que como tal, lleva implícito el mensaje evangélico, centrado en la figura de Jesucristo.]
Escuelas de interpretación
Existen existen cuatro escuelas interpretativas del contenido del Apocalipsis:
  • Preterista. Subraya el cumplimiento de las profecías del Apocalipsis durante el siglo I, e identifica los personajes del libro con personajes históricos de la época.
  • Idealista. Presenta una alegoría del combate espiritual entre el bien y el mal.
  • Futurista. Identifica los personajes del libro con distintos personajes que han surgido a lo largo de la historia humana (identificación de las Bestias con Napoleón, Hitler, Mao Tse-Tung o Stalin, etc.).
  • Historicista. Muestra el plan maestro de Dios para la historia, de principio a fin, incluyendo la historia particular de la Iglesia.

Sin embargo, el mensaje del Apocalipsis se actualiza en cada época de cualquier comunidad cristiana. Por ejemplo:

  • desde la perspectiva preterista, la Babilonia, que para Juan representa a Roma, una ciudad dominadora, consumista, pagana, podría representar hoy en día un sinnúmero de situaciones particulares similares, pero no hay que no llevar la interpretación al extremo de la identificación como si el Apocalipsis hubiera sido escrito explícitamente para "predecir" los hechos de alguna época. Por eso, el libro de los siete sellos no lo puede interpretar, ni siquiera abrir, cualquiera, solo el Cordero (5,1-8), como diciéndole a la comunidad que siempre el Cordero debe ser el criterio de discernimiento.]
  • desde la perspectiva historicista, el enfrentamiento doctrinal entre judíos cristianos y cristianos gentiles bien puede trasladarse a cualquier otra época con situaciones similares.]

Simbolismo
La peculiaridad del Apocalipsis es la presencia masiva de signos y visiones simbólicas que, como su nombre indica, manifiestan "algo oculto". El Apocalipsis de san Juan no es un tratado dogmático sino una revelación que habla a través de símbolos.

Se presenta como una "teología de la historia" en la que el autor se ve "coaccionado" a escribir de esta manera porque el mensaje que quiere transmitir así lo requiere: la victoria de Cristo ha cambiado el curso del tiempo y del espacio; su luz baña toda la realidad y llena de sentido los acontecimientos de la historia, que quedan transfigurados por la presencia del Resucitado.

Sólo el símbolo es capaz de superar el convencionalismo del lenguaje elevando lo concreto a una dimensión trascendente y abrirlo a una contemplación mística. Lo primero es dejarse impresionar por la fuerza del símbolo: no ofrecer resistencia, introducirse en su atmósfera envolvente y sobrecogedora, conmocionarse y dejarse "arrebatar por el espíritu" para contemplar el misterio.

El simbolismo del libro proviene del Antiguo Testamento, de la literatura apocalíptica judía y de la concepción original del autor, que incorpora elementos diversos:
  • Cósmico. Simboliza la dimensión trascendente, la presencia de Dios: sol negro, luna de sangre, terremotos y cataclismos...la naturaleza se conmociona y el hombre está invitado a reconocer a Dios...pero muchos le rechazan
  • Teriomórfico. Tomando como referencia el mundo animal, simboliza las descomunales fuerzas o poderes sobrehumanos, controladas siempre por Dios. Estas fuerzas actúan en la historia de un modo "bestial", "brutal", "deshumanizante": dragón, las bestias, los caballos, los cuernos...
  • Cromático. Tomando como referencia los colores, simboliza distintas cosas:
    • Rojo: violencia, crueldad, maldad
    • Blanco: mundo sobrenatural, resurrección, santidad
    • Dorado: liturgia, divinidad
    • Verde/amarillento: caducidad de la vida, muerte, enfermedad
  • Aritmético. Tomando como referencia la numerología, la gematría y la cabalística judías, expresan la calidad de algo que su cantidad indica:
    • 7: perfección, totalidad, plenitud
    • 12: historia de la salvación, al AT (doce tribus) o al NT (doce apóstoles)
    • fracciones y múltiplos de 7: parcialidad, poder o tiempo limitado o breve
Estructura
Existen muchas maneras de estructurar el Apocalipsis pero se trata de una obra unitaria, es un "todo" que hay que contemplar. Algunas formas de estructurarlo son:

Secuencial. El Apocalipsis es la revelación de Cristo a su Iglesia (plan salvífico) a través de visiones, símbolos e imágenes:
  • Prólogo (1,1-3)
  • Las 7 cartas a las Iglesias (1,4-3,22)
  • Interpretación profética de la Historia (4,1-22,5)
  • Epílogo (22,6-21)
Litúrgica. El Apocalipsis está inscrito en un marco litúrgico y oración: "el día del Señor fui arrebatado en espíritu" (1,10): 
  • Introducción (c. 1): Autor, motivo de la carta y destinatarios
  • Cartas a las Iglesias (c. 2-3). Comunicación oficial dirigida a una comunidad cristiana o jurisdicción eclesiástica. Su distribución es local pero, tras su inclusión en el canon, es universal, a toda la Iglesia.
  • El Cordero, los Siete Sellos y Trompetas (c. 4-11). Símbolos que hacen alusión a la liturgia cristiana primitiva, y también una forma de definirse frente al judaísmo.
  • El Dragón y el combate (c. 12-20). La historia se muestra como un combate cósmico (guerra en el cielo) para explicar el sentido de la historia, y a la vez también simboliza el enfrentamiento de los primeros cristianos con el imperio romano, y el de todos los cristianos de todas las épocas con los poderes mundanos (guerra en la tierra).
  • La Nueva Jerusalén (c. 21-22). Despedida con la esperanza que guía a todo el libro.
Simbólica. Los símbolos cambian entre una sección y otra, aunque conservando un mensaje principal e idéntico de esperanza:
  • Introducción y Presentación (c. 1). Muestra la visión de todo el libro e introduce la siguiente sección (el mensaje a las Iglesias) como venido de parte de un ...hombre de larga túnica, cuyos cabellos eran blancos. En su mano tenía siete estrellas y de su boca salía una espada de doble filo..., en referencia a Cristo resucitado.
  • El mensaje a las Iglesias (c. 2-3). Muestra una serie de evaluaciones, buenas y malas, a 7 comunidades, que terminan con un reto y la inspiración para vencer. Las comunidades/iglesias tienen una relación específica en la época del autor.​
  • Las Teofanías de Dios (c. 4). Muestra un conjunto de símbolos que representan la majestad de Dios, evocando las teofanías más importantes del Antiguo Testamento: la zarza ardiente, el monte Sinaí, la vocación de Isaías y la visión de Ezequiel en el río Quebar.
  • El Cordero (c. 5). Muestra la humildad y poder del Cordero (Cristo), como el único que es capaz de entender el designio de Dios y por lo tanto, de abrir el libro de los siete sellos.
  • Los 7 Sellos (c. 6-8). Abundan los símbolos numéricos y cromáticos. Comienza con la famosa descripción de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, que representan poderes que tienen influencia sobre la humanidad. Durante la apertura de cada sello, se desarrollan también las visiones de "cataclismos naturales", que concluyen con el Juicio Final.
  • Las 7 Trompetas (c. 8-11). Con la apertura del 7º sello, comienza el desarrollo de un nuevo simbolismo numérico de "catástrofes" anunciadas por 7 trompetas, y el surgimiento de una primera Bestia que hace la guerra a dos Testigos. 
  • El Dragón y las Bestias (12-13). Después, en un cambio en el curso de la historia, se narra el surgimiento del Dragón que combate con una Mujer que da a luz a un Niño. Después, el Dragón convoca a dos Bestias que lo sirven.
  • Los Vencedores (c. 14-15). Entran en escena los que serán vencedores del Dragón y las Bestias. Aunque en esta parte no se indica aún su victoria, sí se indica que están de parte del Cordero, y que de hecho este los dirige, dispuestos a vencer.
  • Las 7 Copas (c.16). De nuevo en un simbolismo numérico, se habla de "catástrofes", y de la "batalla final" que comienza con la reunión de los ejércitos en un lugar llamado Armagedón.
  • La Prostituta y la caída de Babilonia (c.17-19). Entra en escena la Prostituta (denominada la Gran Babilonia), que está sostenida por las Bestias y el Dragón. Entra entonces en escena Cristo montado en un caballo blanco: la Gran prostituta es vencida y las Bestias son capturadas y echadas al lago de fuego.
  • La Derrota (c. 20). El Dragón queda encadenado por mil años tras la victoria de Cristo pero al final volverá a salir, reuniendo a todas las naciones representadas por Gog y Magog para ser vencido de nuevo, esta vez de manera definitiva.
  • La nueva Jerusalén (c. 21-22). La visión concluye con un mensaje de esperanza: la tierra y el cielo son creados de nuevo; la Nueva Jerusalén como símbolo de la ciudad de Dios, es toda la Tierra donde ahora Dios habita en medio de todos los hombres. El libro, y por lo tanto la Biblia cristiana concluyen con una bendición/bienaventuranza y una petición que apremian a Jesús a volver pronto.
Septenaria. División en 7 grupos, cada grupo a su vez puede subdividirse en subgrupos de 7 junto con preludios, interludios y otros excursos:

  • Prólogo (1,1-8)
    • Título (1,1-3)
    • Saludo (1,4-8)
  • Las 7 cartas (1,9-3,22)
    • Visión preparatoria (1,9-20)
    • Carta a la Iglesia de Éfeso (2,1-7)
    • Carta a la Iglesia de Esmirna (2,8-11)
    • Carta a la Iglesia de Pérgamo (2,12-17)
    • Carta a la Iglesia de Tiatira (2,18-29)
    • Carta a la Iglesia de Sardis (3,1-6)
    • Carta a la Iglesia de Filadelfia (3,7-13)
    • Carta a la Iglesia de Laodicea (3,14-22)
  • Los 7 sellos (4,1-8,1)
    • Visión preparatoria: liturgia celestial (4,1-5,14)
    • Los cuatro primeros sellos (6,1-8)
    • El 5º sello (6,9-11)
    • El 6º sello (6,12-17)
    • Una multitud de salvados (7,1-8)
    • Liturgia celestial: Los mártires del Cordero (7,9-17)
    • El 7º sello (8,1)
  • Las 7 trompetas (8,2-14,5)
    • Visión preparatoria (8,2-5)
    • Las cuatro primeras trompetas (8,6-13)
    • La 5ª trompeta (9,1-12)
    • La 6ª trompeta (9,13-21)
      • El rollo profético (10,1-11)
      • Los dos testimonios (11,1-14)
    • La 7ª trompeta (11,15-19)
    • La mujer y el dragón (12,1-18)
    • Las dos bestias (13,1-13,18)
    • Liturgia celestial: El Cordero y su séquito (14,1-5)
  • Las 7 copas (14,6-19,8)
    • Visión preparatoria (14,6-13)
    • La tierra, segada y vendimiada (14,14-20)
    • Las últimas plagas. Cántico de triunfo (15,1-8)
    • Las siete copas (16,1-21)
    • La gran prostituta (17,1-18)
    • La caída de Babilonia (18,1-8)
    • Lamentaciones sobre Babilonia (18, 9-24)
    • Liturgia celestial: La boda del Cordero (19,1-8)
  • Las 7 visiones del fin (19,8-22,17)
    • Visión preparatoria (19,8-10)
    • Aparición del Mesías (19,11-16)
    • Llamamiento al juicio de Dios (19,17-18)
    • Primera derrota de las fuerzas del mal (19,19-21)
    • El reino de mil años (20,1-6)
    • Derrota definitiva de Satanás (20,7-10)
    • El juicio universal (20,11-15)
    • El cielo nuevo y la tierra nueva (21,1-8)
    • La nueva Jerusalén (21,9-22,6)
  • Epílogo (22,18-21) 
    • Conclusión (22,18-21)

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sábado, 16 de agosto de 2025

3ª CARTA DE JUAN: HOSPITALIDAD CON LOS MISIONEROS

La 3ª carta de Juan ocupa el vigésimo sexto de los libros del Nuevo Testamento, el sexto y último de las cartas católicas o universales.

Es una carta personal a un hombre llamado Gayo, pero no se sabe con exactitud si se trata de:
  • el macedonio, compañero de viaje de Pablo, junto con Aristarco (Hch 19,29) 
  • el corintio, anfitrión de Pablo (Rm 16,23) 
  • el que vivía en Derbe, uno de los siete compañeros de viaje de Pablo que le esperaban en Tróade (Hch 20,4)
Sin embargo, lo que sí es muy probable que fuera una persona eminente del lugar, aunque no el máximo responsable de la comunidad, a quien se le encomienda un grupo de hermanos cristianos liderados por Demetrio que, de acuerdo con el mandato de Jesús en Mc 6,8-9, se han puesto en camino sin dinero como misioneros itinerantes del evangelio (3 Jn 7) y a quienes Diótrefes, el máximo responsable del lugar, les había denegado la hospitalidad y quien tampoco reconocía la autoridad del autor de la carta.
 
Igual que la segunda, esta tercera carta pertenece al género epistolar por los mismos motivos y además, utilizan expresiones comunes ("andar en la verdad", "vivir en la verdad"), el mismo lenguaje religioso, estilo y vocabulario.

Autoría y fecha de composición
Las tres cartas de Juan han sido escritas casi con toda seguridad por el mismo autor, Juan el Presbítero, entre los años 95-110 d.C. 
]
Contenido
En esta carta, no hay mensaje doctrinal porque es estrictamente una carta personal, pero su tema es la importancia de la hospitalidad, especialmente cuando se trata de hombres que trabajaban para difundir el evangelio. 

Es el único libro del Nuevo Testamento que no contiene los nombres "Jesús" o "Cristo".

Estructura
  • Saludos (1-2)
  • Elogio a Gayo (3-8)
  • Abusos de Diótrefes (9-10)
  • Recomendación de Demetrio (11-12)
  • Conclusión y despedida (13-15)[